El Régimen Franquista: Orígenes y Características
El régimen franquista surgió de la combinación de las ideas de Francisco Franco y los intereses de varios grupos que apoyaron la sublevación durante la Guerra Civil Española, como el ejército, la iglesia, la Falange, los monárquicos, el carlismo y las clases medias y altas. Franco concentró todo el poder en sus manos, controlando el ejército, el gobierno y el partido único. El régimen impuso un orden social autoritario, limitando las libertades individuales y otorgando beneficios al ejército a cambio de su apoyo.
La iglesia desempeñó un papel central en el régimen, recibiendo apoyo económico y control sobre la educación y la moral pública. La Falange, aunque parte del régimen, no logró controlar completamente el poder, y su influencia se limitó a aspectos simbólicos, como los uniformes y desfiles. Los monárquicos apoyaron el régimen a cambio de la Ley de Sucesión de 1947, que designaba a Juan Carlos de Borbón como sucesor, pero bajo la supervisión de Franco. El carlismo tuvo poca influencia, ya que no pudo imponer su propuesta de restaurar una monarquía carlista.
Las clases medias y altas apoyaron el franquismo para preservar el orden social y proteger sus propiedades. En el ámbito internacional, el régimen se alineó inicialmente con las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, pero tras la derrota alemana, España adoptó una postura neutral. La derrota del Eje aisló a España, que fue condenada por la ONU y sufrió sanciones. Frente a este aislamiento, Franco redujo los aspectos fascistas y se acercó a Estados Unidos, firmando acuerdos de defensa mutua en 1953. Ese mismo año, firmó un Concordato con el Vaticano, y en 1955, España ingresó en la ONU, marcando el fin de su aislamiento.
A pesar de algunos cambios, Franco mantuvo un control absoluto hasta su muerte en 1975, cuando el régimen dio paso a la transición hacia la democracia.
Institucionalización del Franquismo y Etapas
La institucionalización del franquismo comenzó en 1938 con la Ley de Administración Central del Estado, consolidando el poder absoluto de Franco, quien asumió la jefatura del Estado, el gobierno, el partido único y el ejército. El régimen anuló las libertades públicas, prohibió partidos políticos y asociaciones, y unificó las fuerzas apoyadoras en un solo partido, la Falange. Franco impuso un sistema autoritario con control absoluto de la información, censura, y represión política, especialmente contra los republicanos.
Se aprobaron diversas leyes orgánicas para consolidar el régimen, como el Fuero del Trabajo (1938), que permitió la intervención del Estado en la economía, y la Ley de Cortes (1942), que ofreció una imagen más democrática, aunque basada en una democracia corporativa. En 1947, la Ley de Sucesión definió a España como un reino, con Franco como regente vitalicio y la sucesión destinada a Juan Carlos de Borbón.
El franquismo atravesó varias etapas:
- 1936-1945: Formación e institucionalización, alineación con regímenes fascistas y nazis.
- 1945-1955: Aislamiento internacional, acercamiento a Estados Unidos a cambio de bases militares.
- 1955-1970: Desarrollismo económico, impulsado por planes industriales y capitales extranjeros, tímido aperturismo político.
- 1970-1975: Crisis debido al fin del crecimiento económico, enfermedad de Franco y descontento interno.
Tras la muerte de Franco en 1975, se produjo la transición a la democracia con la sucesión de Juan Carlos I y el fin del régimen franquista.
Transformaciones Económicas y Sociales
Tras el fracaso del modelo autárquico y a pesar de las ayudas de Estados Unidos, la economía española seguía enfrentando déficits presupuestarios y comerciales, lo que generó protestas en el sector industrial y universitario. Ante esto, Franco reorganizó el gobierno en 1957, delegando la dirección económica a tecnócratas cercanos al Opus Dei, quienes implementaron el «Plan de Estabilización» de 1959 con el apoyo del FMI y Banco Mundial. Este plan buscaba liberalizar la economía, controlar la inflación y estabilizar los precios y salarios. Aunque sus primeros efectos fueron negativos, como la caída de sueldos y empleo, a partir de 1961 se comenzaron a ver resultados positivos, iniciando una etapa de expansión económica.
