Historia de la Prehistoria y la Romanización en la Península Ibérica

Paleolítico Inferior (1200000-100000; 2400000-100000). Se extiende desde la aparición de los primeros vestigios humanos, hace 1,2 millones de años, hasta 100000 años. Durante este tiempo habitaban la península dos especies del género: Homo antecessor (Atapuerca) y Homo erectus, que se alimentaban de la recolección, el carroñeo (animales muertos), la caza y la pesca. Practicaban un cierto nomadismo y habitaban en cuevas. Homo heidelbergensis, hace unos 250000 años. La caza se practicaba a partir de un sistema de trampas y pozos, teniendo un sistema más organizado. Las presas eran abatidas con lanzas y lograban empujar los animales a sus trampas.

Utensilios

En este período se inició la tecnología de las piedras talladas (tallaban golpeando una piedra más dura contra otra) con la que se fabricaron utensilios de diferentes tipos: lascas (raspadores), obtenidas mediante el golpeado perpendicular sobre el borde plano de un guijarro; choppers (hachas de mano), que se obtenían haciendo saltar dos o tres lascas de un guijarro percutido por una sola cara; y chopping tools o bifaces, guijarros golpeados por las dos caras. El Homo erectus dominó el fuego.

Paleolítico Medio (100000-35000)

Este período se extiende entre los años 100000 y 35000 a.C. En él aparecen dos últimas especies del género Homo de la península: el Homo neandertal, que entró en la península hace 95000 años, y el Homo sapiens, que aparece en África hace 200 mil años y en la península hace 35000 años. Este último ya era un ser humano con rasgos físicos semejantes a los actuales y capaz de crear instrumentos de cierta complejidad y de expresar sus creencias mediante rituales funerarios y pinturas en los abrigos de piedra o en el interior de las cavernas. Cada vez con más frecuencia, se refugiaban en cuevas y abrigos.

Características del Paleolítico Medio

  • Diversificación de los utensilios de piedra, quizás más sofisticados: puntas de flechas, cuchillos, etc.
  • Uso de la madera y el hueso para la fabricación de instrumentos.
  • Creciente uso del fuego.
  • Conciencia de la propia muerte, como lo prueba la aparición de enterramientos de cadáveres.

Paleolítico Superior (35000-10000)

En este período, entre 35000 y 10000 a.C., se produjeron grandes cambios. Ambas especies, Homo neandertal, se extinguieron, y se impuso el Homo sapiens (28 mil-25 mil). En esta época de los grandes cazadores, que se especializan en la caza de ciervos, cabras, renos, elefantes, destaca el auge de la industria del hueso, que dio lugar a la aparición de nuevos instrumentos: azagayas, agujas, punzones, arpones, alfileres y anzuelos. Los utensilios de piedra tallada eran muy especializados.

Pinturas y Arte

En este período destacan las pinturas que aparecen en las paredes de cuevas (Altamira, Tito Bustillo y Castillo), donde se han encontrado representaciones de animales de zonas frías (bisontes y renos) (La Pasiega), en las que dominan el naturalismo y la policromía (rojo, negro y ocre). Cuevas de Ambrosio (Almería), La Pileta (Málaga).

Mesolítico o Epipaleolítico

En esta época, no son sedentarios pero tampoco nómadas. Aparecen formas de agricultura. Desaparecen de la península los grandes animales. La caza se reduce a animales más pequeños, como conejos, pájaros, etc., por lo que fue necesario adaptarse al utillaje de sílex (microlitos). En esta etapa final se datan casi todas las últimas pinturas. Suelen ser monocromas y representan escenas de caza en las que aparecen hombres y mujeres, con formas muy estilizadas, realizando distintas tareas, como en la cueva de Vallorta (Castellón). Estas pinturas permiten interpretar los modos de vida de la época. Los grupos humanos se hicieron sedentarios progresivamente. La caza y la recolección se empezaron a combinar con otras tareas productivas. Destacan los concheros de Muge, en Portugal.

