DICTADURA DE Primo de Rivera El 13 de Septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera se pronunció contra la legalidad constitucional, declaro el estado de guerra y exigíó que el poder pasase a manos de los militares. El Golpe de Estado no fracaso ya que casi nadie se opuso, ni siquiera el rey. El rey Alfonso XIII le encomendó la formación de un nuevo gobierno, integrado exclusivamente por militares. La dictadura se dividíó en dos fases: el Directorio Militar y el directorio civil 1º ETAPA: EL DIRECTORIO MILITAR (Septiembre 1923 – Diciembre 1925) En esta primera fase Primo de Rivera constituyó un gobierno de carácter interino integrado exclusivamente por militares con el que pretendía hacer frente y resolver los graves problemas que amenazaban a España. Las principales medidas adoptadas por este gobierno fueron muy duras: – La Constitución de 1876 fue suspendida. – Las Cámaras legislativas (Congreso y Senado) disueltas. – Los partidos políticos y los sindicatos fueron prohibidos, aunque la UGT se tolero. – Las autoridades civiles locales fueron cesadas. Con ello pretendía acabar con la élite oligárquica y el caciquismo. Miguel Primo de Rivera creó en 1924 un nuevo partido gubernamental, la Uníón Patriótica, con el objetivo de prestar apoyo social a la dictadura. Se trataba de un partido gubernamental con el que se quería integrar a toda la sociedad y con el que se pretendía sustituir a todos los partidos políticos tradicionales, a los que consideraban corruptos. Sus principales afiliados procedían de la antigua oligarquía caciquil, el carlismo, la oligarquía agrícola y el catolicismo. Aunque Primo de Rivera anunció como uno de los objetivos principales del régimen terminar con la oligarquía y el caciquismo, muchos de los integrantes de estos grupos se incorporaron a la Uníón Patriótica, reciclándose políticamente, lo cual les permitíó mantenerse ligados al poder. Este partido le sirvió al régimen para hacer propaganda de la dictadura y de la ideología derechista y católica que defendía. Las líneas ideológicas principales de la Uníón Patriótica fueron: – Rechazo de la democracia liberal y del sistema parlamentarista. – Nacionalismo centralista anti-regionalista. – Defensa a ultranza de la religión católica. El lema adoptado por la Uníón Patriótica fue patria, religión y monarquía, adaptación del lema carlista Dios, patria y rey. De entre los afiliados al partido salían los cargos para los ayuntamientos, las diputaciones y los gobiernos civiles. 2ª ETAPA: EL DIRECTORIO CIVIL (1925-1930) A partir de 1925 Primo de Rivera trató de iniciar una nueva fase política que condujese a la institucionalización del régimen. Para ello trató de crear una Asamblea legislativa, una nueva constitución y un partido político único, la Uníón Patriótica. En 1927 convocó una Asamblea Nacional consultiva , similar al Gran consejo Fascista italiano creado por Mussolini, formada por miembros de la Uníón Patriótica que fueron elegidos mediante sufragio restringido. A esta Asamblea se le encomendó la tarea de redactar una nueva constitución. Sin embargo, el proyecto no llegó a conseguir el consenso suficiente y nunca llegaría a entrar en vigor. Durante esta fase Miguel Primo de Rivera asumíó personalmente el mando de las operaciones militares en Marruecos con la intención de liquidar el conflicto en el norte de África. A partir de 1925 España colaboró militarmente con Francia. Fruto de esta colaboración se planeó y se llevó a cabo un desembarco en Alhucemas ese mismo año que condujo a la victoria definitiva sobre los rebeldes . La guerra de Marruecos había llegado a su fin y la victoria dio a Primo de Rivera una enorme popularidad.
• Política social:
Para evitar los conflictos sociales se creó la Organización Corporativa Nacional (OCN), una institución que regularía las relaciones entre patronos y obreros bajo la “supervisión del Estado”, reglamentaban los salarios y las condiciones laborales. La UGT prestó su apoyo a estos comités, mientras la CNT fue prohibida. Asimismo, se puso en marcha una importante política de construcción de casas baratas para mejorar las condiciones de vida de las clases más humildes.
• Política económica:
Durante los años veinte la dictadura se benefició de una coyuntura económica internacional muy favorable. El estado puso en marcha una política económica de carácter paternalista, de revolución desde arriba, que condujo a la puesta en marcha de ambiciosos proyectos de obras públicas, como la construcción de pantanos, ferrocarriles y carreteras. Esta política, aunque benefició en gran medida a algunas regiones, provocó sin embargo un fuerte déficit presupuestario y el endeudamiento del estado. (Aquí es donde se crean los bonos del Estado).
• La oposición a la Dictadura
Pasados los primeros años de dictadura, la oposición se organizó e intensificó en torno a los siguientes grupos:
• Los republicanos, que se organizaron en torno a la Alianza Republicana. • Los anarquistas, integrados en la CNT, se dividieron: por una parte estaban los que defendían el diálogo y por otra los que eran partidarios de la insurrección popular violenta. Estos últimos fundaron en 1927 la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
• Los comunistas. • Algunos sectores del ejército. • La práctica totalidad de los intelectuales, entre los que destacan figuras como Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez y Menéndez Pidal. • Los socialistas: el PSOE rechazó el régimen en 1929 y se declaró a favor de la República.
Aparecieron huelgas a lo largo de 1929.
• El colapso final, la caída del dictador y de la monarquía:
El régimen fue perdiendo todos sus apoyos. Alfonso XIII, temeroso de que la caída de la dictadura le afectase negativamente, ya que él había sido su principal valedor, decidíó retirar su apoyo a Primo de Rivera, el cual dimitíó en Enero de 1930. El rey nombró jefe de Gobierno al general Berenguer con la intención de que éste organizase la vuelta al régimen constitucional. El cambio se fue desarrollando de una manera demasiado lenta. La prensa calificó al nuevo gobierno como la Dictablanda. Al mismo tiempo los republicanos, catalanistas de izquierda y el PSOE firmaban el Pacto de San Sebastián (Agosto de 1930), a través del cual acordaron constituir un Comité Revolucionario encabezado por Alcalá Zamora que se encargaría de contactar con los militares republicanos y con los representantes de los obreros para organizar un levantamiento armado que hiciera caer el régimen. Sin embargo los planes de los conspiradores organizados en torno al Pacto de San Sebastián se vieron frustrados como consecuencia del levantamiento militar de Jaca del 12 de Diciembre de 1930 a favor de la república protagonizado por los capitanes Fermín Galán y García Hernández. Esta sublevación fue rápidamente controlada por el gobierno, siendo sus promotores fusilados, lo cual contribuyó a avivar los sentimientos republicanistas entre la opinión pública. Después fueron detenidos la mayor parte de los integrantes del comité revolucionario. A pesar de los intentos del gobierno por aplastar el movimiento republicanista, éste continuó creciendo. La difícil situación política llevó a Berenguer a dimitir. En Febrero de 1931 el almirante Aznar establecíó un nuevo gobierno, prometiendo elecciones y la formación de Cortes constituyentes. El 12 de Abril de 1931 se celebraron elecciones municipales. En principio no se esperaba ningún cambio radical, se convocaron con la intención de hacer un sondeo previo a las elecciones legislativas. Sin embargo fueron entendidas por la mayoría de los españoles como un plebiscito a favor o en contra de una monarquía excesivamente identificada con la dictadura. La interpretación de los resultados ha sido objeto de controversia historiográfica, ya que aunque el cómputo global de los votos parecía ser favorable a la monarquía, en los distritos electorales urbanos, menos influenciados los sistemas clientelares caciquiles, el voto republicano consiguió una clara mayoría. Esto forzó la abdicación de Alfonso XIII pocas horas después y el 14 de Abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española.
LA SEGUNDA REPÚBLICA (1931-1936) LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA Y EL PERÍODO CONSTITUYENTE El resultado electoral de las elecciones fue desigual: aunque el número de concejales monárquicos súperó al de republicanos, en las grandes ciudades los monárquicos sufrieron una gran derrota. Tras conocerse el resultado del escrutinio, el dia 14 en la localidad guipuzcoana de Eibar se proclamó la República, y a lo largo del día en otras ciudades españolas; mientras la población salía a la calle para celebrar el advenimiento del nuevo régimen. Ante esta situación, Alfonso XIII partíó hacia el exilio. LA CREACIÓN DEL GOBIERNO PROVISIONAL En Madrid, los miembros del Comité revolucionario republicano se dirigieron a la Puerta del Sol donde tomaron posesión del gobierno y proclamaron la República. Se formó un gobierno provisional en el que participaron la derecha liberal republicana (Maura y Alcalá Zamora), republicanos de izquierda (Azaña y Domingo), republicanos radicales (Lerroux y Martínez Barrio), socialistas (Largo Caballero y Prieto), nacionalistas catalanes (D’Olwer) y sectores republicanos galleguistas (Casares Quiroga). Fuera de la coalición quedaban la derecha monárquica, los nacionalistas vascos y el obrerismo más radical (comunistas y anarquistas). Siguiendo lo acordado en el Pacto de San Sebastián, el gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes para el 28 de Junio. LA CONSTITUCIÓN DE 1931 Las elecciones dieron la mayoría a la coalición republicano-socialista y supusieron una aplastante victoria de las fuerzas de izquierda. Las Cortes nombraron una Comisión constitucional encargada de elaborar un proyecto de Constitución, que fue aprobada el 9 de Diciembre de 1931.La Constitución tuvo un marcado carácter democrático y progresista, y definía al estado español como “una República de trabajadores de todas clases”. Establecía los siguientes principios:
• El Estado se configuraba de forma “integral”, pero se aceptaba la posibilidad de constituir gobiernos autonómos en algunas regiones. • El poder legislativo residía plenamente en las Cortes, constituidas por una solo cámara. El poder ejecutivo recaía en el Consejo de Ministros y en el presidente de la República, elegido por el Congreso de los Diputados.
• Presentaba una amplia declaración de derechos y libertades. Establecía el voto desde los 23 años y por primera vez se concedía el voto a las mujeres. Se declaraba la separación de la Iglesia y el Estado, se reconocía el matrimonio civil y el divorcio.También se expresaba la igualdad de todos los ciudadanos ante el derecho a la educación y al trabajo.
La Constitución no consiguió el consenso de todas las fuerzas políticas y evidencio las profundas discrepancias entre la izquierda y la derecha, sobre todo en lo referente a la cuestión religiosa y autónomica. Los sectores católicos más conservadores se opusieron a la no-confesionalidad del Estado, mientras la derecha más centralista no aceptó una reforma de su estructura para hacer posible el reconocimiento del derecho de autogobierno a las regiones (autonomías).
EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933) Entre Diciembre de 1931 y Septiembre de 1933, Azaña presidíó un gobierno integrado mayoritariamente por republicanos de izquierda y socialistas, que impulsó un programa de reformas. LA REFORMA DEL EJÉRCITO Azaña impulsó una reforma que pretendía crear un ejército profesional y democrático, para lo cual se creía necesario reducir los efectivos militares, acabar con la macrocefalia (un oficial por cada tres soldados en 1917), poner fin al fuero especial de los militares y asegurar su obediencia al poder civil. Así se fijó la “ley de retiro de la oficialidad” por la que todos los militares en activo debían prometer su adhesión al régimen, concedíéndoles la posibilidad de retirarse con el sueldo íntegro si así lo deseaban. Además, se redujo el número de unidades y oficiales, y se cerró la Academia Militar de Zaragoza para frenar el crecimiento innecesario del número de oficiales. Las regiones militares fueron sustituidas por Divisiones orgánicas, que quedaron reducidas a ocho, a la vez que desaparecieron las Capitánías Generales. También desaparecieron los Tribunales de Honor y el Consejo Supremo de Justicia Militar, así como la prensa destinada exclusivamente al ejército. La reforma no logró sus objetivos porque el número de oficiales retirados fue menor al esperado por el gobierno. Se consiguió la disminución de los gastos del ejército, pero la reducción del presupuesto de defensa dificultó la modernización del material, del armamento y de los equipamientos. Por todo ello, la ley fue recibida por sectores del ejército, sobre todo por los africanistas, como una agresión a la tradición militar y provocó amplias tensiones en su seno. LA CUESTIÓN RELIGIOSA La República se propuso limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad española y secularizar la vida social. Estas intenciones quedaron plasmadas en la Constitución, que estipuló la no confesionalidad del Estado, la libertad de cultos y la supresión del presupuesto de culto y clero. También se permitíó el divorcio y el matrimonio civil y se secularizaron los cementerios. El temor a las órdenes religiosas por la influencia que éstas tenían a través de la enseñanza llevó a la disolución de la orden de los jesuitas y a la nacionalización de sus bienes, a la vez que prohibíó la enseñanza a las otras órdenes. Finalmente, la Ley de Congregaciones limitó la posesión de bienes a las órdenes religiosas y prevíó la posibilidad de disolución en caso de peligro para el Estado. LA REFORMA AGRARIA La reforma de la agricultura fue el proyecto de mayor envergadura iniciado por la República. Una serie de primeros decretos, que perseguían proteger a los campesinos sin tierras y a los arrendatarios, establecieron la prohibición de poner fin a los contratos de arrendamiento. También fijaron la jornada laboral de ocho horas en el campo y determinaron el establecimiento de salarios minímos y la obligación de los propietarios de poner en cultivo las tierras aptas para ello. Pero el verdadero ensayo reformador se levó a cabo con la elaboración de una “Ley de Reforma Agraria” aprobada por las Cortes en Septiembre de 1932.
El objetivo de la ley era la expropiación de los latifundios y el asentamiento de campesinos. Permitía la expropiación sin indemnización de las tierras de los Grandes de España, mientras las cultivadas deficientemente, las arrendadas sistemáticamente o las que, pudiendo ser regadas no lo eran, se podían expropiar, pero indemnizando a sus propietarios. La aplicación de la ley se encomendó al Instituto de la Reforma Agraria (IRA). Los resultados de la reforma fueron bastante limitados y conllevaron un considerable aumento de la tensión social. La reforma se aplicó con muchas limitaciones y acabaron expropiándose muchas menos hectáreas de las previstas y asentando muchos menos campesinos. Como causas de este fracaso cabría citar la complejidad técnica de la propia ley, la lentitud y las dificultades burocráticas de su aplicación, la falta de presupuesto destinado por el gobierno a las indemnizaciones, y finalmente, la resistencia de los propietarios, que recurrieron a todo tipo de medios para esquivar la ley. La aplicación de la reforma agraria tuvo consecuencias sociales importantes. Por un lado, los propietarios mostraron su descontento y mantuvieron a menudo una actitud desafiante frente a los campesinos. Además, la mayoría de los propietarios agrícolas se aliaron con los enemigos del régimen y esto favorecíó la uníón de las fuerzas conservadoras en su oposición a las reformas republicanas. Por otro lado, los campesinos quedaron decepcionados y, viendo frustradas las esperanzas depositadas en la República, se orientaron hacia posturas más revolucionarias. LA REFORMA DEL ESTADO CENTRALISTA. LAS AUTONOMÍA
La configuración de un Estado que permitiera a las regiones con sentimientos nacionalistas tener una organización propia y acceder a la autonomía era una cuestión pendiente en la vida política española y un derecho que había quedado reconocido en la Constitución de 1931. En Cataluña, el 14 de Abril Francesc Macià, presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, había proclamado la República catalana dentro de la Federación Ibérica, que quedó anulada tras las negociaciones llevadas a cabo con el gobierno provisional. Éste reconocíó un gobierno autonómico (la Generalitat) y una comisión quedó encargada de redactar un estatuto (Estatuto de Nuria) que fue aprobado en referéndum popular con un 99% de votos afirmativos. En Agosto de 1931 fue presentado a las Cortes para su discusión y el proyecto contó con la virulenta oposición de la derecha y con las reticencias de algunos sectores republicanos, que retrasaron así su aprobación. Finalmente, en 1932 fue aprobado un estatuto para Cataluña. El régimen autonómico catalán contaba con un gobierno y un parlamento propios con competencias en materia económica, social, educativa y cultural, y se reconocía la cooficialidad del catalán. Las primeras elecciones legislativas al Parlamento catalán dieron la victoria a ERC y Macià fue elegido presidente de la Generalitat. En el País Vasco, nacionalistas del PNV y carlistas aprobaron en Junio de 1931 un proyecto de estatuto (Estatuto de Estella) que tenía un carácter partidista y tradicionalista. Este proyecto contó con la oposición del republicanismo de izquierda y de los socialistas por considerarlo en exceso confesional, escasamente democrático e incompatible con la constitución, con lo cual su aprobación se retrasó indefinidamente. A partir de 1934, los carlistas se alinearon con las fuerzas monárquicas antiautonomistas, mientras la nueva dirección del PNV propició un acercamiento a las fuerzas republicanas. Esto facilitó que en Octubre del 36, ya iniciada la guerra, se aprobara un estatuto, fruto de un consenso político entre nacionalistas, republicanos y socialistas, y con un carácter claramente democrático. José Antonio Aguirre, principal dirigente del PNV, fue elegido primer Lendakari.
En Galicia, la conciencia nacionalista era menos acusada y el nacionalismo gallego distaba mucho de ser hegemónico. Así, el proceso estatutario fue mucho más lento y el 28 de Junio de 1936 se plebiscitó un proyecto de estatuto que no llegó nunca a ser aprobado por las Cortes debido al estallido de la Guerra Civil. REFORMAS SOCIALES Y EDUCATIVAS El socialista Largo Caballero propició desde el Ministerio de Trabajo una serie de reformas destinadas a mejorar las condiciones laborales. Se aprobó la “Ley de contratos de trabajo”, que regulaba la negociación colectiva, y la de “Jurados Mixtos” a los que reconocía el poder de arbitraje vinculante en caso de desacuerdo.También promovíó la creación de seguros sociales, redujo la jornada laboral de los campesinos y reforzó el papel de los sindicatos agrícolas en la contratación de tareas del campo. Todas estas medidas provocaron la irritación de las organizaciones patronales, que se opusieron a su promulgación y consiguieron frenar algunos proyectos. Otra reforma importante fue la de la enseñanza, cuyo objetivo primordial era promover una educación liberal y laica y hacer del Estado el garante del derecho a la educación extendido a toda la población. Se crearon 10.000 nuevas escuelas y 7.000 nuevas plazas para maestros, mientras el presupuesto de educación se incrementó en un 50%. Se intentó acabar con la hegemonía de la enseñanza religiosa y se adoptó un modelo de escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita. El interés por promover el desarrollo cultural de la población llevó a la creación de las Misiones Pedagógicas, encaminadas a difundir la cultura en las zonas rurales (bibliotecas, cine, conferencias…). ADVERSARIOS DEL REFORMISMO Y CONFLICTIVIDAD SOCIAL LA REORGANIZACIÓN DE LAS DERECHAS Se crearon nuevas organizaciones como Acción Española, un núcleo intelectual (Pemán, Maeztu…), cuya misión era armar ideológicamente a la derecha y además presentar a la monarquía tradicional como la única defensa frente a una revolución social. En 1932 se creó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), el partido de la derecha católica tradicional, dirigido por Gil Robles. Los alfonsinos fundaron Renovación Española, partido liderado por Calvo Sotelo, que defendía abiertamente la necesidad de un Golpe de Estado. Por su lado, los carlistas se agrupaban en la Comunión Tradicionalista y llegaron a un acuerdo electoral con los alfonsinos con el propósito de unir las fuerzas monárquicas. Grupúsculos de corte nacionalsocialista y fascista crearon las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), unidas más adelante a Falange Española, partido fundado y dirigido por José Antonio Primo de Rivera, el hijo del dictador. Falange destacaba por su ideología antidemocrática, su defensa a ultranza del nacionalismo español y presentaba un programa inspirado en el fascismo italiano. Defendían la formación de grupos paramilitares de acción directa, dispuestos a enfrentarse con los militantes de izquierda. Algunos sectores del ejército pretendieron recoger el descontento generado entre los grupos más conservadores de la sociedad por la concesión de la autonomía a Cataluña, la reforma religiosa y la reforma del ejército, así como la alarma social creada por las huelgas y desórdenes públicos. En 1932, el general Sanjurjo protagonizó un Golpe de Estado con la pretensión de forzar el viraje de la República a la derecha, pero fracasó. En 1933 se creó la UME (Uníón Militar Española) como una organización clandestina de militares derechistas y antirreformistas, que tendría una activa participación en el Golpe de Estado de 1936.
