La Conquista Musulmana de la Península Ibérica (Siglo VIII)
En el año 711, la Península Ibérica experimentó la invasión de pueblos árabes, beréberes y sirios. La rápida expansión musulmana se vio favorecida por los conflictos internos de la monarquía visigoda. La resistencia militar fue escasa, y la mayoría de los poderes locales visigodos capitularon. La primera fase de la invasión (711-716) comenzó tras la derrota del rey Don Rodrigo en Guadalete frente a un ejército bereber liderado por Tarik, al que se unió un contingente árabe bajo el mando de Muza. Hacia el 716, la mayor parte del territorio peninsular había sido conquistado. Muchos nobles visigodos se sometieron a los invasores mediante pactos que garantizaban la conservación de sus propiedades.
En una segunda fase (716-732), los musulmanes avanzaron más allá de los Pirineos, pero fueron derrotados en Poitiers por los francos (732). Esto les obligó a establecerse en las tierras meridionales de la Península, dejando el valle del Duero como una «tierra de nadie», conocida como el Desierto del Duero, frontera entre los árabes y los núcleos cristianos del norte.
El Emirato y el Califato de Córdoba (Siglos VIII-X)
El Estado formado por los árabes en la Península Ibérica se denominó Al-Ándalus. Inicialmente, fue una provincia gobernada por un emir dependiente de los califas de Damasco (Emirato dependiente, siglo VIII), caracterizada por constantes luchas entre los grupos invasores. Tras la caída de la dinastía Omeya en Damasco, Abderramán, único superviviente, huyó a Al-Ándalus, tomó el poder y se proclamó emir (Emirato independiente de Córdoba, siglos VIII-IX). Para consolidar el nuevo Estado, aumentó la recaudación de impuestos, formó un núcleo de fieles en cargos públicos y organizó un ejército mercenario.
Sus sucesores enfrentaron problemas para mantener la unidad territorial. El emir Abderramán III sometió todo el territorio andalusí, rompió los vínculos con Bagdad y se proclamó califa, asumiendo el poder político, jurídico, militar y religioso. Así se inauguró el Califato de Córdoba (siglo X), la etapa más brillante de Al-Ándalus, con una gran fortaleza política y militar, y un esplendor cultural y artístico que la convirtió en la sociedad más avanzada de su época.
La Crisis del Siglo XI: Los Reinos de Taifas
En 1031, el Califato de Córdoba se desintegró, culminando el proceso de formación de los Reinos de Taifas, estados independientes. Algunos eran de población árabe (Sevilla, Córdoba, Badajoz, Toledo y Zaragoza), otros beréberes (Málaga y Granada) y otros de población eslava (Tortosa, Valencia, Játiva y Murcia). Esta fragmentación debilitó Al-Ándalus, lo que fue aprovechado por los reinos cristianos, que pasaron de la colaboración esporádica a exigir el pago de impuestos (parias) a cambio de protección. Estos tributos reforzaron el poder cristiano, llevando a la ocupación de Toledo por Alfonso VI de Castilla y al hundimiento de la línea defensiva del Tajo (1085).
Economía y Sociedad de Al-Ándalus
La economía de Al-Ándalus se basó en la agricultura, con la incorporación de nuevos productos (naranjas, berenjenas, arroz, caña de azúcar, lino, algodón, morera) y métodos intensivos de cultivo basados en el regadío. La actividad artesanal (vidrio, cuero, cerámica) y la industria textil (lana, seda, lino, algodón) fueron actividades urbanas fundamentales. El comercio, tanto interior como exterior, fue la actividad más importante. Al-Ándalus importaba esclavos y materias primas, y exportaba productos manufacturados, especialmente de lujo. La circulación de moneda fue abundante, siendo la Península un centro de confluencia de rutas europeas, asiáticas y africanas. Las monedas más importantes fueron el dinar (oro) y el dirhem (plata).
La sociedad se componía de una minoría árabe, cercana al poder y poseedora de tierras explotadas por siervos, mozárabes y muladíes, sujetos al pago de censos o a contratos de aparcería. Les seguían los beréberes, en una situación más precaria. Los muladíes, cristianos islamizados, pagaban menos impuestos y tenían cierto reconocimiento jurídico, pero estaban subordinados a la minoría árabe. Menos numerosos eran los mozárabes (cristianos bajo dominio musulmán) y los judíos.