Neolítico (5500-3000)

El Neolítico, “piedra nueva” (pulimentada), se desarrolló en torno a los años 10000 y 3000 a.C. Surgió en la zona del Oriente Próximo y desde allí se fue extendiendo lentamente a Europa y al norte de África. Esta etapa de la Prehistoria se caracteriza por el descubrimiento de la agricultura y la domesticación de los animales, la invención de la cerámica, la cestería y el tejido, la creación de una arquitectura y la elaboración de herramientas con piedra pulimentada. El paso de una economía basada en la recolección, la pesca y la caza a otra productiva ocasionó un espectacular aumento de la población. Se levantaron poblados estables (chozas), pasaron de nómadas a sedentarios, y apareció la propiedad privada.

Neolítico Antiguo

Los primeros asentamientos neolíticos se caracterizan por utilizar las cuevas como centros básicos de vida y por el predominio de la ganadería sobre la agricultura. Surgieron inventos importantes, como la cerámica, el molino de grano, instrumentos para las tareas agrícolas y los primeros tejidos. Un elemento destacado es la cerámica decorada con dibujos (cardium). El yacimiento de la cueva de l’Or. Se han encontrado restos cerámicos en Piñas y Alhama (Granada) y en Vélez-Blanco (Almería).

Neolítico Medio

En el segundo periodo del Neolítico aparece la práctica habitual de enterrar a los difuntos en cámaras revestidas de losas de piedra. Destaca la cultura de los sepulcros de fosa, se trata de pueblos de agricultores que vivían en cabañas circulares situadas en las llanuras y en los valles cultivables. Un descubrimiento importante de esta época fue la minería.

Los Inicios de la Metalurgia

Los años de transición del Neolítico final a la Edad del Bronce (3000-2000 a.C.) son conocidos con los términos calcolítico (Edad del cobre). En este periodo aparecen por primera vez utensilios de cobre. Destacan en este milenio los grandes monumentos megalíticos: enterramientos colectivos de grandes bloques de piedra o megalitos. Las edificaciones más frecuentes son: los menhires, construidos con una piedra vertical; los dólmenes, formados por varias piedras verticales y una horizontal; las cuevas dolménicas, constituidas por un largo corredor y una cámara sepulcral de formas variadas, y cubiertas por una acumulación de tierra y piedras, un túmulo. Un ejemplo es la cueva de la Menga, en Antequera (Málaga).

Cultura de Los Millares

Una de las culturas más notables fue la de Los Millares, cerca de Almería. Los pobladores de esta zona explotaban las minas, y fundían y elaboraban piezas de cobre. Vivían en pequeños núcleos amurallados situados en colinas para facilitar su defensa. Sus enterramientos eran de carácter megalítico y en el interior de las tumbas se han encontrado numerosos objetos de cobre, algunos con inscripciones egipcias, lo que demuestra que existían relaciones con la otra orilla del Mediterráneo (Egipto).

Cultura del Vaso Campaniforme

Hacia el año 2500 a.C. se inició la cultura del vaso campaniforme. La metalurgia del bronce (aleación de cobre y estaño) comienza a principios del segundo milenio a.C. y se extiende por las zonas del sudeste, el noreste peninsular y las islas Baleares. Destaca el poblado de El Argar (Almería). Sus habitantes conocían la metalurgia del cobre y de la plata, debido a la existencia de estos metales en la región. Utilizaban el bronce para elaborar armas, utensilios y adornos. Los enterramientos se hacían en cajas o urnas, a veces en el subsuelo de las viviendas, y es frecuente hallar junto al cadáver un cuenco, denominado copa argárica. En Baleares, construcciones megalíticas, como las navetas, las taulas y los talayots.

