La llegada de Colón a América a finales del siglo XV sería el comienzo de la construcción del
Imperio español. Este imperio, que abarcaba la mayor parte del continente americano, se
mantendría sin pérdidas notables durante tres siglos, el XVI, el XVII y el XVIII. En las dos
primeras décadas del XIX, España vería cómo estas colonias, una tras otra se iban
independizando.
A finales del XIX, España sólo conservaba Cuba, Puerto y las islas Filipinas, estas en el Pacífico.
Como veremos, la pérdida de estos restos coloniales iba a suponer una gran tragedia para
España. La razón es clara: la pérdida se producía en un momento en que las principales
potencias se repartían el mundo.
Si España perdía las pocas colonias que le quedaban en un momento en el que tener colonias
era señal de pujanza y prestigio, era que nuestro país iba mal.
1. La política española en Cuba
– En 1878 se firmó con los independentistas cubanos la Paz de Zanjón, que ponía fin a la Guerra
de los 10 años y que recogía, entre otras cosas, la promesa de reformas administrativas que
aumentaran la autonomía de la colonia.
Pero en los diecisiete años siguientes (es decir, hasta
1895, en que comienza otra guerra que acabaría con la independencia de Cuba), las únicas
reformas fueron la abolición de la esclavitud (1888) y la elección de diputados cubanos en las
Cortes españolas.
– La tensión entre Cuba y España aumentó a raíz de la oposición cubana a la política
proteccionista impuesta por España:
– Estados Unidos era el principal comprador de los productos cubanos (tabaco y
azúcar).
– Pero los aranceles españoles dificultaban la compra por parte de Cuba de productos
norteamericanos. Lo que España quería era que Cuba comprara los productos de la
metrópoli y no los norteamericanos.
– Esta relación comercial desigual provocó un fuerte malestar tanto en Cuba como en
E. Unidos (en 1894, los estadounidenses compraban el 88% de las exportaciones
cubanas, pero sólo se beneficiaba del 37% de sus importaciones). El presidente norteamericano McKinley amenazó con cerrar su país a los productos cubanos si
España no modificaba su política arancelaria.
– En España se temía una nueva insurrección de los independentistas cubanos, pero
sobre todo el que esta pudiera contar con el apoyo de su vecino del norte.
LA GUERRA DE CUBA Y FILIPINAS
– En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, que protagonizaría la revuelta
independentista iniciada el 24 de febrero de 1895 (El grito de Baire).
– La insurrección comenzó en la parte oriental de la isla y pronto, con Antonio Maceo y
Máximo Gómez como principales dirigentes, se extendió a la parte occidental,
tradicionalmente menos rebelde.
– La reacción del gobierno de Cánovas fue mandar a la isla un ejército mandado por el general
Martínez Campos, que se consideraba el más adecuado para llevar a cabo una doble actuación:
presión militar pero flexibilidad para llegar a algún tipo de acuerdo con los rebeldes.
– El avance de los insurrectos llevó al Gobierno a sustituir a Martínez Campos por Valeriano
Weyler, que llegó a la isla con la voluntad de emplear los métodos que fueran necesarios para
obtener una victoria militar a toda costa. La actuación de Weyler incluyó el cerco a las aldeas
campesinas para aislarlas de los rebeldes. Esta política, que había descuidado el
abastecimiento de alimentos y medicinas tanto a las tropas como a las aldeas sitiadas provocó
una elevada mortalidad. Además, la guerra provocó la destrucción de numerosas plantaciones
y vías férreas, con lo que la economía cubana quedó seriamente dañada.
– Tras el asesinato de Cánovas (agosto de 1897), el nuevo gobierno liberal intentó cambiar de
nuevo la estrategia. En noviembre de ese año, aprobó un paquete de medidas que incluía la
sustitución de Weyler, un estatuto de autonomía que incluía la política arancelaria, y el
sufragio universal. Pero ya era demasiado tarde: los independentistas cubanos, que ya
contaban con el apoyo decidido de Estados Unidos, se negaron a aceptar el fin de las
hostilidades que unilateralmente había declarado el gobierno español.
