Historia de España: Del Absolutismo al Siglo XX

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA (1808-1814)

La Guerra de la Independencia Española es un conflicto histórico comprendido entre los años 1808 y 1814, ubicado internacionalmente en las Guerras Napoleónicas donde se difundieron las ideas ilustradas por Europa. Se trata, por otra parte, de una guerra civil entre los afrancesados y los patriotas. Los primeros formaban parte de la élite cultural y política del país y apoyaban la invasión; los patriotas estaban divididos en absolutistas (nobleza, clero y clases populares) y liberales (burguesía). Además, significó el primer intento de revolución liberal y un levantamiento popular, impulsado por la Iglesia para defender los valores tradicionales.

Tras la derrota contra los ingleses en la batalla de Trafalgar, Napoleón decide imponer a Europa un bloqueo continental para hundir el comercio inglés. Ante la negativa de Portugal de participar en este bloqueo, Napoleón planea su invasión con la ayuda de España, firmando ambos países el Tratado de Fontainebleau en 1807. Carlos IV y Godoy permitirán la entrada de las tropas francesas en la península para atacar a Portugal, pero Napoleón decide ocupar España. Ante estos hechos, en 1808, se produce el Motín de Aranjuez, una revuelta del pueblo contra la invasión de los franceses y las decisiones de sus mandatarios, que desembocará en la abdicación del rey y la dimisión del primer ministro. Napoleón se reúne con el nuevo rey, Fernando VII y con Carlos IV consiguiendo que le cedan la corona de España, se trata de las Abdicaciones de Bayona. Napoleón coronó a su hermano José I como rey de España.

La resistencia se volvió alrededor de un ejército muy débil y un sistema de guerrillas, encabezadas por el cura Merino. Estuvo organizada por trece juntas de armamento y defensa, que fueron la expresión popular de la soberanía nacional, coordinadas por la Junta Central Suprema, presidida por Floridablanca. Estas juntas tenían funciones políticas y militares y su principal objetivo era expulsar a José I y los franceses, y resolver «el secuestro» de Fernando VII.

La guerra se divide en 3 fases:

  1. La primera etapa, en 1808, comenzó con la sublevación de Madrid. En esta fase se perfilaron las distintas formas de resistencia: las batallas regulares, como las de Somosierra o Bailén, que hizo replegarse al ejército francés hacia el Ebro; los sitios en ciudades como Zaragoza o Girona, y la lucha de guerrillas.
  2. En la segunda etapa, entre 1809 y 1812, el dominio francés es prácticamente total, con la llegada de Napoleón con más de 250.000 hombres, así que los ingleses deciden intervenir enviando tropas, a través de Portugal, dirigidas por Wellington. El núcleo de la resistencia española se encontró en Andalucía y, por eso, Napoleón decide atacar a esta región, pero no consigue la ocupación de Cádiz, lugar en el que se establecerá la Junta Central. En esta etapa se convocan Cortes en Cádiz para crear una Constitución y realizar una serie de reformas liberales, el fruto será la Constitución de 1812.
  3. En la etapa final, de 1812 a 1814, Napoleón decide invadir el imperio ruso y reducirá sus tropas en la península. La derrota del ejército napoleónico frente a los rusos debilitará su posición en España. Desde Portugal, las tropas españolas y las inglesas, dirigidas por Wellington, realizaron ofensivas continuadas y Napoleón acabará perdiendo una serie de importantes batallas, como las de Ciudad Rodrigo, Los Arapiles, Vitoria o San Marcial. Una vez perdida la guerra, firmó el Tratado de Valençay, en 1813, mediante el cual vuelve la corona española a Fernando VII, pero los franceses no abandonaron Cataluña hasta 1814.

Entre las consecuencias, destaca la situación de posguerra de hambre y epidemias. La situación causó la ruina de la agricultura y la ganadería, la paralización del comercio y de la incipiente industria y el aumento de la enorme deuda estatal. También se produce la pérdida de las primeras colonias americanas, que aprovecharon el momento de desconcierto. Además, con la vuelta de Fernando VII, vuelve el absolutismo, aboliendo la Constitución de 1812 y las reformas de Cádiz, con la firma del Manifiesto de los Persas, e iniciándose así lo que se conoce como el Sexenio Absolutista, primera etapa de su reinado, entre 1814 y 1820.

LAS CORTES DE CÁDIZ (1810-1813)

Con la disolución de la Junta Central Suprema en 1810, presidida por Floridablanca, se convocaron las Cortes de Cádiz que concluirán en 1813. Estas Cortes tuvieron un claro carácter revolucionario y liberal. Además, sabemos que se convocaron en Cádiz, ya que era de los pocos territorios que no estaba ocupado por las tropas francesas y estaba protegido por la flota inglesa. Tuvieron como principales objetivos: desmantelar el sistema del Antiguo Régimen (el absolutismo, la sociedad estamental y la economía de subsistencia) y aprobar una constitución liberal. Se trató de unas Cortes unicamerales, formadas por un único cuarto de diputados, y no tradicionales, es decir, no estaban divididas por estamentos, así las votaciones eran individuales.

Los diputados que acudieron fueron elegidos por provincias y eran 271, entre los que se encontraban representantes de la nobleza, del clero y profesiones liberales, aunque mayormente, la composición fue liberal y burguesa. Dichos diputados se dividían en tres corrientes ideológicas:

  1. Los absolutistas, conocidos también como serviles, que defendían una soberanía real, donde todo el poder lo tenía el Rey;
  2. Los jovellanistas, dirigidos por Jovellanos, que defendían una soberanía compartida y, por tanto, el poder estaba repartido entre el Rey y las Cortes; y
  3. Los liberales, que defendían una soberanía nacional, en la que todo el poder lo tenían las Cortes; éstos eran los más influyentes, destacando en Argüelles.

La Constitución de 1812

El 19 de marzo de 1812, día de San José, las Cortes de Cádiz promulgaron la primera constitución liberal de la historia de España, conocida como La Pepa, por la fecha de aprobación. La constitución consta de 384 artículos y sus bases fueron: la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y la primera Constitución francesa de 1791. Las características principales fueron:

  • La soberanía nacional, que significaba el fin del designio divino;
  • La división de poderes, donde el poder legislativo estaba compartido entre las Cortes unicamerales y el monarca (las Cortes elaboraron las leyes y aprobaban los presupuestos, mientras el rey podía intervenir en la elaboración de las leyes), el poder ejecutivo residía en el Rey, de modo que dirigía el gobierno, y el poder judicial lo tenían los tribunales;
  • La nueva forma de gobierno sería una monarquía parlamentaria, donde el rey dejaba de tener poder absolutista;
  • Además, se estableció el sufragio universal masculino indirecto, en el que las mujeres no podían votar y los electores no eligen directamente a los diputados, sino a unos representantes o compromisarios que los elegían.