El crecimiento se centró en la industria, el turismo, las inversiones extranjeras y la exportación de mano de obra, lo que hizo que la economía dependiera del exterior. También hubo un éxodo rural hacia las grandes ciudades, lo que aumentó los salarios en el campo e impulsó la mecanización. La balanza de pagos dejó de ser deficitaria, gracias al turismo y las remesas de emigrantes. El régimen impulsó los «planes de desarrollo» entre 1963 y 1975 para fomentar la inversión privada y la creación de nuevas ciudades industriales. Sin embargo, la crisis de 1973 detuvo el crecimiento.
En cuanto a la sociedad, el éxodo rural y el crecimiento urbano transformaron la vida y mentalidad de los españoles. La población aumentó por la política pronatalista, lo que llevó a una expansión de la educación pública y a mejoras en los sistemas de salud y prestaciones sociales, aunque insuficientes. Durante los años 60, la mentalidad cambió, permitiendo a las mujeres acceder al trabajo y la universidad, especialmente en las clases medias. La clase media creció y se alejó de los valores del régimen. Aunque no todos los españoles accedieron a bienes de consumo, estos se hicieron más accesibles, y la televisión también tuvo un impacto en la sociedad, a pesar de la censura.
El crecimiento urbano trajo consigo barrios suburbanos sin suficientes infraestructuras. La estructura social de los años 60 se caracterizó por una clase obrera en proceso de especialización y acceso a la propiedad, una clase media en ascenso y una clase dominante más reducida, pero con una élite vinculada a la banca y funcionarios de alto nivel.
Represión Política y Oposición al Franquismo
La legislación franquista instauró una dura represión política mediante leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), la Ley de Depuración de Funcionarios (1939), y la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940). Estas leyes permitieron juicios sin garantías, lo que llevó a la depuración de funcionarios y a la condena de miles de republicanos. A unos 450,000 exiliados se les entregó a las autoridades franquistas, y alrededor de 15,000 republicanos acabaron en campos de concentración, con unos 5,000 muertos. Otros se unieron a la resistencia antifranquista en Francia o emigraron a países como la URSS y México.
Las organizaciones políticas antifranquistas en el exilio estaban desunidas, con enfrentamientos entre comunistas y otras fuerzas, y el PCE promovió la lucha clandestina, formando el *maquis*. En España, el PCE y la HOAC organizaban huelgas y luchas sindicales, mientras que CC.OO. surgió en los 60 para defender los derechos laborales. Las manifestaciones estudiantiles y de asociaciones de vecinos también aumentaron, mientras que en la Iglesia, algunos miembros comenzaron a oponerse al régimen. En el País Vasco, ETA se fundó en 1959 con el objetivo de la independencia mediante la violencia.
Los partidos de la oposición se reorganizaron, denunciando la falta de libertades y buscando unidad para la democracia. El PCE, dirigido por Santiago Carrillo, y el PSOE, con Felipe González como nuevo secretario tras el Congreso de Suresnes de 1972, se hicieron más activos. También hubo grupos moderados que abogaban por la democracia, como monárquicos y demócrata-cristianos, que se reunieron en el Congreso del Movimiento Europeo en 1962, tildado de «Contubernio de Munich» por el régimen.
En la cultura, existía una doble vertiente: una oficial que exaltaba los valores tradicionales y católicos, y otra crítica pero disimulada, reflejada en la literatura, cine y teatro. Escritores como Cela, Delibes y Martín Santos, cineastas como Berlanga y Buñuel, y la revista *La Codorniz* empleaban el humor para criticar sutilmente el régimen. En los 60 y 70, la pintura se inclinó hacia la abstracción y el realismo, con artistas como Tàpies y Antonio López. La arquitectura fue influenciada por el racionalismo y estilos retrospectivos. Muchos artistas e intelectuales continuaron su trabajo desde el exilio, como Juan Ramón Jiménez, Max Aub y Manuel de Falla.
La Transición Española: Factores y Primeros Pasos
El éxito de la Transición Española fue posible por una reforma interna del sistema, impulsada por la voluntad reformista del rey Juan Carlos I, la habilidad política de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda, la actitud pasiva del ejército bajo el control del General Gutiérrez-Mellado, el deseo de la población por un cambio democrático sin querer arriesgarse a una guerra civil, y un contexto internacional que favorecía la democracia.
Tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, Juan Carlos I fue proclamado rey, heredando todos los poderes del dictador. Inicialmente, Carlos Arias Navarro, un hombre del régimen, fue confirmado como presidente, pero su política inmovilista chocó con las intenciones reformistas del rey, lo que llevó a su dimisión en julio de 1976. Suárez fue nombrado presidente del gobierno y comenzó las reformas necesarias para transformar la dictadura en un sistema democrático, respetando la legalidad franquista. En ese proceso, aprobó una amnistía para los presos políticos y presentó la Ley para la Reforma Política a las Cortes franquistas, que permitió la convocatoria de elecciones por sufragio universal. Esta ley fue aprobada por referéndum el 15 de diciembre de 1976. En 1977, Suárez legalizó el Partido Comunista y disolvió el Movimiento Nacional.
Las primeras elecciones democráticas se celebraron en junio de 1977. En ellas participaron partidos de diferentes ideologías, como Alianza Popular de Fraga (derecha), UCD de Suárez (centro), los partidos nacionalistas vasco y catalán, el PSOE de Felipe González (izquierda) y el PCE de Santiago Carrillo (izquierda). La UCD ganó las elecciones, pero Suárez y su gobierno enfrentaron presiones de todos los lados. Los franquistas se opusieron a los cambios, y las consecuencias de la crisis de 1973 generaron problemas económicos como el desempleo y la inflación, lo que llevó a huelgas y movilizaciones. Además, varios grupos terroristas, como ETA, el GRAPO y la extrema derecha, intensificaron la violencia.
El gobierno de Suárez también tuvo que lidiar con el terrorismo, principalmente el de ETA, que asesinó a numerosas personas. El gobierno reforzó la lucha antiterrorista, pero la falta de colaboración internacional complicó la situación. Los gobiernos posteriores, especialmente los socialistas, crearon los GAL para luchar contra ETA de manera ilegal, lo que resultó en condenas y encarcelamientos.
Debido a que Suárez gobernaba en minoría, tuvo que buscar el consenso con otros partidos para redactar la Constitución. En octubre de 1977, los Pactos de la Moncloa fueron firmados entre el gobierno, los sindicatos, las asociaciones empresariales y los partidos políticos. Estos pactos propusieron reformas económicas y fiscales, así como el reconocimiento de los sindicatos, con el compromiso de garantizar estabilidad política y social al gobierno.
Consolidación de la Democracia: Constitución y Autonomías
El proceso constitucional
Pocas semanas después de las elecciones de 1977, las Cortes comenzaron a trabajar en la elaboración de la Constitución, convirtiéndose en Cortes Constituyentes. Se eligió una Comisión Constitucional con siete diputados clave, llamados los «padres de la constitución», entre ellos Gabriel Cisneros (UCD), Gregorio Peces-Barba (PSOE), Jordi Solé Turá (PCE) y Manuel Fraga (AP). La falta de un representante del PNV causó que no apoyaran el texto final. La palabra clave durante el proceso fue «consenso», para evitar una «constitución de partido» como en el pasado. Después de debatir el texto en el Congreso y Senado, la Constitución fue aprobada en 1978 con un 87,87% de votos a favor en el referéndum.
El proceso preautonómico
Ante el deseo de autogobierno de Cataluña y el País Vasco, el gobierno de Suárez inició el proceso preautonómico en 1977. En Cataluña se restauró la Generalitat, y en el País Vasco se creó el Consejo General Vasco. Entre 1978 y 1979, se crearon más organismos preautonómicos en varias regiones, estableciendo el principio de autonomía para todos, lo que se conoció como «café para todos».
Contenido de la Constitución
La Constitución define a España como un Estado social y democrático de Derecho con una Monarquía parlamentaria. El artículo 2 reconoce la unidad de la nación y el derecho de las regiones a la autonomía. También se protegen los derechos individuales, como la libertad, la educación y el trabajo, así como derechos sociales como la vivienda y la protección de la salud. En 1992 se modificó para otorgar el derecho al voto en elecciones municipales a los ciudadanos de la Unión Europea en España.
El rey es el Jefe del Estado con funciones meramente simbólicas, y la Constitución establece la separación de poderes: el poder legislativo se divide entre el Congreso y el Senado, el poder ejecutivo es ejercido por el Gobierno, y el poder judicial está representado por los jueces y el Tribunal Constitucional.
El Título VIII de la Constitución aborda la unidad del Estado y la diversidad de regiones y nacionalidades, permitiendo que las regiones que lo deseen se constituyan en Comunidades Autónomas con un Estatuto de Autonomía, aprobado por las Cortes Generales. Entre 1979 y 1983, se establecieron 17 Comunidades Autónomas y dos Ciudades Autónomas (Ceuta y Melilla). Además, se establece un principio de solidaridad y equilibrio económico entre las regiones.