Según el censo de 1992 habían en El Salvador cerca de un millón de cristianos evangélicos, lo que equivalía al 20% de la población de esa época. Esto muestra el enorme crecimiento de este (o estos) grupos religiosos en tan solo 20 años. Según el censo efectuado en los años setenta, solamente llegaban al 3%, época en la cual la población apenas si sobrepasaba los tres millones de habitantes.
Hoy en día en pleno siglo XXI el numero de cristianos evangélicos, (como les gusta ser llamados), posiblemente supere el 30% de la población, y sus tendencias, al menos en el corto plazo, son al crecimiento. Es de hacer notar que la membresía de estas iglesias esta compuesta por personas de todas las clases sociales, siendo en su mayoría de clase media baja u obrera, aunque últimamente las clases altas también aportan membresía.
Esta situación y otras que plantearemos más adelante dejan notar que la iglesia evangélica en su conjunto, es un sector muy importante de la población, lo cual hasta hace poco era ignorado por la mayoría de los sociólogos, mercadólogos y políticos.
En sus humildes orígenes, (pequeños grupos pueblerinos con no más de diez o quince miembros activos permaneciendo así por muchos años), la iglesia evangélica tenía una “misión Divina”, que se reflejaba en su lema del cual se puede decir que hicieron una profecía, “El Salvador para Cristo”. Siendo así la iglesia evangélica creció abrumadoramente en los años ochenta, lo cual tiene su explicación de acuerdo a las circunstancias de esos años, las cuales se plantean a continuación.
A comienzos de la década de los 80’s, las grandes masas de la población vieron sus esperanzas frustradas en los levantamientos populares, pero sobre todo por el vacío o falta de liderazgo que dejo la muerte de Monseñor Romero dentro de la iglesia católica. La frustración se acentuó con la denominada “Guerra popular prolongada” y la brutal represión militar de esos años, así como el caos que toda guerra genera en la economía de un país de por sí pobre. Todo esto terminó intimidando y cansando a la población, obligándola a buscar otros caminos que le aliviaran tal desesperación. Esto, dentro de la población que se quedó en el país, ya sea porque lo decidió así o porque no pudo emigrar.
Para nadie es un secreto que durante la década de los años ochenta el capital norteamericano fluyo como “Ríos de agua viva” hacia Centroamérica, y especialmente para las iglesias evangélicas de El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Esto ha sido interpretado por algunos como un contrapeso ideológico patrocinado por parte de la Casa Blanca y particularmente de la CIA, contra la teología de la liberación predicada por un sector de la iglesia católica. Ésta por anunciar a un Cristo que hace opción por los pobres, tocaba según los paranoicos gobernantes anticomunistas norteamericanos, intereses estadounidenses y afectaba directamente a los burgueses locales. El caso es que antes de la guerra había en El Salvador una iglesia evangélica carente de recursos y de infraestructura, así como también un lugar donde los misioneros podían venir a hacer su labor. Sin embargo, en el trascurso de la guerra y gracias a los señores Swagart, Pat Robertson y Billy Graham, (todos vinculados a la Christinan Right los principales representantes de la teología más conservadora de EUA, y por lo tanto los más
allegados al partido republicano y a sus políticas en esa época y en la actual) la iglesia evangélica creció muchísimo. Claro está, por medio de masivas campañas evangelísticas, y bajo el beneplácito de la oligarquía y de los militares en el poder. Luego posterior a los acuerdos de paz, tenemos una iglesia evangélica con gran cantidad de recursos; aparecen constantemente en todos los medios de comunicación, ya sea alquilando espacios o utilizando sus propios medios radiales, televisivos e impresos, y con una gran infraestructura, que incluye colegios, centros de estudios teológicos, y enormes templos que todos los domingos se llenan más que los establecimientos deportivos. Y por si fuera poco, ahora los misioneros ya no vienen a El Salvador, sino que salen de aquí a otros países, que están necesitados de esta “gran bendición que tenemos aquí”
Ahora bien, el hecho de que la iglesia evangélica haya crecido tanto en los últimos 20 años, no significa que la moral, la ética y los principios cristianos, de los cuales dicen ser paladines defensores, hayan repercutido o influenciado a la sociedad salvadoreña, ya que pareciera ser que este enorme grupo de personas sólo es visible los días domingos.
Tomando en cuenta los dos puntos anteriormente expuestos, ¿que es lo que predican estas iglesias que hace que su membresía crezca tan rápido? En primer lugar los países latinoamericanos siempre han sido religiosos, y por supuesto también es de aceptar que las sociedades inmersas en la pobreza siempre tienen tendencias religiosas. Esto es comprensible, dado el dramatismo de la vida cotidiana que estos estratos sociales tienen que soportar para poder subsistir, más aun cuando no hay ninguna alternativa que les brinde una esperanza de salir de tal situación. Es aquí donde estos grupos religiosos tienen el campo listo para su cosecha, a nadie más que a los lideres inescrupulosos de estas iglesias les beneficia un pueblo sin esperanza, sin recursos, y sin fe en sí mismo. Esto, sumado al miedo que infunden con sus predicas apocalípticas, fatalistas y ultra moralistas, lleva lógicamente al incremento de sus seguidores, y es debido a la gran necesidad de fe y consuelo que tienen las personas, así como al poco criterio para juzgar este tipo de manipulaciones, que los resultados saltan a la vista.