OBRERISMO Y CONFLICTIVIDAD SOCIAL
La CNT vio en la experiencia republicana la ocasión idónea para propiciar la revolución y fomentó la conflictividad laboral (huelgas generales), la insurrección campesina …A su vez, la Federación de Trabajadores de la Tierra, vinculada a UGT, se desplazó también hacia posiciones más radicales. El Partido Comunista también aumentó su afiliación y José Díaz se convirtió en secretario general. Las huelgas, las insurrecciones y las ocupaciones de tierra fueron en aumento progresivo. Los anarquistas propiciaron una sublevación de mineros en el Alto Llobregat y otra de campesinos en Casas Viejas (Andalucía). A lo largo de 1933 se fue haciendo cada vez más evidente la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del gobierno, que fue perdiendo la confianza de una parte de las clases medias y se vio desacreditado como consecuencia de las duras medidas policiales adoptadas para controlar el orden público y mantener la legalidad vigente. En estas condiciones, Azaña dimitíó y el presidente de la República disolvíó las Cortes, convocando elecciones para Noviembre de 1933. EL BIENIO CONSERVADOR (1933-1936) Las elecciones dieron la victoria a los partidos de centro-derecha. Los gobiernos se estructuraron alrededor de dos fuerzas políticas, el Partido Radical de Lerroux, y la CEDA liderado por Gil Robles. LA PARALIZACIÓN DE LAS REFORMAS El nuevo gobierno presidido por Lerroux inició su mandato con la paralización de buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo se frenó la reforma agraria, se fijó la devolución de tierras a la nobleza, se anuló la cesión temporal de tierras mal cultivadas a los campesinos de Extremadura y se concedíó total libertad de contratación, lo que supuso una tendencia a la baja de los salarios de los jornaleros. Los campesinos respondieron con numerosas huelgas. La cuestión agrícola enfrentó al gobierno central con la Generalitat de Cataluña, que seguía en manos de los republicanos de izquierda, a raíz de la promulgación de la “Ley de contratos de cultivo”. Esta ley permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas (rabasaires) acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban, pagando a los propietarios unos precios tasados. El gobierno central también se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar la discusión en el Parlamento del proyecto de estatuto impulsado por el PNV. Por otro lado, se quiso contrarrestar la reforma religiosa mediante la dotación de un presupuesto para culto y clero, y el intento de firma de un concordato con la Santa Sede. También se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo en el 32 y para los colaboradores con la dictadura de Primo de Rivera. Por el contrario, la reforma militar siguió vigente, así como los cambios promovidos en materia de educación, aunque se redujo el presupuesto. El viraje conservador y la obstrucción a la obra reformista llevada a cabo por la coalición republicano-socialista en el bienio anterior tuvieron como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT. El enfrentamiento con las fuerzas nacionalistas de Cataluña y del País Vasco, así como la radicalización de los socialistas y la proliferación de huelgas y conflictos, llevó a la CEDA a endurecer su posición y a reclamar una acción más contundente en materia de orden público, exigiendo participar directamente en el gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. Lerroux accedíó a estas peticiones y otorgó tres carteras ministeriales a la CEDA.
LA REVOLUCIÓN DE Octubre DE 1934 La entrada de miembros de la CEDA en el gobierno fue interpretada por las fuerzas de izquierda como un camino abierto hacia el fascismo y la reacción no se hizo esperar. Al dia siguiente de la formación del nuevo gobierno, se produjeron huelgas generales en las grandes ciudades. Este movimiento fracasó por la falta de coordinación y por la contundente respuesta del gobierno que decretó el estado de guerra. A pesar de ello, los acontecimientos adquirieron una especial relevancia en Asturias y Cataluña. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social, fruto del acuerdo previo entre anarquistas, socialistas y comunistas. Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos de la cuenca minera, tomaron gran parte de los cuarteles de la Guardia Civil y sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios que asumieron el abastecimiento de alimentos, los transportes y el suministro de agua y electricidad. El gobierno mandó al Principado, desde África, a la Legión bajo el mando del general Franco. La resistencia asturiana se prolongó durante unos diez días, pero finalmente todos los núcleos insurrectos fueron derrotados. El balance del conflicto fue muy cruento. El elevado número de bajas entre los mineros se debe a la serie de ejecuciones sumarias ordenadas por los generales responsables y a la durísima represión desencadenada tras el levantamiento. En Cataluña, el presidente de la Generalitat, Lluis Companys proclamó la República catalana dentro de la República federal española. Al mismo tiempo, una alianza de fuerzas obreras organizaba una huelga general. La negativa de la CNT, que era la fuerza mayoritaria, a participar en la huelga y la escasa participación ciudadana hicieron fracasar el movimiento insurreccional. En Cataluña la revuelta tuvo un carácter más político, ya que Companys quería obligar al gobierno central a negociar, en un momento en que la autonomía se veía en peligro como consecuencia de la paralización sufrida en el traspaso de las competencias autonómicas. La rebelión fue rápidamente sofocada con la declaración del estado de guerra y con la ocupación del palacio de la Generalitat por el ejército al mando del general Batet. La represión tampoco se hizo esperar y el gobierno de la Generalitat y el pleno del ayuntamiento de Barcelona fueron encarcelados. En total hubo más de 3.500 detenidos, se suspendíó la autonomía catalana y la presidencia de la Generalitat quedó en manos de un militar.
LA CRISIS DEL SEGUNDO BIENIO Las consecuencias de la revolución de Octubre fueron notables. La influencia de la CEDA en el gobierno aumentó. La CEDA se mostró partidaria de aplicar las condenas con rigor y de proceder a una reorientación más dura de la política del gobierno. Se suspendíó el Estatuto de Autonomía de Cataluña, se devolvieron las propiedades a los jesuitas y se nombró a Gil Robles Ministro de la Guerra y a Franco, Jefe de Estado Mayor. En otoño de 1935 se inició una crisis de gobierno.En esa crisis influyeron, en primer lugar, la falta de entendimiento entre el presidente de la República y Lerroux, a quien no se le concedió la cuestión de confianza que había planteado, con lo que Alcalá Zamora aprovechó la ocasión para encargar la formación de un nuevo gobierno a Chaparreta, un republicano moderado. En segundo lugar, el Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción. Estos asuntos agravaron las diferencias en el interior de la coalición gobernante, entre radicales y cedistas, al mismo tiempo que desprestigiaron a los radicales como opción de gobierno. Gil Robles intentó que se le nombrara presidente del gobierno para poder aplicar sin trabas el programa de su partido. Pero Alcalá Zamora se negó y decidió convocar nuevas elecciones para Febrero de 1936.
LAS ELECCIONES DE Febrero DE 1936 En las elecciones se formaron dos bloques claramente antagónicos. Los partidos de izquierda (republicanos, socialistas y comunistas) se agruparon en el Frente Popular, una coalición electoral basada en un programa común que defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados de Octubre, la reintegración en cargos y puestos de trabajo para los represaliados por razones políticas y la aplicación de la legislación reformista suspendida por la coalición radical-cedista. Los partidos de derecha se coaligaron en el Bloque Nacional, constituido por la CEDA, los monárquicos y los tradicionalistas. EL TRIUNFO DEL FRENTE POPULAR El triunfo electoral comportó la reorganización de la República. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República, y Casares Quiroga presidente del ejecutivo. El gobierno puso rápidamente en marcha el programa pactado en la coalición electoral. Se decretó una amnistía (fueron excarcelados unos 30.000 presos políticos) y se obligó a las empresas a readmitir a muchos obreros despedidos a raíz de las huelgas de Octubre de 1934. El Gobierno de la Generalitat volvíó de nuevo al poder y se restablecíó el Estatuto de Autonomía, mientras se iniciaban las negociaciones para la aprobación de un estatuto para el País Vasco y otro para Galicia. El nuevo gobierno reanudó el proceso reformista: presentó un proyecto para la devolución de los bienes comunales a los municipios y se reanudaron los asentamientos de campesinos. Para frenar los rumores golpistas apartó del poder a algunos de los generales más proclives al golpismo y los trasladó a otros destinos (Franco a Canarias y Mola a Navarra). El triunfo de las izquierdas trajo consigo una intensa movilización popular que creó un clima de tensión social. En las ciudades se convocaron huelgas; en el campo, los jornaleros se adelantaban a la legislación y ocupaban las tierras. Los sindicatos y partidos de izquierda radicalizaron sus posiciones: los anarquistas defendían la revolución, mientras un sector del socialismo, encabezado por Largo Caballero, también se orientaba hacia soluciones radicales, aproximando sus posturas a las del Partido Comunista. Entre la derecha, Falange Española asumíó un fuerte protagonismo y fomentó un clima de enfrentamiento civil y de crispación política. Fue el partido que recurríó de manera más decisiva a la violencia callejera; grupos de falangistas formaron patrullas uniformadas y armadas que iniciaron acciones violentas contra los líderes izquierdistas. Entre los sectores más conservadores de la sociedad empezó a tomar cuerpo la idea de que el recurso al Golpe de Estado militar era la única solución. LA PREPARACIÓN DEL Golpe de Estado Ya la misma noche de las elecciones de Febrero de 1936, el general Franco intentó la declaración del estado de guerra, y en Marzo, un grupo de generales (Mola, Goded, Saliquet, Varela…) acordó un “alzamiento que restableciese el orden”, que contó con el apoyo de los militares de la UME. En los primeros momentos, la conspiración tuvo escasa fuerza y mala organización hasta que el asunto fue tomado en sus manos por el general Emilio Mola, que fue el verdadero jefe del Golpe de Estado hasta Julio de 1936.Su plan consistía en la organización de un pronunciamiento simultáneo en todas las guarniciones militares posibles, siendo consideradas clave las de Madrid y Barcelona, y como reserva especial el ejército de África, el mejor preparado de todos, cuyo mando se reservaba al general Franco. Mola entendía que el jefe supremo de la sublevación sería el general Sanjurjo, el sublevado y condenado en 1932, respetado por todos los altos mandos, que vivía exiliado en Portugal. ¿Cuáles eran los planes de los conspiradores una vez triunfado el golpe?.El General Mola pretendía establecer una Dictadura militar, que él llamó “dictadura republicana”, que eliminaría lo que se creía peligro de revolución al triunfar el Frente Popular, para volver tras un tiempo a otra situación que no estaba claro si sería la República o la Monarquía. Los de la CEDA deseaban la vuelta a la monarquía alfonsina; los fascistas y falangistas un régimen a la italiana; y los carlistas, la instauración de la “monarquía tradicional”.
Las dificultades negociadoras entre Mola y los carlistas se vieron de pronto suavizadas cuando ocurríó en Madrid el asesinato del dirigente monárquico José Calvo Sotelo el dia 14 de Julio, como respuesta al asesinato anterior del teniente Castillo, que colaboraba con las milicias de izquierda. Pero el asesinato de Calvo Sotelo no fue en modo alguno determinante de la sublevación, que ya estaba decidida. La sublevación se inició en Marruecos el dia 17 de Julio y al dia siguiente se extendíó a toda la Península. Se iniciaba de este modo una Guerra Civil que se prolongaría durante tres largos años. LA Guerra Civil
INTRODUCCIÓN El intento de establecer un régimen democrático en España, la II República (1931-1936), que realizara las reformas políticas, sociales y culturales que necesitaba el país fracasó debido a la oposición de las clases dominantes, que pretendían mantener sus privilegios, y a un contexto internacional desfavorable (crisis de 1929, auge del fascismo y del comunismo frente a la democracia), problemas que explican una degradación de la convivencia política y social cuya consecuencia será el estallido de la Guerra Civil en 1936. Ésta ha sido objeto de muy variadas interpretaciones por la visión maniquea del conflicto, destacando las que la consideran como un producto de la lucha de clases y las que lo hacen en el marco del enfrentamiento entre democracia y fascismo, es decir, como un prólogo de la II Guerra Mundial. LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DE LA GUERRA Del Golpe Militar a la Guerra Civil Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936, el Ejército y las fuerzas políticas de derecha se deciden por un Golpe de Estado que acabara con las reformas republicanas de manera definitiva. El General Mola, director del golpe desde Navarra, desechó cualquier acción inmediata sobre Madrid y preparó una sublevación militar simultánea en diferentes guarniciones adictas (Mola en Navarra, Franco en Canarias-Marruecos, Goded en Baleares y Queipo de Llano en Sevilla), pretendiendo un golpe rápido. La sublevación se inicia en Marruecos el 17 de Julio de 1936, extendíéndose a la Península el día siguiente. Es apoyada en las regiones de ideología predominantemente conservadora (Navarra, Castilla-León y Galicia) y también domina las principales ciudades de Andalucía occidental y Zaragoza, ya que las autoridades republicanas se negaron en ellas a armar a las milicias obreras. Por el contrario, fracasa en la Cornisa Cantábrica, Levante y Madrid por la acción de las masas obreras, en estos casos armadas por las autoridades republicanas, y la lealtad de las fuerzas de orden público. Lo que se inicia como un Golpe de Estado se convierte en una Guerra Civil. Dimensión Internacional de la Guerra Desde los primeros momentos la guerra tomó un carácter internacional: el gobierno republicano solicitó la ayuda de las potencias democráticas, Francia y Gran Bretaña; y los sublevados la de las fascistas, Alemania, Italia y Portugal. Ni Francia ni Gran Bretaña apoyaron a la República ante el temor al desencadenamiento de un conflicto mundial (política de apaciguamiento con respecto a la Alemania nazi) y por el matiz revolucionario del Frente Popular. Ante ello, optaron por una política de neutralidad, firmando en Agosto de 1936 con Alemania, Italia y la URSS el Comité de No Intervención. Desde el primer momento, las potencias fascistas hicieron caso omiso del acuerdo, como haría luego la URSS, lo que dejó en desventaja al bando republicano.
La ayuda recibida por la República se limitó a la del México presidido por Lázaro Cárdenas, poco efectiva por su lejanía, y la de la URSS, que envió gran cantidad de armamento y una valiosa asistencia técnica y logística a cambio de las reservas de oro del Banco de España y de un aumento de su influencia política y del PCE. Además, se formaron las Brigadas Internacionales, nutridas de voluntarios europeos y norteamericanos, sobre todo comunistas. Contaron con unos 60.000 miembros que influyeron positivamente en la moral republicana pero fueron muy diezmadas, disolvíéndose a finales de 1938. La ayuda recibida por los sublevados fue bastante mayor, contando con la ayuda económica y militar (soldados y armamento) de la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler y el Portugal de Oliveira Salazar. Esta ventaja internacional es una de las claves para entender el triunfo franquista en la Guerra Civil. DESARROLLO MILITAR DE LA Guerra Civil La Guerra de Columnas (Julio-Noviembre de 1936) El objetivo de los sublevados fue la ocupación de Madrid a través del traspaso del ejército de Marruecos, dirigido por Franco, a la Península. La operación, llevada a cabo por la aviación alemana, fue facilitada por el desorden en el bando republicano, que carece de un verdadero ejército regular: milicias populares formadas por militantes de partidos y sindicatos de izquierda, indisciplinadas e ineficaces ante un enemigo organizado. La victoria se escapa a los rebeldes por la falta de apoyo de Mola desde Navarra, por el paso lento por el estrecho y por la táctica de Franco de realizar un avance lento que fuera asegurando la retaguardia con una feroz represión. Franco ocupa Andalucía occidental, Extremadura y libera el alcázar de Toledo, mientras que los generales republicanos Miaja y Rojo organizan la defensa de la capital. Guerra Total (Noviembre 1936-Enero 1939) Esta etapa se caracteriza por la ayuda exterior a ambos bandos y el paso a las grandes ofensivas y contraofensivas. La guerra adquiere un carácter moderno (aviación, carros de combate, guerra total, guerra psicológica) como precedente de la II Guerra Mundial. Grandes operaciones militares: Ofensiva de Franco sobre Madrid (Noviembre de 1936-Marzo de 1937): fracasa en las batallas del Jarama y Guadalajara. Ocupación franquista de Málaga Ofensiva del Norte (Mayo-Octubre de 1937): ocupación de la Cornisa Cantábrica, frente a la que fracasa la contraofensiva republicana en Brunete. Ofensiva del Mediterráneo (Octubre de 1937-Enero de 1939): tras la ocupación republicana de Teruel, Franco realiza una contraofensiva que llega a Castellón, dividiendo así la zona republicana en dos. La contraofensiva republicana de verano de 1938 en la batalla del Ebro fracasa, lo que provoca la caída de Cataluña en Enero de 1939. El final de la Guerra (Enero-Abril 1939)
Tras la pérdida de Cataluña, el bando republicano pierde toda esperanza de continuar la guerra. En Madrid se forma una Junta de Defensa presidida por el coronel Casado cuya misión sería negociar una rendición honrosa, pero Franco impone la rendición incondicional. Los frentes se desmoronan y el 1 de Abril de 1939 Franco emite su último parte de guerra. EVOLUCIÓN INTERNA DE CADA BANDO La evolución de la zona republicana Se pueden distinguir cuatro grandes etapas:
Caos inicial y gobierno de Giral (Julio-Septiembre de 1936): dimisión de Santiago Casares Quiroga por negarse a entregar armas a los militantes de izquierdas para hacer frente al golpe, a lo que sí accede el nuevo gobierno de Giral; se derrumban las instituciones y el Estado desaparece a favor de comités sindicales que toman medidas revolucionarias (represión contra los militares sublevados y los que se consideraban sus apoyos sociales -Iglesia, clases altas, políticos de derechas-, colectivización de tierra, comercios e industrias, control del mercado), sobre todo en las zonas de dominio anarquista (Cataluña, Levante y Aragón). Gobierno de Francisco Largo Caballero (Septiembre de 1936-Mayo de 1937): recuperación de la autoridad estatal a través de la formación de un nuevo gobierno, que incluía a todos los partidos y sindicatos de izquierda (incluida la CNT) y se traslada a Valencia, al restablecimiento de la administración estatal (desaparición de los comités y recuperación de gobiernos civiles, municipios, gobiernos regionales) y de la conversión de las milicias populares en un ejército regular (Ejército Popular). Enfrentamientos entre los grupos que defendían la revolución (CNT-FAI, POUM) y los que defendían que primero había que ganar la guerra, lo que dependía de un mantenimiento del régimen republicano para conseguir ayuda de las democracias europeas (PCE y republicanos). Ambas corrientes se enfrentan militarmente en los sucesos de Mayo de 1937 en Barcelona, lo que provoca la caída del gobierno. Gobierno de Juan Negrín (Mayo de 1937-Marzo de 1939): se refuerza aún más la autoridad gubernamental con el apoyo de los comunistas, cuya influencia crece de manera destacada (desarticulación del Consejo de Aragón, eliminación de colectividades, represión contra el POUM, salida de los anarquistas del gobierno). Defensa de la resistencia a ultranza esperando que se desencadenara un conflicto internacional entre las potencias democráticas y fascistas como única salvación para la República (programa de los “Trece puntos de Negrín”). Junta de Defensa (Marzo de 1939): ante la creciente influencia comunista y la consideración de que cualquier resistencia era inútil, el coronel Casado da un Golpe de Estado contra el gobierno de Negrín con apoyo de parte de los socialistas, los anarquistas y los republicanos e inicia las conversaciones de paz con Franco, que exige la rendición incondicional, como hemos visto. La evolución de la España franquista Aunque Mola era el director del golpe militar y éste debía ser luego comandado por Sanjurjo, ambos mueren en sendos accidentes de aviación, lo que deja a Franco como líder indiscutido del golpe. Régimen militar férreo: represión brutal, indiscriminada y dirigida por el Estado. Todos los poderes recaen en la Junta de Defensa Nacional, que nombra a Franco jefe del Estado y generalísimo de los ejércitos el 1 de Septiembre de 1936. Frente a los problemas internos de los republicanos, en el bando franquista predominó la unidad: Franco acaba con la rivalidad entre tradicionalistas y falangistas mediante el Decreto de Unificación de Abril de 1937 que crea un partido único (FET de las JONS). Ese mismo año consigue el apoyo oficial de la Iglesia católica mediante una carta pastoral colectiva del episcopado español que da a la guerra el carácter de Cruzada. En Enero de 1938 Franco forma su primer gobierno y adopta el título de Caudillo.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA Demográficas: elevado número de muertos: 160.000 en operaciones militares, 129.000 por la represión de ambos bandos y 169.000 por diversas penalidades (bombardeos, enfermedades, hambre). A ello hemos de unir el exilio de casi medio millón de republicanos, la fuerte represión que sigue aplicando el régimen y el descenso de la natalidad durante el conflicto. Económicas: fuerte crisis económica por el descenso demográfico ya visto y la destrucción de infraestructuras durante el conflicto. Políticas: la victoria de Franco supuso el establecimiento de una dictadura militar próxima al fascismo. CONCLUSIONES El bando franquista vence en la Guerra Civil gracias al apoyo de las potencias fascistas (Alemania, Italia y Portugal) frente a la no intervención de las democracias occidentales y la condicionada ayuda soviética y gracias también a su unidad frente a la conflictividad interna que sufre el bando republicano durante todo el conflicto. La victoria de Franco no supuso la paz entre los dos bandos, establecíéndose un régimen dictatorial que gobernará el país durante casi 40 años, durante los cuales los vencidos sufren la represión, la marginación y el exilio.