Por otra parte, la constitución contenía una amplia declaración de derechos: la libertad de opinión, la igualdad frente a la ley o el derecho a la propiedad entre otros. Otros artículos de la Constitución planteaban la reforma de los impuestos y la Hacienda, la creación del ejército nacional, el servicio militar obligatorio o enseñanza primaria, pública y obligatoria. El texto plasmaba también el compromiso entre burgueses liberales y absolutistas al afirmar la confesionalidad católica del Estado.

Reformas del Trienio Liberal

Además del texto constitucional, las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a eliminar el Antiguo Régimen. Así procedieron a varias aboliciones con: los señoríos, los privilegios, el mayorazgo y la Inquisición. Otra prioridad de las Cortes de Cádiz residió en la creación de un mercado nacional basado en el establecimiento de los principios liberales. Para ello, se tomaron las siguientes medidas: fomentaba la libre transferencia de propiedades abriendo vías para la desamortización de tierras; abolir los gremios, se dispuso el libre establecimiento de fábricas, fijaron la libertad de comercio, se puso fin al poder de la Mesta…

Para concluir y una vez perdida la guerra, Napoleón firmará el Tratado de Valençay, en 1813, mediante el cual vuelve la corona española a Fernando VII, quien volvió al absolutismo, aboliendo la Constitución de 1812 y las reformas de Cádiz, con la firma del Manifiesto de los Persas, e iniciándose así lo que se conoce como el Sexenio Absolutista, primera etapa de su reinado, entre 1814 y 1820.

EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833)

El reinado de Fernando VII es un período histórico entre 1814 y 1833 de absolutismo después de la experiencia liberal de la Guerra de la Independencia y marcado por el enfrentamiento entre liberales y absolutistas. Con la invasión de las tropas napoleónicas, se había producido el Motín de Aranjuez en 1808 por el que Godoy dimite y Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII. Poco después Napoleón se reunirá con Fernando VII y Carlos IV y se firmarán las Abdicaciones de Bayona, con las que Napoleón obtiene el trono español y lo cede a su hermano José I. La Guerra de Independencia terminará con victoria española y Napoleón firmará el Tratado de Valençay en 1813 por el que retorna a corona a Fernando VII.

Etapas del Reinado de Fernando VII

El reinado de Fernando VII se divide en tres etapas muy diferenciadas:

  1. El Sexenio Absolutista (1814-1820): el rey implanta de nuevo el Absolutismo y los españoles se dividen en liberales, que apoyan la constitución de 1812, y absolutistas. Los segundos firman en 1814 el Manifiesto de los Persas, al que se acoge Fernando VII para reinar. Este sexenio se caracteriza por la represión contra los liberales y su expulsión de país y por una serie de problemas como el hambre y la peste de posguerra, la crisis económica por la gran deuda, los problemas fiscales, una crisis comercial debida a la independencia colonial, la escasa industrialización y los numerosos pronunciamientos militares, la mayoría sin éxito.
  2. El Trienio Liberal (1820-1823): comienza cuando uno de los pronunciamientos militares, el de coronel Riego, triunfa. Tiene como objetivo, al ser liberal, instaurar la Constitución de 1812 y las reformas de Cádiz. Fernando VII acepta la constitución para no perder el trono, pero pide ayuda a la Santa Alianza para detener el movimiento liberal. Sin embargo, el gobierno de Riego aplica una serie de reformas como la reducción del diezmo y del poder de la Iglesia y la aprobación del Código Penal y el Civil. Además, los liberales se dividen en moderados y progresistas. En 1823 se produce la invasión de la Santa Alianza enviando a los 100.000 Hijos de San Luis y restituye el poder absoluto a Fernando VII.
  3. La Década Ominosa (1823-1833): se aprueba el decreto absolutista, que supone la represión de los liberales y la anulación de la constitución y reformas de Cádiz. Fernando VII vuelve a tener el poder absoluto y se produce una situación de crisis económica causada por las guerras, la deuda y la independencia de las colonias y también otra crisis sucesoria, porque Fernando VII deroga la Ley Sálica, que no permitía reinar a las mujeres y aprueba la Pragmática Sanción, una ley sucesoria que permite reinar a las mujeres si no tenían hermanos varones, ya que sólo tenía hijas y así Isabel II podría convertirse en reina. Los liberales apoyan el reinado de Isabel II, pero los absolutistas quieren a Carlos María Isidro, el hermano de Fernando VII, como rey.

Para concluir, a la muerte de Fernando VII, Isabel II se convierte en reina, aunque con tres años es necesaria la regencia de María Cristina, su madre (1833-1840), y los absolutistas inician las guerras carlistas. El reinado de Isabel II inició la construcción del estado liberal y significó el final definitivo del absolutismo con Fernando VII como último representante.

EL ESTADO LIBERAL DE ISABEL II (1833-1868)

El reinado de Isabel II es el período histórico situado entre 1833 y 1868 en el que se produce la construcción del Estado liberal y que supone el final definitivo del absolutismo, siendo su padre Fernando VII el último representante. Se trata de una etapa de graves problemas y deficiencias, siendo la principal característica, la inestabilidad, debido a los pronunciamientos, los cambios de gobierno y los conflictos civiles que se dan de forma reiterada. El poder pasó hacia los militares, convirtiéndolos en políticos militares, entre los que destacamos a Espartero, Narváez y O’Donnell. Además, se vivió un enfrentamiento ideológico constante entre los tradicionalistas con una gran base agraria, y que se identificaban como absolutistas, por tanto, a favor de la causa carlista. Por otra parte, se hallaban los liberales, divididos entre moderados y progresistas, y de base urbana.

