FTRE y la Mano Negra: Anarquismo y Represión en la España de la Restauración

Texto nº11: La Federación de Trabajadores de la Región Española y la Mano Negra

a) Introducción

Se trata de un texto histórico, específicamente un manifiesto de la Comisión Federal (Farga Pellicer, Anselmo Lorenzo, entre otros) de la Federación de Trabajadores. Este documento, recogido en el libro de Anselmo Lorenzo, El proletariado militante, es una fuente esencial para comprender el inicio del movimiento obrero en España. Como todo manifiesto, busca difundir las convicciones de un grupo, en este caso, las ideas anarquistas de la asociación.

b) La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) y la Mano Negra

La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) surge en 1881, reemplazando a la antigua FRE (Federación Regional Española) para adaptarse a la legalidad vigente que prohibía las organizaciones internacionales. La FTRE tuvo gran influencia entre jornaleros andaluces y obreros catalanes. Las discrepancias internas sobre la estrategia a seguir y la constante represión llevaron a algunos miembros a optar por la acción directa, incluyendo atentados contra la Iglesia, el Ejército y ciertos sectores sociales.

El texto evidencia el carácter anarquista de la FTRE. En el primer párrafo se menciona la intención de «abolir todos los poderes autoritarios» y en el segundo se afirma «somos anarquistas». El anarquismo tuvo un papel crucial en los inicios del movimiento obrero español. La llegada de la AIT (Primera Internacional) a España, a través de G. Fanelli, miembro de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista fundada por Bakunin, promovió el apoliticismo y la colectivización. Esto contrastaba con la ideología marxista oficial de la Internacional, llevando a que muchos trabajadores españoles equipararan internacionalismo con anarquismo. El primer Congreso Obrero de Barcelona en 1870, organizado por la FRE, se declaró apolítico y partidario de abolir toda autoridad, incluyendo la del Estado. Además, la Federación se definió como colectivista, buscando la eliminación de la propiedad privada y la distribución de la riqueza según las necesidades de cada individuo.

La FTRE intentó desvincularse del fenómeno conocido como la Mano Negra. El texto afirma: «no hemos sostenido, ni sostendremos relaciones con lo que llaman Mano negra». La Mano Negra, de dudosa existencia, se presentaba como una organización anarquista secreta y violenta, acusada de planificar atentados. Supuestamente activa en Andalucía desde 1881, su aparición coincidió con tensiones sociales por malas cosechas y la formación de la FTRE.

La Guardia Civil de Jerez de la Frontera, presionada por terratenientes alarmados por el auge de las organizaciones campesinas revolucionarias, arrestó en diciembre de 1882 a 16 miembros de la FTRE en San José del Valle, acusándolos de asesinato. Durante los registros, se incautó un reglamento de la asociación con el símbolo de una mano negra. Detenciones similares se realizaron en otras regiones andaluzas, resultando en 2.000 presos en Cádiz y 3.000 en Jerez.

Entre mayo y junio de 1883, se llevaron a cabo tres juicios contra supuestos miembros de la Mano Negra, culminando en siete ejecuciones sin pruebas concluyentes. Entre los ejecutados se encontraba Pedro Corbacho, señalado como el líder de la organización.

La represión contra la Mano Negra se enmarca en una estrategia más amplia del Estado contra los anarquistas, alcanzando su punto álgido en los Procesos de Montjuic.

c) Contexto: La Restauración y el Movimiento Obrero

Durante la Restauración, el movimiento obrero operaba en la ilegalidad, dividido entre anarquistas y socialistas. La FRE, inicialmente moderada y legalista, como lo demuestra la Revista Social, su portavoz oficial, que rechazaba la violencia, cambió su nombre a FTRE en 1881 para cumplir con la ley. Su mayor influencia se encontraba en Andalucía y Cataluña. Sin embargo, la persecución tras los sucesos de la Mano Negra y las divisiones internas radicalizaron a una parte del anarquismo. Surgieron dos corrientes: una reformista y sindicalista, y otra partidaria del comunismo libertario (kropotkinianos) y la acción directa. Grupos autónomos revolucionarios realizaron atentados contra el Estado, la burguesía y la Iglesia.

Entre los actos violentos más destacados se encuentran los atentados contra políticos como Cánovas, Martínez Campos, Dato y Canalejas, contra instituciones burguesas como el Liceo de Cataluña, y contra procesiones religiosas. Estos actos provocaron una fuerte represión estatal, generando una espiral de violencia. Los Procesos de Montjuic, con la condena y ejecución de cinco anarquistas, marcaron un momento crucial. La división entre sindicalismo de masas y acción directa persistió, aunque a principios del siglo XX, la tendencia anarcosindicalista ganó fuerza con la creación de Solidaridad Obrera y la CNT en 1910.

Por otro lado, el sector marxista, representado por la Federación Madrileña, fundada en 1871 tras la llegada de Paul Lafargue, yerno de Marx, estableció en 1879 la Agrupación Socialista Madrileña (Partido Democrático Socialista Obrero Español), liderada por Pablo Iglesias. Este partido, que adoptó su nombre actual en 1888, tuvo un crecimiento lento y recibió influencia del socialismo francés. En 1888, los socialistas fundaron la UGT. Ambos, partido y sindicato, se expandieron en Madrid, Vizcaya y Asturias. El PSOE se definía como un partido marxista y obrero, afiliado a la Segunda Internacional, promotor del Primero de Mayo y participante en huelgas en Madrid y el norte. Aunque participaba en política, su representación parlamentaria era escasa y se mantenía distante de los republicanos. La UGT, por su parte, promovía un sindicalismo de masas con un programa reformista, buscando mejoras laborales a través de la negociación y la huelga.

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