PURITANISMO IDEOLÓGICO Y CONTROL SOCIAL
El franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana, en los comportamientos culturales y religiosos y en el marco político de la juventud y de la mujer. Por lo pronto, se produjo una vuelta al campo de la población. No sólo porque las difíciles condiciones económicas para poder vivir en la ciudad (falta de abastecimientos alimenticios, vivienda, trabajo…) promovieron la búsqueda de una vida mejor en el medio rural; sino también porque el propio régimen se ocupó de ensalzar doctrinalmente las virtudes de la vida sencilla del campo frente a los peligros de la ciudad. Se crearon organizaciones e instituciones de encuadramiento político e ideológico. La organización juvenil fue el Frente de Juventudes, de pertenencia obligatoria, que organizaba campamentos, concentraciones y ciclos educativos de formación política. La rama femenina del Movimiento era la Sección Femenina de FET de las JONS, también de afiliación obligatoria, se encargaba de organizar un Servicio Social que las mujeres debían hacer. El régimen introdujo en la enseñanza clases obligatorias de Formación Política en las que se expónían los principios más básicos de la doctrina falangista, eran impartidas por miembros de Falange. De la misma manera, la influencia de la Iglesia fue decisiva para que el catecismo cristiano y la rancia moral, inspirada en el jesuitismo, fueran de nuevo impuestos frente a cualquier libertad de conciencia. El convencimiento profundo que el NacionalCatolicismo tenía de que los males del país se debieron siempre a la libertad de conciencia, al liberalismo y a la falta de una dirección paternalista de la sociedad, hizo que todos los factores de la vida pública y privada se pretendieran dirigir desde el Estado y el Movimiento Nacional. EL RÉGIMEN Y LA POLÍTICA INTERNACIONAL LA ETAPA DE LA Guerra Mundial Al desencadenarse el conflicto mundial, España se declaró neutral, aunque su situación estratégica era de gran importancia para ambos contendientes. Franco sabía que el país no estaba en condiciones de participar en una nueva guerra. Pero la afinidad con el bando que entonces se supónía que sería el vencedor y la oportunidad de obtener ventajas para España y para el régimen empezaron a cobrar una mayor importancia. Las potencias del Eje sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto y ejercieron presión para que se produjese. En relación con estas posibilidades, Franco mantuvo sendas entrevistas fuera de España con los dos grandes dictadores: en Hendaya con Hitler, y en Bordighera con Mussolini. Franco pensaba en la posibilidad de crear un nuevo Imperio en África, sobre la base de las posesiones francesas, y obtener otras ventajas en Europa, incluida la recuperación de Gibraltar. Pero Franco exigíó a Hitler y Mussolini grandes compensaciones, de tipo económico, de apoyo a la expansión territorial y de armamento, que hicieron pensar a Hitler que el precio exigido era demasiado alto en comparación con las ventajas que se podían obtener. La entrada de España en la guerra no se produjo, aunque se cambió el estatuto español de país neutral por el de no beligerante en 1941. Tropas españolas ocuparon la ciudad de Tánger y España envió al frente de Rusia una división de voluntarios para combatir junto a las tropas alemanas una vez invadida la Uníón Soviética. Esa unidad fue conocida como División Azul. Cuando, en 1943, la guerra parecía volverse desfavorable para las potencias del Eje, España abandonó la no-beligerancia para volver a la neutralidad. Las fluctuaciones de la guerra hicieron que el régimen tuviese también que cuidar sus relaciones con el bando de los aliados, de quienes España recibía ayuda en alimentos y petróleo.
Rápidamente surgieron los estraperlistas y el mercado negro, en el cual las transacciones se hacían al margen de la ley. En muchos casos, sus precios duplicaron o triplicaron los del mercado oficial. En el caso del aceite y el trigo, un tercio de todo lo producido fue comercializado a través de estos procedimientos ilegales. La escasez energética fue también uno de los símbolos de la penuria económica. Hasta mediados de los 50, carbón y petróleo estuvieron racionados y hasta 1954 hubo restricciones eléctricas. LOS EJES DE LA AUTARQUÍA El régimen pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento exterior y de la sustitución del mercado por la intervención generalizada de la Administración. La autarquía tuvo dos grandes ejes de actuación. El primero fue la reglamentación de las relaciones económicas con el exterior. Importaciones y exportaciones pasaron a estar completamente intervenidas, siendo necesario contar con una autorización administrativa para realizarlas. El segundo fue el fomento industrial, orientado hacia las actividades de interés militar. El principal objetivo fue alcanzar un poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. La actuación se orientó a impulsar las industrias de bienes de equipo, que recibieron una importante y continuada ayuda pública, lo cual generó un gran gasto público. En 1941, se fundó el elemento fundamental de esta política industrial:el Instituto Nacional de Industria. El INI, un conglomerado de empresas públicas, intentó producir el máximo posible, con independencia de los costes, y en el mayor número de sectores, al margen de que existiesen las condiciones favorables para desarrollar las actividades propuestas. En estos primeros años fue cuando se constituyeron las principales empresas nacionales (Iberia, ENDESA, SEAT). LA OPOSICIÓN: EXILIO, REPRESIÓN Y RESISTENCIA LA TRAYECTORIA DEL EXILIO En la fase final de la Guerra Civil abandonaron España por los Pirineos, hacia Francia, o por algunos puertos mediterráneos hacia el norte de África, algo más de 400.000 personas comprometidas con la República.
La emigración española a América es uno de los episodios más notables de la posguerra. Hubo algunas célebres expediciones de emigrantes, como las que transportaron los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que fueron, sobre todo, a México, el país que acogíó a un mayor número de españoles gracias a su presidente Lázaro Cárdenas. La emigración en México produjo un gran impacto en aquel país, pues en ella figuraban importantes escritores e intelectuales, muchos de los políticos más representativos de la República y numerosos profesionales cualificados. En Francia se establecíó igualmente una importante colonia de emigrados españoles, especialmente en las ciudades del sur. Muchos de ellos eran también dirigentes políticos republicanos. Las penalidades de estos emigrados, llevados al principio a campos de concentración (Argelès) fueron inmensas. Bastantes de estos emigrados contribuyeron a la resistencia francesa contra los nazis. En Francia acabaron su vida algunas de las más ilustres figuras de la República española: Manuel Azaña, Largo Caballero o Antonio Machado
Sin embargo, las ayudas económicas recibidas entre 1953 y 1956 no consiguieron salvar la angustiosa situación económica y en la calle empezaron a surgir los primeros síntomas de descontento. Las dificultades potenciaron los primeros movimientos de protesta y tras la crisis política de 1956, en la que hubo huelgas y disturbios en medios laborales y en la Universidad, se empezó a hacer evidente la necesidad de un cambio político más profundo. Fue entonces cuando comenzaron a llegar al gobierno hombres procedentes de la institución católica del Opus Dei. En la remodelación del gobierno de 1957 entraron como ministros los primeros tecnócratas del Opus Dei, Navarro Rubio y Ullastres. La política del régimen iba a experimentar un sensible cambio, que sin alterar para nada sus bases dictatoriales y profundamente antidemocrátas iniciaría una reorientación de la política económica basada en el abandono de la autarquía.
EL FRANQUISMO (1939-1959) LA CONSOLIDACIÓN DEL NUEVO ESTADO UN RÉGIMEN CON “LEYES FUNDAMENTALES” El nuevo régimen político se establecíó como sistema totalitario, sin constitución y sin libertades democráticas, y en el cual todos los poderes se concentraban en la figura del Jefe de Estado, el general Franco. Se organizó un modelo político basado en la existencia de un partido único, FET y de las JONS, que tenía a su frente a un jefe del partido y del gobierno, dotado con el título de Caudillo y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. La voluntad dictatorial quedó bien patente a partir del desmantelamiento de todas las instituciones de la época republicana. Se suprimíó la Constitución de 1931 y con ella todas las garantías individuales y colectivas, se prohibieron todos los partidos políticos y las organizaciones sindicales y se abolieron los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco, a la vez que se prohibía toda manifestación de tipo nacionalista (lengua, partidos…) Este régimen pretendíó basarse en la promulgación de una serie de Leyes Fundamentales ya que en la España franquista no hubo nada semejante a una Constitución, al carecer de cualquier legitimación democrática. Este proceso de establecer unas leyes políticas básicas fue tan largo, que no concluyó hasta 1967 con la promulgación de la Ley Orgánica del Estado. Las seis Leyes Fundamentales promulgas por el régimen fueron el Fuero del Trabajo (1938), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), la Ley de Referéndum Nacional (1945), la Ley de Sucesión (1947) y la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958). LA ESTRUCTURA DEL NUEVO ESTADO Franco era Jefe del Estado y del Partido y como tal era Jefe del Gobierno, presidía el Consejo Nacional y nombraba al presidente de su Junta Política, a la vez que gozaba de poderes excepcionales para promulgar leyes en casos de urgencia. Además, los estatutos de FET y de las JONS establecían que “El Jefe responde ante Dios y ante la Historia”, lo que daba al Caudillo un poder prácticamente absoluto. La estructura política y la doctrina que sustentaban el Estado franquista fueron llamadas el Movimiento Nacional. Otro gran poder del Estado fueron los Sindicatos Verticales, llamados después Organización Sindical, que dependían de un secretario general con rango de ministro. La Ley de Unidad Sindical establecía que empresarios y trabajadores se integrarían en un mismo sindicato por ramas de producción, llamado cada uno de ellos Sindicato Vertical. El Estado controlaba todo el sistema y la afiliación a los sindicatos era obligatoria. La estructura se completó con el establecimiento de unas Cortes. Todos los representantes en Cortes, o procuradores, eran designados por el poder y entre ellos se encontraban los ministros, los miembros del Consejo Nacional de FET y de las JONS y de la Organización Sindical. En el plano territorial, el poder del gobierno se transmitía mediante los Gobernadores Civiles de cada provincia, que además eran Jefes Provinciales del Movimiento. En cada provincia se instituyó también un Gobernador militar. También se restablecíó la estructura militar de las Capitánías Generales, que había suprimido la República. PURITANISMO IDEOLÓGICO Y CONTROL SOCIAL El franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana, en los comportamientos culturales y religiosos y en el marco político de la juventud y de la mujer.
Por lo pronto, se produjo una vuelta al campo de la población. No sólo porque las difíciles condiciones económicas para poder vivir en la ciudad (falta de abastecimientos alimenticios, vivienda, trabajo…) promovieron la búsqueda de una vida mejor en el medio rural; sino también porque el propio régimen se ocupó de ensalzar doctrinalmente las virtudes de la vida sencilla del campo frente a los peligros de la ciudad. Se crearon organizaciones e instituciones de encuadramiento político e ideológico. La organización juvenil fue el Frente de Juventudes, de pertenencia obligatoria, que organizaba campamentos, concentraciones y ciclos educativos de formación política. La rama femenina del Movimiento era la Sección Femenina de FET de las JONS, también de afiliación obligatoria, se encargaba de organizar un Servicio Social que las mujeres debían hacer. El régimen introdujo en la enseñanza clases obligatorias de Formación Política en las que se expónían los principios más básicos de la doctrina falangista, eran impartidas por miembros de Falange. De la misma manera, la influencia de la Iglesia fue decisiva para que el catecismo cristiano y la rancia moral, inspirada en el jesuitismo, fueran de nuevo impuestos frente a cualquier libertad de conciencia. El convencimiento profundo que el NacionalCatolicismo tenía de que los males del país se debieron siempre a la libertad de conciencia, al liberalismo y a la falta de una dirección paternalista de la sociedad, hizo que todos los factores de la vida pública y privada se pretendieran dirigir desde el Estado y el Movimiento Nacional. EL RÉGIMEN Y LA POLÍTICA INTERNACIONAL LA ETAPA DE LA Guerra Mundial Al desencadenarse el conflicto mundial, España se declaró neutral, aunque su situación estratégica era de gran importancia para ambos contendientes. Franco sabía que el país no estaba en condiciones de participar en una nueva guerra. Pero la afinidad con el bando que entonces se supónía que sería el vencedor y la oportunidad de obtener ventajas para España y para el régimen empezaron a cobrar una mayor importancia. Las potencias del Eje sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto y ejercieron presión para que se produjese. En relación con estas posibilidades, Franco mantuvo sendas entrevistas fuera de España con los dos grandes dictadores: en Hendaya con Hitler, y en Bordighera con Mussolini. Franco pensaba en la posibilidad de crear un nuevo Imperio en África, sobre la base de las posesiones francesas, y obtener otras ventajas en Europa, incluida la recuperación de Gibraltar. Pero Franco exigíó a Hitler y Mussolini grandes compensaciones, de tipo económico, de apoyo a la expansión territorial y de armamento, que hicieron pensar a Hitler que el precio exigido era demasiado alto en comparación con las ventajas que se podían obtener. La entrada de España en la guerra no se produjo, aunque se cambió el estatuto español de país neutral por el de no beligerante en 1941. Tropas españolas ocuparon la ciudad de Tánger y España envió al frente de Rusia una división de voluntarios para combatir junto a las tropas alemanas una vez invadida la Uníón Soviética. Esa unidad fue conocida como División Azul. Cuando, en 1943, la guerra parecía volverse desfavorable para las potencias del Eje, España abandonó la no-beligerancia para volver a la neutralidad. Las fluctuaciones de la guerra hicieron que el régimen tuviese también que cuidar sus relaciones con el bando de los aliados, de quienes España recibía ayuda en alimentos y petróleo. Los aliados trataron siempre a Franco de forma que no facilitase su integración en el bando contrario. La propaganda a favor de Alemania disminuyó y el ministro de Asuntos Exteriores empezó a enfriar las relaciones con Alemania asegurando a los aliados la neutralidad y retirando la División Azul.
EL AISLAMIENTO DEL RÉGIMEN Una vez que estuvo clara la imposibilidad de una victoria alemana, comenzaron los peores tiempos para el régimen. Aumentaron las presiones de los aliados para que no se ayudara a Alemania y el heredero del trono español, don Juan de Borbón, arrecíó en su política de restauración monárquica y emitíó un manifiesto desde Lausana. Pero los dos mayores golpes internacionales para el régimen fueron su no admisión en la ONU y la declaración de la Conferencia de los Aliados en Postdam de que el régimen español era producto del apoyo del Eje, por lo que se propónía su derribo por medios pacíficos. Entre 1945 y 1946 el franquismo quedó aislado, mientras crecía la actividad de los medios de oposición en el exterior y se recrudecía la lucha de guerrillas en el interior. El régimen apeló a la resistencia de los ciudadanos frente a la conspiración internacional “judeo-masónica-marxista” y a la lucha contra el comunismo. En 1946 las Naciones Unidas denunciaron que el gobierno de Franco “no representaba al pueblo español por lo cual carecía de legitimidad” para su representación en órganos internacionales. Así, recomendó a todos los países que retirasen sus embajadores de España. A partir de 1947, iniciada la etapa de la Guerra Fría entre las potencias democráticas occidentales y la Uníón Soviética y sus aliados, el papel de Franco como gran adalid del anticomunismo se fue haciendo más interesante para potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña. Aunque España no fue admitida en la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) ni recibíó los beneficios del Plan Marshall, su presencia internacional comenzó a verse con mayor interés por parte de las potencias anticomunistas. AUTARQUÍA, MISERIA Y RACIONAMIENTO RACIONAMIENTO Y MERCADO NEGRO La victoria de Franco en la Guerra Civil tuvo repercusiones económicas muy negativas. A corto plazo, sumíó en el hambre y la miseria a muchos españoles. A largo plazo, las arbitrarias decisiones de las autoridades consolidaron una economía muy poco competitiva en la cual el tráfico de influencias y la corrupción fueron elementos destacados.
La lentitud de la recuperación económica estuvo directamente relacionada con la puesta en práctica de las ideas económicas de los vencedores, que sustituyeron el funcionamiento de los mercados por la fijación arbitraria de los precios y obligaron a solicitar autorizaciones para iniciar una actividad económica. La fijación de los precios por debajo de los resultantes de la oferta y demanda condujo al desabastecimiento de alimentos y a la generalización de las colas, obligando al mantenimiento del racionamiento. Los productores estaban obligados a vender la totalidad de la producción a la Administración a un precio de tasa fijado por ésta. Posteriormente, era la propia Administración la única que podía vender los productos a los consumidores a un precio también regulado. Rápidamente surgieron los estraperlistas y el mercado negro, en el cual las transacciones se hacían al margen de la ley. En muchos casos, sus precios duplicaron o triplicaron los del mercado oficial. En el caso del aceite y el trigo, un tercio de todo lo producido fue comercializado a través de estos procedimientos ilegales. La escasez energética fue también uno de los símbolos de la penuria económica. Hasta mediados de los 50, carbón y petróleo estuvieron racionados y hasta 1954 hubo restricciones eléctricas.
LOS EJES DE LA AUTARQUÍA El régimen pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento exterior y de la sustitución del mercado por la intervención generalizada de la Administración. La autarquía tuvo dos grandes ejes de actuación. El primero fue la reglamentación de las relaciones económicas con el exterior. Importaciones y exportaciones pasaron a estar completamente intervenidas, siendo necesario contar con una autorización administrativa para realizarlas. El segundo fue el fomento industrial, orientado hacia las actividades de interés militar. El principal objetivo fue alcanzar un poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. La actuación se orientó a impulsar las industrias de bienes de equipo, que recibieron una importante y continuada ayuda pública, lo cual generó un gran gasto público. En 1941, se fundó el elemento fundamental de esta política industrial:el Instituto Nacional de Industria. El INI, un conglomerado de empresas públicas, intentó producir el máximo posible, con independencia de los costes, y en el mayor número de sectores, al margen de que existiesen las condiciones favorables para desarrollar las actividades propuestas. En estos primeros años fue cuando se constituyeron las principales empresas nacionales (Iberia, ENDESA, SEAT). LA OPOSICIÓN: EXILIO, REPRESIÓN Y RESISTENCIA LA TRAYECTORIA DEL EXILIO En la fase final de la Guerra Civil abandonaron España por los Pirineos, hacia Francia, o por algunos puertos mediterráneos hacia el norte de África, algo más de 400.000 personas comprometidas con la República. La emigración española a América es uno de los episodios más notables de la posguerra. Hubo algunas célebres expediciones de emigrantes, como las que transportaron los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que fueron, sobre todo, a México, el país que acogíó a un mayor número de españoles gracias a su presidente Lázaro Cárdenas. La emigración en México produjo un gran impacto en aquel país, pues en ella figuraban importantes escritores e intelectuales, muchos de los políticos más representativos de la República y numerosos profesionales cualificados. En Francia se establecíó igualmente una importante colonia de emigrados españoles, especialmente en las ciudades del sur. Muchos de ellos eran también dirigentes políticos republicanos. Las penalidades de estos emigrados, llevados al principio a campos de concentración (Argelès) fueron inmensas. Bastantes de estos emigrados contribuyeron a la resistencia francesa contra los nazis. En Francia acabaron su vida algunas de las más ilustres figuras de la República española: Manuel Azaña, Largo Caballero o Antonio Machado. REPRESIÓN Y RESISTENCIA EN EL INTERIOR La dictadura de Franco tuvo siempre como principio la represión y destrucción de los que él creía enemigos de España. En 1939 se publicó la “Ley de Responsabilidades Políticas”, con la que el régimen pretendía ejercer esa depuración total de todas las personas que de una u otra forma habían colaborado con la República. Así, junto a los juicios militares que llevaron a la pena de muerte a muchos defensores de la República, en torno a unos 40.000, se establecieron juicios civiles por responsabilidad política, en cada provincia, que podían acabar en penas de prisión, de confiscación de bienes, de separación de sus puestos de trabajo o de destierro.