Final de la Edad de Bronce

A finales de la Edad de Bronce surgió una nueva cultura en la zona noroeste de la península: la cultura de los castros (en Galicia). Los pueblos prerromanos. Siglo V a.C., (influencia ibérica, influencia celta) distinguimos dos grandes espacios: la zona costera mediterránea y casi toda Andalucía. Influidos por fenicios y griegos; el resto de la península estaba habitado por otros pueblos, influenciados por la llegada de las primeras oleadas de indoeuropeos, que los griegos denominaban celtas.

Los Fenicios

Iniciaron sus viajes por el mar Mediterráneo en torno al año 1000 a.C., y fueron los primeros en llegar a la costa mediterránea de la península a mediados del siglo IX a.C. La más importante de sus colonias fue la fundación de Gadir (Cádiz), entre los años 800 y 775 a.C. Malaca (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra) eran ciudades fenicias. La mayoría de las colonias eran pequeñas factorías que tenían como actividad más destacada el comercio. Los pueblos peninsulares ofrecían minas metálicas de cobre, estaño, oro y plata, y recibían a cambio tejidos, joyas y objetos de adorno.

Aportaciones Fenicias

  • Generalización del uso del hierro.
  • Creación de factorías para salar y conservar el pescado.
  • Nuevas técnicas para la fabricación de cerámica, como el torno de alfarero.
  • Una de las aportaciones más importantes fue la escritura alfabética, origen de nuestro alfabeto actual.

Los Griegos

Llegaron a la península hacia el 600 a.C. En el golfo de Roses y en la costa levantina, fundaron Rhode (Roses) y Emporion, y Hemeroskopeion y Heraclea (Alicante). Ejercieron una gran influencia sobre las poblaciones indígenas. La gran importancia comercial de ciudades como Emporion fue la acuñación de monedas propias, aceptadas en todo el Mediterráneo. Se produjeron nuevos cultivos, como el olivo y la vid, y se extendieron nuevos animales domésticos (el asno y las gallinas), difundieron el uso del arado, además de otras importantes innovaciones en la elaboración de tejidos y de cerámicas.

Los Tartesios

El conocimiento de la cultura de Tartessos nos ha llegado a través de fuentes literarias griegas (Estrabón), como una “ciudad ilustre”. Estas noticias aparecen mezcladas con leyendas y personajes míticos, o el histórico Argantonio (630-550 a.C). Se deduce que el nombre de Tartessos aparece relacionado con la riqueza y la obtención de metales, estaño y plata. La población se concentró en dos zonas: en torno a Huelva, creció rápidamente con la explotación de las minas de plata, y alrededor de Sevilla. La cultura tartésica se desarrolló entre los siglos XIII y VI a.C. y su apogeo coincidió con los momentos de mayor actividad comercial de los fenicios en Gadir y en los núcleos costeros.

Características de la Cultura Tartésica

  • Diferencias sociales: terratenientes en la cima, varias clases intermedias y, en la base, los esclavos.
  • Comerciantes que gozaban de grandes riquezas.
  • Practicaban una agricultura evolucionada, eran buenos navegantes y pescadores, trabajaban los metales y conocían la escritura.

La Romanización

Fue un proceso de transformación gradual de todos los habitantes de los pueblos peninsulares en ciudadanos del imperio romano, asumiendo las costumbres, la organización política, jurídica y social romanas, así como su lengua, el latín.

La Organización Política y Administrativa

Los romanos introdujeron la división del territorio en provincias. Hispania fue dividida en dos grandes provincias: la Citerior y la Ulterior. Dividieron Hispania en cinco provincias: Tarraconensis, Cartaginensis, Baetica, Lusitania y Gallaecia. Estaban gobernadas por un pretor, asesorado y vigilado por un consilio. Las provincias fueron divididas en conventos jurídicos. Al frente de la hacienda provincial estaba un cuestor, cuya ocupación era hacer un censo para recaudar los impuestos.

