Historia de España: desde el Tratado de Utrecht hasta el Marqués de la Ensenada

Tratado de Utrecht (1713-1714)

Si con la Paz de Westfalia, Francia sucedió a España como potencia hegemónica, con el Tratado de Utrecht, Gran Bretaña logró sustituir el principio de hegemonía por el de equilibrio continental, donde ninguna nación ostenta la supremacía. Este tratado puso fin a la Guerra de Sucesión Española (1700-1714) y a la guerra civil dinástica en España por la sucesión de Carlos II (Castilla apoyaba a Felipe de Anjou y Aragón al archiduque Carlos). En Europa, Austria, Holanda y Gran Bretaña consideraban al archiduque Carlos de Austria como el candidato con más derecho al trono, y veían con recelo que la misma dinastía reinara a ambos lados de los Pirineos. Tras numerosas escaramuzas y el agotamiento de los contendientes, a partir de 1711 se vislumbró la paz. Ese mismo año, el archiduque Carlos se convirtió en emperador de Austria, lo que Gran Bretaña no veía con buenos ojos. Finalmente, se llegó a un acuerdo: Felipe de Anjou reinaría en España, pero a cambio, España se vería «debilitada», perdiendo Milán, Nápoles, Sicilia y Flandes, que pasarían a Austria como compensación. Gran Bretaña, además de obtener ventajas comerciales con América, consiguió la isla de Menorca y Gibraltar. Asimismo, se impidió que en el futuro todos esos antiguos territorios españoles estuvieran dominados por un rey español. De esta forma, en 1759 Carlos III tuvo que abdicar al trono de Nápoles para convertirse en rey de España.

Armada Invencible (1588)

La intervención militar no declarada de la reina inglesa Isabel I en los Países Bajos, apoyando a los rebeldes flamencos, y la financiación y apoyo institucional a la piratería contra los buques españoles en el Atlántico, llevaron a Felipe II a organizar una gran armada para invadir Inglaterra. Esta gran empresa movilizó a más de 30.000 hombres, entre soldados y marineros, con una flota de cerca de 130 barcos. Tras la muerte del marqués de Santa Cruz, Felipe II nombró al duque de Medinasidonia como capitán general, a pesar de su menor experiencia. La flota zarpó de Lisboa en marzo de 1588. El plan de batalla consistía en el encuentro de la flota con los tercios de Alejandro Farnesio, quien finalmente lideraría la invasión. Sin embargo, la acción de los marinos ingleses Drake, Howard y Seymour impidió este encuentro. La hostilidad de los buques enemigos, las deficiencias en los preparativos y la falta de coordinación dispersaron la flota al entrar en el Canal de la Mancha, donde sus barcos fueron duramente castigados por el enemigo y las inclemencias del tiempo. Felipe II reaccionó con serenidad ante el fracaso, pero el pesimismo se extendió por la monarquía.

Comuneros (1520-1522)

La Guerra de las Comunidades de Castilla se desarrolló entre 1520 y 1522. Su origen se encuentra en las presiones de Carlos I para obtener elevados subsidios en las Cortes de La Coruña, y en la entrega de los principales cargos del reino a los señores flamencos que acompañaban al nieto de los Reyes Católicos. La insurrección comenzó en Segovia, sumándose Toledo, Burgos, Ávila, entre otras ciudades. En Ávila se formó una Santa Junta que, presidida por Lasso de la Vega, entregó a Juan de Padilla el mando del ejército insurrecto. La Junta se trasladó a Tordesillas, donde estaba presa Juana la Loca, y declararon actuar en su nombre. El movimiento era principalmente urbano, y la nobleza castellana, temerosa, apoyó a Carlos I. El rey, desde Alemania, intentó una política conciliadora que los comuneros no aprovecharon. Liderados por Girón, quien posteriormente les traicionó, perdieron Tordesillas mientras las fuerzas realistas crecían. Tras un inicio prometedor para los comuneros, las tropas de Padilla fueron derrotadas el 23 de abril de 1521 en Villalar, cerca de Tordesillas, y sus líderes ajusticiados. La viuda de Juan de Padilla continuó la lucha en Toledo hasta su derrota. Tras la derrota, el poder real se fortaleció en Castilla, y las cortes se convirtieron en un instrumento del rey para su política imperial en Europa. Los verdaderos derrotados fueron los burgueses, y los vencedores, los nobles, quienes vieron perpetuado el sistema señorial. El momento no era propicio para el triunfo de una revolución burguesa.