– En paralelo a la insurrección cubana, se produjo también la de Filipinas. En esta colonia, la
presencia española era menor, pues se limitaba a las órdenes religiosas, a la explotación de
algunos recursos naturales y a su utilización como base para el comercio con China. El
levantamiento filipino fue duramente reprimido, llegándose al fusilamiento de su máximo
dirigente, José Rizal. Tras esta actuación, los rebeldes capitularon rápidamente.
LA INTERVENCIÓN DE ESTADOS UNIDOS
– En 1898, Estados Unidos decidió declarar la guerra a España. El pretexto fue el hundimiento,
tras una explosión provocada por agentes norteamericanos, del buque de guerra Maine,
anclado en el puerto de La Habana. El 18 de abril, los estadounidenses iniciaron la guerra.
España mandó con una urgencia una flota al mando del almirante Cervera pero la diferencia con la armada norteamericana, más potente y mejor abastecida desde las cercanas costas de
Florida, era muy grande. Los norteamericanos obtuvieron una rápida victoria sobre la armada
española en Santiago de Cuba.
También en Filipinas fueron vencidos los españoles, en la batalla de Cavite.
– En diciembre de 1898, se firmó la Paz de París entre Estados Unidos y España, lo que suponía
el abandono de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, territorios que quedaron en adelante bajo el
dominio americano.
REPERCUSIONES POLÍTICAS Y ECONÓMICAS DEL 98
– La pérdida de las últimas colonias, en un momento en que las principales potencias europeas
estaban construyendo o consolidando sus imperios, sumió a la sociedad española en un estado
de frustración. El imperio español pasó a ser un recuerdo doloroso. Además, la prensa
extranjera se empeñó en presentar a España como un país en decadencia, con una economía
atrasada y un sistema político corrupto. Lo cual, además, era cierto.
– Pero el llamado “desastre del 98” fue más un estado de ánimo, una crisis moral e ideológica
que una realidad política o económica. El sistema político siguió funcionando más o menos de
la misma manera y las repercusiones económicas fueron menores de las temidas, sobre todo
porque no era mucho lo que a estas alturas aportaban las colonias. Incluso se notó un
aumento de las inversiones por los capitales repatriados.
– Un aspecto que sí debemos resaltar fue la expansión de los nacionalismos, motivada por la
conciencia de las burguesías industriales de Cataluña y el País Vasco de que el sistema político
de la Restauración era ineficaz para la defensa de sus intereses. Pero anotemos la paradoja de
que, al mismo tiempo, estos sectores burgueses presionaron al gobierno de Madrid para que
defendiera sus intereses estableciendo aranceles para los productos procedentes del exterior.
– Finalmente, hay que señalar las repercusiones que tuvo el desastre colonial en el pensamiento
de los militares. Dolidos por la derrota militar, defendieron la idea de que la culpa de la misma no
había sido del ejército sino de la corrupción de los políticos y del propio sistema parlamentario. En
adelante, muchos de ellos van a estar dispuestos, como habían hecho a lo largo de todo el siglo
XIX, a inmiscuirse en los asuntos políticos.
KRAUSISMO, REGENERACIONISMO Y GENERACIÓN DEL 98
La crisis colonial favoreció el surgimiento de movimientos que, a la vista de la situación a la
que se había llegado, defendían una regeneración y modernización de España, no sólo de las
estructuras políticas, sino también de las económicas y sociales. Citemos los más importantes: a) El krausismo
– A mediados del siglo XIX, gracias sobre todo a Julián Sanz del Río, se divulgó en
España la filosofía de Krause, que defendí un racionalismo basado en la reflexión
individual y la actitud ética.
– La influencia del krausismo llevó a muchos intelectuales españoles a criticar el
sistema político y a cuestionar el atraso cultural y educativo de España.
– El aglutinante de esta postura fue Francisco Giner de los Ríos, creador de la
Institución Libre de Enseñanza, un centro privado y laico alternativa a la educación
oficial. La ILE fomentó la curiosidad científica y el espíritu crítico.
b) El regeneracionismo
– Tuvo su formulación más clara en el pensamiento de Joaquín Costa, representante
principal de lo que se llamó el regeneracionismo. Como aspectos más relevantes de
Costa, podemos señalar los siguientes:
– La necesidad de dejar de pensar en el pasado glorioso de España y ponerse a
realizar las reformas necesarias para buscar un futuro más próspero.