Etapas del Reinado de Isabel II

El reinado de Isabel II se divide en cinco etapas:

  1. Las regencias de su madre, M. Cristina (1833-1840) con apoyo de los moderados
  2. La regencia del general Espartero (1840-1843) con los progresistas.
  3. La Década Moderada (1844-1854)
  4. El Bienio Progresista (1854-1856)
  5. La etapa final moderada (1856-1868).

Así, se pueden observar las luchas entre moderados y progresistas por el poder y también queda patente en los cambios constitucionales: Estatuto Real de 1834, constitución progresista de 1837, constitución moderada de 1845, la non nata de 1856 y la restauración de la de 1845.

Partidos Políticos del Reinado de Isabel II

Respecto a los partidos políticos, los liberales se habían dividido en moderados y progresistas, todos ellos constituidos por una burguesía de clase media y alta. Ambos partidos tuvieron una serie de bases comunes, cómo fueron la aceptación de la constitución, de los órganos representativos, es decir, las cortes; la aceptación del sufragio censitario y de las libertades individuales. En cuanto a sus diferencias:

  • Los moderados, por un lado, asimilaron tanto el tradicionalismo como el liberalismo, defensores de los intereses económicos y del Estado centralizado y partidarios del sufragio censitario restringido (0,2% de la población).
  • Los progresistas, por otra parte, defendían una soberanía nacional, depositada en las Cortes, eran reformistas y partidarios del librecambismo (libertad de comercio), quieren la supresión de las quintas, dando lugar a un ejército profesional y establecen un sufragio censatario amplio (2% de la población).

El Carlismo

El otro gran grupo social eran los carlistas. El carlismo había surgido con la muerte de Fernando VII, padre de Isabel II, lo que provocó la sublevación contra la regente María Cristina. Los carlistas aspiran al reinado de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, y defienden los valores tradicionales como la monarquía, Dios, la patria y los fueros. Su base social está formada por la nobleza, el clero y el campesinado, influenciada por estos últimos. Los principales focos los encontramos en las zonas rurales del País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo (en Castellón).

La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

La Primera Guerra carlista se inició con el fracaso del ataque del pretendiente en Madrid y con el asedio de Bilbao, donde murió el general Zumalacárregui, líder del ejército carlista en el norte. Esto provocó la división de los carlistas:

  • En el norte, Maroto firmó el Convenio de hacia Berga con el liberal Espartero en 1839, así, los carlistas mantenían los fueros del País Vasco y Navarra, además de la posibilidad de los oficiales carlistas a ingresar en el ejército real.
  • Por otro lado, encontramos el bando carlista que no se rindió, dirigido por Cabrera, en el Maestrazgo y que continuó la guerra hasta ser vencidos en 1840.

Entre las consecuencias de la guerra, destacamos la muerte, destrucción y miseria, pero al final de ésta se implantó definitivamente el liberalismo. Militares como Espartero, Narváez y O’Donnell ganaron protagonismo en la política y se llevaron a cabo numerosos golpes de estado. Para afrontar la compra de armas para la guerra se aprobó la desamortización de Mendizábal, que afectaba básicamente a tierras eclesiásticas.

EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868): ETAPAS

El reinado de Isabel II es el periodo histórico situado entre 1833 y 1868 en el cual se produce la construcción del Estado liberal y que supone el final definitivo del absolutismo, siendo su padre Fernando VII el último representante. Se trata de una etapa de graves problemas y deficiencias, siendo la principal característica, la inestabilidad, a causa de los pronunciamientos, los cambios de gobierno y los conflictos civiles que se dan de manera reiterada. El poder pasó hacia los militares, convirtiéndolos en políticos militares, entre los cuales destacamos a Espartero, Narváez y O’Donnell. Además, se vivió un enfrentamiento ideológico constando entre los tradicionalistas con una gran base agraria, y que se identificaban cómo absolutistas, por lo tanto, a favor de la causa carlista. Por otro lado, se encontraban los liberales, divididos entre moderados y progresistas, y de base urbana.

Las Regencias (1833-1843)

Regencia de María Cristina (1833-1840)

La primera etapa del reinado son las regencias. La regencia de Maria Cristina (1833-1840) fue la etapa de transición entre el absolutismo y el liberalismo y destacan cuatro hechos muy relevantes: la primera guerra carlista, el Estatuto Real de 1834, la Constitución de 1837 y la desamortización de Mendizábal.

  • La Primera Guerra Carlista: se inició con el fracaso al ataque del pretendiente a Madrid y con el asedio de Bilbao, donde murió el general Zumalacárregui, líder del ejército carlista en el norte. Esto provocó la división de los carlistas: en el norte, Maroto firmó el Convenio de Bergara con el liberal Espartero el 1839, así, los carlistas mantenían los fueros del País Vasco y Navarra, además de la posibilidad de los oficiales carlistas a ingresar al ejército real. Por otro lado, encontramos el bando carlista que no se rindió, dirigido por Cabrera, en el Maestrat y que continuó la guerra hasta ser vencidos en 1840.
  • El Estatuto Real de 1834: era una carta otorgada que optaba por un Estado moderado sin soberanía nacional, pero con sufragio censitario restringido (0,15%), con libertades reducidas y unas Cortes bicamerales; la reina mantenía los poderes ejecutivo y legislativo. Esto provocó las quejas de los progresistas y revueltas urbanas.
  • La Desamortización de Mendizábal: donde se subastan tierras eclesiásticas no cultivadas y el dinero se utilizaron para sufragar los gastos de la guerra carlista; además, este proceso incrementó el poder de la burguesía y se fortaleció el liberalismo.
  • La Constitución de 1837: una constitución progresista que implantaba la soberanía nacional, el sufragio censitario amplio (2,2%), los mismos derechos de 1812 y unas Cortes bicamerales.

Esta etapa finalizará con el exilio de la regente provocado por la victoria del líder progresista Espartero en la guerra carlista, convirtiéndose así en el nuevo regente.

Regencia de Espartero (1840-1843)

Su regencia está comprendida entre 1840 y 1843 y demostró sus escasas habilidades políticas con un marcado carácter autoritario. Las mesures librecambistas que aplicó provocaron la caída de la industria catalana y los levantamientos a la zona. Espartero decidió bombardear Barcelona para poner fin a las protestas y esto provocó el golpe de estado de Narváez, liberal moderado, y la dimisión de Espartero. Las Cortes decidieron declarar Isabel II mayor de edad con tan solo 13 años.

