HISTORIA ANTIGUA DE ROMA
1. MEDIO GEOGRÁFICO
La península itálica se encuentra en una posición central en el Mediterráneo, extendiéndose de noroeste a sureste. La mayor parte del territorio, estrecho, parece dividir este mar en dos. Su parte norte, la más ancha, alcanza 580 km; el resto no llega a los 200 km de anchura.
Los Alpes le sirven de límite al norte, como el Adriático al este, el Jónico y la isla de Sicilia al sur, y el Tirreno y la Galia al oeste y noroeste.
Así, encontramos dos zonas claramente diferenciadas:
Norte: Recorrida por el río Po y su llanura, antigua penetración marina con sedimentos cuaternarios, se halla ocupada, también, por los Alpes. El río es de régimen alpino, recibiendo, también, aportaciones de afluentes apenínicos de crecida otoñal. Los Alpes presentan al oeste macizos cristalinos de gran altura, en el centro, calcáreos, con una franja Pre-alpes lacustre y, al este, los Alpes venecianos con una zona calcárea. Además, el clima es continental con influencia marítima al este y alpina al oeste.
Peninsular: Recorrida de norte a sur por los Apeninos que llegan hasta Sicilia. Estos montes, de carácter alpino y formación más reciente que ellos, están más erosionados. Se acercan al mar en la Campania. Esta región y la del Lacio, así como las islas Lípari y Sicilia son volcánicas (Vesubio, Stromboli, Etna).
2. POBLADORES
Sobre una población de ligures y villanovienses, comienzan a asentarse, desde finales del II milenio a.C. hasta los siglos VIII y VII a.C., grupos de organización tribal y origen indoeuropeo, en general, aunque, también griegos, más desarrollados.
En el sur hay, también, pobladores antiguos de época ligur (misapios, sículos).
De los nuevos pobladores, los más antiguos (aproximadamente 1.000 a.C.) son los ilirios (costa del norte del Adriático) y los itálicos (centro y oeste-noroeste de la península), formados por dos grandes grupos de tribus: umbros incineradores (Etruria, llanura del Po, norte de los Apeninos) y sabélicos inhumadores (zona central peninsular). Entre estos últimos, marcos, maracinos, samnitas…, con algún subgrupo tribal importante para la historia de Roma, como los sabinos, invasores del Lacio y que, junto a latinos y etruscos, componen la primitiva población de la localización de Roma.
Hacia el 800 a.C., en el noroeste de la península se establecen los etruscos, pueblo de oscuro origen, al que Herodoto da un origen lidio, y cuya cultura tiene abundantes caracteres orientales, además de estar influida por la griega, cuyas colonias están instaladas hacia el sur, desde Cumas hasta Sicilia y la costa adriática.
Así, tres son, pues, los principales componentes de la cultura romana: etrusco, itálico y griego.
Según la leyenda, Roma fue fundada por Rómulo y Remo en el año 753 a.C. La misma tradición habla de siete reyes, el último de los cuales fue Tarquino, el Soberbio, a quien una rebelión derribó del trono, instaurando la República en el 509 a.C.
3. ETAPAS DE LA HISTORIA
3.1. ETRUSCA/MONÁRQUICA
La fundación de la ciudad, según la tradición, se realiza en torno al 753 a.C., con dos emplazamientos de tribus de itálicos, pastores incineradores, procedentes de los montes sabinos y albanos, según R.M. Ogilvie. A fin de evitar el peligro etrusco, los latinos formaron con otras aldeas, la Liga de los Siete Montes, pero, la expansión de los etruscos (ss. VIII-VI a.C.), de superior civilización, acabó por dominar el Lacio, dando lugar a un emplazamiento estable, a orillas del Tíber, en su ruta del comercio de sal que, desde la costa, remonta hacia sus ciudades del norte, Roma.
El comercio etrusco de la sal coloca a la pantanosa Roma, situada en una zona de vados, como almacén, punto intermedio y más meridional del intercambio con las colonias griegas, situadas hacia el sur. El comercio de objetos y armas de metal, sal, cerámica y otros productos es importante.
La época monárquica representa la primera organización existente en Roma, traída por los etruscos y a ella pertenecen la organización gentilicia (la gens), las curias, el senado y el primer conjunto de leyes.
La organización política durante esta etapa es: Rey; Senado de carácter aristocrático que asesoraba al monarca; Asambleas populares o comicios.
