Historia del Movimiento Obrero en España (1855-1931)

El Movimiento Obrero en España (1855-1931)

Antecedentes (1855-1874)

En 1855, en pleno Bienio Progresista, se creó la Junta Central de Directores de la Clase Obrera, cuya existencia explica el éxito de la primera huelga general que hubo en Cataluña en julio de 1855. Los obreros pedían un horario laboral estable, la creación de una junta mixta de dueños y obreros para discutir los conflictos laborales y la limitación del despido libre.

En 1864 se creó en Londres la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), que pretendía conseguir la emancipación económica y social de la clase obrera y llegar a superar el régimen liberal mediante la colectivización de los medios de producción y la creación de una sociedad igualitaria.

Pronto surgieron discrepancias en el seno de la organización, sobre todo entre Marx y Bakunin, que provocaron una escisión en dos facciones: marxista y anarquista.

La AIT tuvo influencia en el movimiento obrero español. En 1868, Giuseppe Fanelli fundó los primeros núcleos de la AIT en España. En 1870 tuvo lugar en Barcelona el I Congreso Obrero Español.

Cuando se escindió la AIT, en España predominó la corriente anarquista en Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía, mientras que el marxismo tomaba importancia en Madrid, Bilbao, Asturias y Santander.

La Restauración (1875-1898)

Los Hechos Políticos

El 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos llevó a cabo un levantamiento en Sagunto y proclamó a Alfonso XII rey de España. Al día siguiente se formó un gobierno provisional en Madrid encabezado por Antonio Cánovas del Castillo.

La primera acción política importante del nuevo rey fue acabar con la Tercera Guerra Carlista. El rey ofreció una amplia amnistía a todos aquellos que quisieran adherirse a la nueva monarquía. Uno de los militares carlistas que la aceptó fue Ramón Cabrera, antiguo luchador carlista desde el primer conflicto. Sin embargo, no todos los oficiales carlistas aceptaron el ofrecimiento de Alfonso XII y la guerra no se acabó hasta el año 1876, cuando el pretendiente carlista Carlos VII se fue a Francia.

Los carlistas ya no se volvieron a levantar en armas, aunque su pensamiento tradicionalista permaneció vivo.

Una vez resuelta la cuestión carlista, Cánovas pudo diseñar el nuevo sistema político. La Restauración se caracterizó por la construcción de dos partidos políticos: Conservador, liderado por Cánovas, y Liberal, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta.

El Partido Conservador estaba formado por personajes procedentes del Partido Moderado, de la Unión Liberal y de sectores moderados del Partido Progresista. Tenía el apoyo de las clases sociales acomodadas (industriales, terratenientes), así como de la Iglesia (sobre todo las altas jerarquías).

El Partido Liberal estaba compuesto por gente procedente del Partido Progresista y del Partido Demócrata, así como sectores del republicanismo moderado. Tenía el apoyo de las clases medias, profesionales liberales, funcionarios y un sector del ejército.

El sistema de la Restauración se basaba en la alternancia pacífica de los dos partidos (llamados dinásticos) en la gestión del poder del Estado. Todo esto sucedió a partir de la aprobación de la Constitución de 1876.

El bipartidismo se consolidó a la muerte del rey Alfonso XII sin sucesión masculina y con la reina embarazada de seis meses. En aquel momento se firmó el Pacto de El Pardo que certificaba el turno pacífico de los dos partidos en el poder.

Además de todo ello, el nuevo régimen español fue reconocido por todas las potencias europeas y por el Vaticano. También en los inicios del nuevo sistema político se procedió a la pacificación de Cuba, donde había estallado, hacía ya diez años, una guerra de independencia. La negociación de Martínez Campos y la posterior Paz de Zanjón pusieron fin, momentáneamente, al conflicto cubano.

El Sistema Político

El marco teórico ideado por Cánovas fue la Constitución de 1876. Cánovas era un político práctico que confiaba más en el éxito de las ideas que en su pureza. Para él, había una serie de principios fundamentales que debían estar presentes en la vida política española y que configuraban lo que él llamaba constitución interna. Estos principios eran la patria, la monarquía, la dinastía histórica, la libertad, la propiedad y el gobierno conjunto entre rey y Cortes. Según Cánovas, todos aquellos partidos que no aceptaran estos principios no debían tener cabida en el sistema ni en la elaboración de la Constitución. Al margen de estos principios, el resto podía discutirse, pero Cánovas, por ejemplo, no era demasiado partidario de las formulaciones catalanistas.