Las cárceles españolas estuvieron llenas de vencidos en la guerra y de nuevos opositores al régimen hasta bien entrados los 50. En 1963, cesaron los tribunales militares y se creó el Tribunal de Orden Público, elemento clave de la represión a partir de aquel momento. La persecución por supuestos delitos contra el Estado y la Nacíón, fue acompañada de todo el proceso de la depuración, el sistema que durante años juzgó las ideas políticas y el comportamiento de profesionales y funcionarios para aplicarles las penas correspondientes. Pero la oposición al régimen se hizo creciente, sobre todo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. No sólo comenzaron a recomponerse las organizaciones de algunos grupos políticos, como el PSOE, la UGT, el PCE o la CNT, sino que empezó una nueva forma de lucha, la de las guerrillas o maquis, que fueron auspiciadas, sobre todo, por el Partido Comunista desde Francia y que llevaron a la invasión guerrillera del Valle de Arán, en 1944. Las acciones y enfrentamientos de estos grupos guerrilleros duraron hasta 1948, pero lograron objetivos muy escasos.
LOS PRIMEROS INTENTOS DE APERTURA (1951-1956) EL PESO DE LA SITUACIÓN INTERNACIONAL Desde 1947, Estados Unidos alteró su posición frente al régimen de Franco. Cuando en 1949 estalló la primera bomba atómica soviética, la disposición de Estados Unidos a ayudar económicamente a España aumentó considerablemente. Las relaciones internacionales entraron en una fase más favorable, gracias a que España se convirtió en un fiel aliado occidental en la lucha contra el comunismo. En 1950 España fue admitida en organismos internacionales como la FAO y la UNESCO. Era el fin del aislamiento y la ONU recomendó la vuelta de los embajadores a Madrid, ingresando en las Naciones Unidas en 1955. En 1953, el régimen se había apuntado dos importantes triunfos. La firma de un nuevo Concordato con la Santa Sede, lo que afianzaba aún más la alianza con la Iglesia. Y, sobre todo, la firma de los tratados militares con los Estados Unidos, por los que España cedía bases militares en su territorio a cambio de ayuda militar y económica. UNOS TÍMIDOS CAMBIOS POLÍTICOS A remolque de las dificultades económicas derivadas de la inviabilidad de la autarquía y de la nueva situación internacional, Franco decidíó proceder a una remodelación del gobierno en 1951. El nuevo gabinete se caracterizaba por ser una combinación de falangistas y católicos, pero con un mayor peso de estos últimos, y por la introducción de personalidades no tan comprometidas con los principios más autoritarios (por ejemplo Joaquín Ruiz Giménez fue nombrado Ministro de Educación). Los falangistas siguieron manteniendo parcelas de poder del mismo modo que los militares, pero se introdujo una persona que sería clave para la continuidad del régimen, el almirante Luis Carrero Blanco. Con estos cambios, el régimen pretendía una cierta homologación internacional que le permitiese poner fin al aislamiento y conseguir algunos éxitos en política exterior. Sin embargo, las ayudas económicas recibidas entre 1953 y 1956 no consiguieron salvar la angustiosa situación económica y en la calle empezaron a surgir los primeros síntomas de descontento. Las dificultades potenciaron los primeros movimientos de protesta y tras la crisis política de 1956, en la que hubo huelgas y disturbios en medios laborales y en la Universidad, se empezó a hacer evidente la necesidad de un cambio político más profundo. Fue entonces cuando comenzaron a llegar al gobierno hombres procedentes de la institución católica del Opus Dei. En la remodelación del gobierno de 1957 entraron como ministros los primeros tecnócratas del Opus Dei, Navarro Rubio y Ullastres. La política del régimen iba a experimentar un sensible cambio, que sin alterar para nada sus bases dictatoriales y profundamente antidemocrátas iniciaría una reorientación de la política económica basada en el abandono de la autarquía.
EL FRANQUISMO (1959-1975) LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL RÉGIMEN LA ERA DE LA TECNOCRACIA El cambio de gabinete de 1957, al que siguió la puesta en marcha de un “Plan de Estabilización” en la economía, inauguró el gobierno de los tecnócratas. La tecnocracia fue una forma de entender la política que daba mucha más importancia al progreso económico y a la mejora de la administración, que al mantenimiento de determinados principios políticos. Desde 1957 hasta el comienzo de los años 70, los ministerios clave en la economía se entregaron a hombres procedentes, por lo general, del Opus Dei. Su objetivo fue liberalizar la economía española, integrar a España en el mercado capitalista occidental y justificar el régimen por sus resultados económicos. En los gobiernos formados entre 1957 y 1974, se produjeron importantes novedades en la estructura y el reparto de poder entre las familias del régimen. Una nueva orientación católica, que se apartaba de la ortodoxia totalitaria falangista, pasó a controlar sectores como la educación, la información y la justicia. Los ministros pertenecientes al Opus fueron aumentando su número hasta que en 1969 se habló por primera vez de un “gobierno monocolor” por el predominio de los ministros pertenecientes a esta institución. En 1962 se creó la figura del vicepresidente del gobierno, cargó que ocupó desde 1967 el almirante Luis Carrero Blanco, quien se convirtió en el indiscutible hombre fuerte del régimen. Junto a él se colocó otro hombre clave perteneciente al Opus, Laureano López Rodó. En 1970, el cargo de vicepresidente se convirtió en el de presidente del gobierno. LA LEY ORGÁNICA DEL ESTADO La LOE pretendíó ser una culminación y recapitulación de todas las Leyes Fundamentales anteriores. El régimen habló entonces de que ésta representaba la definitiva “Constitución” española. Sin embargo, esa ley no provénía de la deliberación de ninguna asamblea democrática. Por el contrario, se trataba de disposiciones dadas por el propio Jefe del Estado, aprobadas por unas Cortes no democráticas, con lo cual no tenían ninguna legitimidad para crear un verdadero Estado de Derecho. Tras la LOE, se aprobó la Ley Orgánica del Movimiento y su Consejo Nacional. En 1969 se promulgó la ley que establecía la sucesión efectiva del Caudillo, y en 1971, la Ley Sindical, que reguló la organización sindical en la última etapa de su existencia. LAS LEYES PARA LA SUCESIÓN La primera ley que hablaba de la sucesión de Franco fue la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947) que establecía que el Estado español se declaraba constituido en “reino” y en consecuencia, la ley prevéía que el sucesor del Caudillo lo sería a “título de Rey”. De esta forma, Franco, que no había querido restaurar la monarquía tras la derrota de la República, prevéía que su propia sucesión debería ser de forma monárquica pero, evidentemente, con una monarquía que prepararía él mismo. Las intenciones de Franco en cuanto a la sucesión se desvelaron pronto, cuando llegó a un acuerdo con don Juan de Borbón en 1948 para que su hijo don Juan Carlos, fuera educado en España.
La ley de 1969 establecíó el mecanismo de la sucesión de Franco en favor de don Juan Carlos. La ley fue aprobada por las Cortes con una aplastante mayoría de votos y el príncipe prestó su juramento de fidelidad a los principios del Movimiento, recibiendo el título de Príncipe de España.
EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE LOS 60 MEDIDAS ESTABILIZADORAS Y PLANES DE DESARROLLO El origen del Plan de Estabilización (1959) estuvo provocado por la insuficiencia de las reservas de oro y divisas para hacer frente al desequilibrio entre importaciones y exportaciones. A cambio del compromiso del gobierno español de reducir el intervencionismo, el déficit público y los obstáculos a la entrada de mercancías del exterior, diversos organismos internacionales concedieron préstamos con los que hacer frente al agotamiento de las reservas. Al programa liberalizador se añadió la puesta en marcha de los Planes de Desarrollo Económico y Social. La planificación centró su interés en el sector industrial y propició una serie de actuaciones para mejorar la eficiencia de la estructura empresarial, sectorial y regional. Se emprendieron dos grandes líneas de actuación: las acciones estructurales, que pretendían solucionar algunas deficiencias de la industria (pequeña dimensión de las empresas, baja productividad…) y la creación de los polos de desarrollo, que intentaba reducir los desequilibrios económicos regionales promoviendo nuevas industrias en zonas de escasa industrialización. La planificación no fue la causa del dinamismo económico de los 60, ya que las previsiones de los planes raramente se cumplieron y sus efectos fueron escasos. La iniciativa privada confiaba mucho más en las favorables condiciones en áreas determinadas y en la coyuntura ecnómica internacional que en la planificación estatal. LA ETAPA FINAL DE LA INDUSTRIALIZACIÓN ESPAÑOLA Desde 1959 y hasta 1966, la tasa anual de aumento del PIB fue muy superior a la media de los restantes países europeos, mientras la producción industrial aumentaba a un ritmo todavía mayor. El consumo privado crecíó también con rapidez y mejoró la renta por habitante. Con todo, fue la formación de capital la que más contribuyó a la expansión. La liberalización interior y exterior favorecíó la utilización de técnicas de producción más avanzadas y la acumulación de capital. Todo ello potenció una expansión sin precedentes de la industria y de los servicios. Como contrapartida, la agricultura disminuyó drásticamente su importancia. El aumento de las importaciones de tecnología hizo posible mejorar la productividad de la industria española. Paralelamente, y en gran parte vinculados a la inversión extranjera, aumentó el peso de los sectores productores de bienes de equipo. El continuado avance de la productividad hizo posible también un aumento de las exportaciones. LA IMPORTANCIA DEL EXTERIOR La contribución exterior, y en particular la de las economías más desarrolladas de Europa, fue crucial para lograr el rápido crecimiento de esta etapa y la consolidación de la sociedad industrializada. Del exterior, a través de las importaciones, provino la tecnología que revoluciónó la estructura industrial y la productividad; del exterior procedieron también las cuantiosas inversiones y transferencias con las cuales se equilibró el déficit de la balanza comercial. Sin los ingresos por el turismo, las remesas de emigrantes y la inversión extranjera, no hubiera existido el milagro económico español. Por otro lado, los demás países de Europa, en especial Francia y Alemania, absorbieron la mano de obra excedentaria expulsada del sector agrario por la pérdida de su importancia en el conjunto de la economía y la espectacular mejora de la productividad por la mecanización. La permanencia en España de esta población que emigró habría provocado una situación explosiva y el bloqueo del proceso de industrialización: el desempleo habría aumentado a un ritmo muy elevado y la abundancia de mano de obra habría frenado la difusión del uso de maquinaria más productiva.
Por otra parte, las ganancias en la productividad permitieron el aumento de los salarios. A su vez, los salarios más elevados y la difusión de la compra a plazos condujeron a un gran aumento de la demanda de bienes de consumo (vehículos y electrodomésticos). LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIO La mejora tecnológica de estos años, al ahorrar mano de obra, limitó la creación de empleo. Una de las contrapartidas de la modernización de la producción fue una modesta creación de puestos de trabajo; que,además, estuvo acompañada en los años 60 de una intensa emigración. Más de un millón trescientos mil españoles hubo de trasladarse a otros países de Europa para encontrar trabajo; Francia y Alemania fueron los principales destinos. En el interior de España, los desplazamientos de población fueron todavía más espectaculares.Los emigrantes salieron, principalmente, de las dos Castillas,Galicia, Andalucía y Extremadura; y se dirigieron a Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Madrid LA MODERNIZACIÓN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL
La modernización social comenzó por la distribución de la población. Aumentó el número total de habitantes, con notable crecimiento del índice de natalidad. Sin embargo, fue todavía más significativo el aumento de la población urbana en relación con los años de la inmediata posguerra, en los que se había producido el fenómeno inverso, el de la ruralización. El gran desarrollo de la economía industrial y la expansión del sector de los servicios dieron lugar a una transformación muy importante de las estructuras socio-profesionales de la población, lo que llevaba aparejados cambios muy notables también en la estructura de clases. Además de variar de forma muy notable el número de personas activas en cada uno de los sectores de la economía, aumentó el número de los asalariados en general, de los profesionales liberales urbanos (abogados, médicos…) y el de los ejecutivos de las empresas. Pero, tal vez, lo mas importante de todo fue la aparición en Cataluña, País Vasco, Madrid, Asturias… de una gran masa de obreros industriales modernos. Ello daría lugar al nacimiento de un nuevo movimiento obrero, de un sindicalismo de signo muy distinto al de los Sindicatos Verticales del régimen. LOS CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO Con el cambio de las oportunidades sociales de progreso también cambiaron los comportamientos sociales y las pautas culturales. Esta apertura dio lugar a un nuevo tipo de oposición al régimen, la que reclamaba libertad cultural. A ello contribuyó el cambio enorme que se produjo en el sistema educativo que culminó con la Ley General de Educación de 1970. Durante los 60 aumentó sistemáticamente la población escolarizada, desde la enseñanza primaria a la Universidad, y aumentaron las inversiones del Estado en el sistema educativo. El analfabetismo disminuyó hasta alcanzar los niveles de los países más avanzados. Otra de las grandes transformaciones se dedujo del hecho de que la Universidad viera aumentar considerablemente el número de sus estudiantes y de que se generalizara la salida al extranjero de los jóvenes. Empezaron a entrar en España, de forma clandestina, muchas publicaciones prohibidas y aumentó la información relacionada con el exterior. La familia empezó a experimentar cambios. Aumentó su movilidad, la tendencia a fortalecer la familia nuclear (padres e hijos) como base. Los hijos se marchaban antes de casa debido a la buena coyuntura económica y a la nueva mentalidad de los jóvenes. A pesar de su aumento, la incorporación de la mujer a las nuevas actividades productivas fue todavía muy débil.
Los hogares españoles empezaron a equiparse con un nuevo menaje:frigorífico, televisor, aparatos de cocina, y en muchos casos, el coche, sobre todo el Seiscientos. Ese progreso llegó también a la vida rural aunque en menor escala. Las periferias de las grandes ciudades industriales, Madrid y Barcelona especialmente (Getafe, Hospitalet…) se llenaron de barrios obreros donde aparecíó una nueva cultura popular. Aunque el régimen ejercía un férreo control sobre las pautas socioculturales, se fue implantando una nueva mentalidad, también en el terreno religioso. Se reivindicó la libertad de pensamiento y disminuyó la práctica religiosa. La Iglesia misma experimentó una apertura bien visible de la mano del Concilio Vaticano II y, con ello, un sector de la Iglesia española comenzó a distanciarse algo del régimen. Fue también la época de la secularización en masa de miembros del clero. En síntesis, cabe decir que la gran época del desarrollismo español favorecíó de forma indudable el progreso social y el cambio de pautas culturales y que, lejos de fortalecer al régimen, lo debilitó desde el punto de vista político e ideológico. EL FORTALECIMIENTO DE UNA OPOSICIÓN DE MASAS EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA OPOSICIÓN SOCIAL En los años 50 se produjeron las primeras agitaciones sociales y protestas políticas contra el régimen. Las primeras huelgas laborales tuvieron lugar en Cataluña y en la cuenca industrial de Vizcaya. En 1956 se produjeron los primeros incidentes estudiantiles en Madrid con heridos graves. De los clásicos sindicatos de anteguerra, UGT y CNT, sólo el primero tenía una cierta actividad clandestina. Fue la Ley de Convenios Colectivos, por la que se podían negociar entre empresarios y trabajadores condiciones de trabajo para toda una rama de la producción, la que de manera indirecta dio lugar al nacimiento de un nuevo tipo de actividad obrera: el aprovechamiento desde dentro de las posibilidades que el sindicalismo del régimen daba para actuar. Así nacieron Comisiones Obreras, un nuevo sindicato clandestino. Otros grupos obreros, como las HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y la USO, completaron el panorama de un nuevo sindicalismo de clase clandestino. Mientras se creaba este nuevo obrerismo, en la Universidad aparecieron organizaciones estudiantiles frente al oficial Sindicato Español Universitario (SEU), de afiliación obligatoria. También surgieron nuevos movimientos sociales, como asociaciones de vecinos, agrupaciones culturales, algunos grupos religiosos, que entraron en la política de oposición al régimen. Los años 60 presenciaron las primeras manifestaciones masivas en las calles y un aumento extraordinario de la conflictividad laboral. LOS GRUPOS POLÍTICOS DE OPOSICIÓN En los años 60 se recompuso el panorama de la oposición al franquismo, a través de la renovada actividad de los viejos partidos políticos, el PCE, el PSOE, o por medio de la aparición de nuevos grupos a la izquierda y la derecha. El régimen persiguió toda oposición pero no pudo impedir su desarrollo clandestino. Junto a los partidos clásicos aparecieron grupos nuevos. Los monárquicos liberales fundaron grupos políticos, como la Uníón Española. Los grupos socialistas del interior se multiplicaron y tuvo importancia el que fundó el profesor Tierno Galván, el PSI. Otro de los grupos de crecimiento rápido fue el de los demócratas cristianos, especialmente Izquierda Demócrata Cristiana. Una de las acciones que tuvo mayores repercusiones fue lo que los periódicos franquistas llamaron el “conturbenio de Múnich”. En el IV Congreso del Movimiento Federal Europeo, celebrado en Múnich en 1962, coincidieron por primera vez la oposición española del exilio y los llegados desde el interior de España.
En Múnich se pidió la desaparición del régimen y el paso a una España democrática. Los asistentes a aquella reuníón fueron encarcelados o desterrados a su regreso. En los 60 también aparecieron los grupos que se llamaron en conjunto la nueva izquierda. La influencia del maoísmo, del trotskismo o de las doctrinas de la acción violenta dio lugar a la aparición de grupos políticos a la izquierda del PCE, tales como la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), el MC (Movimiento Comunista) y algunos otros que eran disidencias del propio PCE, como el PCEr (Reconstituido) o el PCE M-L (Marxista-Leninista). De algunos de ellos se desgajaron núcleos terroristas, como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico). En el período final del franquismo empezaron a promover manifestaciones importantes los partidos nacionalistas regionales en aquellos lugares donde existía una tradición nacionalista: el PNV en el País Vasco, Izquierda Republicana de Cataluña, Convergencia Democrática de Cataluña y otros. LA CRISIS FINAL DEL RÉGIMEN (1973-1975) EL Espíritu DE Febrero Un momento decisivo de la crisis final del régimen se abríó con la desaparición del vicepresidente del gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, victima de un atentado de la banda terrorista ETA el 20 de Diciembre de 1973. Carrero era considerado como el personaje clave para mantener la uníón de todas las familias franquistas y asegurar la continuidad del régimen. La reacción del régimen ante esa crisis hizo que se conformaran dentro del mismo dos grupos políticos: los inmovilistas y los aperturistas. En Enero de 1974 se formó un nuevo gobierno presidido por Carlos Arias Navarro que tuvo una actuación muy ambigua. Pretendíó el aperturismo pero sin desbordar en absoluto los principios del régimen, que impedían una verdadera libertad política. Fue famoso el discurso del presidente del Gobierno pronunciado el 12 de Febrero de 1974 en las Cortes, en el que se habló de una apertura del régimen hacia un mayor pluralismo político. Esa nueva propuesta permitíó hablar de un “espíritu de Febrero”, partidario de reformar el régimen. Arias prometíó una nueva ley municipal que permitiese la elección de alcaldes y de las diputaciones provinciales, aumentó el poder de los procuradores en Cortes cuyo número ascendíó , y anunció reformas sindicales y una nueva ley sobre asociaciones políticas. Pero pronto se evidenció que las reformas prometidas no eran sino un formalismo con poco contenido real y que el régimen era incapaz de democratizarse. Algunos de los ministros más aperturistas del gobierno dimitieron ante la imposibilidad de aplicar reformas en profundidad. Desde la oposición organizada hasta la misma calle, las protestas se hicieron más intensas (manifestaciones, huelgas, atentados…) mientras el único recurso del gobierno continuó siendo la represión: detenciones masivas, leyes antiterroristas, cierre de revistas…
ATADO Y BIEN ATADO A lo largo de 1974 y 1975, las enfermedades de Franco, que le impedían ejercer el gobierno, se hicieron más frecuentes. La oposición se organizó creando plataformas de actuación conjunta y las manifestaciones en la calle aumentaron considerablemente. Por otra parte, la actitud represiva no cesó y en 1975 se promulgó una nueva Ley Antiterrorista que castigaba a los terroristas a la pena capital. En Septiembre del mismo año se condenó a muerte a cinco activistas de ETA y del FRAP, condenas que fueron cumplidas a pesar de las numerosas peticiones de indulto.Se produjo entonces la última de las grandes oleadas de protesta internacional contra Franco y la situación española. Además, el gobierno hubo de hacer frente a un nuevo foco desestabilizador, el conflicto en el Sáhara, colonia española desde finales del XIX. Se trataba de una zona desértica, pero rica en fosfatos por lo cual era ambicionada por las vecinas Argelia, Mauritania y sobre todo Marruecos, que reivindicaba poseer derechos históricos sobre el territorio saharaui. En 1973 se había creado el Frente Polisario, una formación nacionalista y de tendencia socialista que propugnaba la independencia saharaui. España optó por aceptar la descolonización y permitir un referéndum de autodeterminación en el territorio. Marruecos planteó el caso ante el Tribunal de La Haya, que falló en su contra y defendíó la autodeterminación del Sáhara, negando cualquier derecho a los países colindantes. El rey de Marruecos, Hassan, que contaba con el apoyo de los EEUU para frenar una posible expansión de la Argelia socialista, organizó en Octubre, la llamada Marcha Verde, una invasión pacífica del territorio que movilizó a decenas de miles de civiles. Ante el peligro de un conflicto bélico con Marruecos en un momento tan delicado, España optó por claudicar y el 14 de Noviembre se firmó el Acuerdo de Madrid que supónía la entrega del Sáhara a Marruecos y Mauritania. El abandono de España inició un conflicto todavía no resuelto entre el Frente Polisario, que proclamó la República Árabe Saharaui, y Marruecos, que no reconoce la independencia del Sáhara. El 20 de Noviembre de 1975 moría Franco después de una larga agonía. La sensación de inseguridad y de incertidumbre respecto al futuro político y al relevo en el poder eran muy grandes, a pesar de que las Leyes del régimen decían tenerlo todo “atado y bien atado”.