La Década Moderada (1844-1854)

La siguiente etapa es la Década Moderada entre 1844 y 1854 y el gobierno de Narváez de carácter autoritario, centralista y represivo. Se derogó la constitución de 1837 y se aprobó la de 1845, la cual negaba la soberanía nacional y las Cortes eran bicamerales, en las cuales el Senado era elegido directamente por la Corona. El sufragio era censitario restringido y la reina tenía grandes atribuciones: nombrar los ministros (control del ejecutivo), disolver las Cortes y sancionar las leyes (control del legislativo). En esta etapa se crea el Código Penal, la ley de administración local para controlar los ayuntamientos, la fundación de la Guardia Civil y la aparición del Partido Demócrata que luchará por el sufragio universal, la tolerancia religiosa y ampliar las libertades. Durante esta etapa también se produce la Segunda Guerra Carlista, centrada en Cataluña y también llamada guerra de los tempraneros. Estalló por dos motivos: el fracaso en el intento de casar Isabel II con “Carlos VI”, hijo de Carles M. Isidre, y por las reformas de Narváez. Finalmente, los carlistas volvieron a ser derrotados.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Las divisiones internas entre los moderados y la corrupción provocaron la firma del manifiesto de Manzanares y la Vicalvarada, una insurrección militar liderada por O’Donnell, contra el gobierno moderado. De este modo finaliza la Década Moderada y se iniciaba el Bienio Progresista entre 1854 y 1856, dirigido por Espartero. Se redactó una nueva Constitución el 1856 que, finalmente, no entró en vigor (“non nata”).

El Retorno al Moderantismo (1856-1868)

La última etapa es el retorno al moderantismo o etapa final moderada entre 1856 y 1868, dirigida por los unionistas de O’ Donnell y los moderados de Narváez. El sistema se caracterizó por el conservadurismo, la corrupción y una limitada expansión económica (ampliación del ferrocarril y red de carreteras y la industria textil catalana). En 1863 se inició una fuerte crisis económica y O’Donnell dimitió, quedando todo el gobierno en manos de los moderados, que gobernaron de manera autoritaria y al margen de las Cortes.

O’Donnell fundó un nuevo partido, Unión Liberal y los jesuitas fueron expulsados del país. También se realizó una segunda desamortización el 1855, la de Madoz, que afectaba en tierras eclesiásticas y comunales, los ingresos de la cual se destinaron a la construcción del ferrocarril. Los problemas de carestía, las condiciones laborales y la desocupación provocaron huelgas y conflictos y la dimisión de Espartero.

Para concluir, la inestabilidad, la grave crisis económica y los escándalos de la vida privada de la reina provocaron el descrédito de la Corona. Todo esto dio lugar a que en 1866 se firmará el pacto de Ostende entre los progresistas, los demócratas y la Unión Liberal, por el cual querían destronar a Isabel II y establecer una democracia, el sufragio universal y decidir entre una monarquía y una república. El año 1868 estalló la Revolución Gloriosa, iniciada con el golpe de estado de Topete, que provocó la dimisión del gobierno moderado, el exilio de Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático (1868-1874).

EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)

El Sexenio Democrático es el período histórico que tiene lugar desde 1868, con la destrucción y exilio de Isabel II, hasta 1874, con la proclamación de Alfonso XII. Es una etapa de profundización en la revolución liberal, es decir, se buscan más derechos y libertades y supone el primer intento de democracia, con el sufragio universal masculino. En estos seis años se sucedieron varios regímenes políticos: una regencia, una monarquía, una república y una dictadura.

La Revolución Gloriosa y el Gobierno Provisional (1868-1870)

En 1863 se produjo una gran crisis económica por las malas cosechas y la crisis financiera europea. Esta crisis provocó la dimisión de O’ Donnell y la reina dio el poder a los moderados. La inestabilidad, la grave crisis económica y los escándalos de la vida privada de la reina provocaron el descrédito de la Corona. Todo esto dio lugar a que en 1866 se firmará el pacto de Ostende entre los progresistas, los demócratas y la Unión Liberal, por el que querían destronar a Isabel II y establecer una democracia, el sufragio universal y decidir entre una monarquía y una república. En 1868 estalló la Revolución Gloriosa, iniciada con el golpe de estado de Topete, que provocó la dimisión del gobierno moderado, el exilio de Isabel II y el inicio de un gobierno provisional entre 1868 y 1870 dirigido por Serrano, de Unión Liberal, con el general progresista Prim como ministro de guerra. Se aplicaron varias medidas durante este período, como la supresión de las quintas, la libre imprenta, la democratización de los ayuntamientos y por último, la creación de la peseta. Además, convocaron elecciones a Cortes constituyentes con sufragio universal masculino y obtuvieron la victoria los progresistas.

La Constitución de 1869 y el Reinado de Amadeo I (1870-1873)

En el año 1869 se aprueba una nueva constitución que resultó ser la más liberal y democrática de las constituciones españolas del siglo XIX. Ésta establecía la soberanía nacional que quedaba en manos de las Cortes, el sufragio universal masculino y derechos y libertades muy amplios, como por ejemplo, la libertad de culto, por primera vez. También estableció una monarquía constitucional y la división de poderes: el legislativo que residía en las Cortes, el ejecutivo compartido entre el rey y las Cortes y el judicial en los tribunales. La constitución establecía una monarquía en España ya falta de encontrar rey, Serrano fue regente y el general Prim, jefe de gobierno, con una fuerte oposición de los carlistas y los republicanos. Por último, el nuevo rey fue Amadeo I, hijo del rey de Italia, Víctor Manuel II de Saboya.

El nuevo rey sufrió una oposición cada vez más numerosa: los carlistas, que apoyaban a Carlos VII, los moderados y la nobleza, fieles a Isabel II; los republicanos, y la Iglesia católica, que rechazaba al nuevo monarca por ser hijo de Víctor Manuel II, el unificador de Italia. A todos estos problemas hay que añadir además la guerra de Cuba y la Tercera Guerra Carlista, que se extendió por Cataluña, País Vasco y el Maestrazgo. Amadeo de Saboya no resistió y abdicó en 1873.