La Constitución de 1876 afirmaba que España era una monarquía y que su rey legítimo era Alfonso XII, decía que la religión española era la católica, apostólica romana y sólo se permitía la manifestación pública de sus ceremonias. El Estado mantenía el culto católico y sus ministros. Se concedía libertad de expresión, de asociación y de reunión; se creaba un parlamento bicameral, con dos cámaras: Congreso de los Diputados y Senado, y se le otorgaba poder legislativo al rey.

La Constitución de 1876, con la redacción esquemática de sus artículos, permitía que, en función del partido que gobernara, se hicieran leyes adecuadas a su ideología. Con ello, cada gobierno legislaba según sus principios ideológicos, pero manteniendo un cierto respeto por la obra realizada anteriormente por el adversario. Sin embargo, no podemos decir que el sistema político de la Restauración fuera democrático, ya que las elecciones nunca fueron transparentes.

El mecanismo electoral era siempre el mismo: cuando un presidente del gobierno se veía obligado a dimitir debido a cualquier circunstancia (crisis, escándalo, etc.), el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno al líder de la oposición, que disolvía las Cortes y convocaba nuevas elecciones, que ganaba siempre por mayoría absoluta. ¿Cómo se conseguía esto? Pues, cuando se tenían que llevar a cabo los procesos electorales, el Ministerio de la Gobernación enviaba órdenes a los gobernadores civiles de cada provincia para que ganara el partido que debía ganar. Entonces, los caciques locales presionaban a los campesinos y obreros para que votaran al partido en cuestión. Además, se completaba el trabajo añadiendo votos en las urnas, falseando las listas electorales o, incluso, haciendo votar a los difuntos.

La Situación Económica

Demografía

La población española aumentó a un ritmo inferior que la europea. La tasa de natalidad comenzó a bajar y, en cambio, la tasa de mortalidad, aunque bajando, todavía era muy alta debido a la Tercera Guerra Carlista, la Guerra de Cuba y epidemias de cólera y crisis de subsistencia. También cabe destacar un incremento de la emigración hacia Argentina y Brasil. Los catalanes emigraban a Cuba, sobre todo. La distribución de la población continuó la tendencia del desplazamiento centro-periferia y campo-ciudad. La población activa, pues, cada vez era menor con respecto al sector primario e iban aumentando los sectores secundario y terciario.

La Agricultura

Había nuevos cultivos: viña orientada a la exportación, introducción de la remolacha azucarera, etc. Sin embargo, la mayoría de la superficie cultivada en España estaba ocupada por los cereales. En Cataluña hay que destacar el ascenso y la caída de la viticultura como consecuencia de la plaga de la filoxera.

La Industria

Los dos sectores punteros continuaron siendo el textil catalán y la siderurgia vasca. En el País Vasco se potenció el sector siderometalúrgico y se crearon los Altos Hornos de Bilbao y los de La Iberia, que fusionaron en el año 1902 en Altos Hornos de Vizcaya. El capital acumulado en el País Vasco permitió transformar las fundiciones bilbaínas en la industria pesada más importante situada a orillas de las minas de hierro. En Cataluña el sector textil se mantuvo, sobre todo en cuanto a las industrias algodonera y lanera. La industria catalana tuvo que competir para compensar dos factores negativos: la falta de fuentes de energía y la dificultad para encontrar mercados. El encarecimiento provocado por la falta de fuentes de energía provocó el encarecimiento de los productos y su poca competitividad en los mercados. Es por ello que los industriales catalanes pidieron continuamente la aplicación de aranceles proteccionistas.

La Evolución del Movimiento Obrero

El inicio de la Restauración coincidió con los últimos episodios de las dos ramas escindidas de la AIT. Durante los primeros años de la Restauración el movimiento obrero se movió en la clandestinidad. La despreocupación en cuanto a cuestiones sociales fue la tónica general del período. Los intelectuales fueron muy críticos con la situación social, económica y cultural de España y eso se pone de manifiesto con la aparición de una corriente llamada regeneracionismo, liderado por Joaquín Costa.

El movimiento obrero español durante la Restauración estaba dividido en dos ideologías: marxismo y anarquismo.

Marxismo

El 2 de mayo de 1879 fue fundado el PSOE, que fue inscrito oficialmente dos años más tarde. En 1888, coincidiendo con la Exposición Universal de Barcelona, el PSOE celebró su primer congreso, pocos días después de la fundación de su sindicato, la Unión General de Trabajadores (UGT). El marxismo tuvo un proceso de implantación muy lenta en España.