– Modernizar la sociedad y la economía, tomando como eje principal la
alfabetización de la población. Uno de sus lemas era “escuela, despensa y siete
llaves al sepulcro del Cid”.
– Eliminar el sistema caciquil y organizar un sistema político más honesto y
transparente.
c) La Generación del 98
– Además, surgió un grupo de literatos que, conocido como “Generación del 98”
(Unamuno, Azorín, Machado, Valle Inclán, etc.), que tuvieron en común un profundo
pesimismo y una honda preocupación por la situación de España.
EL FRACASO DEL GOBIERNO “REGENERACIONISTA”
– En 1899, el gobierno liberal de Sagasta, al que se consideraba responsable directo del “desastre”,
dejó su paso a otro del Partido Conservador. Como Cánovas había sido asesinado, la ReinaRegente, María Cristina, encargó de formar gobierno a Francisco Silvela. Convocadas y ganadas las
elecciones por el procedimiento habitual, el nuevo gobierno mostró una cierta voluntad de
renovación, dando entrada en el gabinete a figuras ajenas a la política anterior, como el General
Polavieja.
– El plan de reformas aumentaba los impuestos sobre los artículos de primera necesidad y
establecía otros nuevos para hacer frente a las deudas contraídas con motivo de la guerra. Las nuevas cargas fiscales provocaron una huelga de contribuyentes: los ministros más renovadores
dimitieron al no poder llevar a cabo sus proyectos. El espíritu “regeneracionista” apenas duró un
año. No obstante, María Cristina mantuvo el gobierno conservador hasta 1901, en que entregó de
nuevo el poder a los liberales.
– Nada había cambiado. Seguía el caciquismo, seguía el turno de los partidos, seguía la corrupción.
En 1902, Alfonso XIII cumpliría 17 años y sería declarado mayor de edad y proclamado Rey.
Imperio español. Este imperio, que abarcaba la mayor parte del continente americano, se
mantendría sin pérdidas notables durante tres siglos, el XVI, el XVII y el XVIII. En las dos
primeras décadas del XIX, España vería cómo estas colonias, una tras otra se iban
independizando.
A finales del XIX, España sólo conservaba Cuba, Puerto y las islas Filipinas, estas en el Pacífico.
Como veremos, la pérdida de estos restos coloniales iba a suponer una gran tragedia para
España. La razón es clara: la pérdida se producía en un momento en que las principales
potencias se repartían el mundo.
Si España perdía las pocas colonias que le quedaban en un momento en el que tener colonias
era señal de pujanza y prestigio, era que nuestro país iba mal.
1. La política española en Cuba
– En 1878 se firmó con los independentistas cubanos la Paz de Zanjón, que ponía fin a la Guerra
de los 10 años y que recogía, entre otras cosas, la promesa de reformas administrativas que
aumentaran la autonomía de la colonia.
Pero en los diecisiete años siguientes (es decir, hasta
1895, en que comienza otra guerra que acabaría con la independencia de Cuba), las únicas
reformas fueron la abolición de la esclavitud (1888) y la elección de diputados cubanos en las
Cortes españolas.
– La tensión entre Cuba y España aumentó a raíz de la oposición cubana a la política
proteccionista impuesta por España:
– Estados Unidos era el principal comprador de los productos cubanos (tabaco y
azúcar).
– Pero los aranceles españoles dificultaban la compra por parte de Cuba de productos
norteamericanos. Lo que España quería era que Cuba comprara los productos de la
metrópoli y no los norteamericanos.
– Esta relación comercial desigual provocó un fuerte malestar tanto en Cuba como en
E. Unidos (en 1894, los estadounidenses compraban el 88% de las exportaciones
cubanas, pero sólo se beneficiaba del 37% de sus importaciones). El presidente norteamericano McKinley amenazó con cerrar su país a los productos cubanos si
España no modificaba su política arancelaria.