• Política social:
Para evitar los conflictos sociales se creó la Organización Corporativa Nacional (OCN), una institución que regularía las relaciones entre patronos y obreros bajo la “supervisión del Estado”, reglamentaban los salarios y las condiciones laborales. La UGT prestó su apoyo a estos comités, mientras la CNT fue prohibida. Asimismo, se puso en marcha una importante política de construcción de casas baratas para mejorar las condiciones de vida de las clases más humildes.
• Política económica:
Durante los años veinte la dictadura se benefició de una coyuntura económica internacional muy favorable. El estado puso en marcha una política económica de carácter paternalista, de revolución desde arriba, que condujo a la puesta en marcha de ambiciosos proyectos de obras públicas, como la construcción de pantanos, ferrocarriles y carreteras. Esta política, aunque benefició en gran medida a algunas regiones, provocó sin embargo un fuerte déficit presupuestario y el endeudamiento del estado. (Aquí es donde se crean los bonos del Estado).
• La oposición a la Dictadura
Pasados los primeros años de dictadura, la oposición se organizó e intensificó en torno a los siguientes grupos:
• Los republicanos, que se organizaron en torno a la Alianza Republicana. • Los anarquistas, integrados en la CNT, se dividieron: por una parte estaban los que defendían el diálogo y por otra los que eran partidarios de la insurrección popular violenta. Estos últimos fundaron en 1927 la Federación Anarquista Ibérica (FAI).
• Los comunistas. • Algunos sectores del ejército. • La práctica totalidad de los intelectuales, entre los que destacan figuras como Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez y Menéndez Pidal. • Los socialistas: el PSOE rechazó el régimen en 1929 y se declaró a favor de la República.
Aparecieron huelgas a lo largo de 1929.
• El colapso final, la caída del dictador y de la monarquía:
El régimen fue perdiendo todos sus apoyos. Alfonso XIII, temeroso de que la caída de la dictadura le afectase negativamente, ya que él había sido su principal valedor, decidíó retirar su apoyo a Primo de Rivera, el cual dimitíó en Enero de 1930. El rey nombró jefe de Gobierno al general Berenguer con la intención de que éste organizase la vuelta al régimen constitucional. El cambio se fue desarrollando de una manera demasiado lenta. La prensa calificó al nuevo gobierno como la Dictablanda. Al mismo tiempo los republicanos, catalanistas de izquierda y el PSOE firmaban el Pacto de San Sebastián (Agosto de 1930), a través del cual acordaron constituir un Comité Revolucionario encabezado por Alcalá Zamora que se encargaría de contactar con los militares republicanos y con los representantes de los obreros para organizar un levantamiento armado que hiciera caer el régimen. Sin embargo los planes de los conspiradores organizados en torno al Pacto de San Sebastián se vieron frustrados como consecuencia del levantamiento militar de Jaca del 12 de Diciembre de 1930 a favor de la república protagonizado por los capitanes Fermín Galán y García Hernández. Esta sublevación fue rápidamente controlada por el gobierno, siendo sus promotores fusilados, lo cual contribuyó a avivar los sentimientos republicanistas entre la opinión pública. Después fueron detenidos la mayor parte de los integrantes del comité revolucionario. A pesar de los intentos del gobierno por aplastar el movimiento republicanista, éste continuó creciendo. La difícil situación política llevó a Berenguer a dimitir. En Febrero de 1931 el almirante Aznar establecíó un nuevo gobierno, prometiendo elecciones y la formación de Cortes constituyentes. El 12 de Abril de 1931 se celebraron elecciones municipales. En principio no se esperaba ningún cambio radical, se convocaron con la intención de hacer un sondeo previo a las elecciones legislativas. Sin embargo fueron entendidas por la mayoría de los españoles como un plebiscito a favor o en contra de una monarquía excesivamente identificada con la dictadura. La interpretación de los resultados ha sido objeto de controversia historiográfica, ya que aunque el cómputo global de los votos parecía ser favorable a la monarquía, en los distritos electorales urbanos, menos influenciados los sistemas clientelares caciquiles, el voto republicano consiguió una clara mayoría. Esto forzó la abdicación de Alfonso XIII pocas horas después y el 14 de Abril de 1931 fue proclamada la Segunda República Española.
LA SEGUNDA REPÚBLICA (1931-1936) LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA Y EL PERÍODO CONSTITUYENTE El resultado electoral de las elecciones fue desigual: aunque el número de concejales monárquicos súperó al de republicanos, en las grandes ciudades los monárquicos sufrieron una gran derrota. Tras conocerse el resultado del escrutinio, el dia 14 en la localidad guipuzcoana de Eibar se proclamó la República, y a lo largo del día en otras ciudades españolas; mientras la población salía a la calle para celebrar el advenimiento del nuevo régimen. Ante esta situación, Alfonso XIII partíó hacia el exilio. LA CREACIÓN DEL GOBIERNO PROVISIONAL En Madrid, los miembros del Comité revolucionario republicano se dirigieron a la Puerta del Sol donde tomaron posesión del gobierno y proclamaron la República. Se formó un gobierno provisional en el que participaron la derecha liberal republicana (Maura y Alcalá Zamora), republicanos de izquierda (Azaña y Domingo), republicanos radicales (Lerroux y Martínez Barrio), socialistas (Largo Caballero y Prieto), nacionalistas catalanes (D’Olwer) y sectores republicanos galleguistas (Casares Quiroga). Fuera de la coalición quedaban la derecha monárquica, los nacionalistas vascos y el obrerismo más radical (comunistas y anarquistas). Siguiendo lo acordado en el Pacto de San Sebastián, el gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes para el 28 de Junio. LA CONSTITUCIÓN DE 1931 Las elecciones dieron la mayoría a la coalición republicano-socialista y supusieron una aplastante victoria de las fuerzas de izquierda. Las Cortes nombraron una Comisión constitucional encargada de elaborar un proyecto de Constitución, que fue aprobada el 9 de Diciembre de 1931.La Constitución tuvo un marcado carácter democrático y progresista, y definía al estado español como “una República de trabajadores de todas clases”. Establecía los siguientes principios:
• El Estado se configuraba de forma “integral”, pero se aceptaba la posibilidad de constituir gobiernos autonómos en algunas regiones. • El poder legislativo residía plenamente en las Cortes, constituidas por una solo cámara. El poder ejecutivo recaía en el Consejo de Ministros y en el presidente de la República, elegido por el Congreso de los Diputados.
• Presentaba una amplia declaración de derechos y libertades. Establecía el voto desde los 23 años y por primera vez se concedía el voto a las mujeres. Se declaraba la separación de la Iglesia y el Estado, se reconocía el matrimonio civil y el divorcio.También se expresaba la igualdad de todos los ciudadanos ante el derecho a la educación y al trabajo.
La Constitución no consiguió el consenso de todas las fuerzas políticas y evidencio las profundas discrepancias entre la izquierda y la derecha, sobre todo en lo referente a la cuestión religiosa y autónomica. Los sectores católicos más conservadores se opusieron a la no-confesionalidad del Estado, mientras la derecha más centralista no aceptó una reforma de su estructura para hacer posible el reconocimiento del derecho de autogobierno a las regiones (autonomías).
EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933) Entre Diciembre de 1931 y Septiembre de 1933, Azaña presidíó un gobierno integrado mayoritariamente por republicanos de izquierda y socialistas, que impulsó un programa de reformas. LA REFORMA DEL EJÉRCITO Azaña impulsó una reforma que pretendía crear un ejército profesional y democrático, para lo cual se creía necesario reducir los efectivos militares, acabar con la macrocefalia (un oficial por cada tres soldados en 1917), poner fin al fuero especial de los militares y asegurar su obediencia al poder civil. Así se fijó la “ley de retiro de la oficialidad” por la que todos los militares en activo debían prometer su adhesión al régimen, concedíéndoles la posibilidad de retirarse con el sueldo íntegro si así lo deseaban. Además, se redujo el número de unidades y oficiales, y se cerró la Academia Militar de Zaragoza para frenar el crecimiento innecesario del número de oficiales. Las regiones militares fueron sustituidas por Divisiones orgánicas, que quedaron reducidas a ocho, a la vez que desaparecieron las Capitánías Generales. También desaparecieron los Tribunales de Honor y el Consejo Supremo de Justicia Militar, así como la prensa destinada exclusivamente al ejército. La reforma no logró sus objetivos porque el número de oficiales retirados fue menor al esperado por el gobierno. Se consiguió la disminución de los gastos del ejército, pero la reducción del presupuesto de defensa dificultó la modernización del material, del armamento y de los equipamientos. Por todo ello, la ley fue recibida por sectores del ejército, sobre todo por los africanistas, como una agresión a la tradición militar y provocó amplias tensiones en su seno. LA CUESTIÓN RELIGIOSA La República se propuso limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad española y secularizar la vida social. Estas intenciones quedaron plasmadas en la Constitución, que estipuló la no confesionalidad del Estado, la libertad de cultos y la supresión del presupuesto de culto y clero. También se permitíó el divorcio y el matrimonio civil y se secularizaron los cementerios. El temor a las órdenes religiosas por la influencia que éstas tenían a través de la enseñanza llevó a la disolución de la orden de los jesuitas y a la nacionalización de sus bienes, a la vez que prohibíó la enseñanza a las otras órdenes. Finalmente, la Ley de Congregaciones limitó la posesión de bienes a las órdenes religiosas y prevíó la posibilidad de disolución en caso de peligro para el Estado. LA REFORMA AGRARIA La reforma de la agricultura fue el proyecto de mayor envergadura iniciado por la República. Una serie de primeros decretos, que perseguían proteger a los campesinos sin tierras y a los arrendatarios, establecieron la prohibición de poner fin a los contratos de arrendamiento. También fijaron la jornada laboral de ocho horas en el campo y determinaron el establecimiento de salarios minímos y la obligación de los propietarios de poner en cultivo las tierras aptas para ello. Pero el verdadero ensayo reformador se levó a cabo con la elaboración de una “Ley de Reforma Agraria” aprobada por las Cortes en Septiembre de 1932.
El objetivo de la ley era la expropiación de los latifundios y el asentamiento de campesinos. Permitía la expropiación sin indemnización de las tierras de los Grandes de España, mientras las cultivadas deficientemente, las arrendadas sistemáticamente o las que, pudiendo ser regadas no lo eran, se podían expropiar, pero indemnizando a sus propietarios. La aplicación de la ley se encomendó al Instituto de la Reforma Agraria (IRA). Los resultados de la reforma fueron bastante limitados y conllevaron un considerable aumento de la tensión social. La reforma se aplicó con muchas limitaciones y acabaron expropiándose muchas menos hectáreas de las previstas y asentando muchos menos campesinos. Como causas de este fracaso cabría citar la complejidad técnica de la propia ley, la lentitud y las dificultades burocráticas de su aplicación, la falta de presupuesto destinado por el gobierno a las indemnizaciones, y finalmente, la resistencia de los propietarios, que recurrieron a todo tipo de medios para esquivar la ley. La aplicación de la reforma agraria tuvo consecuencias sociales importantes. Por un lado, los propietarios mostraron su descontento y mantuvieron a menudo una actitud desafiante frente a los campesinos. Además, la mayoría de los propietarios agrícolas se aliaron con los enemigos del régimen y esto favorecíó la uníón de las fuerzas conservadoras en su oposición a las reformas republicanas. Por otro lado, los campesinos quedaron decepcionados y, viendo frustradas las esperanzas depositadas en la República, se orientaron hacia posturas más revolucionarias. LA REFORMA DEL ESTADO CENTRALISTA. LAS AUTONOMÍA
La configuración de un Estado que permitiera a las regiones con sentimientos nacionalistas tener una organización propia y acceder a la autonomía era una cuestión pendiente en la vida política española y un derecho que había quedado reconocido en la Constitución de 1931. En Cataluña, el 14 de Abril Francesc Macià, presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, había proclamado la República catalana dentro de la Federación Ibérica, que quedó anulada tras las negociaciones llevadas a cabo con el gobierno provisional. Éste reconocíó un gobierno autonómico (la Generalitat) y una comisión quedó encargada de redactar un estatuto (Estatuto de Nuria) que fue aprobado en referéndum popular con un 99% de votos afirmativos. En Agosto de 1931 fue presentado a las Cortes para su discusión y el proyecto contó con la virulenta oposición de la derecha y con las reticencias de algunos sectores republicanos, que retrasaron así su aprobación. Finalmente, en 1932 fue aprobado un estatuto para Cataluña. El régimen autonómico catalán contaba con un gobierno y un parlamento propios con competencias en materia económica, social, educativa y cultural, y se reconocía la cooficialidad del catalán. Las primeras elecciones legislativas al Parlamento catalán dieron la victoria a ERC y Macià fue elegido presidente de la Generalitat. En el País Vasco, nacionalistas del PNV y carlistas aprobaron en Junio de 1931 un proyecto de estatuto (Estatuto de Estella) que tenía un carácter partidista y tradicionalista. Este proyecto contó con la oposición del republicanismo de izquierda y de los socialistas por considerarlo en exceso confesional, escasamente democrático e incompatible con la constitución, con lo cual su aprobación se retrasó indefinidamente. A partir de 1934, los carlistas se alinearon con las fuerzas monárquicas antiautonomistas, mientras la nueva dirección del PNV propició un acercamiento a las fuerzas republicanas. Esto facilitó que en Octubre del 36, ya iniciada la guerra, se aprobara un estatuto, fruto de un consenso político entre nacionalistas, republicanos y socialistas, y con un carácter claramente democrático. José Antonio Aguirre, principal dirigente del PNV, fue elegido primer Lendakari.
En Galicia, la conciencia nacionalista era menos acusada y el nacionalismo gallego distaba mucho de ser hegemónico. Así, el proceso estatutario fue mucho más lento y el 28 de Junio de 1936 se plebiscitó un proyecto de estatuto que no llegó nunca a ser aprobado por las Cortes debido al estallido de la Guerra Civil. REFORMAS SOCIALES Y EDUCATIVAS El socialista Largo Caballero propició desde el Ministerio de Trabajo una serie de reformas destinadas a mejorar las condiciones laborales. Se aprobó la “Ley de contratos de trabajo”, que regulaba la negociación colectiva, y la de “Jurados Mixtos” a los que reconocía el poder de arbitraje vinculante en caso de desacuerdo.También promovíó la creación de seguros sociales, redujo la jornada laboral de los campesinos y reforzó el papel de los sindicatos agrícolas en la contratación de tareas del campo. Todas estas medidas provocaron la irritación de las organizaciones patronales, que se opusieron a su promulgación y consiguieron frenar algunos proyectos. Otra reforma importante fue la de la enseñanza, cuyo objetivo primordial era promover una educación liberal y laica y hacer del Estado el garante del derecho a la educación extendido a toda la población. Se crearon 10.000 nuevas escuelas y 7.000 nuevas plazas para maestros, mientras el presupuesto de educación se incrementó en un 50%. Se intentó acabar con la hegemonía de la enseñanza religiosa y se adoptó un modelo de escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita. El interés por promover el desarrollo cultural de la población llevó a la creación de las Misiones Pedagógicas, encaminadas a difundir la cultura en las zonas rurales (bibliotecas, cine, conferencias…). ADVERSARIOS DEL REFORMISMO Y CONFLICTIVIDAD SOCIAL LA REORGANIZACIÓN DE LAS DERECHAS Se crearon nuevas organizaciones como Acción Española, un núcleo intelectual (Pemán, Maeztu…), cuya misión era armar ideológicamente a la derecha y además presentar a la monarquía tradicional como la única defensa frente a una revolución social. En 1932 se creó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), el partido de la derecha católica tradicional, dirigido por Gil Robles. Los alfonsinos fundaron Renovación Española, partido liderado por Calvo Sotelo, que defendía abiertamente la necesidad de un Golpe de Estado. Por su lado, los carlistas se agrupaban en la Comunión Tradicionalista y llegaron a un acuerdo electoral con los alfonsinos con el propósito de unir las fuerzas monárquicas. Grupúsculos de corte nacionalsocialista y fascista crearon las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), unidas más adelante a Falange Española, partido fundado y dirigido por José Antonio Primo de Rivera, el hijo del dictador. Falange destacaba por su ideología antidemocrática, su defensa a ultranza del nacionalismo español y presentaba un programa inspirado en el fascismo italiano. Defendían la formación de grupos paramilitares de acción directa, dispuestos a enfrentarse con los militantes de izquierda. Algunos sectores del ejército pretendieron recoger el descontento generado entre los grupos más conservadores de la sociedad por la concesión de la autonomía a Cataluña, la reforma religiosa y la reforma del ejército, así como la alarma social creada por las huelgas y desórdenes públicos. En 1932, el general Sanjurjo protagonizó un Golpe de Estado con la pretensión de forzar el viraje de la República a la derecha, pero fracasó. En 1933 se creó la UME (Uníón Militar Española) como una organización clandestina de militares derechistas y antirreformistas, que tendría una activa participación en el Golpe de Estado de 1936.
OBRERISMO Y CONFLICTIVIDAD SOCIAL
La CNT vio en la experiencia republicana la ocasión idónea para propiciar la revolución y fomentó la conflictividad laboral (huelgas generales), la insurrección campesina …A su vez, la Federación de Trabajadores de la Tierra, vinculada a UGT, se desplazó también hacia posiciones más radicales. El Partido Comunista también aumentó su afiliación y José Díaz se convirtió en secretario general. Las huelgas, las insurrecciones y las ocupaciones de tierra fueron en aumento progresivo. Los anarquistas propiciaron una sublevación de mineros en el Alto Llobregat y otra de campesinos en Casas Viejas (Andalucía). A lo largo de 1933 se fue haciendo cada vez más evidente la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del gobierno, que fue perdiendo la confianza de una parte de las clases medias y se vio desacreditado como consecuencia de las duras medidas policiales adoptadas para controlar el orden público y mantener la legalidad vigente. En estas condiciones, Azaña dimitíó y el presidente de la República disolvíó las Cortes, convocando elecciones para Noviembre de 1933. EL BIENIO CONSERVADOR (1933-1936) Las elecciones dieron la victoria a los partidos de centro-derecha. Los gobiernos se estructuraron alrededor de dos fuerzas políticas, el Partido Radical de Lerroux, y la CEDA liderado por Gil Robles. LA PARALIZACIÓN DE LAS REFORMAS El nuevo gobierno presidido por Lerroux inició su mandato con la paralización de buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo se frenó la reforma agraria, se fijó la devolución de tierras a la nobleza, se anuló la cesión temporal de tierras mal cultivadas a los campesinos de Extremadura y se concedíó total libertad de contratación, lo que supuso una tendencia a la baja de los salarios de los jornaleros. Los campesinos respondieron con numerosas huelgas. La cuestión agrícola enfrentó al gobierno central con la Generalitat de Cataluña, que seguía en manos de los republicanos de izquierda, a raíz de la promulgación de la “Ley de contratos de cultivo”. Esta ley permitía a los campesinos arrendatarios de las viñas (rabasaires) acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban, pagando a los propietarios unos precios tasados. El gobierno central también se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar la discusión en el Parlamento del proyecto de estatuto impulsado por el PNV. Por otro lado, se quiso contrarrestar la reforma religiosa mediante la dotación de un presupuesto para culto y clero, y el intento de firma de un concordato con la Santa Sede. También se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo en el 32 y para los colaboradores con la dictadura de Primo de Rivera. Por el contrario, la reforma militar siguió vigente, así como los cambios promovidos en materia de educación, aunque se redujo el presupuesto. El viraje conservador y la obstrucción a la obra reformista llevada a cabo por la coalición republicano-socialista en el bienio anterior tuvieron como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT. El enfrentamiento con las fuerzas nacionalistas de Cataluña y del País Vasco, así como la radicalización de los socialistas y la proliferación de huelgas y conflictos, llevó a la CEDA a endurecer su posición y a reclamar una acción más contundente en materia de orden público, exigiendo participar directamente en el gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. Lerroux accedíó a estas peticiones y otorgó tres carteras ministeriales a la CEDA.