Anarquisimo

Contrariamente al marxismo, el anarquismo tuvo un éxito notable entre los obreros y campesinos españoles, ya que sus ideas de libertad eran directas y fácilmente comprensibles por una masa obrera poco ilustrada. Siguiendo los principios de acción directa y propaganda por el hecho, los anarquistas fueron derivando hacia posiciones terroristas (anarcocomunismo). El resultado fueron numerosos atentados entre los que cabe destacar el intento de asesinato contra Martínez Campos, la bomba del Liceo, la bomba contra la procesión de Corpus en Barcelona y, finalmente, el asesinato de Cánovas del Castillo a manos de un anarquista italiano. Después de cada atentado, era habitual una reacción policial desmesurada con encarcelamientos y ejecuciones de anarquistas.

El Desastre de 1898

El problema cubano se remonta al año 1868 y las insurrecciones habían sido frecuentes en la isla caribeña. Los últimos años del siglo XIX, los Estados Unidos empezaron a mostrar interés por la isla y el control del comercio del azúcar. Fue así como comenzó una campaña de desprestigio de España y como empezó el apoyo de EEUU a los insurgentes cubanos.

Aprovechando la explosión y posterior hundimiento del buque Maine en el puerto de La Habana, EEUU declaró la guerra a España. Esta guerra significó una humillación para el ejército español, que no fue capaz de hacer frente a un enemigo superior en potencia naval y armamento. El gobierno español tuvo que pedir la paz y por la Paz de París (1898), España perdía Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las Islas Marianas.

Del Desastre a la Segunda República (1898-1931)

El Impacto del Desastre

A pesar de que el sistema político de la Restauración no se vio modificado, la Guerra de Cuba tuvo consecuencias negativas para España, que entró progresivamente en una etapa de crisis del poder del Estado, caracterizada por la división interna de los partidos dinásticos y por la inestabilidad política en general.

Además, la oposición al sistema aumentó de manera importante. Por un lado, el movimiento obrero cada vez era más importante y mejor organizado. Por otra, el regeneracionismo se convirtió en una alternativa que defendía la regeneración del país basada en la moralización de la gestión pública, la reforma del Estado, el fomento de la riqueza, el impulso de la enseñanza pública y el olvido de las «glorias» del pasado. Su principal representante fue Joaquín Costa y propugnaba una «revolución desde arriba», es decir, desde el propio Estado. El regeneracionismo fue un movimiento ambiguo, que junto a la denuncia de algunos males endémicos de España, presentaba propuestas no siempre democráticas y claras. Una vez fracasado el intento de cambiar las cosas desde arriba, el regeneracionismo se encarnó en soluciones autoritarias.

Las Crisis Políticas de la Restauración (1902-1923)

A comienzos del siglo XX, España tenía cuatro grandes problemas:

  • Un retraso económico y cultural respecto al resto de Europa, que propiciaba la existencia de un campesinado pobre y un proletariado cada vez más numeroso y reivindicativo.
  • Un régimen político nada democrático, corrupto y artificial (Restauración) donde el pueblo no estaba representado.
  • Un ejército muy criticado y herido en su orgullo por la derrota en Cuba, con un material anticuado y un exceso de oficiales.
  • Unos nacionalismos periféricos cada vez más evidentes, que ponían en peligro para determinados sectores el concepto de unidad de la Patria.

Teniendo en cuenta estos factores, no resulta extraño que el sistema de la Restauración entrara pronto en decadencia. Además, su creador, Cánovas del Castillo, había muerto víctima de un atentado anarquista y, pocos años más tarde, el líder del Partido Liberal, Práxedes Mateo Sagasta, también murió. Los políticos que sucedieron a los dos anteriormente citados nunca estuvieron a su altura y este también es un factor a tener en cuenta a la hora de explicar el hundimiento progresivo de la Restauración.

Este hundimiento fue como consecuencia de sucesivas crisis que la debilitaron hasta que el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado y, con la aprobación del rey Alfonso XIII, implantó un régimen dictatorial.

La Crisis del Civilisme (1902-1907)

En 1905, el semanario satírico catalán ¡Cu-Cut! publicó un chiste que ridiculizaba al ejército español. Unos 300 oficiales de la guarnición de Barcelona asaltaron y quemaron su sede y también la del diario La Veu de Catalunya, próximo a la Lliga Regionalista. Los autores no sólo no fueron castigados sino que recibieron el apoyo de las guarniciones del resto de España. Esto propició que el ejército pidiera al gobierno liberal de Moret una ley de jurisdicciones, según la cual, los delitos contra el ejército y la patria serían juzgados por tribunales militares. El gobierno accedió.

