1. La Crisis del Antiguo Régimen (1808-1814)
A principios del siglo XIX, la guerra contra la invasión francesa desencadenó una profunda crisis del Antiguo Régimen en España. El conflicto bélico desestabilizó las instituciones de la monarquía absoluta borbónica y abrió paso a las ideas liberales.
1.1. La Crisis de la Monarquía Borbónica
La respuesta de Carlos IV a la Revolución Francesa fue declarar la guerra a Francia. La guerra resultó un fracaso, y a partir de 1799, Manuel Godoy, ministro de gran influencia, cambió radicalmente la política exterior. Se alió con Napoleón para enfrentar a Gran Bretaña y permitió al ejército francés atravesar España para atacar Portugal. El descontento popular con Godoy provocó el Motín de Aranjuez (1808), forzando la dimisión del ministro y la abdicación del rey en su hijo Fernando VII. Napoleón convocó a Carlos IV y Fernando VII a Bayona, donde les obligó a aceptar el nombramiento de su hermano, José Bonaparte, como nuevo rey de España.
1.2. La Guerra de la Independencia
Estos eventos provocaron la rebelión popular del 2 de mayo de 1808. Se formaron Juntas para dirigir la resistencia, coordinadas por una Junta Suprema Central, mientras grupos de patriotas se organizaban en guerrillas. El curso de la guerra cambió en 1812, cuando la campaña de Rusia obligó a Napoleón a retirar parte de su ejército de España. La ayuda de las tropas británicas, lideradas por Wellington, fue decisiva para que, a finales de 1813, los franceses comenzaran a abandonar el territorio español. Ese mismo año se firmó el Tratado de Valençay, por el cual Fernando VII recuperaba la corona y Napoleón retiraba sus tropas.
1.3. Las Cortes de Cádiz
Las abdicaciones de Bayona dejaron un vacío de poder, ya que José I no fue aceptado por los españoles. En 1810, la Junta Central convocó a Cortes en Cádiz, único territorio no ocupado por los franceses. La primera decisión de las Cortes fue que todos los presentes se reunían en una única Asamblea con voto igualitario. Esta Asamblea redactó la Constitución de 1812, que reflejaba los principios del liberalismo político: soberanía nacional, división de poderes, sufragio universal masculino y declaración de derechos. Las Cortes de Cádiz también aprobaron leyes para abolir el Antiguo Régimen: supresión de señoríos, gremios y la Inquisición, e igualdad legal y fiscal. La situación bélica impidió la aplicación completa de la legislación de Cádiz. Frente a los liberales, los antiguos privilegiados buscaban el retorno a la situación previa a 1808.
1.4. La Restauración del Absolutismo
Fernando VII regresó a España en 1814. Los liberales querían que jurara la Constitución de 1812, pero los absolutistas presionaron para restaurar el absolutismo. El rey, convencido de la debilidad liberal, dio un golpe de Estado, clausuró las Cortes y anuló la Constitución. Se restauraron las antiguas instituciones y el régimen señorial. Muchos liberales fueron detenidos, exiliados o pasaron a la clandestinidad. Con apoyo de sectores liberales del ejército, la oposición al absolutismo organizó pronunciamientos, la mayoría reprimidos.
1.5. El Trienio Liberal
En 1820, el pronunciamiento del coronel Riego triunfó, iniciando el Trienio Liberal (1820-1823). El rey acató la Constitución de 1812, decretó una amnistía y convocó elecciones. Las nuevas Cortes, de mayoría liberal, restauraron reformas de Cádiz. Se creó la Milicia Nacional. Fernando VII, opuesto a las reformas, pidió ayuda a las potencias europeas. La Santa Alianza encargó a Francia la intervención. En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis entraron en España, derrotaron a los liberales y restauraron el absolutismo de Fernando VII.
1.6. La Quiebra del Absolutismo
El retorno al absolutismo (1823-1833) trajo represión y la anulación de la legislación del Trienio. Los gobiernos de Fernando VII no solucionaron los problemas del país. La guerra contra Francia había debilitado la economía. La independencia de las colonias americanas redujo los ingresos del Estado. Se necesitaba una reforma fiscal, pero los privilegiados, defensores del absolutismo, se oponían. El conflicto dinástico surgió porque Fernando VII solo tenía hijas. Para asegurar el trono a Isabel, dictó la Pragmática Sanción, derogando la Ley Sálica. Muchos absolutistas apoyaron al príncipe Carlos, hermano del rey. A finales del reinado de Fernando VII, la crisis del absolutismo y la necesidad de reformas eran evidentes.
2. La Revolución Liberal (1833-1843)
2.1. La Guerra Carlista
A la muerte de Fernando VII, su hija Isabel tenía tres años. Los absolutistas apoyaron a Don Carlos, hermano de Fernando VII. María Cristina, regente, buscó el apoyo de los liberales. La guerra civil enfrentó a absolutistas (carlistas) e isabelinos (liberales). Los carlistas (nobleza agraria, clero y campesinado del noreste) defendían el Antiguo Régimen. Los isabelinos eran un grupo diverso: la monarquía, la nobleza cortesana, la burguesía, las clases populares urbanas y el campesinado del centro y sur, partidarios del liberalismo. La guerra (1833-1840) tuvo focos en el País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia. Los liberales dominaron, y el Convenio de Vergara puso fin a la guerra, aunque el carlismo persistió.