La Primera República (1873-1874)

La última etapa del Sexenio Democrático es la I República, situada entre 1873 y 1874. Cabe destacar cuatro presidentes. El primero de ellos Higueras, que decidió mantener la constitución de 1869 modificando los artículos referidos a la Corona. Se produce también la división entre unitarios, partidarios de un poder central fuerte y federales que querían dividir el poder por regiones. Los federales iniciaron revueltas populares contra el gobierno y se convocaron elecciones en 1873, en las que ganaron. A continuación, el federal Pi y Margall redacta el proyecto de la constitución republicana federal de 1873 y estalla la revolución cantonalista que provoca la dimisión del presidente y la llegada de Salmerón al poder. Salmerón envió al ejército contra los cantonalistas, pero se negó a firmar la condena de muerte de los líderes, dimitiendo a continuación y siendo sustituido por Castelar. Éste gobernó de forma autoritaria, ilegalizando el federalismo y controlando el orden público dando poder a los militares. Esto provocó abundantes quejas de las izquierdas y su dimisión.

Fin del Sexenio Democrático

Para concluir, por el miedo a que los federales recuperen el poder, en 1874 el general Pavía da un golpe de estado contra la República y Serrano es proclamado presidente, que gobernará con una dictadura. El mismo año, se produjo el pronunciamiento de Martínez Campos que tenía como objetivo el regreso de los Borbones. Cánovas del Castillo fue el encargado de ir a buscar a Alfonso XII, hijo de Isabel II, para firmar el manifiesto de Sandhurst donde prometía una monarquía parlamentaria. De esta forma se iniciaba una nueva etapa, la Restauración Borbónica, entre 1874 y 1902.

LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902)

La Restauración Borbónica es el período histórico comprendido entre 1874 y 1902 iniciado con el restablecimiento de la monarquía de Alfonso XII de Borbón, hijo de Isabel II, después de la etapa de intento de democracia del Sexenio Democrático (1868-1874). Supuso la implantación de un nuevo sistema político que volvió a establecer el liberalismo moderado y devuelve el poder a la burguesía conservadora, además de la monarquía constitucional, aunque no democrática. Es un período caracterizado por el estabilidad política que viene marcada por la pacificación del carlismo, el fin del golpismo militar, la larga vigencia de la constitución de 1876 y el sistema de turnos ideado por Cánovas del Castillo.

El Retorno de los Borbones y el Sistema Canovista

En 1874 el general Pavía había dado un golpe de estado contra la República y Serrano fue proclamado presidente, gobernando con una dictadura. El mismo año, se produjo el pronunciamiento de Martínez Campos que tenía como objetivo el regreso de los Borbones. Cánovas del Castillo fue el encargado de ir a buscar a Alfonso XII, hijo de Isabel II, para firmar el manifiesto de Sandhurst donde prometía una monarquía parlamentaria.

El sistema canovista es un sistema político conservador, sostenido por la Iglesia y la Corona, y también liberal, con sufragio censitario. El objetivo era que los militares no participaran en política, para mantener la estabilidad política, finalizar sus pronunciamientos y acabar con las tensiones sociales. El sistema canovista se basa en un bipartidismo formado por el Partido Conservador, liderado por Cánovas y el Partido Liberal, liderado por Sagasta, que se volvían en el poder. Los conservadores eran inmovilistas, ayudados por la Iglesia y los liberales eran reformistas y laicos, y estaban a favor del sufragio universal, la abolición de la esclavitud y la ley de asociaciones para que los obreros lucharan por sus derechos.

La Constitución de 1876

Ambos partidos tenían el apoyo de la monarquía y estaban a favor de la Constitución de 1876 que es caracterizaba por ser moderada y basada en los valores tradicionales, la soberanía era compartida entre el Rey, quien tenía derecho de veto y nombraba a los ministros, ya las Cortes bicamerales, con un Congreso elegido por sufragio censitario y un Senado nombrado por el Rey. Además, la Constitución establecía el Estado confesional católico y los derechos de prensa, asociación y reunión. La monarquía era el Estado, no sólo la representación del Estado, y era el principal pilar del sistema.

El Caciquismo y la Manipulación Electoral

En definitiva, ese sistema sólo podía funcionar mediante prácticas antidemocráticas como el caciquismo y la manipulación electoral. Los objetivos eran mantener el bipartidismo y la alternancia en el poder entre los partidos. Periódicamente, y de forma pactada, el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno en el partido al que tocaba gobernar y se iniciaba la manipulación electoral. Éste, desde el Ministerio de Gobernación, confeccionaba la lista de diputados que debían salir elegidos en cada distrito, reservando siempre algunos escaños para la oposición. La lista se entregaba a los gobernadores civiles para que le impusieran a la provincia ya los ayuntamientos mediante el cacique local (caciquismo). Con este objetivo se manipulaba el censo de electores, se coaccionaba el voto e incluso se cambiaban las actas de resultados o descontado el voto de personas inexistentes en el censo. Además, también se compraban votos. Dentro de todo este proceso cabe destacar la figura del cacique, que eran personas que por su poder económico o por su influencia política controlaban una determinada circunscripción electoral, sobre todo de zonas rurales, donde solían proporcionar puestos de trabajo.

 

Por último, la pérdida de las últimas colonias: Cuba, Filipinas y Puerto Rico, será la causa del Regeneracionismo, caracterizado por la actitud profundamente crítica respecto a la Restauración y centrándose en el deseo de modernización económica y política que necesitaba el país. También se caracterizaba por el pesimismo debido a la pérdida de territorios. Como consecuencia, los partidos dinásticos inician un proceso de reformismo que fracasará por no encontrar líderes que lleven a cabo el proyecto y provocando la crisis de estos partidos dinásticos y el crecimiento de la oposición formada por republicanos, socialistas (el PSOE nace en 1879), anarquistas y nacionalistas. Para concluir, el bipartidismo intentó varias reformas para sobrevivir y proclamó nuevos líderes: Maura en el partido Conservador y Canalejas en el Liberal, pero no lograron frenar su descomposición durante el reinado de Alfonso XIII entre 1902 y 1931, cuya última etapa coincide con la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930).