Así, al dominio etrusco en Roma, corresponde el periodo de la Monarquía, durante el cual la ciudad adquirió importancia política y un desarrollo urbano considerable. Tarquino, el Antiguo, y Servio Tulio, llevaron a cabo la desecación de los pantanos y la construcción del primer recinto amurallado.
Por otra parte, los enfrentamientos entre etruscos y cartagineses por un lado, y colonias griegas por otro, permiten que el Lacio se independice en el s. VI a.C. y que el panorama cambie en la zona central: la Campania sufre la invasión samnita (segunda mitad del s.V), Etruria se repliega hacia el norte por sus derrotas marítimas y la pérdida de sus rutas comerciales, entrando en decadencia.
3.2. REPUBLICANA
Abarca desde el 500 a.C., aproximadamente, hasta la época de Augusto, 29 a.C.
Roma es gobernada por dos cónsules, de elección anual, con autoridad similar a la de los antiguos reyes. El senado, constituido por miembros de las familias patricias, era el órgano supremo. En él, deliberaban todos los asuntos, en especial los de política exterior. Otras magistraturas son los pretores (justicia); censores (realizan censos de población); ediles (vida municipal); cuestores (finanzas).
En contraste con la minoría patricia, que acumulaba toda la riqueza económica y el poder político, estaban los plebeyos, gente de distintas procedencias atraídas por la ciudad, que carecían de todos los derechos. La desigualdad política, religiosa, social, económica y jurídica se tradujo en revueltas y reivindicaciones plebeyas. Éstas se vieron poco a poco satisfechas por sucesivas concesiones: tribunos de la plebe (defensores de intereses plebeyos en el Senado), comicios por tribus, redacción de una ley escrita (Ley de las Doce Tablas, 451 a.C.), autorización de matrimonios mixtos (Ley Canuleya, 445 a.C.) y acceso a las magistraturas del gobierno (Ley Licina, 367 a.C.)
Es una época de extraordinaria importancia para Roma que se convierte en una gran potencia en el mundo antiguo. Se da la expansión por la península itálica, eliminándose Cartago y formándose un imperio con la conquista de Grecia, Hispania, Galia, Egipto, norte de África y otras tierras.
Así, la República procedió a la conquista de la Península y a la sumisión de los pueblos que la habitaban. A mitad del siglo IV a.C. se conquista la región Campania y se da la anexión del Lacio; En el 296 a.C. tiene lugar la guerra contra los samnitas y la conquista de la Italia Central; Se conquista Italia meridional. La resistencia de la Magna Grecia fue asumida por la ciudad de Tarento quien, tras algunos éxitos, fue derrotada en la batalla de Benevento en el 275 a.C.
Sometida la península, Roma va a emprender una expansión por el Mediterráneo, siendo el principal obstáculo el poder cartaginés. De esta forma se dan las Guerras Púnicas (264-146 a.C.). Cartago era una colonia fenicia cuya estratégica posición la convirtió en una gran potencia naval y su hegemonía marítima desde el siglo VI, era indiscutible. El choque entre Roma, potencia terrestre, y Cartago era inevitable y dio origen a tres guerras:
-Primera Guerra (264-241). El motivo fue la posesión de Sicilia. Un conflicto interno dio ocasión de intervenir a los dos contendientes. La guerra se prolongó indecisamente hasta el 241 a.C. en que venció Roma y se adueñó de Sicilia y Cerdeña.
-Segunda Guerra. Se inicia cuando Aníbal tras conquistar Sagunto (219 a.C.) decidió atacar a Roma en la propia Italia. Éxitos de Tesino, Trevia, Trasimeno y Cannas. Pasando a la ofensiva, Roma decidió llevar la guerra a África. Publio Cornelio Escipión atacó Cartago y los derrotó en Zama (202).
-Tercera Guerra. Se produjo cuando Roma, temerosa de una reactivación del poder cartaginés, decidió acabar con la ciudad de Cartago que fue arrasada por Escipión Emiliano (146 a.C.).
En cuanto a la conquista en Oriente y Occidente, se dio en sucesivas etapas y como resultados bélicos, se anexionan Macedonia, Grecia, Asia Menor y Siria, siendo la última etapa, Egipto (31 .C., Octavio).
