Hispania Romana y el Reino Visigodo: Conquista, Romanización y Crisis

La Conquista Romana de la Península Ibérica (218-19 a.C.)

La conquista de la Península Ibérica por parte de Roma, que abarcó desde el 218 al 19 a.C., se desarrolló en varias etapas, con periodos de inactividad bélica. La llegada de los romanos a la Península se produjo en el contexto de las Guerras Púnicas, un enfrentamiento entre Roma y Cartago.

La presencia romana se inició con el desembarco de Escipión en Ampurias (218 a.C.), durante la Segunda Guerra Púnica. Tras el triunfo de Roma, se ocuparon las costas mediterráneas del este y sur peninsular (218-197 a.C.). Esta fase se caracterizó por las guerras contra los pueblos de la Meseta (guerras lusitanas y guerras celtibéricas), que terminaron con la muerte del lusitano Viriato y la caída de Numancia, capital de los celtíberos. Entre el 27 y el 19 a.C., el emperador Augusto sometió a cántabros y astures, incorporando las tierras del norte y finalizando la conquista.

Romanización de Hispania

La romanización fue el proceso de adaptación de los pueblos de la Península Ibérica a las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales de la civilización romana.

Administración Romana

La administración romana fue evolucionando. Hacia el 197 a.C., el territorio hispánico se dividió en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. En el 27 a.C., Augusto reestructuró territorialmente Hispania y creó tres provincias: Bética, Lusitania y Tarraconense. En el siglo III d.C., Diocleciano dividió la Tarraconensis en Tarraconensis, Carthaginensis y Gallaecia, y convirtió a Hispania en una diócesis, incluida en la prefectura de las Galias. En el siglo IV d.C. se creó la provincia Baleárica, división definitiva de la Hispania Romana.

Sociedad y Cultura

Junto a la administración, la romanización engloba todos los factores económicos, políticos y culturales propios de la civilización romana: legislación, uso del latín, desarrollo de la vida urbana, obras públicas, calzadas (Vía Augusta y Vía de la Plata) y costumbres romanas. Hispania aportó a Roma personajes significativos: Séneca, Marco Aurelio, Teodosio, Trajano y Adriano.

Economía

Hispania pasó a formar parte del Imperio Romano como una colonia que exportaba materias primas (metales preciosos, como en las Médulas de León; mercurio, como en Almadén; aceites y esclavos) e importaba productos manufacturados de Italia y provincias orientales.

Estructura Social

La estructura social se basaba en la formación de clases según su riqueza:

  • Reducida aristocracia (senadores y caballeros).
  • Burguesía acomodada (negociantes y propietarios).
  • Numeroso grupo de trabajadores libres (campesinos y artesanos).

Los esclavos fueron abundantes en el trabajo agrícola, minero y artesano (no tenían derechos).

El proceso de romanización se desarrolló con la fundación de colonias (Emerita Augusta) y la promoción de antiguos núcleos al estatuto municipal. Se integró en la organización política imperial a numerosas familias del Imperio, y Caracalla concedió la ciudadanía romana a los hombres libres.

Religión

La religión romana se extendió por Hispania, y posteriormente se introdujo el cristianismo. El Edicto de Milán (313 d.C.) puso fin a las persecuciones y concedió el derecho de practicar el cristianismo, lo que expandió y consolidó esta religión en la Península.

La Crisis del Imperio Romano y la Llegada de los Visigodos

La crisis del Imperio se agudizó en el siglo III. El fin de las conquistas y la concesión del derecho de ciudadanía a los habitantes produjo una disminución de los ingresos. El Imperio entró en crisis, las fronteras se vieron presionadas por pueblos bárbaros, unido a las luchas de poder y al colapso del comercio. Esto condujo a un proceso de ruralización del Imperio.

El aislamiento de Hispania se acentuó tras la invasión de bandas de francos y alamanes en el 260 d.C.

En el año 409, diversos pueblos bárbaros (vándalos, suevos y alanos) entraron en Hispania. Para frenar este avance, los visigodos se asentaron en la Galia y controlaron así los territorios hispánicos. Tras acabar con los alanos y vándalos, reprimir las revueltas internas y confinar a los suevos en la actual Galicia, los visigodos se independizaron en el 476.

El Reino Visigodo

La monarquía visigoda se unificó. Leovigildo y su hijo Recaredo expulsaron a los bizantinos y consolidaron su dominio territorial. La monarquía pasó a ser hereditaria y era auxiliada por instituciones como el Aula Regia y los Concilios de Toledo. Leovigildo promovió la igualdad de hispanorromanos y visigodos y derogó la ley que prohibía matrimonios mixtos. Recaredo se convirtió al cristianismo (III Concilio de Toledo, 589). Recesvinto promovió una única ley para ambos pueblos, el Liber Iudiciorum en 654 (Fuero Juzgo).

Economía y Sociedad Visigoda

La economía se ruralizó, siendo la agricultura y la ganadería las actividades básicas. La propiedad de la tierra se concentró en manos de la nobleza y el sistema esclavista, costoso y difícil de sostener, dio paso a la formación de un nuevo grupo de campesinos dependientes (siervos).

Crisis del Reino Visigodo

A mediados del siglo VII, el reino visigodo entró en crisis por la incapacidad de la monarquía para cobrar tributos. Esto produjo disputas por el trono, lo que facilitó el desembarco musulmán en Algeciras y la muerte del último rey visigodo en la batalla de Guadalete.

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