TEMA 8. LA CRISIS DE 1898 

La crisis de 1898 tiene lugar al final de la Restauración Borbónica, período histórico comprendido entre 1874 y 1902) iniciado con el restablecimiento de la monarquía de Alfonso XII de Borbón, hijo de Isabel II, después de la etapa de intento de democracia del Sexenio Democrático (1868-74). Supuso la implantación de un nuevo sistema político que volvió a establecer el liberalismo moderado y devuelve el poder a la burguesía conservadora, además de la monarquía constitucional, aunque no democrática.Es un período caracterizado por el estabilidad política que viene marcada por la pacificación del carlismo, el fin del golpismo militar, la larga vigencia de la constitución de 1876 y el sistema de turnos ideado por Cánovas del Castillo (sistema canovista). Durante el reinado de Ferran VII prácticamente la totalidad de las colonias habían alcanzado la independencia, y España sólo contaba con Cuba, Puerto Rico, Filipinas y algunos archipiélagos en el Pacífico. La primera guerra de Cuba comenzó en 1868, con la guerra de los 10 años, que acabó con la Paz de Zanjón en 1878 con la que España se comprometía a abolir la esclavitud en la isla, proporcionar un régimen de autonomía, una reforma administrativa y ampliar el censo electoral; pero la oligarquía española no aceptó ni el fin del esclavismo ni la autonomía. De esta forma se formaron tres corrientes: los espanyolistas, partidarios de no ceder a ninguna presión reformadora; los autonomistas liderados por Montoro, que apostaban por una Cuba española pero libre, con derecho de autodeterminación y con leyes propias; y los independentistas del Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí, partidarios de la total desvinculación con España. Por otro lado, es importante destacar el papel de Estados Unidos, con intereses comerciales en la isla y que había realizado varios intentos de comprarla en España. Antoni Maura intentó otorgar autonomía en Cuba, pero fracasó por la oposición de la oligarquía españolista y, finalmente, en 1895, empezó la insurrección (“grito de Baire”), dirigida por José Martí y Antonio Maceo. Podemos dividir la guerra en 4 fases: la primera en febrero de 1895 donde los españoles enviaron al general Martínez Campos para sofocar el levantamiento y que acabó con la muerte del líder José Martí. La segunda fase (octubre de 1895 – enero de 1896) fue el momento de máximo avance insurrecto mediante guerrillas y Martínez Campos fue incapaz de frenarlo. En 1896 se inició la tercera etapa hasta 1897 y en la que el general Martínez Campos es sustituido por el general Weyler, que aplicó métodos brutales. En esta etapa se produjo la muerte de Antonio Maceo, y la guerra parecía ganada por los españoles hasta que se produjo la intervención americana, empezando la última etapa. En 1898 explotó en el puerto de La Habana el acorazado estadounidense Maine, y EEUU aprovechó la oportunidad para declarar la guerra a España. El ejército español era más numeroso, pero mal organizado, y fue derrotado, terminando la guerra. En Filipinas también estalló una insurrección liderada por José Rizal, que se enfrentó a las tropas del general Polavieja, quienexecutà en Rival. Con la intervención americana en 1898, los españoles sufrieron una gran derrota en la batalla de Cavite y España se rindió, como en Cuba. Se firmó el Tratado de París de 1898: Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam se convertían en colonias estadounidenses. Cuba se constituía como república independiente, pero bajo protectorado de EE.UU. Las Islas Carolinas, las Marianas y las Palau se convertían en colonias del imperio alemán (tratado germano-español de 1899).En cuanto a las consecuencias, la derrota del 98 sumió a la sociedad española en un estado de pesimismo, la destrucción del mito del imperio español dejó a España en un lugar secundario en el contexto internacional. Además, la prensa extranjera presentó a España como una nación terminada, con un ejército ineficaz y una política corrupta. El sistema de la Restauración sobrevivió al desastre, pero la crisis significó un fuerte impacto psicológico, surgiendo el Regeneracionismo, una corriente de pensamiento caracterizada por querer renovar el país, dignificar la política, modernizar la administración, acabar con el retraso cultural y el analfabetismo, destruir el caciquismo y la manipulación electoral. Además, surgió un grupo de escritores, la “Generación del 98” (Unamuno, Valle Inclán, Machado, Baroja…), caracterizada por el profundo pesimismo, la crítica social y política y la reflexión sobre el papel de España en la historia.Para concluir, la derrota militar supuso un importante cambio en la mentalidad de los militares, que culparon a los políticos de ineficacia y corrupción; esto supuso el retorno de la implicación del ejército en la vida política y la descomposición del bipartidismo con Maura y Canalejas durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), que finalmente condujo a la dictadura de Primo de Rivera del 1923 al 1930.



TEMA 9. EL REINADO DE ALFONSO XIII (1902-1923) 

El reinado de Alfonso XIII es el período histórico comprendido entre 1902 y 1923, es decir, entre la proclamación de su mayoría de edad finalizando la regencia de su madre M. Cristina y el golpe de estado de Primo de Rivera. En este reinado se produce la crisis de la monarquía parlamentaria y del sistema de turnos de Cánovas del Castillo. En 1917, el ejército, el catalanismo y el movimiento obrero acabarían con el equilibrio con sus peticiones de reformas, situación que se precipitó hacia la dictadura, el fin de la monarquía y la proclamación de la Segunda República. 

En cuanto a las consecuencias, la derrota del 98 sumió a la sociedad española en un estado de pesimismo, la destrucción del mito del imperio español dejó a España en un lugar secundario en el contexto internacional. Además, la prensa extranjera presentó a España como una nación terminada, con un ejército ineficaz y una política corrupta. El sistema de la Restauración sobrevivió al desastre, pero la crisis significó un fuerte impacto psicológico, surgiendo el Regeneracionismo, una corriente de pensamiento caracterizada por querer renovar el país, dignificar la política, modernizar la administración, acabar con el retraso cultural y el analfabetismo, destruir el caciquismo y la manipulación electoral. Además, surgió un grupo de escritores, la “Generación del 98”, caracterizada por el profundo pesimismo, la crítica social y política y la reflexión sobre el papel de España en la historia. 

El reformismo surgido del Regeneracionismo estuvo encabezado por Maura, líder conservador y por Canalejas, líder liberal. Todo ese proceso también estuvo ligado a los movimientos nacionalistas, que pedían los mismos cambios. Algunas de las medidas presas fueron: protección de la industria nacional, la ley de descanso dominical, represión del bandolerismo, el voto masculino obligatorio, la ley de administración local… En 1909 Maura decidió el envío de tropas a Marruecos, especialmente soldados catalanes, algo que desató graves incidentes en Barcelona. El gobierno central llevó a cabo una gran represión y vinculó los desórdenes con el catalanismo, hecho conocido como la Semana Trágica. La consecuencia fue la destitución de Maura. El nuevo gobierno de canalones intentó continuar con las reformas regeneracionistas e hizo frente a los numerosos conflictos sociales que estallaron, pero fue asesinado por un anarquista en 1912. Éste fue el inicio de la crisis del regeneracionismo con una fragmentación de los partidos de turno. 