Las Vías de Comunicación

Los romanos construyeron calzadas muy bien estructuradas. Mejoraron las rutas existentes antes de la conquista y construyeron otras nuevas, creando una gran red de calzadas por toda la península que enlazaba las ciudades más importantes del interior con la costa. Estas vías se convirtieron en verdaderos ejes comerciales. La Vía Augusta fue la calzada romana más larga de Hispania. La Vía de la Plata enlazaba el noreste de la península con Onoba y el puerto fluvial a orillas del Guadiana.

Ciudades Hispano-Romanas

Las colonias eran las ciudades fundadas por los romanos, como Caesar Augusta. Fueron surgiendo ciudades de plano regular como Emirita Augusta o Tarraco. En la provincia Baetica se desarrolló un importante proceso de urbanización, se habla de unas 200 ciudades, de las cuales destacan unas pocas, por ejemplo, Itálica. Había 3 tipos de ciudades: stipendiarias, conquistadas a la fuerza; federadas, que conservaban sus derechos de vez en cuando; inmunes, que eran ciudades privilegiadas.

El Califato de Córdoba

Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Andalus se dio cuando el emir Abd al-Rahman III se proclamó Khalifa en el año 929. Con él se inició el califato de Córdoba hasta el 1031, cuyo poder central estaba en esta ciudad. Fue la etapa más brillante de toda la historia del Islam en la península. Abd al-Rahman III alcanzó importantes éxitos:

  1. Consiguió pacificar Al-Andalus, pues logró acabar con las luchas internas que se repetían en el territorio andalusí.
  2. Frenó el avance de los cristianos del norte en la batalla de Valdejunquera, 920.
  3. Se enfrentó a los fatimíes (radicales religiosos integristas), corriente musulmana de signo radical que estaba progresando a pasos agigantados por el norte de África, donde crearía un califato.
  4. Al mismo tiempo, mantuvo relaciones amistosas con el emperador de Bizancio y con el emperador germánico, lo que proporcionó al califato una notable proyección en todo el Mediterráneo.

El califa residía en el Alcázar de Córdoba, situado junto a la Gran Mezquita.

La Crisis del Califato de Córdoba

A Abd al-Rahman III le sucedió su hijo Al Hakam II, que protagonizó una época de paz con los cristianos. La aparición de los vikingos en las costas occidentales de Al-Andalus no empañó la tranquilidad del mandato de Al Hakam II, que fue decidido protector de las letras y de las artes. La última década del siglo X, Al-Mansur (Almanzor) para los cristianos, hizo con el poder en Al-Andalus, desempeñando el cargo de hachib, una especie de primer ministro. El nuevo califa, Hisham II, vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin poder político. Almanzor, que aumentó su poder, organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular. Numerosas ciudades de la España cristiana sufrieron su terrible acometida. Es probable que esas campañas estuvieran motivadas por la escasez de metal precioso que se creía en Al-Andalus, pero la muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en Al-Andalus una larga etapa de auténtica guerra civil. Después de varios años de dura lucha, el califato de Córdoba terminó por desaparecer en 1031.

La Sociedad en Al-Andalus

Una población heterogénea. En Al-Andalus había una población muy diversa tanto por su origen étnico como por la religión. A la población de la España visigoda hubo que agregar los invasores musulmanes, compuestos por una mayoría bereber procedentes del norte de África. Los bereberes se establecieron en la zona más poblada de España. Posteriormente también llegaron al-Andalus personas provenientes de Europa Oriental, así como personas negras originarias del continente africano. Durante el periodo nazarí se produjo un gran aumento de población, pues allí se refugiaron buena parte de los mudéjares expulsados de la Andalucía Bética. La población visigoda era cristiana, pero con el paso del tiempo, la mayoría terminó aceptando la religión islámica. A esos conversos se les denominó muladíes, que son de cristianos a islámicos. Los cristianos y los judíos gozaban de cierta autonomía y podían practicar su religión. Los judíos vieron en principio con buen ojo la presencia islámica en suelo hispano. Los cristianos mozárabes vivieron en cierta tensión, lo que explica que algunos de ellos emigraran hacia la zona cristiana.