Hoy en día en pleno siglo XXI el numero de cristianos evangélicos, (como les gusta ser llamados), posiblemente supere el 30% de la población, y sus tendencias, al menos en el corto plazo, son al crecimiento. Es de hacer notar que la membresía de estas iglesias esta compuesta por personas de todas las clases sociales, siendo en su mayoría de clase media baja u obrera, aunque últimamente las clases altas también aportan membresía.
Esta situación y otras que plantearemos más adelante dejan notar que la iglesia evangélica en su conjunto, es un sector muy importante de la población, lo cual hasta hace poco era ignorado por la mayoría de los sociólogos, mercadólogos y políticos.
En sus humildes orígenes, (pequeños grupos pueblerinos con no más de diez o quince miembros activos permaneciendo así por muchos años), la iglesia evangélica tenía una “misión Divina”, que se reflejaba en su lema del cual se puede decir que hicieron una profecía, “El Salvador para Cristo”. Siendo así la iglesia evangélica creció abrumadoramente en los años ochenta, lo cual tiene su explicación de acuerdo a las circunstancias de esos años, las cuales se plantean a continuación.
A comienzos de la década de los 80’s, las grandes masas de la población vieron sus esperanzas frustradas en los levantamientos populares, pero sobre todo por el vacío o falta de liderazgo que dejo la muerte de Monseñor Romero dentro de la iglesia católica. La frustración se acentuó con la denominada “Guerra popular prolongada” y la brutal represión militar de esos años, así como el caos que toda guerra genera en la economía de un país de por sí pobre. Todo esto terminó intimidando y cansando a la población, obligándola a buscar otros caminos que le aliviaran tal desesperación. Esto, dentro de la población que se quedó en el país, ya sea porque lo decidió así o porque no pudo emigrar.
Para nadie es un secreto que durante la década de los años ochenta el capital norteamericano fluyo como “Ríos de agua viva” hacia Centroamérica, y especialmente para las iglesias evangélicas de El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Esto ha sido interpretado por algunos como un contrapeso ideológico patrocinado por parte de la Casa Blanca y particularmente de la CIA, contra la teología de la liberación predicada por un sector de la iglesia católica. Ésta por anunciar a un Cristo que hace opción por los pobres, tocaba según los paranoicos gobernantes anticomunistas norteamericanos, intereses estadounidenses y afectaba directamente a los burgueses locales. El caso es que antes de la guerra había en El Salvador una iglesia evangélica carente de recursos y de infraestructura, así como también un lugar donde los misioneros podían venir a hacer su labor. Sin embargo, en el trascurso de la guerra y gracias a los señores Swagart, Pat Robertson y Billy Graham, (todos vinculados a la Christinan Right los principales representantes de la teología más conservadora de EUA, y por lo tanto los más
allegados al partido republicano y a sus políticas en esa época y en la actual) la iglesia evangélica creció muchísimo. Claro está, por medio de masivas campañas evangelísticas, y bajo el beneplácito de la oligarquía y de los militares en el poder. Luego posterior a los acuerdos de paz, tenemos una iglesia evangélica con gran cantidad de recursos; aparecen constantemente en todos los medios de comunicación, ya sea alquilando espacios o utilizando sus propios medios radiales, televisivos e impresos, y con una gran infraestructura, que incluye colegios, centros de estudios teológicos, y enormes templos que todos los domingos se llenan más que los establecimientos deportivos. Y por si fuera poco, ahora los misioneros ya no vienen a El Salvador, sino que salen de aquí a otros países, que están necesitados de esta “gran bendición que tenemos aquí”
Ahora bien, el hecho de que la iglesia evangélica haya crecido tanto en los últimos 20 años, no significa que la moral, la ética y los principios cristianos, de los cuales dicen ser paladines defensores, hayan repercutido o influenciado a la sociedad salvadoreña, ya que pareciera ser que este enorme grupo de personas sólo es visible los días domingos.
Tomando en cuenta los dos puntos anteriormente expuestos, ¿que es lo que predican estas iglesias que hace que su membresía crezca tan rápido? En primer lugar los países latinoamericanos siempre han sido religiosos, y por supuesto también es de aceptar que las sociedades inmersas en la pobreza siempre tienen tendencias religiosas. Esto es comprensible, dado el dramatismo de la vida cotidiana que estos estratos sociales tienen que soportar para poder subsistir, más aun cuando no hay ninguna alternativa que les brinde una esperanza de salir de tal situación. Es aquí donde estos grupos religiosos tienen el campo listo para su cosecha, a nadie más que a los lideres inescrupulosos de estas iglesias les beneficia un pueblo sin esperanza, sin recursos, y sin fe en sí mismo. Esto, sumado al miedo que infunden con sus predicas apocalípticas, fatalistas y ultra moralistas, lleva lógicamente al incremento de sus seguidores, y es debido a la gran necesidad de fe y consuelo que tienen las personas, así como al poco criterio para juzgar este tipo de manipulaciones, que los resultados saltan a la vista.