El resultado final es que el Mediterráneo completo, es dominado por Roma: Norte África, España, Sicilia, Córcega, Grecia, Egito…
Por otro lado, durante esta etapa se establece un sistema de gobierno basado en la soberanía popular, y se crea un dispositivo legislativo que permanece durante siglos y que adquiere su forma definitiva durante el Imperio.
En el siglo IV, Roma tuvo que hacer frente a algunos peligros internos, como la rebelión de los latinos, la invasión de los galos y la guerra contra los etruscos. Así, la República conoce también el enfrentamiento entre patricios y plebeyos (luchas sociales de los Graco, por la igualdad política de los plebeyos). Las numerosas conquistas produjeron profundas transformaciones sociales y políticas. Las antiguas diferencia entre patricios y plebeyos fueron sustituidas por luchas entre las familias ricas de ambas clases que se disputaban los honores, cargos y gobiernos de las provincias. Apareció una nobleza de funcionarios enriquecidos y una clase social de grandes comerciantes y banqueros, mientras los pequeños propietarios rurales se arruinaban, e Italia se llenaba de esclavos. Al tiempo que crecían los latifundios, el campo se despoblaba y Roma se llenaba de una masa proletaria descontenta y proclive al alboroto.
La inestabilidad social y política dio lugar a luchas civiles que llenan el siglo I a.C. Así, se intentaron diversas fórmulas:
– Los hermanos Tiberio y Cayo Craco intentaron una reforma agraria (expropiar terratenientes y repartir a los pobres). Tiberio consiguió hacer votar la ley de Reforma (133 a.C.) pero murió asesinado. Su hermano Cayo renovó la ley (123 a.C.) y la completó con reformas políticas. La oposición nobiliaria se resistió por las armas e impidió su éxito.
– Surgieron posteriormente dos partidos políticos, el popular dirigido por Mario, cuyo gobierno democrático fue un fracaso, y el aristocrático (Cornelio Sila) que impuso una dictadura militar. A estos conflictos hay que añadir la rebelión de los esclavos. (Espartaco, 73-71 a.C.).
– Triunviratos, en los que en dos ocasiones, tres hombres fuertes se hacen cargo del poder, pero las rivalidades entre ellos hicieron que fracasara.
3.3. IMPERIAL
Considerando la Época de Augusto como período de transición o Principado, la etapa imperial abarca desde el reinado de Tiberio (17 d.C.) hasta el de los Antoninos (Caracalla), en lo que se conoce como Alto Imperio, y desde el 212 d.C. hasta el 476 (destronamiento del último emperador del Imperio Romano Occidental), en lo que denominamos Bajo Imperio, época de decadencia que deja con “vida” al Imperio Romano de Oriente, al que conocemos como Imperio Bizantino.
El Principado, creado por Octavio, respetó las instituciones republicanas y las atribuciones del Senado. Éste le concedió los títulos de Princeps (Primer Senador), Imperator (máxima autoridad militar) y Augusto (“divino”, máxima autoridad religiosa), con lo que se produce una fuerte concentración de poder en una sola persona. No obstante, la división de poderes entre el emperador y el Senado, es la característica del principado que estuvo en vigor hasta finales del siglo III.
Este periodo se inició brillantemente con la pax romana o augusta y tuvo diversas dinastías o familias (Julia, Flavios, Antoninos y Severos). Durante esta etapa el dominio territorial romano llegó a su cenit: Gran Bretaña, Mauritania, Dacia, Tracia.
Durante el Alto Imperio se amplían las conquistas territoriales, se crea la legislación provincial, se transforma la organización política republicana (el Emperador es, ahora, el poder absoluto) y se produce la verdadera romanización de multitud de pueblos. Es la etapa de máximo apogeo de Roma.
La pervivencia del Imperio fue asegurada por Diocleciano (285-305) que instituyó un gobierno absolutista (Dominado) y compartió el mando con otro emperador (Maximiano) que con el título de Augusto gobernaría el Occidente, mientras él se establecía en Oriente. Cada uno de ellos, nombraba a un César con derecho de sucesión. Así, se estableció la Tetrarquía (2 Augustos y 2 Césares), que degeneraría en luchas entre ellos.
