La Segunda República Española: Un Periodo Clave
La Segunda República es uno de los momentos clave de la historia contemporánea de España. El proyecto de democratización y de modernización que se abre en 1931 concluyó trágicamente con una guerra civil.
Proclamación y Gobierno Provisional
El 14 de abril de 1931, la República fue proclamada en Éibar, lo que supuso la salida del rey Alfonso XIII del país. Los miembros del comité revolucionario tomaron posesión del gobierno como Gobierno Provisional y proclamaron oficialmente la República en todo el territorio.
La Constitución de 1931 y el Bienio Reformista (1931-1933)
En junio de 1931, tuvieron lugar las elecciones a Cortes Constituyentes. Las urnas dieron una clara mayoría a la coalición republicano-socialista, cuyas ideas quedaron reflejadas en la nueva Constitución, aprobada en diciembre de 1931. Esta Constitución definía a España como una «República de trabajadores de toda clase».
Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, Manuel Azaña presidió un gobierno republicano-socialista que impulsó un ambicioso programa de reformas, destacando:
- Reforma del Ejército: Buscaba crear un ejército más profesional, moderno y democrático, reduciendo su tamaño y su influencia política.
- La Cuestión Religiosa: Se pretendía limitar la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad y la educación, estableciendo la aconfesionalidad del Estado y disolviendo órdenes religiosas como la Compañía de Jesús (en ciertos aspectos).
- Reforma Agraria: Se adoptaron medidas legales para abordar el problema de la distribución de la tierra, como el Decreto de Términos Municipales y, fundamentalmente, la Ley de Reforma Agraria (aprobada en septiembre de 1932), aunque su aplicación fue lenta y conflictiva.
- Reforma del Estado Centralista: Se buscó descentralizar el Estado, permitiendo a las regiones constituirse en autonomías. El Estatuto de Autonomía de Cataluña fue aprobado en 1932.
- Reformas Sociales y Educativas: Se implementaron mejoras en las condiciones laborales (aprobación de la Ley de Contratos de Trabajo) y se impulsó una reforma profunda de la enseñanza, con el objetivo primordial de promover una educación pública, obligatoria, gratuita, liberal y laica. Se crearon miles de escuelas y se impulsaron las Misiones Pedagógicas para llevar la cultura a las zonas rurales.
Los Intelectuales y la República
La proclamación de la República trajo consigo una notable movilización de los intelectuales. Muchas figuras del mundo de la cultura se declararon favorables al nuevo régimen, llegando a publicar el manifiesto constituyente de la Agrupación al Servicio de la República (Ortega y Gasset, Marañón, Pérez de Ayala). Sin embargo, más tarde surgieron divergencias políticas e ideológicas y, a partir de 1933, los intelectuales perdieron parte de su protagonismo inicial.
Oposición y Conflictividad Social
El régimen político republicano topó pronto con la resistencia de los sectores más afectados por las reformas (terratenientes, Iglesia, parte del ejército) y se fue reorganizando la derecha monárquica y conservadora. Se crearon nuevas organizaciones políticas como Acción Española, la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), Renovación Española, la Comunión Tradicionalista (carlistas) y las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), que más adelante se unirían a la Falange Española.
Los conflictos sociales fueron continuos desde el mismo momento de la proclamación de la República. A lo largo de 1933 se fue haciendo cada vez más evidente la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del gobierno de Azaña, debido tanto a la oposición de derechas como a la conflictividad obrera y anarquista.
El Bienio Conservador o Radical-Cedista (1933-1935)
Finalmente, Azaña dimitió y el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre de 1933. Estas elecciones, las primeras en las que votaron las mujeres en España, dieron la victoria a los partidos de centro-derecha. Los gobiernos de este período se estructuraron en torno a dos fuerzas políticas principales: el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA, liderada por José María Gil Robles. Esta etapa se puede dividir en dos períodos: hasta octubre de 1934, con gobiernos mayoritariamente radicales apoyados por la CEDA; y desde entonces hasta febrero de 1936, con gobiernos de coalición radical-cedista o con mayor influencia de la CEDA.
Durante este bienio, se intentó rectificar o paralizar parte de las reformas anteriores, lo que originó fuertes tensiones sociales y políticas. El momento más crítico fue la Revolución de octubre de 1934. Ante la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno, la izquierda (especialmente PSOE y UGT) convocó una huelga general. El paro fue general en muchas ciudades, pero derivó en insurrecciones armadas principalmente en Asturias (donde mineros protagonizaron una revolución sofocada duramente por el ejército) y Cataluña (donde el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española, siendo rápidamente reprimido).
El gobierno entregó plenos poderes militares al general Francisco Franco para dirigir la represión en Asturias. La causa inmediata del agotamiento del bienio radical-cedista está en las consecuencias políticas y sociales de la Revolución de 1934 y en escándalos de corrupción (como el del Estraperlo) que afectaron al Partido Radical. La CEDA abandonaría finalmente el gobierno, forzando nuevas elecciones.
El Frente Popular y el Camino hacia la Guerra (1936)
Finalmente, se convocaron elecciones para febrero de 1936, las cuales fueron ganadas por el Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda (republicanos, socialistas, comunistas). La izquierda se presentaba unida, mientras que la derecha concurría dividida. La campaña y las elecciones se celebraron con bastante orden, aunque en un clima de alta polarización. Estas supusieron la victoria de la izquierda en las grandes ciudades, el sur y la periferia mediterránea y cantábrica, mientras que las candidaturas de derechas se impusieron en las provincias del norte y del interior.
Tras la victoria del Frente Popular, Manuel Azaña volvió a presidir el gobierno, formado inicialmente solo por republicanos de izquierda, aunque con apoyo parlamentario socialista y comunista. Se puso en marcha de nuevo el programa reformista interrumpido en 1933 (amnistía para los presos de 1934, restablecimiento del Estatuto catalán, continuación de la reforma agraria).
Desde el momento mismo de las elecciones, sectores de la derecha política y militar llegaron a la conclusión de que solo un golpe militar podía frenar el avance de la izquierda y evitar lo que consideraban una inminente revolución socialista o anarquista. La conspiración militar avanzó durante la primavera de 1936, en un clima de creciente violencia política y social. El golpe militar se precipitó a raíz del asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo (simpatizante socialista) el 12 de julio, que fue respondido horas después por compañeros de Castillo con el secuestro y asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo.
El 17 de julio de 1936 se produjo la sublevación militar en el protectorado de Marruecos. Inicialmente, el gobierno republicano de Casares Quiroga permaneció inoperante o minimizó la situación, creyendo que se trataba de un intento limitado y condenado al fracaso. Sin embargo, la rebelión se extendió a la península el 18 y 19 de julio. Dos días después, el golpe había triunfado en parte del país pero fracasado en otra (incluyendo Madrid, Barcelona, Valencia), dividiendo a España en dos zonas y dando inicio a la Guerra Civil Española.
Nota: El texto original mencionaba como causas del estallido la revuelta minera de 1934 y la destitución de Alcalá Zamora. Si bien fueron eventos muy importantes que contribuyeron a la polarización y la crisis, la causa inmediata del inicio de la guerra fue el golpe de Estado de julio de 1936. La Revolución de 1934 fue un antecedente crucial de la radicalización, y la destitución de Alcalá Zamora en abril de 1936 (sustituido por Azaña como Presidente de la República) aumentó la inestabilidad política, pero el detonante fue la sublevación militar.