El Sexenio Democrático (1868-1874): Intentos Democratizadores
La Restauración Moderada y sus Crisis
En 1851 se firma el Concordato de la Santa Sede, que establecía la suspensión de la venta de bienes eclesiásticos desamortizados y el retorno de los no vendidos. El Estado sostenía a la Iglesia y le concedía competencias en la educación.
Bienio Progresista (1854-1856)
A principios de 1854, la tensión política y el descontento social aumentaron por el alza de los precios, el desempleo y los escándalos de corrupción. Un pronunciamiento junto a una revuelta popular en Vicálvaro, protagonizada por O’Donnell, llevaron a la reina a dar el poder a Espartero. El pronunciamiento tuvo escaso apoyo hasta que los sublevados promulgaron el Manifiesto de Manzanares, en el que se recogían las demandas progresistas. Durante esta etapa se promulgó la Ley de Desamortización de Madoz, pero las dificultades del gobierno continuaron con la subida de precios, los tumultos callejeros y las ocupaciones de fincas.
Gobierno de la Unión Liberal (1856-1863)
O’Donnell presidió el Consejo de Ministros frente al nuevo grupo político, la Unión Liberal. Se creó con el objeto de ocupar el centro ideológico y recoger lo mejor de los moderados y progresistas. Potenció la expansión del ferrocarril, el desarrollo industrial y la entrada de capital y empresas extranjeros. Abandonó la inclinación al aislamiento en política exterior y emprendió campañas militares para expandir las colonias de España. El gobierno intervino en Conchinchina, México, Santo Domingo y Marruecos. Esta última fue la más importante, y se hizo famoso el general Prim. Las campañas ampliaron el perímetro de Ceuta y ocuparon un pequeño enclave pesquero.
Crisis del Moderantismo (1863-1868)
La crisis económica de 1863 llevó a los gobiernos a una actitud más intransigente y la Unión Liberal se dividió. O’Donnell dimitió y ascendió Narváez. La crisis se palpó en 1864 con el parón de la actividad económica por el encarecimiento del algodón, debido a la guerra de Secesión, y el desplome de beneficios de las empresas ferroviarias, además del crack de la bolsa en 1866. En 1864, la Matanza de San Daniel en las universidades llevó a la reina a volver a llamar a O’Donnell. En 1866, Prim se sublevó en Villarejo de Salvanés y, aunque fracasó, huyó a París, donde siguió conspirando. Los sargentos del cuartel de San Gil se sublevaron y se asaltó. De nuevo Narváez en el gobierno, las Cortes se suspendieron, se cerraron los periódicos y se persiguió a la oposición. A finales de 1866, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende, en el que se destronaba a la reina y se convocaban Cortes por sufragio universal. Se sumó al pacto la Unión Liberal al morir O’Donnell en 1867.
La Revolución de 1868 y el Gobierno Provisional
La Gloriosa estalló con un pronunciamiento militar en Cádiz. Los generales Prim y Serrano y el almirante Topete se agruparon contra el régimen. El ejército isabelino fue derrotado en Alcolea y la reina se exilió. En muchas ciudades se constituyeron Juntas de orientación republicana y con ellas los Voluntarios de la Libertad, ciudadanos armados al servicio de los republicanos. El gobierno provisional, presidido por Serrano e integrado por unionistas y progresistas, asumió el poder y autodisolvió las Juntas. Figuerola, el ministro de Hacienda, logró que la peseta se convirtiera en la moneda española, favoreció la entrada de capital extranjero en la minería e implantó el librecambismo. Se proclamó la libertad de imprenta y enseñanza, de reunión y asociación, se estableció el sufragio universal masculino y se convocaron Cortes constituyentes. En Cuba, en 1868, se inició la guerra de independencia. Gómez y Maceo dirigieron la guerra de guerrillas durante 10 años.
En las elecciones a las Cortes de enero de 1869 ganaron mayormente unionistas y progresistas. Los republicanos y demócratas ganaron en las ciudades. Se elaboró la Constitución de 1869. España quedó configurada como una monarquía parlamentaria bicameral (Senado y Congreso) elegidas por sufragio universal masculino. El poder ejecutivo le pertenecía al rey con ayuda de ministros, responsables ante las Cortes. El rey sancionaba y promulgaba las leyes. Se reconocían las libertades individuales y la libertad de cultos, la secularización de la vida pública, aunque la religión oficial fuera la católica.
El general Serrano fue el regente y Prim presidente del gobierno y ministro de Guerra, e inició la búsqueda de un soberano por Europa. Amadeo de Saboya fue proclamado rey en 1870.
El Reinado de Amadeo I (1871-1873)
Llegó en 1871, al morir Prim. Le apoyaron unionistas y progresistas moderados y respetó la Constitución. Carlistas, borbónicos, republicanos e Iglesia eran la oposición. Se enfrentó a la reactivación del carlismo en el norte peninsular por Carlos VII, la agudización de la guerra de independencia en Cuba, sin que las negociaciones ni la represión evitaran la gravedad, huelgas y ocupación de tierras por el movimiento obrero; se disolvieron los núcleos obreros y la Internacional se declaró ilegal en 1872. Ante la imposibilidad de arreglar los problemas, Amadeo abdicó en 1873.
La Primera República (1873-1874)
Con la ausencia del rey, el Congreso y el Senado, reunidos en Asamblea Nacional, proclamaron la República en 1873. Se recibió con esperanza por los sectores populares. El principal problema republicano fue la definición del Estado por el enfrentamiento entre federalistas y centralistas. Figueras (federalista) convocó las Cortes para elaborar una nueva Constitución acorde a la república. Los federales obtuvieron mayoría absoluta porque los partidos llamaron al boicot. Pi y Margall pasó a la presidencia. El proyecto de la Constitución no llegó a aprobarse, pero tenía una voluntad descentralizadora. A la actitud centralista de los republicanos unitarios y al enfrentamiento del gobierno con monárquicos, carlistas y proletarios, se añadió la impaciencia federalista. Se anticiparon a la proclamación del Estado Federal y habían declarado la autonomía en algunas provincias (cantones). Fue el comienzo de la revolución cantonal. Pi y Margall dimitió por los acontecimientos en julio. Salmerón (unitario), más conservador, reprimió las revoluciones cantonales por el ejército, pero se negó a firmar penas de muerte dictadas por tribunales militares y dimitió. Le sucedió Castelar, que intentó conducir a la República de acuerdo con el principio de autoridad, por lo que suspendió las Cortes hasta enero de 1874. Cuando se reanudaron, estas le rechazaron. Por miedo a que el gobierno quedara en manos federalistas, Pavía dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes. Se nombró un gobierno de concentración presidido por Serrano que gobernó con la Constitución de 1869 pero con poderes dictatoriales. Se reprimió el cantonalismo y el problema carlista. Se desarrolló un movimiento de restauración borbónica en Alfonso XII.