Roma es una potencia que construye grandes obras para demostrar su fuerza, con una organización provincial y un ejército, a través de los que afluyen tributos y productos, y en los que, poco a poco, van entrando los notables de la zona y mercenarios. Esto, la enorme extensión territorial o la mezcla cultural van iniciando una decadencia que los historiadores consideran como Bajo Imperio, a partir de devaluaciones de moneda, concesión de la ciudadanía a la mayoría de los habitantes del Imperio (Caracalla, 212 d.C.) que avanza con la división entre Imperio Occidental, en torno a Roma, e Imperio Oriental, en torno a Constantinopla.
Durante años Roma persistirá con altibajos en su poder, siendo acontecimientos importantes de este periodo las persecuciones cristianas, el imperio cristiano (Edicto de Milán, 313)) la irremediable decadencia, división del imperio (Oriente-Occidente) y su definitiva desaparición en 476 cuando Roma es conquistada por los pueblos bárbaros y ellos son los que se extienden por las antiguas provincias, convirtiéndose, poco a poco, en los reinos medievales (visigodos, ostrogodos, francos…).
4. SOCIEDAD
El núcleo de la organización romana es la familia. Dota a cada uno de sus miembros de un status jurídico, les confiere categoría social y posibilidades políticas y económicas, les incluye en un grupo religioso y hasta contiene en sí misma la autoridad absoluta: es el “Estado” en pequeño.
La sociedad romana, como el conjunto político Roma, es una organización de ciudadanos. Esta es la primera distinción fundamental que excluye del cuerpo cívico a esclavos, extranjeros e hijos de ilegítimos. Solamente los ciudadanos tienen plena capacidad jurídica. Es ciudadano el que ha nacido de padre y madre romanos, de legítimo matrimonio, ha sido reconocido por el padre, inscrito y aceptado en la gens, alcanzado la mayoría de edad, realizado servicios militares y se ha integrado en las Asambleas (Comitía). Existen varios tipos de matrimonio (usucapio, coempio y confarreatio) y es esta “institución” la que fija el papel de la mujer. El matrimonio evoluciona, aunque el de mayor valor e indisolubilidad es la confarreatio.
La familia se compone del pater familiae, autoridad absoluta (patria potestas) que confiere su status a los demás miembros: esposa, hijos (aunque estén casados), hijas (hasta que se casan), parientes (nueras, nietos, hermanas…), libertos, esclavos, también clientes, hijos adoptados o legítimos. Los hijos varones, si son emancipados por el padre, pueden formar su propia familia.
La familia tiene ascendientes comunes con otras familias y forma, con ellas, la gens o grupo de linaje que tiene un culto propio. El jefe de cada gens forma parte del Senado en la época monárquica, eligiendo al Rex y siendo la autoridad en el interregno. Estas primitivas gentes constituyen el grupo de los patricios: acceso a todos los órganos de poder en Roma. Es la aristocracia de la Época Republicana contra la que el resto de ciudadanos (los plebeyos) tienen que ir luchando para ganar, poco a poco, el acceso a todas las magistraturas y al Senado.
En cuanto a la religión romana, esta es politeísta: dioses familiares (lares), cuyo culto ejercía el paterfamilia; dioses oficiales o estatales (Júpiter, Minerva, Saturno…), cultos orientales (Isis). Estos últimos, su culto corresponde a los sacerdotes.
En letras destacan poetas como Virgilio, historiadores como J. César, oradores como Cicerón, etc.
5. ORGANIZACIÓN POLÍTICA
En primer lugar, la gran creación de Roma es el derecho cuyas características son la adecuación a los principios éticos, aislamiento del hecho jurídico, espíritu nacional, amor a la libertad, principio de autoridad y respeto a la personalidad humana. Podemos distinguir entre el derecho público (relaciones individuo-Estado), privado (relaciones entre individuos), e internacional (relaciones entre pueblo).
Durante la Monarquía, el rex es elegido entre los jefes de las gentes, que desempeñan, a su muerte, el cargo de interrex por turnos. Esto no impide que pueda ser propuesto por su antecesor.
Es investido en la inauguratio y tiene poderes absolutos, de carácter diverso: Consulta de los Auspicia, para establecer los días fastos y nefastos del calendario; Leva y dirección de las tropas, declaraciones de guerra y de paz, para estas tres cuestiones reúne a los Comitía; Establece normas, nombra cargos públicos y decide el derecho de vida o muerte, en delitos religiosos o contra el país.