– En España se temía una nueva insurrección de los independentistas cubanos, pero
sobre todo el que esta pudiera contar con el apoyo de su vecino del norte.
LA GUERRA DE CUBA Y FILIPINAS
– En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, que protagonizaría la revuelta
independentista iniciada el 24 de febrero de 1895 (El grito de Baire).
– La insurrección comenzó en la parte oriental de la isla y pronto, con Antonio Maceo y
Máximo Gómez como principales dirigentes, se extendió a la parte occidental,
tradicionalmente menos rebelde.
– La reacción del gobierno de Cánovas fue mandar a la isla un ejército mandado por el general
Martínez Campos, que se consideraba el más adecuado para llevar a cabo una doble actuación:
presión militar pero flexibilidad para llegar a algún tipo de acuerdo con los rebeldes.
– El avance de los insurrectos llevó al Gobierno a sustituir a Martínez Campos por Valeriano
Weyler, que llegó a la isla con la voluntad de emplear los métodos que fueran necesarios para
obtener una victoria militar a toda costa. La actuación de Weyler incluyó el cerco a las aldeas
campesinas para aislarlas de los rebeldes. Esta política, que había descuidado el
abastecimiento de alimentos y medicinas tanto a las tropas como a las aldeas sitiadas provocó
una elevada mortalidad. Además, la guerra provocó la destrucción de numerosas plantaciones
y vías férreas, con lo que la economía cubana quedó seriamente dañada.
– Tras el asesinato de Cánovas (agosto de 1897), el nuevo gobierno liberal intentó cambiar de
nuevo la estrategia. En noviembre de ese año, aprobó un paquete de medidas que incluía la
sustitución de Weyler, un estatuto de autonomía que incluía la política arancelaria, y el
sufragio universal. Pero ya era demasiado tarde: los independentistas cubanos, que ya
contaban con el apoyo decidido de Estados Unidos, se negaron a aceptar el fin de las
hostilidades que unilateralmente había declarado el gobierno español.
– En paralelo a la insurrección cubana, se produjo también la de Filipinas. En esta colonia, la
presencia española era menor, pues se limitaba a las órdenes religiosas, a la explotación de
algunos recursos naturales y a su utilización como base para el comercio con China. El
levantamiento filipino fue duramente reprimido, llegándose al fusilamiento de su máximo
dirigente, José Rizal. Tras esta actuación, los rebeldes capitularon rápidamente.
LA INTERVENCIÓN DE ESTADOS UNIDOS
– En 1898, Estados Unidos decidió declarar la guerra a España. El pretexto fue el hundimiento,
tras una explosión provocada por agentes norteamericanos, del buque de guerra Maine,
anclado en el puerto de La Habana. El 18 de abril, los estadounidenses iniciaron la guerra.
España mandó con una urgencia una flota al mando del almirante Cervera pero la diferencia con la armada norteamericana, más potente y mejor abastecida desde las cercanas costas de
Florida, era muy grande. Los norteamericanos obtuvieron una rápida victoria sobre la armada
española en Santiago de Cuba.
También en Filipinas fueron vencidos los españoles, en la batalla de Cavite.
– En diciembre de 1898, se firmó la Paz de París entre Estados Unidos y España, lo que suponía
el abandono de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, territorios que quedaron en adelante bajo el
dominio americano.
REPERCUSIONES POLÍTICAS Y ECONÓMICAS DEL 98
– La pérdida de las últimas colonias, en un momento en que las principales potencias europeas
estaban construyendo o consolidando sus imperios, sumió a la sociedad española en un estado
de frustración. El imperio español pasó a ser un recuerdo doloroso. Además, la prensa
extranjera se empeñó en presentar a España como un país en decadencia, con una economía
atrasada y un sistema político corrupto. Lo cual, además, era cierto.
– Pero el llamado “desastre del 98” fue más un estado de ánimo, una crisis moral e ideológica
que una realidad política o económica. El sistema político siguió funcionando más o menos de
la misma manera y las repercusiones económicas fueron menores de las temidas, sobre todo
porque no era mucho lo que a estas alturas aportaban las colonias. Incluso se notó un
aumento de las inversiones por los capitales repatriados.