Como respuesta, todas las fuerzas políticas catalanistas se unieron en una coalición dirigida por la Lliga, llamada Solidaridad Catalana. Esta coalición tuvo un éxito electoral en 1907 (41 escaños en el parlamento español). El principal punto de su programa era la supresión de la ley de jurisdicciones.

La Crisis del Pacto de El Pardo (1907-1912)

Uno de los políticos más brillantes de la época fue Antonio Maura, que intentó llevar a cabo una política regeneracionista. Cabe destacar su ley de administración local de carácter descentralizador, que recibió mejoras y aportaciones de Francesc Cambó, político de la Lliga Regionalista y diputado en el parlamento español.

La tarea de Maura quedó interrumpida por los acontecimientos de la Semana Trágica, en julio de 1909. España estaba en guerra con Marruecos y debido a las derrotas sucesivas y el gran número de bajas, había que reclutar a los reservistas (hombres que ya habían hecho el servicio militar anteriormente).

El día que tenían que salir desde el puerto de Barcelona hacia Marruecos estalló una revuelta popular que se extendió por Barcelona e incluso, por otras poblaciones catalanas como Sabadell, Premià o Granollers.

El gobierno tuvo que enviar al ejército para sofocar la revuelta y la represión fue muy dura, con más de 2500 detenidos, 59 sentencias a cadena perpetua y 17 penas de muerte de las que se ejecutaron 5. Entre los ejecutados había Francisco Ferrer Guardia, que fue considerado como el inductor de la revuelta. Había fundado la Escuela Moderna, de carácter laico, y pertenecía a la masonería. Fue condenado y ejecutado sin pruebas.

Como consecuencia de los hechos, Solidaridad Catalana se rompió debido al apoyo que había dado la Lliga a la represión ordenada por el gobierno conservador de Maura. Por otra parte, hubo una protesta general en España y Europa, también por la política represiva llevada a cabo por Maura (campaña ¡Maura no!). Además, los liberales exigieron la dimisión de Maura, cosa que consiguieron cuando Alfonso XIII cesó al presidente y nombró a Moret jefe de gobierno. La actitud de los liberales provocó la ruptura del pacto de El Pardo, al que se había llegado en 1885 y que establecía una solidaridad mínima entre los dos partidos dinásticos.

Después de Moret, el rey encargó al liberal José Canalejas que formara gobierno. Canalejas llevó a cabo algunas reformas importantes:

  • Hizo aprobar un proyecto de Mancomunidades.
  • Estableció el arbitraje del Estado en los conflictos sociales.
  • Suprimió la liberación en metálico del servicio militar.
  • Acordó el reparto de las zonas de influencia en Marruecos con Francia.

Desafortunadamente, José Canalejas no pudo continuar su labor porque fue víctima de un nuevo atentado anarquista cuando paseaba por la Puerta del Sol, en Madrid.

La Crisis Múltiple de 1917

A la muerte de Canalejas, no hubo ningún político destacado que fuera capaz de sacar al país de su decadencia. El sistema político de la Restauración sufrió su bache más importante en el año 1917, cuando hubo tres crisis: militar, política y social.

Crisis Militar

Dentro del ejército había un descontento evidente en determinados sectores debido al sistema de ascensos. En aquel momento se ascendía por méritos de guerra y eso hacía que sólo los militares que estaban en Marruecos pudieran subir en el escalafón mientras que los que estaban en las guarniciones de la Península no podían hacerlo (recordemos que el ascenso no sólo significaba más prestigio sino mejor salario). Además, los militares se quejaban de la precariedad del material del ejército y de la mala gestión por parte de los políticos. Se crearon las Juntas de Defensa, que pedían un criterio de ascenso basado en la antigüedad.

Crisis Política

El gobierno respondió a la crisis militar cerrando las Cortes, lo que creó una crisis política. Debido al cierre, la Lliga Regionalista promovió una reunión de parlamentarios en Barcelona con el objetivo de crear las bases de un nuevo sistema político. El 19 de julio de 1917, 69 diputados de las Cortes españolas se reunieron para pedir unas Cortes Constituyentes, poder reorganizar el Estado y atender las reivindicaciones autonomistas. Tras esta reunión, las fuerzas del orden suspendieron la Asamblea de Parlamentarios y detuvieron a los participantes.

Crisis Social

En agosto de 1917 fue convocada una huelga general por el sindicato UGT, con el apoyo de la CNT (sindicato anarquista) y el PSOE. La mala dirección, la peor preparación y la heterogeneidad de los convocantes facilitaron que el ejército la sofocara.

La Descomposición del Sistema (1918-1923)

A partir del año 1918, el sistema político de la Restauración entró ya en una dinámica de crisis definitiva.

