Resumen histórico: El siglo XX en España
Introducción
La historia de España del siglo XX comienza tras la derrota militar de 1898 a manos de los EE. UU., que supone la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El desenlace de la guerra, aunque inevitable, era difícilmente aceptable para la mentalidad política de la Restauración, que conservaba el sueño del pasado imperial español. La crisis de identidad que sigue a la derrota inicia un conflicto, que durará gran parte del siglo XX, entre los que pretenden recuperar la ideología imperial del pasado y los que ven la necesidad de construir una conciencia nacional desde la perspectiva moderna y liberal de las demás naciones europeas. Esta tensión se traduce en contrastantes formas de gobierno: la monarquía de Alfonso XIII, la dictadura de Primo de Rivera, la república, la dictadura franquista y, finalmente, la monarquía actual de Juan Carlos I, que se sustenta sobre un sistema democrático parlamentario.
Los cambios políticos de la España del siglo XX se corresponden con transformaciones dramáticas en todas las demás esferas de la vida pública. En lo social y económico, España se caracteriza por el crecimiento tanto demográfico como de nivel adquisitivo. Las ciudades, principalmente Barcelona y Madrid, se convierten en grandes urbes a las que se dirige la masiva emigración campesina en busca del recién inaugurado sector industrial. Son precisamente estas clases proletarias las que impulsan la modernización del país, frente a los estamentos dominantes y la población rural. En lo cultural, los sucesivos cambios políticos y sociales propician una gran diversidad de estéticas, aunque de desigual calidad. El gran número de escritores y artistas surgidos en los primeros 35 años del siglo ha hecho que esta época se denomine **La Edad de Plata** de la cultura española.
El reinado de Alfonso XIII
El reinado de Alfonso XIII comienza en 1902, cuando el rey cumple la mayoría de edad, poniendo fin a la regencia de su madre María Cristina. Durante los casi 30 años que dura su reinado, su acción política se caracteriza por la intervención activa en los asuntos del país y por la afirmación de su persona como jefe supremo del ejército.
Estas dos tendencias influirán en su apoyo a la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), cuyo fracaso terminará desplazando también a la institución monárquica.
La derrota de la guerra de Cuba había desacreditado el modelo político de la Restauración, evidenciando el caos político, económico y social de España. Sin embargo, bajo Alfonso XIII se impone la continuidad política. Las reformas institucionales se aplazan indefinidamente y España se embarca en una nueva empresa expansionista con la toma de Marruecos, aunque el nuevo intento colonizador resulta ser otra fuente de fricción social. El control de Marruecos no reportaba a España ningún beneficio concreto y, a cambio, suponía una importante pérdida de soldados. La crisis económica y el desencanto con la guerra marroquí impulsan los levantamientos populares de 1909 y 1917, principalmente en Barcelona. Finalmente, las tropas españolas sufren el desastre de Annual en 1921 y tienen que replegarse a Ceuta y Melilla. Estas ciudades norteafricanas siguen siendo colonias españolas hoy en día.
La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial no evita que, a finales de los años 10, el país se encuentre en plena crisis. La guerra colonial, la creciente organización de la izquierda en partidos y sindicatos revolucionarios como la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), y la depresión económica que afecta a toda Europa conducen a España a una crisis de gobierno que termina con el golpe de estado del general Primo de Rivera en 1923, apoyado por el rey. El dictador impone una acción de gobierno totalitaria que desplaza las libertades políticas y las demandas proletarias en favor de la recuperación económica. Estabiliza el país alcanzando acuerdos con estamentos tan distintos como los socialistas de la Unión General de Trabajadores (UGT), los militares tradicionalistas y la institución monárquica. Sin embargo, la ruptura con los socialistas perjudica al dictador y propicia la convocatoria de elecciones libres en 1931, que ganan los republicanos.
La República
Tras las elecciones de 1931, el liberal Niceto Alcalá Zamora es nombrado presidente, Alfonso XIII abandona España y se proclama la Segunda República.