– Un aspecto que sí debemos resaltar fue la expansión de los nacionalismos, motivada por la
conciencia de las burguesías industriales de Cataluña y el País Vasco de que el sistema político
de la Restauración era ineficaz para la defensa de sus intereses. Pero anotemos la paradoja de
que, al mismo tiempo, estos sectores burgueses presionaron al gobierno de Madrid para que
defendiera sus intereses estableciendo aranceles para los productos procedentes del exterior.
– Finalmente, hay que señalar las repercusiones que tuvo el desastre colonial en el pensamiento
de los militares. Dolidos por la derrota militar, defendieron la idea de que la culpa de la misma no
había sido del ejército sino de la corrupción de los políticos y del propio sistema parlamentario. En
adelante, muchos de ellos van a estar dispuestos, como habían hecho a lo largo de todo el siglo
XIX, a inmiscuirse en los asuntos políticos.
KRAUSISMO, REGENERACIONISMO Y GENERACIÓN DEL 98
La crisis colonial favoreció el surgimiento de movimientos que, a la vista de la situación a la
que se había llegado, defendían una regeneración y modernización de España, no sólo de las
estructuras políticas, sino también de las económicas y sociales. Citemos los más importantes: a) El krausismo
– A mediados del siglo XIX, gracias sobre todo a Julián Sanz del Río, se divulgó en
España la filosofía de Krause, que defendí un racionalismo basado en la reflexión
individual y la actitud ética.
– La influencia del krausismo llevó a muchos intelectuales españoles a criticar el
sistema político y a cuestionar el atraso cultural y educativo de España.
– El aglutinante de esta postura fue Francisco Giner de los Ríos, creador de la
Institución Libre de Enseñanza, un centro privado y laico alternativa a la educación
oficial. La ILE fomentó la curiosidad científica y el espíritu crítico.
b) El regeneracionismo
– Tuvo su formulación más clara en el pensamiento de Joaquín Costa, representante
principal de lo que se llamó el regeneracionismo. Como aspectos más relevantes de
Costa, podemos señalar los siguientes:
– La necesidad de dejar de pensar en el pasado glorioso de España y ponerse a
realizar las reformas necesarias para buscar un futuro más próspero.
– Modernizar la sociedad y la economía, tomando como eje principal la
alfabetización de la población. Uno de sus lemas era “escuela, despensa y siete
llaves al sepulcro del Cid”.
– Eliminar el sistema caciquil y organizar un sistema político más honesto y
transparente.
c) La Generación del 98
– Además, surgió un grupo de literatos que, conocido como “Generación del 98”
(Unamuno, Azorín, Machado, Valle Inclán, etc.), que tuvieron en común un profundo
pesimismo y una honda preocupación por la situación de España.
EL FRACASO DEL GOBIERNO “REGENERACIONISTA”
– En 1899, el gobierno liberal de Sagasta, al que se consideraba responsable directo del “desastre”,
dejó su paso a otro del Partido Conservador. Como Cánovas había sido asesinado, la ReinaRegente, María Cristina, encargó de formar gobierno a Francisco Silvela. Convocadas y ganadas las
elecciones por el procedimiento habitual, el nuevo gobierno mostró una cierta voluntad de
renovación, dando entrada en el gabinete a figuras ajenas a la política anterior, como el General
Polavieja.
– El plan de reformas aumentaba los impuestos sobre los artículos de primera necesidad y
establecía otros nuevos para hacer frente a las deudas contraídas con motivo de la guerra. Las nuevas cargas fiscales provocaron una huelga de contribuyentes: los ministros más renovadores
dimitieron al no poder llevar a cabo sus proyectos. El espíritu “regeneracionista” apenas duró un
año. No obstante, María Cristina mantuvo el gobierno conservador hasta 1901, en que entregó de
nuevo el poder a los liberales.
– Nada había cambiado. Seguía el caciquismo, seguía el turno de los partidos, seguía la corrupción.
En 1902, Alfonso XIII cumpliría 17 años y sería declarado mayor de edad y proclamado Rey.