El rex es aconsejado por el Senatus, en principio con unos 100 miembros, de la tribu de los Ramnes o Latinos (10 por curia), que van aumentando a 300, es decir, de las otras dos tribus Tities o Sabinos y Luceres o etruscos (los tres grupos de población que había en Roma cuando empieza a existir).
En la época monárquica, las asambleas importantes son los Comitia Curiata, es decir, reunidos por Curias (los grupos religiosos a los que pertenecían por el culto común), pero en la Época Republicana, los ciudadanos tienen el poder y sus asambleas (Comitis Centuriata) de carácter militar sirven para organizar las clases y, por tanto, el armamento de cada uno, pero, también, el censo, las leyes, las magistraturas, la fundación de colonias y la rendición de cuentas de los magistrados, de las guerras…
Al tener carácter militar, se reúnen fuera de la ciudad y votan por clases, según sus rentas, hasta mediados del siglo III a.C.; después, a partir de una de las centurias sacada a suerte.
No obstante, durante la República, las decisiones de los Comicios son discutidas y mediatizadas por el Senado, órgano patricio al que se llega después de haber desempeñado magistraturas.
Los plebeyos desarrollan una Asamblea plebeya (Concilium Plebis), cuyos magistrados tratan de legislar mediante plebiscitos. Es absorbida, potenciando la organización por tribus, por los Comitia Tributa que integran a los ciudadanos según su residencia (4 tribus urbanas y 31 rústicas) y proponen leyes a pretores o cónsules, eligen magistrados menores (cuestor, edil) o plebeyos (tribuno de la plebe), se ocupan de penas menores o multas. En el siglo III a.C., sus plebiscitos comienzan a tener categoría legal, también sometidos a la sanción del Senado.
El Senatus, existente desde la primera época, es un consejo formado por 300 antiguos magistrados en el período republicano, aunque va siendo aumentado ya en él (Sila, Julio César) y posteriormente.
Sin ser elemento de ninguno de los tres poderes que, para nosotros, componen el Estado, es el guardián de la República y su árbitro en la realidad, ya que acumula mucho poder. La fórmula que identifica a Roma (S.P.Q.R.) significa el Senado y el Pueblo Romanos, y antecede a las decisiones, leyes o declaraciones importantes.
El Princeps Senatus dirige sus discusiones y publican sus decisiones mediante el Senatus consultum que, en muchos momentos, tiene categoría de ley, por el carácter de la decisión o por ser un momento de crisis (Guerras Púnicas, por ej.). El Senado también sanciona las leyes y decisiones de los Comicios.
Durante el Imperio, el ciudadano va convirtiéndose en súbdito, a medida que el poder del Imperator se hace absoluto. Gobiernan mediante legados, se rodean de un Consejo y Oficinas Imperiales y van convirtiendo los cargos de magistrados y senadores en honoríficos. El emperador se rodea de una guardia pretoriana, va divinizando su figura y, bien por elección o bien por sucesión, gobierna personalmente. No obstante, el sistema de gobierno, las divisiones provinciales, la organización militar y otros aspectos van cambiando, a medida que la complejidad es mayor y, a medida que avanza la decadencia (división del Imperio en el de Oriente y el de Occidente, Tetrarquía, etc.).
6. EVOLUCIÓN ECONÓMICA
La ciudad de Roma, fundada en una zona pantanosa y poco fértil, rodeada de montes, no debe tener un desarrollo económico importante hasta que comienza a ganar territorio por los enfrentamientos con vecinos más desarrollados.
Entre el 343 y el 338 a.C. se producen las Guerras Samnitas y el comienzo de su expansión, a costa de estos vecinos de los Apeninos Centrales que desarrollan agricultura en valles fértiles y ganadería en zona montañosa. Los samnitas están más desarrollados que los romanos. Se trata de tribus basadas en el pagus (entidad local gobernada por el mediss [magistrado electo]) que reúne varias aldeas. Un grupo de pagi constituye una tribu (touto), con un magistrado al frente.
La victoria romana da comienzo a su expansión territorial y a la distribución de tierras a 20.000/30.000 hombres, o sea, familias y a la creación de colonias (entre 334-264 a.C. para otras 70.000). Al mismo tiempo, Roma firma o renueva tratados con otras potencias del comercio del Mar Mediterráneo que dominará (348 y 305 a.C. con Cartago).