Después de la crisis de 1917 se intentó la formación de varios gobiernos de concentración con presencia de líderes de casi todos los partidos (excepto los de izquierdas y los republicanos). Estos gobiernos no consiguieron enderezar la situación y se rompían al poco tiempo de constituirse.

Por otra parte, los gobiernos españoles se tuvieron que enfrentar con un incremento de la agitación social, debido a las malas condiciones de vida y trabajo de las clases trabajadoras, y a la influencia de la Revolución Rusa que había tenido lugar en el año 1917. Aumentaron las huelgas y los conflictos sociales, destacando la huelga general del año 1919 y el enfrentamiento armado y directo entre algunos sectores obreros reunidos en el Sindicato Único, y grupos de pistoleros al servicio de las asociaciones patronales, el llamado Sindicato Libre. En 1921, la situación aún se complicó más debido al desastre de Annual, en Marruecos. Las tropas españolas recibieron un duro golpe por parte de los independentistas rifeños comandados por Abd el-Krim. El ejército español tuvo más de 12.000 bajas y se incoó un expediente para establecer responsabilidades. El expediente Picasso implicó a altos cargos del ejército y también salpicó al propio rey Alfonso XIII.

Ante esta situación de crisis militar, política y social, los dirigentes de la Restauración no tuvieron capacidad de reacción. Entre 1918 y 1923 en España hubo diez gobiernos diferentes, ninguno de los cuales duró más de un año.

Todo ello hizo que, una vez más, el ejército decidiera convertirse en árbitro de la política española y el general Miguel Primo de Rivera protagonizó un pronunciamiento en Barcelona, declaró el estado de guerra y suprimió la Constitución de 1876. El rey no se opuso y nombró presidente del gobierno al general Primo de Rivera, que iniciaba así una dictadura que duró siete años.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

El golpe de Estado de Primo de Rivera tuvo una buena acogida, en general. Sobre todo entre los sectores de la España rural, controlados por caciques, junto con los terratenientes y los miembros de la burguesía industrial y financiera, incluida la burguesía catalana.

También hubo grupos de oposición como los intelectuales (cabe destacar a Unamuno), los nacionalismos periféricos y los obreros, que a pesar de un acercamiento inicial a la dictadura, posteriormente se opusieron (sobre todo la CNT, que fue duramente perseguida por la dictadura).

La Dictadura se divide en dos períodos claramente diferenciados: el Directorio Militar y el Directorio Civil.

  • Directorio Militar (1923-1925). Se llama así porque los ministros del gobierno eran únicamente militares. Se intentó crear una organización política del Estado basada en la existencia de dos partidos, uno de derecha y otro de izquierda. El partido de derecha era Unión Patriótica, creado por Primo de Rivera y formado por terratenientes e industriales catalanes. El partido de izquierda tenía que ser el PSOE pero finalmente se negó a entrar en el juego político. La acción más importante de este período fue la resolución del problema de Marruecos. En 1925, España consiguió vencer a las tropas de Abd el-Krim tras el desembarco de Alhucemas. También cabe mencionar la disminución de la conflictividad social debido a la represión gubernamental y a la mejora de la economía española.
  • Directorio Civil (1925-1930). La Dictadura se quiso institucionalizar y se crea la Asamblea Nacional Consultiva, que era una especie de parlamento elegido no democráticamente y compuesto por representantes de la oligarquía agraria. También se llevaron a cabo diversos proyectos de creación de infraestructuras (carreteras, embalses, canales). Esto redujo el paro y se financió con empréstitos privados ya que el Estado no disponía de recursos económicos suficientes. Se crearon monopolios estatales como REPSOL, CAMPSA, Telefónica y Tabacalera. También cabe destacar la Exposición Internacional de Barcelona en 1929 que permitió urbanizar determinadas zonas de Barcelona (Plaza España, Montjuïc) y le dio un gran prestigio.

A medida que pasaba el tiempo, la oposición a la Dictadura fue aumentando y cada vez había más movimientos contrarios. En 1926 hubo una conspiración dirigida por los generales Weyler y Batet que fue sofocada. Además, la crisis económica de 1929 reactivó la decadencia provocando una devaluación de la peseta y un déficit progresivo de la balanza comercial. La oposición cada vez fue creciendo, incluso en el propio estamento militar. Consciente de todo ello, Primo de Rivera decidió dimitir en diciembre de 1930 y se exilió en París.