Cartago

Cartago, capital del imperio cartaginés, fue ocupada en el siglo IX a. C. por fenicios de Tiro, quienes establecieron un enclave comercial en la ruta marítima entre el sur de la península ibérica, con sus minas de plata, y las islas Casitérides (islas británicas), ricas en estaño. Desde principios del siglo VII a. C., la factoría cartaginesa se benefició de la decadencia de las metrópolis fenicias. A finales del siglo VI a. C., Cartago impuso su hegemonía sobre las antiguas colonias fenicias occidentales y sobre Tartessos. Durante los siglos VI y III a. C., Cartago formó un poderoso imperio marítimo que pronto entraría en conflicto con el expansionismo romano en las guerras púnicas. La derrota en la primera guerra púnica y la posterior crisis económica impulsaron la conquista de la península ibérica. Los principales jefes militares pertenecían a la familia Bárcida: Amílcar Barca (fijó en el tratado del Ebro el límite de las zonas de influencia cartaginesa y romana), Asdrúbal (fundó Cartago Nova) y Aníbal (cuyo ataque a Sagunto provocó la segunda guerra púnica).

Hispania

Hispania era el nombre con el que los romanos conocían a la península ibérica. Llamada Iberia por los griegos, en alusión al río Iberus (Ebro), Roma prefirió una palabra derivada de la voz cartaginesa, alusiva a la abundancia de conejos en estas tierras. Inicialmente, el territorio se dividió en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Augusto, en el 27 a. C., dividió la Ulterior en dos nuevas provincias (Lusitania y Bética) y llamó Tarraconensis a la Citerior. El emperador Caracalla, a principios del siglo III, separó de la Tarraconensis la Gallaecia. Su sucesor, Diocleciano, creó la Cartaginensis a principios del siglo IV. A finales del siglo IV, las Islas Baleares se convirtieron en la provincia insular Balearica. El norte de África se incorporó como parte de Hispania con el nombre de Mauritania Tingitana. En el siglo V, Hispania se componía de siete provincias.

Visigodos

La primera intervención de los visigodos en la península ibérica se remonta a principios del siglo V, cuando, como aliados del Imperio romano, llegaron para expulsar a los bárbaros (suevos, vándalos y alanos). Los visigodos crearon un reino entre el sur de Francia y el centro-norte peninsular, con capital en Tolosa (reino de Tolosa). La derrota en Vouillé a manos de los francos en el 507 les empujó hacia el sur, y en el 554 establecieron su capital en Toledo, constituyendo el primer estado peninsular independiente. En la segunda mitad del siglo VI, destacó el gobierno del rey Leovigildo, quien derrotó a los suevos, incorporando su reino, y expulsó a los vascones. Su hijo Recaredo logró la unidad religiosa del país, convirtiendo a los visigodos al catolicismo. En la primera mitad del siglo VII, destacó el rey Suintila, quien expulsó a los bizantinos del sur peninsular, completando la unidad territorial. La segunda mitad del siglo VII y principios del VIII fue una etapa de decadencia y luchas dinásticas. Una de estas luchas, entre Don Rodrigo y los herederos del rey Witiza, abrió la puerta a la invasión musulmana en la batalla de Guadalete en el año 711.

Don Rodrigo (710-711)

La debilidad del reino visigodo residía en el carácter electivo de su monarquía, que generaba luchas entre las familias nobiliarias. Don Rodrigo fue el último rey visigodo. A la muerte de Witiza (702-710), se recrudeció la lucha por el poder entre las familias de Chindasvinto y Wamba. La nobleza entronizó a Rodrigo, pero los descendientes de Witiza proclamaron rey a su hijo Agila II. En esta situación de guerra civil, se produjo la intervención musulmana en Hispania. Rodrigo, que combatía a los vascones, acudió al sur para enfrentarse a los invasores. El encuentro entre ambos ejércitos se produjo en la batalla de Guadalete (quizá en el río Barbate) en el año 711. Rodrigo fue derrotado y muerto, poniendo fin al reino visigodo de Toledo.

Almanzor (940-1002)

Muhammad ibn Abi Amir, conocido como Almanzor («el victorioso por Alá»), caudillo militar, estableció una dictadura militar en Al-Ándalus. Su actuación fue decisiva para que Hisham II, aún niño, fuera proclamado califa, aunque Almanzor ejerció el poder en su lugar. Durante las últimas décadas del siglo X, Almanzor dirigió campañas contra los núcleos cristianos del norte, destacando la de Santiago de Compostela (997). A su muerte, le sucedieron sus hijos, pero la pretensión del segundo hijo de Almanzor de ser nombrado heredero por Hisham II desencadenó una guerra civil y el principio de la desintegración política de Al-Ándalus.