El Reino Astur

Inicio del reino de Asturias. El primer núcleo político cristiano que se constituyó fue el astur, que surgió tras el triunfo sobre los musulmanes en Covadonga por el noble visigodo Pelayo al frente de los astures en el año 722. Los sucesores de Pelayo, que a partir de Alfonso I adoptaron el título de rey, extendieron sus dominios por el oeste y por el este. Alfonso II el Casto (establece la capital en Oviedo, cargas de Onís en 812) intentó conectar con la monarquía visigoda, lo que se tradujo en la imposición del texto de la época visigoda como norma jurídica de su reino. Se descubrieron en tierras gallegas los supuestos restos del apóstol Santiago, quien se convirtió en el emblema por excelencia de los combatientes cristianos. A lo largo del siglo IX se llevó a cabo el proceso colonizador de las llanuras de la cuenca del Duero. A finales de ese siglo, siendo Alfonso III el Magno rey, los cristianos dieron un importante paso al llegar hasta los márgenes del río Duero.

El Nacimiento de León y Castilla

A finales del siglo IX, los cristianos establecieron en León a comienzos del siglo X, y su reinado pasará a llamarse asturleones, debido a que León había reemplazado a Oviedo en el 914 como centro de poder político. En las tierras orientales de la cuenca del Duero surgieron diversos condados (Álava, Burgos, Castilla). Esos condados se unificaron con el término genérico de Castilla bajo el conde Fernán González, a quien se le ha denominado Padre de la Patria castellana. En el siglo X, el reino de León sufrió una dura tapa, lo que contribuyó a que Castilla actuara de manera casi autónoma, pero no era independiente. En tiempo del rey León, Ramiro II, quien contó con la ayuda militar del conde castellano Fernán González, los cristianos derrotaron al califa Abd al-Rahman III en la batalla de Simancas, cuando Almanzor se hallaba al frente del ejército cordobés. A principios del siglo XI, el monarca Sancho III el Mayor se casó con doña Munia, una condesa. A la muerte de este rey de Navarra en 1035, el hijo de ambos, Fernando, se colocó al frente del antiguo condado de Castilla, aunque con el título de rey. Fernando I derrotó a su cuñado Vermudo III en la batalla de Tamarón. A partir de esa fecha, los reinos de Castilla y León se unieron bajo el centro de Fernando I.

El Reino de Pamplona

En el siglo IX, mérito de la creación vascona, se fue distanciando paulatinamente del poder de los musulmanes. Los vascones del Otero en Roncesvalles al ejército carolingio. A inicios de la centuria siguiente se constituyó el reino de Pamplona, siendo su primer monarca Sancho Garcés I. Durante su reinado, los navarros se expandieron por la tierra llana del Alto Ebro. Un sucesor, García Sánchez I, incorporó al reino de Pamplona el condado de Aragón al casarse con la condesa Andregoto Galíndez. Las acometidas de Almanzor detuvieron los avances navarros. La crisis se superó con Sancho Garcés el Mayor. Bajo su mandato, el reino de Pamplona alcanzó su apogeo, pues incorporó los condados de Sobrarbe y Ribagorza. Añadió a sus dominios el condado de Castilla debido a que su esposa, la castellana doña Munia, era la heredera del citado condado.

El Condado de Barcelona

En el territorio de la actual Cataluña, surgieron a finales del s.VIII y comienzos del IX diversos condados, todos ellos situados bajo la órbita de los reyes francos. La alianza entre los hispani y los carolingios se tradujo en importantes éxitos militares. La figura más destacada del siglo IX fue el conde Vifredo, quien logró unificar en su persona varios condados e impulsó la actividad colonizadora. El conde Borrell II, aprovechando el fin de la dinastía carolingia, dejó de prestar el homenaje que habían rendido sus antecesores a los reyes francos. Ese acontecimiento ha sido considerado la independencia política de Cataluña.

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