Economía y Sociedad (1898-1931)

Cambio Demográfico

Hay que distinguir la demografía española de la catalana:

  • En España hubo un aumento de la población, debido básicamente a la reducción de la mortalidad y al mantenimiento de una natalidad alta. La esperanza de vida pasó de los 34,8 años de principios de siglo a los 50 años del año 1930. Esto se explica por la desaparición de las epidemias y por la mejora de las condiciones de vida en general (mejor alimentación, más higiene, mejor sanidad, etc.). También cabe destacar el flujo migratorio de centro a periferia, de campo a ciudad y de sur a norte.
  • En Cataluña, las tasas de natalidad y mortalidad se fueron reduciendo a la vez y la población aumentó notablemente debido a la llegada de inmigrantes a partir de la primera década del siglo XX. También cabe destacar el incremento de población de la ciudad de Barcelona que en estos treinta primeros años de siglo duplicó su población y llegó al millón de habitantes.

Los movimientos migratorios seguían rutas constantes. Las zonas que más inmigrantes recibían eran Cataluña, Madrid, Bilbao y Sevilla. Los principales lugares desde los que emigraba la gente eran Galicia, Andalucía, Extremadura, Murcia y Castilla la Nueva.

La distribución de la población por sectores evolucionó de manera que el sector primario redujo su número de efectivos (66,34% – 45,51%), mientras que el sector secundario (15,99% – 26,51%) y el terciario (17,77% – 27,98%) aumentaron. En Cataluña la reducción del sector primario fue más importante que en España (52,88% – 26,63%), el sector secundario creció mucho (27,28% – 50,76%) y el terciario también aumentó (19,84% – 22,09%).

El Campo y sus Problemas

España, a pesar de todo, continuó siendo un país eminentemente agrícola. Durante este período el campo español continuó su largo proceso de cambio de agricultura de subsistencia a agricultura de mercado. Se redujo el barbecho, aumentaron los regadíos, se introdujeron los abonos químicos y se diversificó la producción (cítricos, almendras, patatas, remolacha azucarera, etc.).

La estructura de la propiedad se dividía en tres tipos: latifundio, minifundio y extensión media. El latifundio era propio de Andalucía occidental, Extremadura y zonas de Castilla y la Mancha. El minifundio predominaba en Galicia y las propiedades medias estaban en el resto del país.

La estructura social del campo español era compleja. En principio había que establecer una primera diferencia entre propietarios (pequeños o grandes) y no propietarios. Entre los segundos, había que destacar los arrendatarios, los aparceros y los jornaleros. Estos últimos eran los más numerosos y sus condiciones de vida eran precarias. Tenían trabajos temporales y se iban desplazando en función de la oferta de trabajo. Eran un grupo potencialmente revolucionario debido precisamente a estas malas condiciones.

En Cataluña predominaban los contratos de enfiteusis y de rabassa morta. El contrato de enfiteusis tenía una larga tradición e implicaba la cesión de unas tierras a perpetuidad a cambio del pago de una cantidad fija. El campesino podía dejar la tierra en herencia o venderla si quería. La rabassa morta era propia de los cultivadores de la vid y duraba hasta que dos tercios de las cepas murieran (unos 40 años). Los rabassaires, sin embargo, utilizaban una argucia (preocuparse y colgar la viña) que les aseguraba el dominio de las tierras a perpetuidad.

Durante este período, las tensiones en el campo español fueron muy frecuentes, sobre todo en Andalucía. La existencia de latifundios y la concentración de un alto número de jornaleros provocaron los conflictos. Los campesinos reivindicaban una reforma agraria y un reparto más justo de las tierras. Además, criticaban la nula predisposición de los terratenientes a hacer reformas en sus tierras. Los campesinos a menudo pedían incrementos salariales y hacían huelgas, quemaban pajares y se manifestaban violentamente. El gobierno respondía con la intervención de la Guardia Civil que reprimía de forma contundente cualquier altercado. El período de mayor conflictividad fue el comprendido entre 1917 y 1920 debido a la influencia de la Revolución Soviética.

En Cataluña también hubo conflictos en el campo, sobre todo entre los rabassaires y los propietarios de las tierras. El problema surgió cuando, debido a la plaga de la filoxera, que mató todas las cepas, los dueños consideraban que el contrato de rabassa morta había expirado y querían negociar otros. Los campesinos se organizaron en la llamada Unión de Rabassaires y declararon los viñedos en huelga a aquellos propietarios que no querían negociar. Entre el año 1917 y 1922, el campo catalán sufrió una fase de violencia. En 1922 se fundó la Unión de Rabassaires y Otros Cultivadores de Campo de Cataluña, que se convirtió en sindicato mayoritario del campo catalán.