2.2. Las Reformas Progresistas
Los liberales se dividían en moderados y progresistas. Durante la guerra carlista, María Cristina formó un gobierno liberal. Intentó con los moderados, pero levantamientos la obligaron a llamar a los progresistas. Entre 1835 y 1837, los progresistas, liderados por Mendizábal, implantaron un régimen liberal. Se disolvió el régimen señorial, se desvinculó la propiedad y se desamortizaron bienes del clero y ayuntamientos. Se suprimieron aduanas interiores y gremios. La Constitución de 1837 estableció una monarquía parlamentaria con soberanía nacional, derechos individuales y poder moderador de la Corona.
2.3. La Regencia de Espartero
En 1837, los moderados, con apoyo de María Cristina, accedieron al gobierno. La oposición a la Regente la obligó a dimitir en 1840. El progresista Espartero fue nombrado regente, pero sus políticas librecambistas y autoritarismo generaron oposición. En 1843, Espartero dimitió, Isabel II fue proclamada reina.
3. La Etapa Isabelina: El Liberalismo Moderado (1843-1868)
3.1. La Década Moderada
3.1.1. El Liberalismo Moderado
Durante el reinado de Isabel II, el Partido Liberal Moderado gobernó con apoyo de la monarquía. Se consolidó un liberalismo conservador y centralista: sufragio censitario, intervención de la Corona, limitación de libertades e influencia del ejército. El régimen se apoyaba en la aristocracia, la Iglesia y la burguesía conservadora.
3.1.2. La Acción del Gobierno
En los primeros diez años del reinado de Isabel II, se promulgó la Constitución de 1845 (sufragio restringido, soberanía compartida). Se firmó un concordato con la Santa Sede (1851). La administración se centralizó. Se reformó la Hacienda, se elaboró un Código Penal (1851), se disolvió la Milicia Nacional y se creó la Guardia Civil (1844).
3.2. Del Bienio Progresista a la Crisis del Sistema Isabelino
En 1854, un pronunciamiento militar, apoyado por progresistas y moderados descontentos (Unión Liberal, liderada por O’Donnell), triunfó. Entre 1854 y 1856, los progresistas intentaron restaurar la Constitución de 1837 y realizar reformas económicas (desamortización de Madoz, construcción del ferrocarril). La última etapa del reinado de Isabel II (1859-1860) fue de alternancia entre moderados y la Unión Liberal. Se impulsó una política colonialista (Guerra de África). La oposición al régimen creció, surgiendo demócratas y republicanos.
4. El Sexenio Democrático (1868-1874)
Durante seis años se intentó construir un régimen democrático en España, superando el liberalismo conservador e introduciendo principios democráticos.
4.1. La Revolución de 1868
Una grave crisis económica (1866) y el desgaste del régimen isabelino desencadenaron una revolución. Unionistas, progresistas y demócratas se unieron (Pacto de Ostende). La revolución, liderada por Prim y Serrano, estalló en septiembre de 1868 con la sublevación de Topete en Cádiz. Isabel II se exilió. Se formó un gobierno provisional que impulsó reformas: derechos fundamentales, sufragio universal masculino, reforma educativa y democratización de ayuntamientos. Las nuevas Cortes aprobaron la Constitución de 1869.
4.2. La Monarquía Democrática (1870-1873)
La Constitución de 1869 establecía la monarquía. Amadeo de Saboya fue elegido rey. Enfrentó la oposición de moderados, carlistas e Iglesia. Algunos demócratas se volvieron republicanos. Amadeo enfrentó la insurrección cubana (1868) y una nueva guerra carlista (1872). Sin apoyos, Amadeo abdicó en 1873.
4.3. La Primera República
Tras la abdicación de Amadeo, las Cortes proclamaron la República (1873). La República tenía escaso apoyo real. Los republicanos tenían un programa de reformas sociales y un modelo de Estado federal. La República enfrentó problemas: guerras carlista y cubana, divisiones internas, revueltas sociales (Cantón de Cartagena). Los monárquicos se organizaron para restaurar la monarquía borbónica. En 1874, un golpe de Estado de Pavía disolvió las Cortes. Serrano intentó estabilizar un régimen republicano conservador, pero el apoyo popular se inclinaba hacia la monarquía.
5. La Restauración Monárquica (1874-1902)
En diciembre de 1874, Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII. Los conservadores esperaban que la monarquía les devolviera el control político y económico.
5.1. El Sistema Canovista
El sistema político de Cánovas del Castillo era conservador, basado en un parlamentarismo liberal poco democrático. Existían dos partidos: el Conservador (Cánovas) y el Liberal (Sagasta). Ambos defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y un Estado centralista. La Constitución de 1876, de carácter moderado, favoreció la estabilidad. El fin de la guerra carlista (1876) y la insurrección cubana (1878) contribuyeron a la pacificación.
5.2. La Alternancia en el Poder
Conservadores y liberales se alternaban en el poder (turno pacífico). El sistema electoral corrupto manipulaba las elecciones. El caciquismo influía en el electorado rural.
5.3. Los Nacionalismos
El Estado centralizado provocó el surgimiento de nacionalismos. En Cataluña, la Renaixença impulsó organizaciones políticas que pedían autonomía. En el País Vasco, la abolición de los fueros generó protestas y la creación del PNV (1894). En Galicia, el galleguismo se mantuvo como movimiento cultural.
5.4. La Crisis del 98
En 1895, estalló una insurrección en Cuba. Estados Unidos apoyó a los insurrectos. En 1898, tras el hundimiento del Maine, EE. UU. declaró la guerra a España. España fue derrotada y perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La derrota generó frustración y pesimismo. Surgieron movimientos regeneracionistas que pedían democratización y el fin del caciquismo y la corrupción.