LA REVOLUCIÓN DE Octubre DE 1934 La entrada de miembros de la CEDA en el gobierno fue interpretada por las fuerzas de izquierda como un camino abierto hacia el fascismo y la reacción no se hizo esperar. Al dia siguiente de la formación del nuevo gobierno, se produjeron huelgas generales en las grandes ciudades. Este movimiento fracasó por la falta de coordinación y por la contundente respuesta del gobierno que decretó el estado de guerra. A pesar de ello, los acontecimientos adquirieron una especial relevancia en Asturias y Cataluña. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social, fruto del acuerdo previo entre anarquistas, socialistas y comunistas. Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos de la cuenca minera, tomaron gran parte de los cuarteles de la Guardia Civil y sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios que asumieron el abastecimiento de alimentos, los transportes y el suministro de agua y electricidad. El gobierno mandó al Principado, desde África, a la Legión bajo el mando del general Franco. La resistencia asturiana se prolongó durante unos diez días, pero finalmente todos los núcleos insurrectos fueron derrotados. El balance del conflicto fue muy cruento. El elevado número de bajas entre los mineros se debe a la serie de ejecuciones sumarias ordenadas por los generales responsables y a la durísima represión desencadenada tras el levantamiento. En Cataluña, el presidente de la Generalitat, Lluis Companys proclamó la República catalana dentro de la República federal española. Al mismo tiempo, una alianza de fuerzas obreras organizaba una huelga general. La negativa de la CNT, que era la fuerza mayoritaria, a participar en la huelga y la escasa participación ciudadana hicieron fracasar el movimiento insurreccional. En Cataluña la revuelta tuvo un carácter más político, ya que Companys quería obligar al gobierno central a negociar, en un momento en que la autonomía se veía en peligro como consecuencia de la paralización sufrida en el traspaso de las competencias autonómicas. La rebelión fue rápidamente sofocada con la declaración del estado de guerra y con la ocupación del palacio de la Generalitat por el ejército al mando del general Batet. La represión tampoco se hizo esperar y el gobierno de la Generalitat y el pleno del ayuntamiento de Barcelona fueron encarcelados. En total hubo más de 3.500 detenidos, se suspendíó la autonomía catalana y la presidencia de la Generalitat quedó en manos de un militar.
LA CRISIS DEL SEGUNDO BIENIO Las consecuencias de la revolución de Octubre fueron notables. La influencia de la CEDA en el gobierno aumentó. La CEDA se mostró partidaria de aplicar las condenas con rigor y de proceder a una reorientación más dura de la política del gobierno. Se suspendíó el Estatuto de Autonomía de Cataluña, se devolvieron las propiedades a los jesuitas y se nombró a Gil Robles Ministro de la Guerra y a Franco, Jefe de Estado Mayor. En otoño de 1935 se inició una crisis de gobierno.En esa crisis influyeron, en primer lugar, la falta de entendimiento entre el presidente de la República y Lerroux, a quien no se le concedió la cuestión de confianza que había planteado, con lo que Alcalá Zamora aprovechó la ocasión para encargar la formación de un nuevo gobierno a Chaparreta, un republicano moderado. En segundo lugar, el Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción. Estos asuntos agravaron las diferencias en el interior de la coalición gobernante, entre radicales y cedistas, al mismo tiempo que desprestigiaron a los radicales como opción de gobierno. Gil Robles intentó que se le nombrara presidente del gobierno para poder aplicar sin trabas el programa de su partido. Pero Alcalá Zamora se negó y decidió convocar nuevas elecciones para Febrero de 1936.
LAS ELECCIONES DE Febrero DE 1936 En las elecciones se formaron dos bloques claramente antagónicos. Los partidos de izquierda (republicanos, socialistas y comunistas) se agruparon en el Frente Popular, una coalición electoral basada en un programa común que defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados de Octubre, la reintegración en cargos y puestos de trabajo para los represaliados por razones políticas y la aplicación de la legislación reformista suspendida por la coalición radical-cedista. Los partidos de derecha se coaligaron en el Bloque Nacional, constituido por la CEDA, los monárquicos y los tradicionalistas. EL TRIUNFO DEL FRENTE POPULAR El triunfo electoral comportó la reorganización de la República. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República, y Casares Quiroga presidente del ejecutivo. El gobierno puso rápidamente en marcha el programa pactado en la coalición electoral. Se decretó una amnistía (fueron excarcelados unos 30.000 presos políticos) y se obligó a las empresas a readmitir a muchos obreros despedidos a raíz de las huelgas de Octubre de 1934. El Gobierno de la Generalitat volvíó de nuevo al poder y se restablecíó el Estatuto de Autonomía, mientras se iniciaban las negociaciones para la aprobación de un estatuto para el País Vasco y otro para Galicia. El nuevo gobierno reanudó el proceso reformista: presentó un proyecto para la devolución de los bienes comunales a los municipios y se reanudaron los asentamientos de campesinos. Para frenar los rumores golpistas apartó del poder a algunos de los generales más proclives al golpismo y los trasladó a otros destinos (Franco a Canarias y Mola a Navarra). El triunfo de las izquierdas trajo consigo una intensa movilización popular que creó un clima de tensión social. En las ciudades se convocaron huelgas; en el campo, los jornaleros se adelantaban a la legislación y ocupaban las tierras. Los sindicatos y partidos de izquierda radicalizaron sus posiciones: los anarquistas defendían la revolución, mientras un sector del socialismo, encabezado por Largo Caballero, también se orientaba hacia soluciones radicales, aproximando sus posturas a las del Partido Comunista. Entre la derecha, Falange Española asumíó un fuerte protagonismo y fomentó un clima de enfrentamiento civil y de crispación política. Fue el partido que recurríó de manera más decisiva a la violencia callejera; grupos de falangistas formaron patrullas uniformadas y armadas que iniciaron acciones violentas contra los líderes izquierdistas. Entre los sectores más conservadores de la sociedad empezó a tomar cuerpo la idea de que el recurso al Golpe de Estado militar era la única solución. LA PREPARACIÓN DEL Golpe de Estado Ya la misma noche de las elecciones de Febrero de 1936, el general Franco intentó la declaración del estado de guerra, y en Marzo, un grupo de generales (Mola, Goded, Saliquet, Varela…) acordó un “alzamiento que restableciese el orden”, que contó con el apoyo de los militares de la UME. En los primeros momentos, la conspiración tuvo escasa fuerza y mala organización hasta que el asunto fue tomado en sus manos por el general Emilio Mola, que fue el verdadero jefe del Golpe de Estado hasta Julio de 1936.Su plan consistía en la organización de un pronunciamiento simultáneo en todas las guarniciones militares posibles, siendo consideradas clave las de Madrid y Barcelona, y como reserva especial el ejército de África, el mejor preparado de todos, cuyo mando se reservaba al general Franco. Mola entendía que el jefe supremo de la sublevación sería el general Sanjurjo, el sublevado y condenado en 1932, respetado por todos los altos mandos, que vivía exiliado en Portugal. ¿Cuáles eran los planes de los conspiradores una vez triunfado el golpe?.El General Mola pretendía establecer una Dictadura militar, que él llamó “dictadura republicana”, que eliminaría lo que se creía peligro de revolución al triunfar el Frente Popular, para volver tras un tiempo a otra situación que no estaba claro si sería la República o la Monarquía. Los de la CEDA deseaban la vuelta a la monarquía alfonsina; los fascistas y falangistas un régimen a la italiana; y los carlistas, la instauración de la “monarquía tradicional”.
Las dificultades negociadoras entre Mola y los carlistas se vieron de pronto suavizadas cuando ocurríó en Madrid el asesinato del dirigente monárquico José Calvo Sotelo el dia 14 de Julio, como respuesta al asesinato anterior del teniente Castillo, que colaboraba con las milicias de izquierda. Pero el asesinato de Calvo Sotelo no fue en modo alguno determinante de la sublevación, que ya estaba decidida. La sublevación se inició en Marruecos el dia 17 de Julio y al dia siguiente se extendíó a toda la Península. Se iniciaba de este modo una Guerra Civil que se prolongaría durante tres largos años. LA Guerra Civil
INTRODUCCIÓN El intento de establecer un régimen democrático en España, la II República (1931-1936), que realizara las reformas políticas, sociales y culturales que necesitaba el país fracasó debido a la oposición de las clases dominantes, que pretendían mantener sus privilegios, y a un contexto internacional desfavorable (crisis de 1929, auge del fascismo y del comunismo frente a la democracia), problemas que explican una degradación de la convivencia política y social cuya consecuencia será el estallido de la Guerra Civil en 1936. Ésta ha sido objeto de muy variadas interpretaciones por la visión maniquea del conflicto, destacando las que la consideran como un producto de la lucha de clases y las que lo hacen en el marco del enfrentamiento entre democracia y fascismo, es decir, como un prólogo de la II Guerra Mundial. LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DE LA GUERRA Del Golpe Militar a la Guerra Civil Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936, el Ejército y las fuerzas políticas de derecha se deciden por un Golpe de Estado que acabara con las reformas republicanas de manera definitiva. El General Mola, director del golpe desde Navarra, desechó cualquier acción inmediata sobre Madrid y preparó una sublevación militar simultánea en diferentes guarniciones adictas (Mola en Navarra, Franco en Canarias-Marruecos, Goded en Baleares y Queipo de Llano en Sevilla), pretendiendo un golpe rápido. La sublevación se inicia en Marruecos el 17 de Julio de 1936, extendíéndose a la Península el día siguiente. Es apoyada en las regiones de ideología predominantemente conservadora (Navarra, Castilla-León y Galicia) y también domina las principales ciudades de Andalucía occidental y Zaragoza, ya que las autoridades republicanas se negaron en ellas a armar a las milicias obreras. Por el contrario, fracasa en la Cornisa Cantábrica, Levante y Madrid por la acción de las masas obreras, en estos casos armadas por las autoridades republicanas, y la lealtad de las fuerzas de orden público. Lo que se inicia como un Golpe de Estado se convierte en una Guerra Civil. Dimensión Internacional de la Guerra Desde los primeros momentos la guerra tomó un carácter internacional: el gobierno republicano solicitó la ayuda de las potencias democráticas, Francia y Gran Bretaña; y los sublevados la de las fascistas, Alemania, Italia y Portugal. Ni Francia ni Gran Bretaña apoyaron a la República ante el temor al desencadenamiento de un conflicto mundial (política de apaciguamiento con respecto a la Alemania nazi) y por el matiz revolucionario del Frente Popular. Ante ello, optaron por una política de neutralidad, firmando en Agosto de 1936 con Alemania, Italia y la URSS el Comité de No Intervención. Desde el primer momento, las potencias fascistas hicieron caso omiso del acuerdo, como haría luego la URSS, lo que dejó en desventaja al bando republicano.
La ayuda recibida por la República se limitó a la del México presidido por Lázaro Cárdenas, poco efectiva por su lejanía, y la de la URSS, que envió gran cantidad de armamento y una valiosa asistencia técnica y logística a cambio de las reservas de oro del Banco de España y de un aumento de su influencia política y del PCE. Además, se formaron las Brigadas Internacionales, nutridas de voluntarios europeos y norteamericanos, sobre todo comunistas. Contaron con unos 60.000 miembros que influyeron positivamente en la moral republicana pero fueron muy diezmadas, disolvíéndose a finales de 1938. La ayuda recibida por los sublevados fue bastante mayor, contando con la ayuda económica y militar (soldados y armamento) de la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler y el Portugal de Oliveira Salazar. Esta ventaja internacional es una de las claves para entender el triunfo franquista en la Guerra Civil. DESARROLLO MILITAR DE LA Guerra Civil La Guerra de Columnas (Julio-Noviembre de 1936) El objetivo de los sublevados fue la ocupación de Madrid a través del traspaso del ejército de Marruecos, dirigido por Franco, a la Península. La operación, llevada a cabo por la aviación alemana, fue facilitada por el desorden en el bando republicano, que carece de un verdadero ejército regular: milicias populares formadas por militantes de partidos y sindicatos de izquierda, indisciplinadas e ineficaces ante un enemigo organizado. La victoria se escapa a los rebeldes por la falta de apoyo de Mola desde Navarra, por el paso lento por el estrecho y por la táctica de Franco de realizar un avance lento que fuera asegurando la retaguardia con una feroz represión. Franco ocupa Andalucía occidental, Extremadura y libera el alcázar de Toledo, mientras que los generales republicanos Miaja y Rojo organizan la defensa de la capital. Guerra Total (Noviembre 1936-Enero 1939) Esta etapa se caracteriza por la ayuda exterior a ambos bandos y el paso a las grandes ofensivas y contraofensivas. La guerra adquiere un carácter moderno (aviación, carros de combate, guerra total, guerra psicológica) como precedente de la II Guerra Mundial. Grandes operaciones militares: Ofensiva de Franco sobre Madrid (Noviembre de 1936-Marzo de 1937): fracasa en las batallas del Jarama y Guadalajara. Ocupación franquista de Málaga Ofensiva del Norte (Mayo-Octubre de 1937): ocupación de la Cornisa Cantábrica, frente a la que fracasa la contraofensiva republicana en Brunete. Ofensiva del Mediterráneo (Octubre de 1937-Enero de 1939): tras la ocupación republicana de Teruel, Franco realiza una contraofensiva que llega a Castellón, dividiendo así la zona republicana en dos. La contraofensiva republicana de verano de 1938 en la batalla del Ebro fracasa, lo que provoca la caída de Cataluña en Enero de 1939. El final de la Guerra (Enero-Abril 1939)
Tras la pérdida de Cataluña, el bando republicano pierde toda esperanza de continuar la guerra. En Madrid se forma una Junta de Defensa presidida por el coronel Casado cuya misión sería negociar una rendición honrosa, pero Franco impone la rendición incondicional. Los frentes se desmoronan y el 1 de Abril de 1939 Franco emite su último parte de guerra. EVOLUCIÓN INTERNA DE CADA BANDO La evolución de la zona republicana Se pueden distinguir cuatro grandes etapas:
Caos inicial y gobierno de Giral (Julio-Septiembre de 1936): dimisión de Santiago Casares Quiroga por negarse a entregar armas a los militantes de izquierdas para hacer frente al golpe, a lo que sí accede el nuevo gobierno de Giral; se derrumban las instituciones y el Estado desaparece a favor de comités sindicales que toman medidas revolucionarias (represión contra los militares sublevados y los que se consideraban sus apoyos sociales -Iglesia, clases altas, políticos de derechas-, colectivización de tierra, comercios e industrias, control del mercado), sobre todo en las zonas de dominio anarquista (Cataluña, Levante y Aragón). Gobierno de Francisco Largo Caballero (Septiembre de 1936-Mayo de 1937): recuperación de la autoridad estatal a través de la formación de un nuevo gobierno, que incluía a todos los partidos y sindicatos de izquierda (incluida la CNT) y se traslada a Valencia, al restablecimiento de la administración estatal (desaparición de los comités y recuperación de gobiernos civiles, municipios, gobiernos regionales) y de la conversión de las milicias populares en un ejército regular (Ejército Popular). Enfrentamientos entre los grupos que defendían la revolución (CNT-FAI, POUM) y los que defendían que primero había que ganar la guerra, lo que dependía de un mantenimiento del régimen republicano para conseguir ayuda de las democracias europeas (PCE y republicanos). Ambas corrientes se enfrentan militarmente en los sucesos de Mayo de 1937 en Barcelona, lo que provoca la caída del gobierno. Gobierno de Juan Negrín (Mayo de 1937-Marzo de 1939): se refuerza aún más la autoridad gubernamental con el apoyo de los comunistas, cuya influencia crece de manera destacada (desarticulación del Consejo de Aragón, eliminación de colectividades, represión contra el POUM, salida de los anarquistas del gobierno). Defensa de la resistencia a ultranza esperando que se desencadenara un conflicto internacional entre las potencias democráticas y fascistas como única salvación para la República (programa de los “Trece puntos de Negrín”). Junta de Defensa (Marzo de 1939): ante la creciente influencia comunista y la consideración de que cualquier resistencia era inútil, el coronel Casado da un Golpe de Estado contra el gobierno de Negrín con apoyo de parte de los socialistas, los anarquistas y los republicanos e inicia las conversaciones de paz con Franco, que exige la rendición incondicional, como hemos visto. La evolución de la España franquista Aunque Mola era el director del golpe militar y éste debía ser luego comandado por Sanjurjo, ambos mueren en sendos accidentes de aviación, lo que deja a Franco como líder indiscutido del golpe. Régimen militar férreo: represión brutal, indiscriminada y dirigida por el Estado. Todos los poderes recaen en la Junta de Defensa Nacional, que nombra a Franco jefe del Estado y generalísimo de los ejércitos el 1 de Septiembre de 1936. Frente a los problemas internos de los republicanos, en el bando franquista predominó la unidad: Franco acaba con la rivalidad entre tradicionalistas y falangistas mediante el Decreto de Unificación de Abril de 1937 que crea un partido único (FET de las JONS). Ese mismo año consigue el apoyo oficial de la Iglesia católica mediante una carta pastoral colectiva del episcopado español que da a la guerra el carácter de Cruzada. En Enero de 1938 Franco forma su primer gobierno y adopta el título de Caudillo.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA Demográficas: elevado número de muertos: 160.000 en operaciones militares, 129.000 por la represión de ambos bandos y 169.000 por diversas penalidades (bombardeos, enfermedades, hambre). A ello hemos de unir el exilio de casi medio millón de republicanos, la fuerte represión que sigue aplicando el régimen y el descenso de la natalidad durante el conflicto. Económicas: fuerte crisis económica por el descenso demográfico ya visto y la destrucción de infraestructuras durante el conflicto. Políticas: la victoria de Franco supuso el establecimiento de una dictadura militar próxima al fascismo. CONCLUSIONES El bando franquista vence en la Guerra Civil gracias al apoyo de las potencias fascistas (Alemania, Italia y Portugal) frente a la no intervención de las democracias occidentales y la condicionada ayuda soviética y gracias también a su unidad frente a la conflictividad interna que sufre el bando republicano durante todo el conflicto. La victoria de Franco no supuso la paz entre los dos bandos, establecíéndose un régimen dictatorial que gobernará el país durante casi 40 años, durante los cuales los vencidos sufren la represión, la marginación y el exilio.