La Evolución de la Industria

Durante el primer tercio de siglo XX la industria española experimentó tres cambios importantes: la sustitución del vapor por la electricidad como forma de energía, la concentración de la industria pesada en el País Vasco y la diversificación de los sectores.

Sin embargo, había algunos inconvenientes: la dificultad de competir en el mercado exterior con los productos extranjeros y la debilidad del mercado español, sometido a la disponibilidad de compra de las clases agrarias.

El hecho que más influyó durante este periodo fue la I Guerra Mundial, que motivó un aumento de la demanda de todo tipo de productos por parte de los países contendientes. Como la producción no aumentó, esto provocó que la mayor parte de productos españoles se destinaran a la exportación y, por tanto, la cantidad de producto destinada al mercado interior disminuyó, lo que provocó un aumento considerable de los precios. Aunque los sueldos subieron, el alza de los precios siempre fue superior y eso provocó un deterioro de las condiciones de vida de las clases más bajas. En cambio, los empresarios y comerciantes se pudieron enriquecer durante este periodo. Esto fue una de las causas del descontento de las clases trabajadoras, que pronto comenzaron movimientos reivindicativos. Esta situación es la causa de la huelga revolucionaria del año 1917. Cuando terminó la I Guerra Mundial, la demanda extranjera cayó en picado y eso provocó una importante crisis con un incremento notable del paro entre los años 1919 y 1923.

En Cataluña hubo una desaceleración del crecimiento industrial. La dependencia del carbón extranjero fue superada cuando se empezó a utilizar la electricidad como fuente de energía. Una de las características de la industria catalana del primer tercio de siglo XX fue su diversificación. Se potenció la industria química (Sociedad Anónima Cros), la metalúrgica (La Maquinista Terrestre y Marítima) y la automovilística (Hispano Suiza). Las ganancias de la Guerra Mundial fueron invertidas en el crecimiento de las industrias pero una vez acabada, la industria catalana entró en crisis y eso motivó un retorno a la dependencia del mercado interior y el retorno al proteccionismo.

La Evolución del Movimiento Obrero

Las condiciones de vida de la clase obrera (cada vez más numerosa) eran muy deficientes en el primer tercio del siglo XX. Las viviendas eran pequeñas, insalubres y muchas veces estaban compartidas entre dos o más familias. El precio de la vivienda hacía casi imposible que un obrero pudiera hacer frente a un alquiler que se escapaba de sus posibilidades.

Las condiciones de trabajo no eran mejores: jornadas de más de 10 horas (domingos incluidos), malas condiciones higiénicas y ambientales en las fábricas, falta de legislación social que pudiera cubrir casos de enfermedad, desempleo, jubilación, accidente… y salarios muy bajos que no permitían una alimentación adecuada a las necesidades, sobre todo de los niños.

Además, la clase obrera no podía salir de su condición porque tenía muy difícil el acceso a los estudios. Así, en Barcelona, el año 1902 sólo había 94 escuelas y la mayoría de ellas eran privadas religiosas y, por tanto, de imposible acceso a los niños de clase baja. Esto comportaba elevadas tasas de analfabetismo y un cierto resentimiento hacia la Iglesia, a la que se hacía responsable de las desgracias de los obreros y que predicaba a los trabajadores la conformidad con la situación presente y la esperanza del cielo después de la muerte.

En cuanto al movimiento obrero, hay que decir que en los primeros treinta años del siglo XX continuó la división entre socialismo y anarquismo, representados por la UGT y la CNT respectivamente.

Además de los sindicatos, el PSOE continuó creciendo lentamente y en 1910 tuvo su primer representante en las Cortes españolas (Pablo Iglesias). En 1921 surgió el PCE (Partido Comunista de España) que se adhirió a la III Internacional o Komintern, lo que no hizo el PSOE. Es por ello que se produjo la división entre comunismo (PCE) y socialismo (PSOE).

Los anarquistas por su parte también se mantuvieron activos. En Cataluña surgió la idea de revivir la antigua Federación de Trabajadores de la Región Española. En 1900 se fundó en Madrid la Federación de Sociedades Obreras de la Región Española. En 1904 en Barcelona se fundó la Solidaridad Obrera. Este movimiento del proletariado catalán fue el núcleo del que surgió en el año 1911 la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) influenciada por el anarcosindicalismo. En 1927 se constituyó clandestinamente en Valencia la Federación Anarquista Ibérica (FAI), con el fin de potenciar el anarquismo puro dentro de la CNT y de velar por el apoliticismo sindical.

La Dinámica Social del Movimiento Obrero (1898-1931)

El período se caracteriza por una constante tensión social y por el hecho de las frecuentes huelgas y manifestaciones a través de las cuales los obreros denunciaban sus malas condiciones de vida y trabajo y el poco apoyo que recibían del gobierno de la Restauración.