Reinos de Taifas

Los primeros reinos de taifas surgieron tras la desaparición del califato de Córdoba (1031). Al-Ándalus se fragmentó en entidades políticas independientes, identificadas con el origen étnico de sus gobernantes. Los bereberes controlaron la costa meridional, desde el Guadalquivir hasta Granada. Los eslavos se apoderaron de ciudades de la costa oriental, como Almería, Valencia o Tortosa. En el interior surgieron reinos dirigidos por poderosas familias andalusíes, de origen árabe y muladí. Las marcas fronterizas, en torno a Zaragoza, Toledo y Badajoz, se convirtieron en reinos independientes. El predominio militar de los reinos cristianos se hizo patente con la conquista de Toledo por Alfonso VI (1085). Ante esta situación, los reyes de Sevilla, Badajoz y Granada pidieron ayuda a los almorávides norteafricanos, quienes derrotaron al rey castellano. Cuatro años después, los almorávides regresaron e incorporaron los reinos de taifas a su imperio. La caída del poder almorávide (1145) propició la aparición de los «segundos taifas», pero su existencia fue efímera, ya que Al-Ándalus se unificó bajo el poder almohade.

Reconquista

El término «Reconquista» se refiere al proceso llevado a cabo por los núcleos cristianos de la península ibérica, entre los siglos VIII y XV, para acabar con el poder musulmán. El sentido religioso de esta lucha no estuvo presente hasta mediados del siglo XI, coincidiendo con las cruzadas. En la segunda mitad del siglo XI, en la época de los taifas, comenzó la ofensiva cristiana. La entrada de Alfonso VI en Toledo (1085) y la ocupación del valle del Tajo fueron acciones importantes. La invasión almorávide, a finales del siglo XI, frenó la expansión cristiana. La caída del poder almorávide, a mediados del siglo XII, permitió una nueva ofensiva cristiana. La invasión almohade supuso una nueva parálisis para los cristianos. La victoria en las Navas de Tolosa (1212) fue decisiva, acabando con el poder almohade. El siglo XIII fue la fase más espectacular de la Reconquista. Alfonso IX de León se expandió por Extremadura. Jaime I de Aragón incorporó las Islas Baleares y el reino de Valencia. Fernando III de Castilla conquistó Andalucía y Murcia se incorporó a Castilla. Solo quedaba el reino de Granada, que subsistió hasta la época de los Reyes Católicos.

Jaime I de Aragón (1213-1276)

Jaime I de Aragón, conocido como «el Conquistador», impulsó la Reconquista frente a los musulmanes. Conquistó Mallorca, cuyo territorio se repartió principalmente entre catalanes. Poco después, inició la conquista del reino de Valencia, cuya capital cayó en 1238. El reparto de la huerta de Valencia benefició tanto a aragoneses como a catalanes, aunque permanecieron muchos mudéjares. En 1244, firmó con Fernando III de Castilla el Tratado de Almizra, que establecía los límites de expansión de ambos reinos. En 1258, firmó con Luis IX de Francia el Tratado de Corbeil, que puso fin a la presencia catalano-aragonesa en el sur de Francia. Jaime I fomentó la autonomía municipal para frenar el poder de la nobleza. En 1265 se formó el primer consejo municipal de Barcelona. A su muerte, sus reinos se dividieron entre sus hijos.

Órdenes Militares

Las órdenes militares surgieron durante los siglos XII y XIII por iniciativa papal, ligadas a la idea de cruzada. Las primeras órdenes, Templarios y Hospitalarios, nacieron en Tierra Santa para rescatar los santos lugares del dominio musulmán. Pronto se trasladaron a otros lugares, como la península ibérica, donde lucharon junto a las coronas cristianas en la Reconquista. En la península ibérica surgieron las órdenes de Calatrava, Santiago y Alcántara (Castilla), Avis, Santiago y Cristo (Portugal) y Montesa (Aragón). Los reyes fueron adquiriendo poder sobre estas órdenes, que poseían grandes extensiones de tierra gracias a su participación en la Reconquista.