La población y la riqueza van afluyendo: construcción y canalización del agua (acueductos), 14 templos nuevos (302-264 a.C.), desarrollo de comercio por el Tíber, quizá, comienzos de importaciones desde la Magna Grecia, Campania y Etruria. Pero, la vida romana sigue todavía usos tradicionales de cultivo, pastoreo. No tienen, aún, una flota de barcos relevante.
No se pueden olvidar las reivindicaciones de tierras de los plebeyos, a lo largo de la época republicana. Los plebeyos, más arraigados en los suburbios urbanos, son comerciantes y artesanos, mientras los patricios van acaparando el ager (campo, tierra), es decir, su patrimonio se va engrosando con tierras para actividades agrícolas y ganaderas.
Hacia el 300 a.C., Roma ya es un centro comercial que fabrica cerámica (platos pintados, copas lacadas en negro, vasos con decoración en relieve) que comienza a exportar, ya que aparecen en el Sureste de la Galia, Noreste de Hispania o en zonas de comercio cartaginés.
En el siglo III a.C. y comienzos del siguiente está pasando de comunidad rural al mundo comercial del Mediterráneo. En él sustituirá a los cartagineses, después de las Guerras Púnicas, a los griegos que forman parte de su imperio republicano (s. II a.C.), como traerá ingentes cantidades de trigo de Egipto, después de conquistarlo (30 a.C.), o de aceite y otros productos de Hispania y otras provincias (el Monte Testaccio de Roma se formó con los restos de las ánforas de aceite traídas, en su mayoría del Sur de Hispania). A medida que avanzan sus conquistas, afluyen oro, seda, cerámica, mármol y otras piedras, tintes, salazones, estaño, etc. de Oriente, Norte de África u otras partes de Europa. Con algunos de ellos, cónsules, senadores y emperadores reparten trigo, pan y otros productos entre la plebe, evitando revueltas sociales o disturbios en las diversas etapas políticas.
La Pax Romana de Augusto liberaliza actividades, crecen los libertos para llevar negocios o explotaciones (a veces, de sus antiguos amos, a modo de clientes).
La Península Itálica se ve inmersa en crisis económicas en diversas épocas. Por ejemplo, en la segunda mitad del s. I d.C., ya que la red de viae (calzadas) que los romanos van extendiendo por las provincias, la amplitud del territorio conquistado, además de la afluencia de riquezas a Roma, que dirige las provincias por medio de gobernadores, da lugar a una pérdida de influencia de la Península, a una descentralización, a que haya provinciales que comercien con productos de unas regiones a otras, talleres locales que imiten productos (cerámica) romanos. Así, va ocurriendo en la Galia, Germania, Egipto y otras. La Península Itálica va perdiendo influencias, población, tamaño de las propiedades agrícolas, mientras crecen en las provincias (las tierras se arriendan), entre los comerciantes y artesanos que invierten sus ganancias en ellas.
Las tierras en manos de libertos, trabajadas por esclavos no por los propietarios, bajan su rendimiento. La afluencia de riquezas hace crecer la dependencia de productos de las provincias y la competencia de estos. Roma necesita la importación de trigo de Egipto (el granero de Roma) para épocas de malas cosechas, repartos entre la peble.
El comercio en las provincias hace necesario el incremento de la moneda. El crecimiento económico va introduciendo en cargos civiles y militares y en el status de ciudadano a provinciales, a gentes de orígenes diversos.
Desde finales del s. II d.C. se acrecienta una crisis que da lugar a la devaluación de la moneda (212), al período de la Anarquía Militar (s. III), a la existencia de territorios que se gobiernan al margen del poder imperial (Galia, Palmira) y a éste persiguiendo cristianos (Decio), buscando soluciones políticas para dominar tantos territorios (Tetrarquía) que muestran la creciente separación que se produce entre el Imperio de Oriente y el Imperio de Occidente, cada vez más cristianizado, a partir de Constantino (s. IV).
Si diversas tribus o pueblos han ido gobernando en nombre y al servicio de Roma a lo largo del Imperio, es manifiesto que, en el s.V, se convierten en poseedores y gobernantes reales de esos territorios y conforman los primeros principados, reinos, etc. Independientes de Roma, con jefes tribales, apoyados por una aristocracia guerrera, que conformarán las entidades políticas feudales de la Alta Edad Media.