La España del siglo XVIII: Cambio Dinástico y los Primeros Borbones
Felipe V, un rey de carácter inestable, se vio rodeado de administradores franceses que apartaron del poder a la aristocracia que controlaba los Consejos. En 1714, Isabel de Farnesio, segunda esposa del rey tras la muerte de María Luisa de Saboya, rodeada de consejeros italianos como el Cardenal Alberoni, impulsó un cambio radical en la corte. Su programa político subordinó los intereses españoles a una política exterior agresiva con el objetivo de recuperar territorios en Italia y obtener reinos para sus hijos.
En 1724, Felipe V abdicó en favor de Luis I, pero su muerte repentina lo llevó de nuevo al trono. Su secretario, Patiño, implementó un ambicioso programa de rearme que culminó con la conquista de Nápoles y Sicilia, territorios que fueron entregados a Carlos (futuro Carlos III). Durante este periodo se firmó el Primer Pacto de Familia con Francia.
Tras la muerte de Felipe V, ascendió al trono Fernando VI. Durante su reinado, el Marqués de la Ensenada protagonizó una serie de reformas que buscaban modernizar el país. Entre ellas destacan:
- Una política exterior de pacificación, especialmente con Inglaterra.
- El refuerzo de la Armada, con la construcción de astilleros y fábricas de armas.
- Una política orientada a fortalecer el estado absoluto y el crecimiento económico.
- Una reforma fiscal que incluía la creación del catastro, un impuesto único sobre las propiedades y rentas que pretendía gravar también a los privilegiados.
- La supresión de impuestos al tráfico interior de grano y la liberalización del comercio colonial.
Los Reyes Católicos y la Unión Dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y Aragón
Fernando II heredó la Corona de Aragón a la muerte de su padre, Juan II. Isabel I, por su parte, se autoproclamó reina tras la muerte de su hermanastro Enrique IV. Su acceso al trono de Castilla no estuvo exento de conflictos, ya que tuvo que enfrentarse en una guerra civil sucesoria al partido que apoyaba a Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV. La batalla de Toro marcó un punto de inflexión en la contienda, y tras ella se firmó el Tratado de Alcaçovas-Toledo.
El matrimonio entre Fernando e Isabel supuso una unión dinástica, pero no territorial. Cada reino conservó sus propias leyes, fronteras e instituciones. Isabel gobernó Castilla, mientras que Fernando se encargaba de Aragón y la política exterior. Sin embargo, Fernando también participó en el gobierno de Castilla gracias al Concordato de Segovia de 1475.
Los Reyes Católicos impulsaron intereses comunes a ambos reinos, como la política exterior y la Inquisición. La unión de las coronas bajo su reinado marcó la transformación de la España Medieval en la España Moderna.
El Proceso de Hominización en la Península Ibérica
El proceso de hominización en la península ibérica se divide en varias etapas que se remontan al Paleolítico Inferior (800.000 años a.C.). Se cree que los primeros homínidos llegaron a la península desde África.
Paleolítico Inferior
En la Gran Dolina (Atapuerca) y Soria se han encontrado restos fósiles con características similares al Homo antecessor, considerados los restos más antiguos de poblaciones asentadas en Europa. Estos homínidos eran depredadores, practicaban la caza y la pesca, y llevaban un estilo de vida nómada. También se han encontrado restos de Homo heidelbergensis en la Sima de los Huesos (Atapuerca) y Soria, conocidos por su tecnología de piedra tallada y el uso de trampas y pozos para la caza.
Paleolítico Medio
En el Paleolítico Medio (250.000 años a.C.) aparecen el Homo neanderthalensis y el Homo sapiens. Estos homínidos utilizaban cuevas y abrigos como refugio, fabricaban herramientas como flechas, cuchillos, raspadores y buriles, conocían el fuego y practicaban el culto funerario.
Paleolítico Superior
El Paleolítico Superior (35.000 años a.C.) ve la aparición del hombre de Cromañón, el Homo sapiens sapiens. Eran hábiles cazadores y destacaban por su industria ósea, utilizando huesos, astas y marfil para fabricar herramientas y objetos artísticos. En este periodo surge el arte rupestre, como el de las cuevas de Altamira, que se caracteriza por sus temas anomalísticos, su naturalismo, la superposición de figuras, la policromía y su posible significado mágico-religioso.
Evolución Política de Al-Andalus: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba
La conquista musulmana de la península ibérica se produjo en el contexto de la expansión del Islam por el norte de África. Las luchas internas entre los visigodos facilitaron la invasión. En el año 711, los musulmanes, liderados por Tariq, derrotaron al rey Rodrigo en la batalla de Guadalete. Musá, el gobernador del norte de África, completó la conquista de la mayor parte de la península mediante pactos y capitulaciones.
Emirato Dependiente (711-756)
Durante el siglo VIII, Al-Andalus se convirtió en un emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco.
Emirato Independiente (756-929)
A mediados del siglo VIII, Abderramán I estableció un emirato independiente con capital en Córdoba. Durante este periodo se produjeron revueltas de mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán) y muladíes (cristianos convertidos al Islam).
Califato de Córdoba (929-1031)
A principios del siglo X, Abderramán III se proclamó califa, dando lugar al Califato de Córdoba. La organización política del califato se basaba en ministros, jueces y provincias. Contaba con un cuerpo de palatinos y un poderoso ejército. Este periodo representa el apogeo de la presencia musulmana en la península. Durante el califato destacó Almanzor, un jefe militar que dirigió importantes campañas contra los reinos cristianos del norte. La derrota de Almanzor a manos de los cristianos marcó el inicio de la Reconquista.