Cortes Estamentales

Las Cortes eran una asamblea presidida por el rey, donde el reino estaba representado por la Iglesia, la nobleza y las ciudades. Su función principal era regular las relaciones entre el rey y el reino. En Castilla y León, la nobleza y la Iglesia dejaron de participar en el siglo XIV. Las funciones de las Cortes variaron con el tiempo y cada reino tenía sus particularidades. En la Corona de Aragón, las Cortes acompañaban al rey en su labor legislativa. En todos los reinos, se utilizaron para pactar cuestiones fiscales y el apoyo financiero al rey. Las Cortes también recogían las protestas por cuestiones determinadas, con la esperanza de que el rey las resolviera.

Nobleza

La nobleza, estamento social surgido en la Edad Media, tenía como función defender a la sociedad. Durante el Antiguo Régimen, era un grupo minoritario y privilegiado, con poder económico, prestigio social e influencia política. Se pertenecía a la nobleza por nacimiento, aunque se podía acceder mediante la compra de un título o por concesión real. La nobleza era heterogénea, con diferencias de renta, poder y riqueza. Los nobles no realizaban oficios manuales ni actividades económicas, consideradas viles. Gozaban de un sistema penitenciario especial y privilegiado. A mediados del siglo XVIII, sus privilegios fueron cuestionados y los nobles empezaron a ser considerados ociosos, inútiles y parásitos.

Isabel la Católica (1451-1504)

Isabel I de Castilla (1474-1504), hija de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, se casó con Fernando II de Aragón. Tras la muerte de su hermano Enrique IV, se enfrentó a su sobrina Juana la Beltraneja por la sucesión al trono castellano, venciéndola en la batalla de Toro. Isabel y Fernando inauguraron el Estado moderno en España, culminando la Reconquista, iniciando el camino hacia la unidad territorial y estableciendo la monarquía autoritaria. La nobleza colaboró con el nuevo régimen, consolidando su dominio económico y social. Los reyes conquistaron el reino nazarí de Granada (1481-1492) y buscaron la unidad religiosa mediante la Inquisición (1478) y la expulsión de los judíos (1492). Isabel impulsó la expansión ultramarina, culminando con el descubrimiento de América (1492). En política internacional, aceptó las directrices de Fernando, heredadas de Aragón. Con tropas y dinero castellanos, Fernando conquistó Nápoles (1494-1504). En 1496, el papa Alejandro VI les concedió el título de Reyes Católicos.

Inquisición

La Inquisición, también conocida como Santo Oficio, era un tribunal eclesiástico encargado de la represión de la herejía y otros delitos contra la fe cristiana. Creada en 1233, se extendió por muchos países europeos durante la Baja Edad Media. En España, se articuló plenamente con los Reyes Católicos. Estaba dirigida por el Consejo de Suprema y General Inquisición, presidido por el Inquisidor General. Tenía tribunales provinciales y sus sentencias podían implicar desde la absolución hasta la muerte en la hoguera. Las ejecuciones públicas se conocían como autos de fe. En el siglo XVIII, se opuso a las reformas y consiguió la destitución de Olavide. Fue suprimida por las Cortes de Cádiz en 1813, revivió durante el absolutismo de Fernando VII y desapareció definitivamente en 1834. La Inquisición ejerció un rígido control sobre la cultura, en particular sobre la censura, importación y edición de libros.

Reino Nazarí

El reino nazarí, núcleo político de la España islámica, se constituyó en la zona penibética de Andalucía a principios del siglo XIII, tras la disolución del imperio almohade, y sobrevivió hasta finales del siglo XV. Su fundador fue Muhammad I ibn Nasr (1237-1273). En tiempos de sus sucesores, Muhammad II y Muhammad III, los nazaríes buscaron la alianza de los benimerines. La crisis en tiempos del emir Nasr (1309-1314) permitió la ofensiva militar castellana (batalla del Salado, 1340, y conquista de Algeciras, 1344). En el siglo XV, el reino nazarí vivió una crisis permanente, con diez cambios de emires entre 1417 y 1450. El último emir fue Muhammad XI, conocido como Boabdil, coetáneo de la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492. El reino nazarí tuvo una población numerosa, con inmigrantes musulmanes procedentes de la España cristiana. Destacaban la agricultura irrigada y la industria de la seda, así como el comercio, con la participación de genoveses. En el ámbito artístico, los nazaríes están ligados a la Alhambra, construida en el siglo XIV.

