Cuando se acabó la IGM, la hegemonía económica se desplazó del RU a los EEUU, y NY se convirtió en el centro financiero mundial. El conflicto se había desarrollado fuera de las fronteras norteamericanas, y por eso no se produjeron daños en su territorio. En 1919, los EEUU poseían la mitad de las reservas mundiales de oro y eran acreedores de casi todos los países europeos. La década de 1920 fue un periodo de gran prosperidad en aquel país. Europa, en cambio, tenía que hacer frente a la destrucción causada por la guerra. Después de unos primeros años difíciles, en 1923 algunos países europeos habían alcanzado el nivel de producción previo al estallido de la guerra e iniciaban un periodo de prosperidad. Así comenzó una etapa de optimismo, contagiado por los EEUU, en la que se confiaba en que un conflicto de tal magnitud no se volvería a repetir nunca. La sociedad, ansiosa de olvidar los sufrimientos pasados, se dio prisa en disfrutar el momento. Eran los felices años veinte. No obstante, este bienestar se sustentaba en una estructura económica con puntos débiles. El periodo de expansión económica de los EEUU se interrumpió bruscamente en 1929. La economía sufría una gran debilidad: la dependencia excesiva de los créditos (préstamos). Animadas por la situación de bonanza, las empresas se habían embarcado en planes de expansión ambiciosos, pero solicitaron demasiados créditos a los bancos en relación con los recursos propios. Por otro lado, los consumidores también pedían créditos para satisfacer las necesidades de vivienda, automóvil, ocio, etc. Además, algunas empresas y particulares, a la vista de las ganancias de años anteriores, solicitaron créditos para invertir en bolsa. Las primeras bajadas de precio de las acciones provocaron el pánico entre los inversores, que las vendieron para devolver los préstamos. El 24 de octubre de 1929, conocido como Jueves Negro, salieron a la venta casi 13 millones de acciones, y a causa de la falta de compradores, su valor bajó drásticamente, hecho que causó el hundimiento de la bolsa de NY. Este hundimiento impidió a muchos accionistas devolver los créditos, y esto originó una sucesión de quiebras bancarias. Estas quiebras significaron la pérdida de ahorros que las empresas y particulares habían depositado en estos bancos. Esta crisis recibió el nombre de crack del 29. La crisis se extendió en toda la economía, porque muchas empresas, pequeños propietarios y particulares se habían arruinado. Se produjo un efecto dominó: el cierre de las empresas disparó el paro, por lo cual disminuyó significativamente la capacidad de compra de la población y se frenó el consumo. La actividad económica quedó paralizada. Para hacer frente a esta situación, los EEUU repatriaron las inversiones exteriores y exigieron el pago de sus préstamos a los países extranjeros. Por este motivo, a partir de 1931, la crisis se extendió a Europa y el resto del mundo, y se mantuvo durante los años siguientes. Fue la época de la Gran Depresión.
La República China fue instaurada en 1911, con un grave conflicto interno, que consistía en la lucha entre dos bandos de ideologías opuestas. Por un lado, el partido nacionalista o kuomintang, a cargo del poder, que intentó crear un estado fuerte, centralizado y militarizado, pero las imposiciones del Tratado de Versalles, que reconoció el dominio de Japón sobre la base china de Kiao-Tchen, hicieron buscar una salida viendo una alianza con la Unión Soviética. Justamente, en la línea opositora y mirando hacia el comunismo soviético, Mao Zedong, líder del Partido Comunista chino, había captado adhesión popular entre los descontentos de la marginal situación social que vivían, acosados por los imperialismos extranjeros, sobre todo a partir de las Guerras del Opio, que se desencadenaron a partir de 1840, obligando a China a abrir sus puertas al comercio exterior. China contaba con una economía fundamentalmente agraria, con la mayoría de sus tierras en manos privadas, organizadas bajo un rígido sistema feudal. Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses invadieron China y ambas fuerzas internas en conflicto se unieron para enfrentar el peligro exterior. Sin embargo, el ejército del Kuomintang se dedicó más a la lucha interna anticomunista que a derrotar a los japoneses, siendo incapaz de promover una guerra de guerrillas, como sí lo hicieron los comunistas, con un doble propósito: vencer a los enemigos externos japoneses y demostrar su poder frente a Chiang Kai-shek, líder del Kuomintang, para extender la revolución en el campo. Una vez finalizada la contienda mundial, las disputas internas continuaron, incluso con mayor intensidad, mostrando la fortaleza de las fuerzas revolucionarias. Los comunistas avanzaron en dirección norte-sur y en 1948 controlaban la ciudad de Harbin en el extremo norte y casi todas las zonas rurales de Manchuria, cambiando su táctica de lucha guerrillera a guerra abierta, apoderándose de las ciudades de Kaifeng y Jinan. En enero de 1949, el ejército comunista entró en Tianjin y en Pekín. El 1 de octubre de 1949, los comunistas resultaron victoriosos, contando con la ayuda soviética, y establecieron la República Popular China, a cuyo mando colocaron a su jefe, Mao Zedong, contando con una población de aproximadamente 500.000.000 de habitantes, poniendo en vigencia su constitución, que proclamaba al comunismo como partido único, a partir de 1954, mientras los nacionalistas constituían su propio gobierno, la República Nacionalista China, en la isla de Formosa, en Taiwán. El “Gran Timonel”, como fue apodado Mao Zedong, trató de reconstruir la economía china, deteriorada por la Segunda Guerra Mundial, siguiendo el modelo del comunismo soviético, reforzando fundamentalmente la industria bélica y colectivizando las propiedades rurales, cuya producción trató de estimular mediante un plan conocido como “Gran Salto Adelante”, donde se quería lograr un excedente productivo, sobre todo de cereales, para repartir entre los pobladores urbanos, pero este intento fracasó, lo que obligó a Mao Zedong a retirarse del poder. Propició una Revolución Cultural, para concienciar a la juventud sobre la adhesión al sistema, con el objetivo de recuperar el poder que había perdido con el fracaso del “Gran Salto Adelante”, y que había pasado a manos de Liu Shaoqi, jefe del estado, y a Deng Xiaoping, secretario general del Partido, contra quienes dirigió su ataque organizando ejércitos de jóvenes denominados Guardias Rojos que atacaban a quienes se oponían a la ideología de Mao Zedong, y logró restablecerse en el mando del estado. La China comunista participó en la Guerra de Corea, país que había sido dividido en dos zonas, tomando como límite el paralelo 38. Al norte de esa línea se establecería una zona controlada por los soviéticos y al sur una bajo el control estadounidense, creándose en 1948 dos repúblicas independientes, la República de Corea al sur, relativamente independiente, de donde Estados Unidos retiró sus tropas un año más tarde, y al norte, la República Popular Democrática de Corea, que instigada por la Unión Soviética invadió Corea del Sur el 25 de junio de 1950, lo que motivó la intervención de Estados Unidos en defensa del territorio invadido, con apoyo de las Naciones Unidas. China intervino en el conflicto, impidiendo a las tropas norteamericanas, al mando del general MacArthur, proseguir el avance sobre Corea del Norte, que se había iniciado en octubre de 1950. El paralelo 38 debió ser respetado. A partir de 1965, China se apartó de la política soviética, acercándose a Occidente durante la presidencia de Richard Nixon, en Estados Unidos.