España era un país de segundo orden a nivel mundial y no tenía una importancia militar y económica suficiente. Cuando estalló la Gran Guerra en 1914, el país se convirtió en neutral por obligación, ya que no disponía de suficientes lazos de unión con ninguno de los dos bandos. Asimismo, la guerra significó también una división más profunda entre los partidos españoles, derechas e izquierdas se vinculan con los idearios de cada uno de los bandos del conflicto. La I Guerra Mundial significó para España un crecimiento económico y evitamos las consecuencias de una posguerra. El comercio exterior creció y el balance comercial volvió positivo por primera vez en muchos años por la fuerte demanda internacional, en especial de hierro y carbón. La industria naval también se fortaleció, se produjo una nacionalización de la economía española, se redujo la deuda pública y se produjo un crecimiento del sistema bancario. En cuanto a los aspectos sociales, las consecuencias no fueron tan positivas. Los precios aumentaron y los salarios también, pero a menor ritmo y esto se tradujo en numerosos conflictos que acabarían ocasionando los acontecimientos políticos posteriores, por primera vez los sindicatos se convirtieron en organizaciones de masas, destacando a UGT y la CNT. 

La crisis final del período estalló en 1917 con la huelga general y las quejas del ejército tras las pérdidas de 1898. El gobierno conservador de Dato suspendió las garantías constitucionales, impuso la censura de la prensa y no convocó a Cortes, ante esta situación se organizó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona para conseguir la necesaria renovación política y pedido la convocatoria de Cortes constituyentes y un gobierno provisional, pero el gobierno central la disolvió. Las principales protestas obreras estaban encabezadas por los anarcosindicalistas, destacando los conflictos en Cataluña (huelga de “la Canadiense”) y Andalucía. En 1921 se creó el Partido Comunista, separándose del socialismo. 


TEMA 10. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-30). 

La dictadura de Primo de Rivera es el período histórico entre 1923 y 1930 que tiene lugar en la segunda etapa del reinado de Alfonso XIII, marcado por la sustitución del sistema de la Restauración por una dictadura militar encabezada por el general Miguel Primo de Rivera, ya que el sistema parlamentario había alcanzado un grado extremo de desprestigio. La inestabilidad gubernamental acentuada desde la crisis de 1917 (asamblea de parlamentarios, huelga general), el problema de Marruecos (desastre de Annual, 1921) y el deterioro del orden público producido por un violento conflicto social, sobre todo en Barcelona, habían hundido la credibilidad del sistema político y agravado sus tensiones internas. De esta forma, los sectores más conservadores de la sociedad española se mostraron abiertamente favorables a un gobierno autoritario y centralista que solucionara los problemas. 

En 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera proclamó el estado de guerra. El rey Alfonso XIII se negó a destituir a los sublevados y le encargó el gobierno, Primo de Rivera disolvió las Cortes, suspendió la Constitución de 1876 y formó un directorio militar. El propio gobierno liberal aceptó el golpe de estado y buena parte de la opinión pública le apoyó con entusiasmo. Los mismos sectores republicanos y obreros adoptaron una actitud de pasividad motivada por el desprestigio del régimen derrocado. Por otra parte, la represión practicada por el nuevo régimen fue relativamente modesta y se canalizó preferentemente contra los sectores más radicales del movimiento obrero (CNT y PCE), mientras que los socialistas del PSOE y UGT fueron tratados con cierta benevolencia. 

La primera etapa, el Directorio militar, se prolongó hasta finales de 1925. La ideología que impulsó el golpe de estado de Primo de Rivera era una mezcla de autoritarismo militarista, regeneracionismo y paternalismo. Aunque el dictador tenía una clara simpatía por el régimen fascista implantado en Italia por Mussolini, su dictadura se alejaba del totalitarismo fascista y presentaba unas características muy distintas, puesto que era más tolerante con la oposición y no intentaba controlar todos los ámbitos de la sociedad, aunque con el tiempo se aproximaba en el modelo italiano. Una de las primeras medidas que tomó fue la persecución del caciquismo, así fueron disueltos todos los ayuntamientos y diputaciones provinciales. La eficacia de esta medida fue muy relativa porque en realidad separa generar un nuevo caciquismo controlado por las nuevas autoridades. En 1924 Primo de Rivera promovió la Unió Patriótica, que era un movimiento político que reunía principalmente a sectores conservadores que apoyaban al régimen. Aunque la Unión Patriótica controló gran parte de los cargos públicos en los diversos niveles de la administración, no funcionó como un partido único al estilo fascista, sino más bien como una entidad estrechamente ligada a la administración. De hecho, los demás partidos políticos no fueron formalmente disueltos, aunque muchos de ellos desaparecieron. Una de las características del nuevo gobierno fue la política centralista y anticatalanista: fue prohibida la utilización pública del catalán, perseguidas las instituciones culturales catalanas y manifestaciones culturales como los juegos florales, y suprimida la Mancomunitat de Catalunya (1925), algo que provocó una radicalización del catalanismo encabezado por Francesc Macià. 

El nuevo régimen se propuso restablecer el orden público. El nombramiento de militares como gobernadores civiles y la implantación del estado de guerra permitieron romper rápidamente con la ola de atentados,

huelgas y protestas obreras que había caracterizado en los últimos tiempos de la Restauración. La represión se centró básicamente en la CNT y el PCE. Además, el Somatén –milicia civil catalana que había sido utilizada en los años anteriores para hacer frente a los problemas de orden público- fue extendido al conjunto del Estado. Finalmente, uno de los principales logros de la Dictadura de Primo de Rivera fue el dominio de la situación en Marruecos. En 1924-25, Abd el Krim lanzó una nueva ofensiva que provocó una nueva derrota española, pero cometió el error de atacar también el territorio bajo protectorado francés. Este hecho facilitó la colaboración entre Francia y España que se concretó en el desembarco de Alhucemas (septiembre de 1925) que tuvo resultados inmediatos. En 1926 Abd el Krim se rindió. Desde 1927 Marruecos dejó de ser un problema para los gobernantes españoles. Por otra parte, Primo de Rivera interrumpió las investigaciones por el desastre de Annual. 