Las Cortes Constituyentes redactan el borrador de una nueva Constitución republicana, donde se consagran las libertades propias de un estado democrático moderno. Pero la estabilidad política durará poco. En 1933, el partido de centro-derecha obtiene la mayoría en las Cortes y, como respuesta, se producen revoluciones proletarias en Cataluña y Asturias. Finalmente, en 1936, la coalición de izquierdas gana de nuevo las elecciones y Manuel Azaña se convierte en Presidente de la República. El primer gobierno de Azaña comienza un ambicioso proyecto de reforma declarando la amnistía política, empezando una profunda reforma agraria y concediendo Estatutos a Cataluña, las provincias vascas y Galicia. Como respuesta, a los tres meses de su mandato, la guarnición militar de Melilla, encabezada por el general Francisco Franco, se subleva, dando comienzo a la Guerra Civil.
La Edad de Plata es el nombre que recibe el florecimiento cultural español del primer tercio del siglo XX hasta la guerra civil. En literatura, la pérdida de las últimas colonias del Imperio y la consiguiente crisis de conciencia reunió bajo unas semejantes coordenadas estéticas a autores como Antonio Machado, Miguel de Unamuno y Ramón del Valle-Inclán, conocidos como la Generación del 98. La claridad de ideas de estos escritores renueva las letras españolas, aunque siguiendo el camino abierto por el realismo y el naturalismo decimonónicos. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, continúa la revolución estética con Juan Ramón Jiménez y el teórico José Ortega y Gasset. Sin embargo, la definitiva renovación literaria se produce en la década de los años 20. En diciembre de 1927, una serie de jóvenes poetas que más tarde serán conocidos como la Generación del 27 celebra el tercer centenario de la muerte de Góngora. Entre ellos se encuentra Federico García Lorca.
El renacimiento cultural del primer tercio del siglo XX se produjo también en música, pintura y cine. En general, tanto los músicos como los pintores encontraron en París el lugar propicio para completar su formación y fijar su residencia. En música destacan Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Turina y, sobre todo, Manuel de Falla. En pintura, Pablo Picasso, Salvador Dalí y Joan Miró. En cine, Luis Buñuel. Esta revolución en las artes plásticas fue precedida en Barcelona por el modernismo, en el que destaca el arquitecto Antonio Gaudí.
Con la llegada de la República, los intelectuales y artistas toman mayoritariamente una posición política comprometida. Por ejemplo, en las Cortes Constituyentes se sientan 45 catedráticos y 47 escritores y periodistas. La República favorece los procesos de secularización y socialización de la cultura. Entre los proyectos culturales que financia se encuentra el grupo teatral La Barraca, dirigido por Federico García Lorca, que llevó a los pueblos de España representaciones teatrales de primer orden.
Con el estallido de la guerra civil, la riqueza cultural de la República se desvanece, y las corrientes tradicionalistas, apoyándose en el enfrentamiento ideológico, volvieron a imponer un ambiente sórdido a la cultura española. Es el fin de **La Edad de Plata** y el comienzo de la larga convalecencia franquista.
La Guerra Civil
El alzamiento militar originado en Marruecos es seguido inmediatamente en Sevilla, las Islas Baleares, las Islas Canarias, Navarra, Burgos y Zaragoza. La guerra se internacionaliza pronto, al recibir ambos bandos ayuda extranjera. La República fue ayudada indirectamente por la Unión Soviética y directamente por las Brigadas Internacionales, grupos de soldados voluntarios entre los que se encontraban intelectuales tan importantes como Orwell, Malraux y Hemingway. Entre las brigadas internacionales se distinguió la «Abraham Lincoln Brigade», integrada por jóvenes estadounidenses antifascistas. La España nacionalista fue apoyada por tropas regulares de la Alemania nazi y la Italia fascista. En 1937, los aviones de Hitler bombardearon la ciudad vasca de Guernica, bombardeo que Picasso inmortalizó en un cuadro del mismo nombre. Al final del año, el ejército de Franco ya controlaba la mayor parte de España. La alarmante situación llevó al bando republicano a trasladar el gobierno a Valencia y a incluir en él a sectores revolucionarios, como los anarco-sindicalistas. En 1939, una vez extinguida la resistencia del gobierno republicano, que se había refugiado en Cataluña y Madrid, numerosísimos españoles se exiliaron, entre ellos la intelectualidad más valiosa del país. La guerra termina con el terrible saldo de un millón de muertos, innumerables exiliados, una dictadura nacional-católica implacable y una profunda crisis social y económica.