PURITANISMO IDEOLÓGICO Y CONTROL SOCIAL
El franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana, en los comportamientos culturales y religiosos y en el marco político de la juventud y de la mujer. Por lo pronto, se produjo una vuelta al campo de la población. No sólo porque las difíciles condiciones económicas para poder vivir en la ciudad (falta de abastecimientos alimenticios, vivienda, trabajo…) promovieron la búsqueda de una vida mejor en el medio rural; sino también porque el propio régimen se ocupó de ensalzar doctrinalmente las virtudes de la vida sencilla del campo frente a los peligros de la ciudad. Se crearon organizaciones e instituciones de encuadramiento político e ideológico. La organización juvenil fue el Frente de Juventudes, de pertenencia obligatoria, que organizaba campamentos, concentraciones y ciclos educativos de formación política. La rama femenina del Movimiento era la Sección Femenina de FET de las JONS, también de afiliación obligatoria, se encargaba de organizar un Servicio Social que las mujeres debían hacer. El régimen introdujo en la enseñanza clases obligatorias de Formación Política en las que se expónían los principios más básicos de la doctrina falangista, eran impartidas por miembros de Falange. De la misma manera, la influencia de la Iglesia fue decisiva para que el catecismo cristiano y la rancia moral, inspirada en el jesuitismo, fueran de nuevo impuestos frente a cualquier libertad de conciencia. El convencimiento profundo que el NacionalCatolicismo tenía de que los males del país se debieron siempre a la libertad de conciencia, al liberalismo y a la falta de una dirección paternalista de la sociedad, hizo que todos los factores de la vida pública y privada se pretendieran dirigir desde el Estado y el Movimiento Nacional. EL RÉGIMEN Y LA POLÍTICA INTERNACIONAL LA ETAPA DE LA Guerra Mundial Al desencadenarse el conflicto mundial, España se declaró neutral, aunque su situación estratégica era de gran importancia para ambos contendientes. Franco sabía que el país no estaba en condiciones de participar en una nueva guerra. Pero la afinidad con el bando que entonces se supónía que sería el vencedor y la oportunidad de obtener ventajas para España y para el régimen empezaron a cobrar una mayor importancia. Las potencias del Eje sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto y ejercieron presión para que se produjese. En relación con estas posibilidades, Franco mantuvo sendas entrevistas fuera de España con los dos grandes dictadores: en Hendaya con Hitler, y en Bordighera con Mussolini. Franco pensaba en la posibilidad de crear un nuevo Imperio en África, sobre la base de las posesiones francesas, y obtener otras ventajas en Europa, incluida la recuperación de Gibraltar. Pero Franco exigíó a Hitler y Mussolini grandes compensaciones, de tipo económico, de apoyo a la expansión territorial y de armamento, que hicieron pensar a Hitler que el precio exigido era demasiado alto en comparación con las ventajas que se podían obtener. La entrada de España en la guerra no se produjo, aunque se cambió el estatuto español de país neutral por el de no beligerante en 1941. Tropas españolas ocuparon la ciudad de Tánger y España envió al frente de Rusia una división de voluntarios para combatir junto a las tropas alemanas una vez invadida la Uníón Soviética. Esa unidad fue conocida como División Azul. Cuando, en 1943, la guerra parecía volverse desfavorable para las potencias del Eje, España abandonó la no-beligerancia para volver a la neutralidad. Las fluctuaciones de la guerra hicieron que el régimen tuviese también que cuidar sus relaciones con el bando de los aliados, de quienes España recibía ayuda en alimentos y petróleo.
Rápidamente surgieron los estraperlistas y el mercado negro, en el cual las transacciones se hacían al margen de la ley. En muchos casos, sus precios duplicaron o triplicaron los del mercado oficial. En el caso del aceite y el trigo, un tercio de todo lo producido fue comercializado a través de estos procedimientos ilegales. La escasez energética fue también uno de los símbolos de la penuria económica. Hasta mediados de los 50, carbón y petróleo estuvieron racionados y hasta 1954 hubo restricciones eléctricas. LOS EJES DE LA AUTARQUÍA El régimen pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento exterior y de la sustitución del mercado por la intervención generalizada de la Administración. La autarquía tuvo dos grandes ejes de actuación. El primero fue la reglamentación de las relaciones económicas con el exterior. Importaciones y exportaciones pasaron a estar completamente intervenidas, siendo necesario contar con una autorización administrativa para realizarlas. El segundo fue el fomento industrial, orientado hacia las actividades de interés militar. El principal objetivo fue alcanzar un poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. La actuación se orientó a impulsar las industrias de bienes de equipo, que recibieron una importante y continuada ayuda pública, lo cual generó un gran gasto público. En 1941, se fundó el elemento fundamental de esta política industrial:el Instituto Nacional de Industria. El INI, un conglomerado de empresas públicas, intentó producir el máximo posible, con independencia de los costes, y en el mayor número de sectores, al margen de que existiesen las condiciones favorables para desarrollar las actividades propuestas. En estos primeros años fue cuando se constituyeron las principales empresas nacionales (Iberia, ENDESA, SEAT). LA OPOSICIÓN: EXILIO, REPRESIÓN Y RESISTENCIA LA TRAYECTORIA DEL EXILIO En la fase final de la Guerra Civil abandonaron España por los Pirineos, hacia Francia, o por algunos puertos mediterráneos hacia el norte de África, algo más de 400.000 personas comprometidas con la República.
La emigración española a América es uno de los episodios más notables de la posguerra. Hubo algunas célebres expediciones de emigrantes, como las que transportaron los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que fueron, sobre todo, a México, el país que acogíó a un mayor número de españoles gracias a su presidente Lázaro Cárdenas. La emigración en México produjo un gran impacto en aquel país, pues en ella figuraban importantes escritores e intelectuales, muchos de los políticos más representativos de la República y numerosos profesionales cualificados. En Francia se establecíó igualmente una importante colonia de emigrados españoles, especialmente en las ciudades del sur. Muchos de ellos eran también dirigentes políticos republicanos. Las penalidades de estos emigrados, llevados al principio a campos de concentración (Argelès) fueron inmensas. Bastantes de estos emigrados contribuyeron a la resistencia francesa contra los nazis. En Francia acabaron su vida algunas de las más ilustres figuras de la República española: Manuel Azaña, Largo Caballero o Antonio Machado
Sin embargo, las ayudas económicas recibidas entre 1953 y 1956 no consiguieron salvar la angustiosa situación económica y en la calle empezaron a surgir los primeros síntomas de descontento. Las dificultades potenciaron los primeros movimientos de protesta y tras la crisis política de 1956, en la que hubo huelgas y disturbios en medios laborales y en la Universidad, se empezó a hacer evidente la necesidad de un cambio político más profundo. Fue entonces cuando comenzaron a llegar al gobierno hombres procedentes de la institución católica del Opus Dei. En la remodelación del gobierno de 1957 entraron como ministros los primeros tecnócratas del Opus Dei, Navarro Rubio y Ullastres. La política del régimen iba a experimentar un sensible cambio, que sin alterar para nada sus bases dictatoriales y profundamente antidemocrátas iniciaría una reorientación de la política económica basada en el abandono de la autarquía.
EL FRANQUISMO (1939-1959) LA CONSOLIDACIÓN DEL NUEVO ESTADO UN RÉGIMEN CON “LEYES FUNDAMENTALES” El nuevo régimen político se establecíó como sistema totalitario, sin constitución y sin libertades democráticas, y en el cual todos los poderes se concentraban en la figura del Jefe de Estado, el general Franco. Se organizó un modelo político basado en la existencia de un partido único, FET y de las JONS, que tenía a su frente a un jefe del partido y del gobierno, dotado con el título de Caudillo y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. La voluntad dictatorial quedó bien patente a partir del desmantelamiento de todas las instituciones de la época republicana. Se suprimíó la Constitución de 1931 y con ella todas las garantías individuales y colectivas, se prohibieron todos los partidos políticos y las organizaciones sindicales y se abolieron los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco, a la vez que se prohibía toda manifestación de tipo nacionalista (lengua, partidos…) Este régimen pretendíó basarse en la promulgación de una serie de Leyes Fundamentales ya que en la España franquista no hubo nada semejante a una Constitución, al carecer de cualquier legitimación democrática. Este proceso de establecer unas leyes políticas básicas fue tan largo, que no concluyó hasta 1967 con la promulgación de la Ley Orgánica del Estado. Las seis Leyes Fundamentales promulgas por el régimen fueron el Fuero del Trabajo (1938), el Fuero de los Españoles (1945), la Ley Constitutiva de las Cortes (1942), la Ley de Referéndum Nacional (1945), la Ley de Sucesión (1947) y la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958). LA ESTRUCTURA DEL NUEVO ESTADO Franco era Jefe del Estado y del Partido y como tal era Jefe del Gobierno, presidía el Consejo Nacional y nombraba al presidente de su Junta Política, a la vez que gozaba de poderes excepcionales para promulgar leyes en casos de urgencia. Además, los estatutos de FET y de las JONS establecían que “El Jefe responde ante Dios y ante la Historia”, lo que daba al Caudillo un poder prácticamente absoluto. La estructura política y la doctrina que sustentaban el Estado franquista fueron llamadas el Movimiento Nacional. Otro gran poder del Estado fueron los Sindicatos Verticales, llamados después Organización Sindical, que dependían de un secretario general con rango de ministro. La Ley de Unidad Sindical establecía que empresarios y trabajadores se integrarían en un mismo sindicato por ramas de producción, llamado cada uno de ellos Sindicato Vertical. El Estado controlaba todo el sistema y la afiliación a los sindicatos era obligatoria. La estructura se completó con el establecimiento de unas Cortes. Todos los representantes en Cortes, o procuradores, eran designados por el poder y entre ellos se encontraban los ministros, los miembros del Consejo Nacional de FET y de las JONS y de la Organización Sindical. En el plano territorial, el poder del gobierno se transmitía mediante los Gobernadores Civiles de cada provincia, que además eran Jefes Provinciales del Movimiento. En cada provincia se instituyó también un Gobernador militar. También se restablecíó la estructura militar de las Capitánías Generales, que había suprimido la República. PURITANISMO IDEOLÓGICO Y CONTROL SOCIAL El franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana, en los comportamientos culturales y religiosos y en el marco político de la juventud y de la mujer.
Por lo pronto, se produjo una vuelta al campo de la población. No sólo porque las difíciles condiciones económicas para poder vivir en la ciudad (falta de abastecimientos alimenticios, vivienda, trabajo…) promovieron la búsqueda de una vida mejor en el medio rural; sino también porque el propio régimen se ocupó de ensalzar doctrinalmente las virtudes de la vida sencilla del campo frente a los peligros de la ciudad. Se crearon organizaciones e instituciones de encuadramiento político e ideológico. La organización juvenil fue el Frente de Juventudes, de pertenencia obligatoria, que organizaba campamentos, concentraciones y ciclos educativos de formación política. La rama femenina del Movimiento era la Sección Femenina de FET de las JONS, también de afiliación obligatoria, se encargaba de organizar un Servicio Social que las mujeres debían hacer. El régimen introdujo en la enseñanza clases obligatorias de Formación Política en las que se expónían los principios más básicos de la doctrina falangista, eran impartidas por miembros de Falange. De la misma manera, la influencia de la Iglesia fue decisiva para que el catecismo cristiano y la rancia moral, inspirada en el jesuitismo, fueran de nuevo impuestos frente a cualquier libertad de conciencia. El convencimiento profundo que el NacionalCatolicismo tenía de que los males del país se debieron siempre a la libertad de conciencia, al liberalismo y a la falta de una dirección paternalista de la sociedad, hizo que todos los factores de la vida pública y privada se pretendieran dirigir desde el Estado y el Movimiento Nacional. EL RÉGIMEN Y LA POLÍTICA INTERNACIONAL LA ETAPA DE LA Guerra Mundial Al desencadenarse el conflicto mundial, España se declaró neutral, aunque su situación estratégica era de gran importancia para ambos contendientes. Franco sabía que el país no estaba en condiciones de participar en una nueva guerra. Pero la afinidad con el bando que entonces se supónía que sería el vencedor y la oportunidad de obtener ventajas para España y para el régimen empezaron a cobrar una mayor importancia. Las potencias del Eje sondearon las posibilidades de integración española en el conflicto y ejercieron presión para que se produjese. En relación con estas posibilidades, Franco mantuvo sendas entrevistas fuera de España con los dos grandes dictadores: en Hendaya con Hitler, y en Bordighera con Mussolini. Franco pensaba en la posibilidad de crear un nuevo Imperio en África, sobre la base de las posesiones francesas, y obtener otras ventajas en Europa, incluida la recuperación de Gibraltar. Pero Franco exigíó a Hitler y Mussolini grandes compensaciones, de tipo económico, de apoyo a la expansión territorial y de armamento, que hicieron pensar a Hitler que el precio exigido era demasiado alto en comparación con las ventajas que se podían obtener. La entrada de España en la guerra no se produjo, aunque se cambió el estatuto español de país neutral por el de no beligerante en 1941. Tropas españolas ocuparon la ciudad de Tánger y España envió al frente de Rusia una división de voluntarios para combatir junto a las tropas alemanas una vez invadida la Uníón Soviética. Esa unidad fue conocida como División Azul. Cuando, en 1943, la guerra parecía volverse desfavorable para las potencias del Eje, España abandonó la no-beligerancia para volver a la neutralidad. Las fluctuaciones de la guerra hicieron que el régimen tuviese también que cuidar sus relaciones con el bando de los aliados, de quienes España recibía ayuda en alimentos y petróleo. Los aliados trataron siempre a Franco de forma que no facilitase su integración en el bando contrario. La propaganda a favor de Alemania disminuyó y el ministro de Asuntos Exteriores empezó a enfriar las relaciones con Alemania asegurando a los aliados la neutralidad y retirando la División Azul.
EL AISLAMIENTO DEL RÉGIMEN Una vez que estuvo clara la imposibilidad de una victoria alemana, comenzaron los peores tiempos para el régimen. Aumentaron las presiones de los aliados para que no se ayudara a Alemania y el heredero del trono español, don Juan de Borbón, arrecíó en su política de restauración monárquica y emitíó un manifiesto desde Lausana. Pero los dos mayores golpes internacionales para el régimen fueron su no admisión en la ONU y la declaración de la Conferencia de los Aliados en Postdam de que el régimen español era producto del apoyo del Eje, por lo que se propónía su derribo por medios pacíficos. Entre 1945 y 1946 el franquismo quedó aislado, mientras crecía la actividad de los medios de oposición en el exterior y se recrudecía la lucha de guerrillas en el interior. El régimen apeló a la resistencia de los ciudadanos frente a la conspiración internacional “judeo-masónica-marxista” y a la lucha contra el comunismo. En 1946 las Naciones Unidas denunciaron que el gobierno de Franco “no representaba al pueblo español por lo cual carecía de legitimidad” para su representación en órganos internacionales. Así, recomendó a todos los países que retirasen sus embajadores de España. A partir de 1947, iniciada la etapa de la Guerra Fría entre las potencias democráticas occidentales y la Uníón Soviética y sus aliados, el papel de Franco como gran adalid del anticomunismo se fue haciendo más interesante para potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña. Aunque España no fue admitida en la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) ni recibíó los beneficios del Plan Marshall, su presencia internacional comenzó a verse con mayor interés por parte de las potencias anticomunistas. AUTARQUÍA, MISERIA Y RACIONAMIENTO RACIONAMIENTO Y MERCADO NEGRO La victoria de Franco en la Guerra Civil tuvo repercusiones económicas muy negativas. A corto plazo, sumíó en el hambre y la miseria a muchos españoles. A largo plazo, las arbitrarias decisiones de las autoridades consolidaron una economía muy poco competitiva en la cual el tráfico de influencias y la corrupción fueron elementos destacados.
La lentitud de la recuperación económica estuvo directamente relacionada con la puesta en práctica de las ideas económicas de los vencedores, que sustituyeron el funcionamiento de los mercados por la fijación arbitraria de los precios y obligaron a solicitar autorizaciones para iniciar una actividad económica. La fijación de los precios por debajo de los resultantes de la oferta y demanda condujo al desabastecimiento de alimentos y a la generalización de las colas, obligando al mantenimiento del racionamiento. Los productores estaban obligados a vender la totalidad de la producción a la Administración a un precio de tasa fijado por ésta. Posteriormente, era la propia Administración la única que podía vender los productos a los consumidores a un precio también regulado. Rápidamente surgieron los estraperlistas y el mercado negro, en el cual las transacciones se hacían al margen de la ley. En muchos casos, sus precios duplicaron o triplicaron los del mercado oficial. En el caso del aceite y el trigo, un tercio de todo lo producido fue comercializado a través de estos procedimientos ilegales. La escasez energética fue también uno de los símbolos de la penuria económica. Hasta mediados de los 50, carbón y petróleo estuvieron racionados y hasta 1954 hubo restricciones eléctricas.
LOS EJES DE LA AUTARQUÍA El régimen pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento exterior y de la sustitución del mercado por la intervención generalizada de la Administración. La autarquía tuvo dos grandes ejes de actuación. El primero fue la reglamentación de las relaciones económicas con el exterior. Importaciones y exportaciones pasaron a estar completamente intervenidas, siendo necesario contar con una autorización administrativa para realizarlas. El segundo fue el fomento industrial, orientado hacia las actividades de interés militar. El principal objetivo fue alcanzar un poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. La actuación se orientó a impulsar las industrias de bienes de equipo, que recibieron una importante y continuada ayuda pública, lo cual generó un gran gasto público. En 1941, se fundó el elemento fundamental de esta política industrial:el Instituto Nacional de Industria. El INI, un conglomerado de empresas públicas, intentó producir el máximo posible, con independencia de los costes, y en el mayor número de sectores, al margen de que existiesen las condiciones favorables para desarrollar las actividades propuestas. En estos primeros años fue cuando se constituyeron las principales empresas nacionales (Iberia, ENDESA, SEAT). LA OPOSICIÓN: EXILIO, REPRESIÓN Y RESISTENCIA LA TRAYECTORIA DEL EXILIO En la fase final de la Guerra Civil abandonaron España por los Pirineos, hacia Francia, o por algunos puertos mediterráneos hacia el norte de África, algo más de 400.000 personas comprometidas con la República. La emigración española a América es uno de los episodios más notables de la posguerra. Hubo algunas célebres expediciones de emigrantes, como las que transportaron los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que fueron, sobre todo, a México, el país que acogíó a un mayor número de españoles gracias a su presidente Lázaro Cárdenas. La emigración en México produjo un gran impacto en aquel país, pues en ella figuraban importantes escritores e intelectuales, muchos de los políticos más representativos de la República y numerosos profesionales cualificados. En Francia se establecíó igualmente una importante colonia de emigrados españoles, especialmente en las ciudades del sur. Muchos de ellos eran también dirigentes políticos republicanos. Las penalidades de estos emigrados, llevados al principio a campos de concentración (Argelès) fueron inmensas. Bastantes de estos emigrados contribuyeron a la resistencia francesa contra los nazis. En Francia acabaron su vida algunas de las más ilustres figuras de la República española: Manuel Azaña, Largo Caballero o Antonio Machado. REPRESIÓN Y RESISTENCIA EN EL INTERIOR La dictadura de Franco tuvo siempre como principio la represión y destrucción de los que él creía enemigos de España. En 1939 se publicó la “Ley de Responsabilidades Políticas”, con la que el régimen pretendía ejercer esa depuración total de todas las personas que de una u otra forma habían colaborado con la República. Así, junto a los juicios militares que llevaron a la pena de muerte a muchos defensores de la República, en torno a unos 40.000, se establecieron juicios civiles por responsabilidad política, en cada provincia, que podían acabar en penas de prisión, de confiscación de bienes, de separación de sus puestos de trabajo o de destierro.
Las cárceles españolas estuvieron llenas de vencidos en la guerra y de nuevos opositores al régimen hasta bien entrados los 50. En 1963, cesaron los tribunales militares y se creó el Tribunal de Orden Público, elemento clave de la represión a partir de aquel momento. La persecución por supuestos delitos contra el Estado y la Nacíón, fue acompañada de todo el proceso de la depuración, el sistema que durante años juzgó las ideas políticas y el comportamiento de profesionales y funcionarios para aplicarles las penas correspondientes. Pero la oposición al régimen se hizo creciente, sobre todo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. No sólo comenzaron a recomponerse las organizaciones de algunos grupos políticos, como el PSOE, la UGT, el PCE o la CNT, sino que empezó una nueva forma de lucha, la de las guerrillas o maquis, que fueron auspiciadas, sobre todo, por el Partido Comunista desde Francia y que llevaron a la invasión guerrillera del Valle de Arán, en 1944. Las acciones y enfrentamientos de estos grupos guerrilleros duraron hasta 1948, pero lograron objetivos muy escasos.