Las huelgas y manifestaciones a menudo eran violentas y eran habituales los disturbios en la calle y los enfrentamientos con las fuerzas del orden, que, a veces, se veían superadas y era necesaria la intervención del ejército y la declaración del estado de guerra. La represión era siempre muy fuerte y siempre había detenidos que eran juzgados y condenados ya que no existía el derecho de huelga.

El movimiento obrero en Cataluña se puede dividir en dos fases:

  • Antes del año 1917, las prioridades del movimiento obrero se centraban básicamente en obtener reivindicaciones laborales como el aumento de sueldo, la reducción de la jornada laboral, el derecho de huelga, etc.
  • A partir de 1917, la Revolución Soviética hizo que predominaran los referentes ideológicos encaminados a cambiar el orden social existente.

Dentro de esta segunda etapa, cabe destacar la enorme conflictividad social que hubo en Barcelona entre los años 1921 y 1923. Una vez acabada la I Guerra Mundial, hubo una fuerte crisis económica que afectó a la clase obrera, y en 1919 tuvo lugar la huelga de La

Canadiense (Barcelona Traction Light and Powe r), que se extendió a otros fábricas y que duró tres meses. Finalmente, se consiguió la libertad de los 3000 detenidos, la readmisión de los despedidos y un aumento de salario.

Esta decisión no fue bien recibida por la patronal que respondió con la creación de grupos paramilitares propios, lock-outs de las fábricas y la creación de los Sindicatos Libres en noviembre de 1919. La reacción de los obreros no se hizo esperar y los grupos más radicales de la CNT respondieron con la acción armada. Todo ello representó el inicio de un periodo (el del pistolerismo) con muchos muertos y heridos entre obreros, patrones, miembros de las fuerzas de orden público, dirigentes sindicales, etc.

Entre 1920 y 1922, en Barcelona hubo mucha conflictividad social. En este periodo era Gobernador Civil de la provincia el general Martínez Anido, que permitió la aplicación de la Ley de fugas, que permitía disparar contra los detenidos que pretendían huir.

Entre los asesinatos que hubo, hay que destacar la muerte de Francesc Layret, abogado y diputado republicano que defendía los intereses de los obreros detenidos y la de Salvador Seguí, el Noi del Sucre, dirigente de la CNT, asesinado en 1923.

La condición femenina

Durante los primeros años del siglo XX, la mujer todavía era considerada inferior al hombre por naturaleza.

Más tarde, tuvo más éxito la idea de que la mujer era un ser diferente, caracterizado por el sentimiento y el afecto, mientras que el hombre se caracterizaba por la razón y la conciencia. Según esta concepción, la mujer debía orientar su educación hacia hacer de esposa y de madre y, por tanto, el acceso a la educación en igualdad de condiciones le era imposible. Chicos y chicas estaban separados a la escuela y sus modelos educativos eran diferentes. Las chicas dedicaban más tiempo a la religión y las labores. El acceso a estudios superiores ya la universidad también era casi imposible.

El trabajo femenino estaba mal visto, pero era frecuente que la mujer de familia pobre tuviera que trabajar para tener ingresos más importantes a su familia. Generalmente, trabajaba en las fábricas, pero también al servicio doméstico, el campo y al comercio. La mujer estaba en inferioridad de condiciones respecto al hombre ya que trabajaba el mismo número de horas pero cobraba mucho menos, hacía los mismos trabajos que los hombres y cuando llegaba a casa tenía que hacer frente al trabajo del hogar. Todo esto hizo que las mujeres cada vez participaran m, es en los movimientos sindicales y cabe destacar su presencia en el Sindicato Barcelonés de la Aguja.

La mujer también estaba discriminada ante la ley. El derecho civil catalán decía que la mujer debía obedecer al marido. En el código civil español se decía que el hombre era el administrador de los bienes de su mujer y ésta no podía ni comprar ni vender nada sin permiso del marido. También el adulterio era tratado de manera diferente según quien lo cometía. Además, la mujer no podía votar (lo hizo por primera vez en 1933)

Esta situación fue cambiando cuando la mujer fue accediendo, aunque de forma minoritaria en los ámbitos públicos. Cabe destacar la escritora Dolors Monserdà, la dirigente anarcosindicalista Teresa Claramunt y la impulsora del anarquista Revista Blanca Teresa Mañé. También es importante la obra de la escritora Caterina Albert conocida como Víctor Catalán y de la pedagoga Rosa Sensat.

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