La segunda etapa de la dictadura fue el Directorio civil, entre 1925 y enero de 1930. Primo de Rivera basa su propaganda en sus logros económicos, aunque hay que tener en cuenta que éstos se vieron favorecidos por una coyuntura internacional muy expansiva, los felices años 20. Mediante la intervención del Estado en la economía y el aumento de la gasto público quiso impulsar la producción y la modernización de las infraestructuras. Se crearon monopolios estatales como CAMPSA, reafirmado el proteccionismo, se realizaron numerosas obras públicas y algunas reformas sociales de carácter paternalista como los seguros para la maternidad y subsidios para las familias numerosas. 

La oposición al régimen de Primo de Rivera fue escasa en un principio. Entre los principales sectores de oposición podemos distinguir: el movimiento obrero, que en un principio no representó un problema grave, el número de huelgas se redujo drásticamente y los atentados casi desaparecieron; los republicanos que crearon la Alianza Republicana; los nacionalistas catalanes radicales de Macià que reaccionaron con acciones armadas, como un intento de atentado contra el rey y un proyecto de invasión de Cataluña desde Francia; una pequeña parte del ejército, destacando en junio de 1926 la conspiración encabezada por el general mallorquín Weyler, que fracasó; y los intelectuales y estudiantes, que aunque eran un grupo pequeño,tenían una cierta influencia social, destacando Unamuno. 

El final de la dictadura ocupa los años 1930 y 1931. Se hizo evidente el agotamiento de la Dictadura y, sobre todo, su incapacidad para diseñar un nuevo sistema político, lo que determinar una pérdida creciente de popularidad. Por último, en enero de 1930, Primo de Rivera presentó la dimisión al rey y se exilió en París, donde murió al poco, dando paso al gobierno del general Berenguer (enero 1930-febrero 1931) que intentó volver a la normalidad constitucional de 1876. Pronto se vio que era muy difícil volver al sistema de la Restauración, que estaba bastante desprestigiado y el republicanismo se convirtió entonces en la alternativa principal al fracaso de la monarquía alfonsina. En agosto de 1930 fue firmado el Pacto de San Sebastián, mediante el cual varios grupos republicanos formaron un comité revolucionario presidido por Alcalá Zamora que prepararía el cambio de régimen mediante un levantamiento militar con apoyo civil. Este pacto fue firmado también por varios grupos catalanistas y por el PSOE y UGT. En diciembre de 1930 tuvo lugar un levantamiento republicano, que fracasó por completo. El gobierno del almirante Aznar (febrero-abril 1931)convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Aunque teóricamente en estas elecciones únicamente se decidían los alcaldes y concejales de los municipios, los grupos republicanos plantean como si fuesen un plebiscito para decidir la forma de Estado, Monarquía o República. Los resultados electorales fueron favorables a los monárquicos, pero en las principales ciudades del país ganaron claramente a los republicanos. Dado que el caciquismo dominaba las zonas rurales y se manipulaban los resultados, se consideró un éxito de los republicanos. El 13 de abril, amplios sectores de la población se lanzaron a la calle para celebrar la victoria republicana y exigieron la proclamación de la República. Como consecuencia, el rey abdica y el 14 de abril de nuevo es proclamada la Segunda República.


En 1919, las medidas de represión contra las quejas obreras en Barcelona aumentaron y se produjeron violentos enfrentamientos. Dato fue asesinado en 1921 y el desastre de Annual determinaron el final de este período. En la Conferencia de Algeciras de 1906 había quedado establecido el control francés y español del Protectorado de Marruecos. España no controlaba el Rif y allí se producían constantes ataques dirigidos por Abd el Krim a las tropas españolas; en 1921 nos atacaron en Annual y se produjo una gran derrota del ejército español. La guerra en Marruecos siempre había sido impopular, el desastre de Annual aumentó el enfrentamiento entre los militares y los políticos y una división entre quienes querían el control de la zona y quienes pedían el abandono y salida de Marruecos. 

Para concluir, la inestabilidad gubernamental acentuada desde la crisis de 1917 (asamblea de parlamentarios, huelga general), el problema de Marruecos (desastre de Annual, 1921) y el deterioro del orden público producido por un violento conflicto social, sobre todo en Barcelona, habían hundido la credibilidad del sistema político y agravado sus tensiones internas. El 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera proclamó el estado de guerra y publicó un manifiesto en el queacusava los políticos de tener secuestrada la voluntad del país y llamaba a la regeneración. El rey Alfonso XIII se negó a destituir a los sublevados y encargó el gobierno a Primo de Rivera, quien disolvió las Cortes, suspendió la Constitución de 1876 y formó un directorio militar, iniciando la dictadura (1923-30).


O’Donnell fundó un nuevo partido, Unión Liberal y los jesuitas fueron expulsados del país. También se realizó una segunda desamortización el 1855, la de Madoz, que afectaba en tierras eclesiásticas y comunales, los ingresos de la cual se destinaron a la construcción del ferrocarril. Los problemas de carestía, las condiciones laborales y la desocupación provocaron huelgas y conflictos y la dimisión de Espartero.

La última etapa es el retorno al moderantismo o etapa final moderada entre 1856 y 1868, dirigida por los unionistas de O’ Donnell y los moderados de Narváez. El sistema se caracterizó por el conservadurismo, la corrupción y una limitada expansión económica (ampliación del ferrocarril y red de carreteras y la industria textil catalana). En 1863 se inició una fuerte crisis económica y O’Donnell dimitió, quedando todo el gobierno en manos de los moderados, que gobernaron de manera autoritaria y al margen de las Cortes.

Para concluir, la inestabilidad, la grave crisis económica y los escándalos de la vida privada de la reina provocaron el descrédito de la Corona. Todo esto dio lugar a que en 1866 se firmará el pacto de Ostende entre los progresistas, los demócratas y la Unión Liberal, por el cual querían destronar a Isabel II y establecer una democracia, el sufragio universal y decidir entre una monarquía y una república. El año 1868 estalló la Revolución Gloriosa, iniciada con el golpe de estado de Topete, que provocó la dimisión del gobierno moderado, el exilio de Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático (1868-74).

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