LOS PRIMEROS INTENTOS DE APERTURA (1951-1956) EL PESO DE LA SITUACIÓN INTERNACIONAL Desde 1947, Estados Unidos alteró su posición frente al régimen de Franco. Cuando en 1949 estalló la primera bomba atómica soviética, la disposición de Estados Unidos a ayudar económicamente a España aumentó considerablemente. Las relaciones internacionales entraron en una fase más favorable, gracias a que España se convirtió en un fiel aliado occidental en la lucha contra el comunismo. En 1950 España fue admitida en organismos internacionales como la FAO y la UNESCO. Era el fin del aislamiento y la ONU recomendó la vuelta de los embajadores a Madrid, ingresando en las Naciones Unidas en 1955. En 1953, el régimen se había apuntado dos importantes triunfos. La firma de un nuevo Concordato con la Santa Sede, lo que afianzaba aún más la alianza con la Iglesia. Y, sobre todo, la firma de los tratados militares con los Estados Unidos, por los que España cedía bases militares en su territorio a cambio de ayuda militar y económica. UNOS TÍMIDOS CAMBIOS POLÍTICOS A remolque de las dificultades económicas derivadas de la inviabilidad de la autarquía y de la nueva situación internacional, Franco decidíó proceder a una remodelación del gobierno en 1951. El nuevo gabinete se caracterizaba por ser una combinación de falangistas y católicos, pero con un mayor peso de estos últimos, y por la introducción de personalidades no tan comprometidas con los principios más autoritarios (por ejemplo Joaquín Ruiz Giménez fue nombrado Ministro de Educación). Los falangistas siguieron manteniendo parcelas de poder del mismo modo que los militares, pero se introdujo una persona que sería clave para la continuidad del régimen, el almirante Luis Carrero Blanco. Con estos cambios, el régimen pretendía una cierta homologación internacional que le permitiese poner fin al aislamiento y conseguir algunos éxitos en política exterior. Sin embargo, las ayudas económicas recibidas entre 1953 y 1956 no consiguieron salvar la angustiosa situación económica y en la calle empezaron a surgir los primeros síntomas de descontento. Las dificultades potenciaron los primeros movimientos de protesta y tras la crisis política de 1956, en la que hubo huelgas y disturbios en medios laborales y en la Universidad, se empezó a hacer evidente la necesidad de un cambio político más profundo. Fue entonces cuando comenzaron a llegar al gobierno hombres procedentes de la institución católica del Opus Dei. En la remodelación del gobierno de 1957 entraron como ministros los primeros tecnócratas del Opus Dei, Navarro Rubio y Ullastres. La política del régimen iba a experimentar un sensible cambio, que sin alterar para nada sus bases dictatoriales y profundamente antidemocrátas iniciaría una reorientación de la política económica basada en el abandono de la autarquía.
EL FRANQUISMO (1959-1975) LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL RÉGIMEN LA ERA DE LA TECNOCRACIA El cambio de gabinete de 1957, al que siguió la puesta en marcha de un “Plan de Estabilización” en la economía, inauguró el gobierno de los tecnócratas. La tecnocracia fue una forma de entender la política que daba mucha más importancia al progreso económico y a la mejora de la administración, que al mantenimiento de determinados principios políticos. Desde 1957 hasta el comienzo de los años 70, los ministerios clave en la economía se entregaron a hombres procedentes, por lo general, del Opus Dei. Su objetivo fue liberalizar la economía española, integrar a España en el mercado capitalista occidental y justificar el régimen por sus resultados económicos. En los gobiernos formados entre 1957 y 1974, se produjeron importantes novedades en la estructura y el reparto de poder entre las familias del régimen. Una nueva orientación católica, que se apartaba de la ortodoxia totalitaria falangista, pasó a controlar sectores como la educación, la información y la justicia. Los ministros pertenecientes al Opus fueron aumentando su número hasta que en 1969 se habló por primera vez de un “gobierno monocolor” por el predominio de los ministros pertenecientes a esta institución. En 1962 se creó la figura del vicepresidente del gobierno, cargó que ocupó desde 1967 el almirante Luis Carrero Blanco, quien se convirtió en el indiscutible hombre fuerte del régimen. Junto a él se colocó otro hombre clave perteneciente al Opus, Laureano López Rodó. En 1970, el cargo de vicepresidente se convirtió en el de presidente del gobierno. LA LEY ORGÁNICA DEL ESTADO La LOE pretendíó ser una culminación y recapitulación de todas las Leyes Fundamentales anteriores. El régimen habló entonces de que ésta representaba la definitiva “Constitución” española. Sin embargo, esa ley no provénía de la deliberación de ninguna asamblea democrática. Por el contrario, se trataba de disposiciones dadas por el propio Jefe del Estado, aprobadas por unas Cortes no democráticas, con lo cual no tenían ninguna legitimidad para crear un verdadero Estado de Derecho. Tras la LOE, se aprobó la Ley Orgánica del Movimiento y su Consejo Nacional. En 1969 se promulgó la ley que establecía la sucesión efectiva del Caudillo, y en 1971, la Ley Sindical, que reguló la organización sindical en la última etapa de su existencia. LAS LEYES PARA LA SUCESIÓN La primera ley que hablaba de la sucesión de Franco fue la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947) que establecía que el Estado español se declaraba constituido en “reino” y en consecuencia, la ley prevéía que el sucesor del Caudillo lo sería a “título de Rey”. De esta forma, Franco, que no había querido restaurar la monarquía tras la derrota de la República, prevéía que su propia sucesión debería ser de forma monárquica pero, evidentemente, con una monarquía que prepararía él mismo. Las intenciones de Franco en cuanto a la sucesión se desvelaron pronto, cuando llegó a un acuerdo con don Juan de Borbón en 1948 para que su hijo don Juan Carlos, fuera educado en España.
La ley de 1969 establecíó el mecanismo de la sucesión de Franco en favor de don Juan Carlos. La ley fue aprobada por las Cortes con una aplastante mayoría de votos y el príncipe prestó su juramento de fidelidad a los principios del Movimiento, recibiendo el título de Príncipe de España.
EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE LOS 60 MEDIDAS ESTABILIZADORAS Y PLANES DE DESARROLLO El origen del Plan de Estabilización (1959) estuvo provocado por la insuficiencia de las reservas de oro y divisas para hacer frente al desequilibrio entre importaciones y exportaciones. A cambio del compromiso del gobierno español de reducir el intervencionismo, el déficit público y los obstáculos a la entrada de mercancías del exterior, diversos organismos internacionales concedieron préstamos con los que hacer frente al agotamiento de las reservas. Al programa liberalizador se añadió la puesta en marcha de los Planes de Desarrollo Económico y Social. La planificación centró su interés en el sector industrial y propició una serie de actuaciones para mejorar la eficiencia de la estructura empresarial, sectorial y regional. Se emprendieron dos grandes líneas de actuación: las acciones estructurales, que pretendían solucionar algunas deficiencias de la industria (pequeña dimensión de las empresas, baja productividad…) y la creación de los polos de desarrollo, que intentaba reducir los desequilibrios económicos regionales promoviendo nuevas industrias en zonas de escasa industrialización. La planificación no fue la causa del dinamismo económico de los 60, ya que las previsiones de los planes raramente se cumplieron y sus efectos fueron escasos. La iniciativa privada confiaba mucho más en las favorables condiciones en áreas determinadas y en la coyuntura ecnómica internacional que en la planificación estatal. LA ETAPA FINAL DE LA INDUSTRIALIZACIÓN ESPAÑOLA Desde 1959 y hasta 1966, la tasa anual de aumento del PIB fue muy superior a la media de los restantes países europeos, mientras la producción industrial aumentaba a un ritmo todavía mayor. El consumo privado crecíó también con rapidez y mejoró la renta por habitante. Con todo, fue la formación de capital la que más contribuyó a la expansión. La liberalización interior y exterior favorecíó la utilización de técnicas de producción más avanzadas y la acumulación de capital. Todo ello potenció una expansión sin precedentes de la industria y de los servicios. Como contrapartida, la agricultura disminuyó drásticamente su importancia. El aumento de las importaciones de tecnología hizo posible mejorar la productividad de la industria española. Paralelamente, y en gran parte vinculados a la inversión extranjera, aumentó el peso de los sectores productores de bienes de equipo. El continuado avance de la productividad hizo posible también un aumento de las exportaciones. LA IMPORTANCIA DEL EXTERIOR La contribución exterior, y en particular la de las economías más desarrolladas de Europa, fue crucial para lograr el rápido crecimiento de esta etapa y la consolidación de la sociedad industrializada. Del exterior, a través de las importaciones, provino la tecnología que revoluciónó la estructura industrial y la productividad; del exterior procedieron también las cuantiosas inversiones y transferencias con las cuales se equilibró el déficit de la balanza comercial. Sin los ingresos por el turismo, las remesas de emigrantes y la inversión extranjera, no hubiera existido el milagro económico español. Por otro lado, los demás países de Europa, en especial Francia y Alemania, absorbieron la mano de obra excedentaria expulsada del sector agrario por la pérdida de su importancia en el conjunto de la economía y la espectacular mejora de la productividad por la mecanización. La permanencia en España de esta población que emigró habría provocado una situación explosiva y el bloqueo del proceso de industrialización: el desempleo habría aumentado a un ritmo muy elevado y la abundancia de mano de obra habría frenado la difusión del uso de maquinaria más productiva.
Por otra parte, las ganancias en la productividad permitieron el aumento de los salarios. A su vez, los salarios más elevados y la difusión de la compra a plazos condujeron a un gran aumento de la demanda de bienes de consumo (vehículos y electrodomésticos). LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIO La mejora tecnológica de estos años, al ahorrar mano de obra, limitó la creación de empleo. Una de las contrapartidas de la modernización de la producción fue una modesta creación de puestos de trabajo; que,además, estuvo acompañada en los años 60 de una intensa emigración. Más de un millón trescientos mil españoles hubo de trasladarse a otros países de Europa para encontrar trabajo; Francia y Alemania fueron los principales destinos. En el interior de España, los desplazamientos de población fueron todavía más espectaculares.Los emigrantes salieron, principalmente, de las dos Castillas,Galicia, Andalucía y Extremadura; y se dirigieron a Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Madrid LA MODERNIZACIÓN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL
La modernización social comenzó por la distribución de la población. Aumentó el número total de habitantes, con notable crecimiento del índice de natalidad. Sin embargo, fue todavía más significativo el aumento de la población urbana en relación con los años de la inmediata posguerra, en los que se había producido el fenómeno inverso, el de la ruralización. El gran desarrollo de la economía industrial y la expansión del sector de los servicios dieron lugar a una transformación muy importante de las estructuras socio-profesionales de la población, lo que llevaba aparejados cambios muy notables también en la estructura de clases. Además de variar de forma muy notable el número de personas activas en cada uno de los sectores de la economía, aumentó el número de los asalariados en general, de los profesionales liberales urbanos (abogados, médicos…) y el de los ejecutivos de las empresas. Pero, tal vez, lo mas importante de todo fue la aparición en Cataluña, País Vasco, Madrid, Asturias… de una gran masa de obreros industriales modernos. Ello daría lugar al nacimiento de un nuevo movimiento obrero, de un sindicalismo de signo muy distinto al de los Sindicatos Verticales del régimen. LOS CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO Con el cambio de las oportunidades sociales de progreso también cambiaron los comportamientos sociales y las pautas culturales. Esta apertura dio lugar a un nuevo tipo de oposición al régimen, la que reclamaba libertad cultural. A ello contribuyó el cambio enorme que se produjo en el sistema educativo que culminó con la Ley General de Educación de 1970. Durante los 60 aumentó sistemáticamente la población escolarizada, desde la enseñanza primaria a la Universidad, y aumentaron las inversiones del Estado en el sistema educativo. El analfabetismo disminuyó hasta alcanzar los niveles de los países más avanzados. Otra de las grandes transformaciones se dedujo del hecho de que la Universidad viera aumentar considerablemente el número de sus estudiantes y de que se generalizara la salida al extranjero de los jóvenes. Empezaron a entrar en España, de forma clandestina, muchas publicaciones prohibidas y aumentó la información relacionada con el exterior. La familia empezó a experimentar cambios. Aumentó su movilidad, la tendencia a fortalecer la familia nuclear (padres e hijos) como base. Los hijos se marchaban antes de casa debido a la buena coyuntura económica y a la nueva mentalidad de los jóvenes. A pesar de su aumento, la incorporación de la mujer a las nuevas actividades productivas fue todavía muy débil.
Los hogares españoles empezaron a equiparse con un nuevo menaje:frigorífico, televisor, aparatos de cocina, y en muchos casos, el coche, sobre todo el Seiscientos. Ese progreso llegó también a la vida rural aunque en menor escala. Las periferias de las grandes ciudades industriales, Madrid y Barcelona especialmente (Getafe, Hospitalet…) se llenaron de barrios obreros donde aparecíó una nueva cultura popular. Aunque el régimen ejercía un férreo control sobre las pautas socioculturales, se fue implantando una nueva mentalidad, también en el terreno religioso. Se reivindicó la libertad de pensamiento y disminuyó la práctica religiosa. La Iglesia misma experimentó una apertura bien visible de la mano del Concilio Vaticano II y, con ello, un sector de la Iglesia española comenzó a distanciarse algo del régimen. Fue también la época de la secularización en masa de miembros del clero. En síntesis, cabe decir que la gran época del desarrollismo español favorecíó de forma indudable el progreso social y el cambio de pautas culturales y que, lejos de fortalecer al régimen, lo debilitó desde el punto de vista político e ideológico. EL FORTALECIMIENTO DE UNA OPOSICIÓN DE MASAS EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA OPOSICIÓN SOCIAL En los años 50 se produjeron las primeras agitaciones sociales y protestas políticas contra el régimen. Las primeras huelgas laborales tuvieron lugar en Cataluña y en la cuenca industrial de Vizcaya. En 1956 se produjeron los primeros incidentes estudiantiles en Madrid con heridos graves. De los clásicos sindicatos de anteguerra, UGT y CNT, sólo el primero tenía una cierta actividad clandestina. Fue la Ley de Convenios Colectivos, por la que se podían negociar entre empresarios y trabajadores condiciones de trabajo para toda una rama de la producción, la que de manera indirecta dio lugar al nacimiento de un nuevo tipo de actividad obrera: el aprovechamiento desde dentro de las posibilidades que el sindicalismo del régimen daba para actuar. Así nacieron Comisiones Obreras, un nuevo sindicato clandestino. Otros grupos obreros, como las HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y la USO, completaron el panorama de un nuevo sindicalismo de clase clandestino. Mientras se creaba este nuevo obrerismo, en la Universidad aparecieron organizaciones estudiantiles frente al oficial Sindicato Español Universitario (SEU), de afiliación obligatoria. También surgieron nuevos movimientos sociales, como asociaciones de vecinos, agrupaciones culturales, algunos grupos religiosos, que entraron en la política de oposición al régimen. Los años 60 presenciaron las primeras manifestaciones masivas en las calles y un aumento extraordinario de la conflictividad laboral. LOS GRUPOS POLÍTICOS DE OPOSICIÓN En los años 60 se recompuso el panorama de la oposición al franquismo, a través de la renovada actividad de los viejos partidos políticos, el PCE, el PSOE, o por medio de la aparición de nuevos grupos a la izquierda y la derecha. El régimen persiguió toda oposición pero no pudo impedir su desarrollo clandestino. Junto a los partidos clásicos aparecieron grupos nuevos. Los monárquicos liberales fundaron grupos políticos, como la Uníón Española. Los grupos socialistas del interior se multiplicaron y tuvo importancia el que fundó el profesor Tierno Galván, el PSI. Otro de los grupos de crecimiento rápido fue el de los demócratas cristianos, especialmente Izquierda Demócrata Cristiana. Una de las acciones que tuvo mayores repercusiones fue lo que los periódicos franquistas llamaron el “conturbenio de Múnich”. En el IV Congreso del Movimiento Federal Europeo, celebrado en Múnich en 1962, coincidieron por primera vez la oposición española del exilio y los llegados desde el interior de España.
En Múnich se pidió la desaparición del régimen y el paso a una España democrática. Los asistentes a aquella reuníón fueron encarcelados o desterrados a su regreso. En los 60 también aparecieron los grupos que se llamaron en conjunto la nueva izquierda. La influencia del maoísmo, del trotskismo o de las doctrinas de la acción violenta dio lugar a la aparición de grupos políticos a la izquierda del PCE, tales como la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), el MC (Movimiento Comunista) y algunos otros que eran disidencias del propio PCE, como el PCEr (Reconstituido) o el PCE M-L (Marxista-Leninista). De algunos de ellos se desgajaron núcleos terroristas, como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico). En el período final del franquismo empezaron a promover manifestaciones importantes los partidos nacionalistas regionales en aquellos lugares donde existía una tradición nacionalista: el PNV en el País Vasco, Izquierda Republicana de Cataluña, Convergencia Democrática de Cataluña y otros. LA CRISIS FINAL DEL RÉGIMEN (1973-1975) EL Espíritu DE Febrero Un momento decisivo de la crisis final del régimen se abríó con la desaparición del vicepresidente del gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, victima de un atentado de la banda terrorista ETA el 20 de Diciembre de 1973. Carrero era considerado como el personaje clave para mantener la uníón de todas las familias franquistas y asegurar la continuidad del régimen. La reacción del régimen ante esa crisis hizo que se conformaran dentro del mismo dos grupos políticos: los inmovilistas y los aperturistas. En Enero de 1974 se formó un nuevo gobierno presidido por Carlos Arias Navarro que tuvo una actuación muy ambigua. Pretendíó el aperturismo pero sin desbordar en absoluto los principios del régimen, que impedían una verdadera libertad política. Fue famoso el discurso del presidente del Gobierno pronunciado el 12 de Febrero de 1974 en las Cortes, en el que se habló de una apertura del régimen hacia un mayor pluralismo político. Esa nueva propuesta permitíó hablar de un “espíritu de Febrero”, partidario de reformar el régimen. Arias prometíó una nueva ley municipal que permitiese la elección de alcaldes y de las diputaciones provinciales, aumentó el poder de los procuradores en Cortes cuyo número ascendíó , y anunció reformas sindicales y una nueva ley sobre asociaciones políticas. Pero pronto se evidenció que las reformas prometidas no eran sino un formalismo con poco contenido real y que el régimen era incapaz de democratizarse. Algunos de los ministros más aperturistas del gobierno dimitieron ante la imposibilidad de aplicar reformas en profundidad. Desde la oposición organizada hasta la misma calle, las protestas se hicieron más intensas (manifestaciones, huelgas, atentados…) mientras el único recurso del gobierno continuó siendo la represión: detenciones masivas, leyes antiterroristas, cierre de revistas…
ATADO Y BIEN ATADO A lo largo de 1974 y 1975, las enfermedades de Franco, que le impedían ejercer el gobierno, se hicieron más frecuentes. La oposición se organizó creando plataformas de actuación conjunta y las manifestaciones en la calle aumentaron considerablemente. Por otra parte, la actitud represiva no cesó y en 1975 se promulgó una nueva Ley Antiterrorista que castigaba a los terroristas a la pena capital. En Septiembre del mismo año se condenó a muerte a cinco activistas de ETA y del FRAP, condenas que fueron cumplidas a pesar de las numerosas peticiones de indulto.Se produjo entonces la última de las grandes oleadas de protesta internacional contra Franco y la situación española. Además, el gobierno hubo de hacer frente a un nuevo foco desestabilizador, el conflicto en el Sáhara, colonia española desde finales del XIX. Se trataba de una zona desértica, pero rica en fosfatos por lo cual era ambicionada por las vecinas Argelia, Mauritania y sobre todo Marruecos, que reivindicaba poseer derechos históricos sobre el territorio saharaui. En 1973 se había creado el Frente Polisario, una formación nacionalista y de tendencia socialista que propugnaba la independencia saharaui. España optó por aceptar la descolonización y permitir un referéndum de autodeterminación en el territorio. Marruecos planteó el caso ante el Tribunal de La Haya, que falló en su contra y defendíó la autodeterminación del Sáhara, negando cualquier derecho a los países colindantes. El rey de Marruecos, Hassan, que contaba con el apoyo de los EEUU para frenar una posible expansión de la Argelia socialista, organizó en Octubre, la llamada Marcha Verde, una invasión pacífica del territorio que movilizó a decenas de miles de civiles. Ante el peligro de un conflicto bélico con Marruecos en un momento tan delicado, España optó por claudicar y el 14 de Noviembre se firmó el Acuerdo de Madrid que supónía la entrega del Sáhara a Marruecos y Mauritania. El abandono de España inició un conflicto todavía no resuelto entre el Frente Polisario, que proclamó la República Árabe Saharaui, y Marruecos, que no reconoce la independencia del Sáhara. El 20 de Noviembre de 1975 moría Franco después de una larga agonía. La sensación de inseguridad y de incertidumbre respecto al futuro político y al relevo en el poder eran muy grandes, a pesar de que las Leyes del régimen decían tenerlo todo “atado y bien atado”.