Germanías (1519-1523)

Las Germanías fueron revueltas populares en Valencia y Mallorca durante el reinado de Carlos V. Las protestas de los agermanados (trabajadores urbanos, artesanos y campesinos) se debieron a los impuestos excesivos, abusos señoriales, aumento de precios y falta de alimentos. Los rebeldes se dirigieron contra las autoridades reales y atacaron las propiedades de los nobles y la población mudéjar. Controlaron zonas rurales y ciudades como Valencia, Játiva, Castellón, Villarreal, Orihuela, Alcira, Peñíscola y Gandía, suprimiendo el pago de impuestos. Carlos V envió un contingente militar para someter a los rebeldes. La represión posterior fue muy cruel, con más de mil sentencias de muerte.

Concilio de Trento (1545-1563)

El Concilio de Trento, decimonoveno concilio ecuménico de la Iglesia católica, se celebró en respuesta a la Reforma protestante. Definió los dogmas esenciales de la Iglesia y fijó sus modelos de fe y prácticas hasta mediados del siglo XX. Se inauguró en Trento el 13 de diciembre de 1545. En su primera fase, se afirmó que las Escrituras debían entenderse dentro de la tradición de la Iglesia, rechazando el principio protestante de «sólo Escrituras». La segunda fase se centró en los sacramentos. La fase final (1561-1563) se centró en cuestiones disciplinarias, como la residencia episcopal.

Duque de Lerma (1553-1625)

Francisco Gómez de Sandoval, V marqués de Denia, fue nombrado gran chambelán tras la muerte de Felipe II en 1599. Pronto, los cargos de la casa real fueron ocupados por su parentela y fue elevado a duque de Lerma. Desde esta posición, acaparó prebendas políticas, sociales y económicas para sí y su linaje (gobierno del «valimiento»). Durante su valimiento, la hacienda no pudo reducir la deuda, se expulsó a la minoría morisca y se firmó la Tregua de los Doce Años con Holanda. La corrupción, la oposición de la reina y el escándalo de Rodrigo Calderón minaron la confianza del rey. En 1618, Lerma fue nombrado cardenal y se retiró a sus dominios.

Tregua de los Doce Años (1609)

La Tregua de los Doce Años fue un acuerdo de cese de hostilidades entre la Monarquía Hispánica y las Provincias Unidas durante la guerra de los Países Bajos, firmado en 1609 en Amberes. Felipe II había nombrado a su hija Isabel Clara Eugenia gobernadora de los Países Bajos, quien acordó una primera tregua en 1607. Tras nuevas negociaciones, se firmó la tregua el 9 de abril de 1609. El rey español reconoció la independencia de las Provincias Unidas, que podían comerciar en territorio hispano, y ambas partes adquirieron el derecho a disponer de los territorios conquistados.

Paz de los Pirineos (1659)

La Paz de los Pirineos, firmada en 1659, finalizó la guerra entre España y Francia (iniciada en 1635 dentro de la guerra de los Treinta Años) y la rebelión de Cataluña de 1640. Francia recibió territorios en el norte (Artois, Hainaut, Luxemburgo y Rocroi) y devolvió el Charolois y las conquistas de Italia. En la frontera catalana, Francia recibió el Rosellón, el Conflent, el Vallespir y parte de la Cerdaña a cambio de territorios ocupados. Se acordó el matrimonio de Luis XIV con María Teresa, hija de Felipe IV.

Decretos de Nueva Planta

Los Decretos de Nueva Planta, promulgados por Felipe V a principios del siglo XVIII, suprimieron el gobierno propio de los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña, en respuesta al apoyo de estos territorios al archiduque Carlos de Austria en la Guerra de Sucesión. En 1707, se abolió los fueros de Aragón y Valencia. En 1715, se promulgó el decreto para Mallorca, y en 1716, para Cataluña, disolviendo sus instituciones de gobierno. Se creó la Real Audiencia y se prohibió el uso del catalán en la administración. La Nueva Planta también afectó al poder territorial, organizando los corregimientos a la manera castellana.

Marqués de la Ensenada (1702-1781)

Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, fue un político español que impulsó reformas administrativas durante los reinados de Felipe V y Fernando VI. Tras participar en la reconquista de Orán (1732) y la expedición a Nápoles (1733), fue nombrado marqués de la Ensenada en 1736. Encabezó la administración, ocupando las secretarías de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, y Estado. Impulsó reformas en la administración, hacienda, comercio de las Indias, construcción naval y ejército. Su política regalista condujo al Concordato de 1753. Fue destituido en 1754 y murió en 1781.

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