La dictadura franquista
La dictadura franquista se extiende por un periodo de 36 años, durante los cuales la vida política del país se caracteriza por la ilegalidad de todos los partidos políticos con la excepción del Movimiento Nacional. La habilidad del dictador de mantener a España al margen de la Segunda Guerra Mundial permite la continuación del régimen, una vez que los fascismos son barridos de toda Europa. El aislamiento internacional del franquismo se rompe en 1953, cuando España y los Estados Unidos, bajo la presidencia de Eisenhower, firman un acuerdo de cooperación que permite el establecimiento de bases militares norteamericanas en suelo español. Seguidamente, en 1955, un acuerdo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética permite a España entrar en las Naciones Unidas con otras quince naciones.
La posguerra de los años 40 es extremadamente dura. A la privación de libertades se une la severa carencia de bienes para el consumo. Esta situación sólo cambia a partir de los años 60, cuando se produce un crecimiento económico sin precedentes en la historia de España. Al mismo tiempo, el régimen franquista inicia un proceso de apertura con la intención de preparar el escenario político que seguirá a la muerte del dictador. Como parte de este proceso, en 1969, Franco nombra sucesor a Juan Carlos I de Borbón. La ligera apertura política y el crecimiento económico permitieron la continuación del régimen hasta la muerte del dictador, así como la transferencia pacífica de poder. En 1975, Franco fallece y Juan Carlos I presta juramento como rey de España ante las Cortes y el Consejo del Reino.
La democracia parlamentaria
Con la llegada del nuevo rey, España abre un proceso de transición política que durará hasta las elecciones generales de 1982, en las que gana el socialista Felipe González. La transición opera la transformación de las instituciones políticas heredadas del franquismo, respetando las condiciones legales precedentes. La institución monárquica, una de las principales herencias del franquismo, deja la administración del país en manos de los partidos políticos con representación parlamentaria, conservando formalmente la jefatura del estado y de las fuerzas armadas, y concentrando su actividad en misiones diplomáticas.
El primer presidente de gobierno de esta nueva etapa histórica es Adolfo Suárez, cuyo gobierno aprobó medidas democratizadoras como el reconocimiento de las libertades fundamentales, la legalización de todos los partidos políticos (incluido el Partido Comunista), el reconocimiento del derecho de sindicalización libre y una amnistía general de presos políticos. En 1978, los españoles aprueban por referéndum la nueva constitución, que define a España como una monarquía parlamentaria. Entre 1980 y 1982, las regiones de Cataluña, el País Vasco, Galicia y Andalucía reciben estatutos de autonomía y eligen sus respectivos parlamentos. La organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna: «Tierra Vasca y Libertad»), que desde tiempos del franquismo venía luchando por la independencia del País Vasco, no reconoce como suficiente la autonomía concedida y continúa su actividad armada.
En 1981, durante el acto de dimisión de Suárez, un grupo de guardias civiles irrumpen en el Congreso de los Diputados, pero el golpe de estado fracasa. En 1982, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) obtiene la mayoría absoluta en el Congreso y su líder, Felipe González, es investido presidente. Este evento puede ser considerado como la culminación del periodo de transición, ya que significa la consolidación definitiva del proceso democrático.
La transición política lleva pareja una revolución social y cultural centrada en Madrid que recibe el nombre de **La Movida**. Se trata de la sustitución de los comportamientos propios del franquismo, que estaban unidos a la moral católica, por otras actitudes sociales donde prima la liberación sexual, el consumo de masas y el espectáculo audiovisual. Entre los creadores de la Movida destaca el cineasta Pedro Almodóvar.
Los años 80 son de rápido crecimiento económico e integración en las estructuras políticas y económicas de Europa. En 1986, España ingresa en la Comunidad Económica Europea y, en 1992, el quincentenario del llamado descubrimiento de las Américas, se celebran los Juegos Olímpicos en Barcelona y la Exposición Universal.