Economía y Sociedad en Al-Ándalus
El tiempo que duró la presencia musulmana en la Península (711-1492) les confirió un desarrollo social, cultural y económico superior al de los reinos cristianos peninsulares de la época. En cuanto a la economía, predominaba la actividad rural, pero también florecieron la producción de manufacturas y el comercio.
Por otro lado, en la agricultura, impulsaron la práctica del regadío (mediante norias y acequias), y los cultivos principales eran los cereales, la vid y el olivo, junto con nuevas introducciones hortofrutícolas. Seguidamente, la ganadería se centraba en el ganado ovino y la cría de caballos. Más adelante encontramos la minería, que estaba bajo control estatal y se basaba en la extracción de minerales como mercurio, azufre, plomo y oro. En cuanto a la producción textil, destacaban las manufacturas de lujo, como los famosos brocados cordobeses. El comercio era muy activo, tanto el interior, realizado en los zocos (mercados urbanos), como el exterior, que se basaba en la importación de productos de lujo (especias, seda) y esclavos, y la exportación de minerales y productos agrarios y manufacturados.
La sociedad andalusí se estructuraba principalmente según criterios religiosos y étnicos:
- Musulmanes:
- Aristocracia (jassa): De origen árabe, grandes propietarios de tierras.
- Clase media: Comerciantes, artesanos, funcionarios, juristas (bereberes, muladíes).
- Clase baja: Campesinos, plebe urbana.
- Esclavos: De diverso origen (africanos, eslavos).
- No musulmanes (dimmíes):
- Pagaban tributos específicos y gozaban de autonomía jurídica y religiosa. Incluían a los mozárabes (cristianos bajo dominio musulmán) y judíos.
Por último, hay que nombrar que, tanto bajo dominio musulmán como cristiano, los judíos constituyeron siempre una minoría. Sin embargo, se les permitió mantener sus propias comunidades y edificios religiosos (como la Sinagoga de Córdoba).
Repoblación y Sociedad en los Reinos Cristianos Medievales
La repoblación fue el proceso de instalación de nuevos pobladores cristianos en los territorios conquistados a Al-Ándalus por los reinos cristianos. Se utilizaron distintos sistemas según la época y la zona:
- Presura o aprisio (siglos VIII-X): En zonas despobladas (valle del Duero, piedemonte pirenaico). Campesinos libres ocupaban pequeñas parcelas de tierra (escalios) bajo la aprobación (generalmente tácita) del rey, adquiriendo su propiedad mediante el cultivo.
- Repoblación concejil (siglos XI-XII): En zonas más peligrosas (valles del Tajo y Ebro). Se basó en la creación o potenciación de concejos (municipios) a los que el rey otorgaba fueros o cartas pueblas (conjuntos de leyes y privilegios). Los pobladores, a cambio de defender el territorio, recibían tierras (alfoces) y libertades.
- Repoblación en el siglo XIII: Tras las grandes conquistas (Extremadura, valle del Guadalquivir, Levante):
- Repoblación por Órdenes Militares: En zonas extensas y poco pobladas (La Mancha, Extremadura, Teruel). Las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara) recibieron grandes latifundios (maestrazgos) a cambio de su defensa.
- Repartimientos: En las zonas más ricas y pobladas (valle del Guadalquivir, Murcia, Valencia, Mallorca). El rey distribuía casas y tierras (donadíos) entre los nobles, clérigos y soldados que habían participado en la conquista, según su rango social y méritos.
En cuanto a la organización social, la sociedad cristiana medieval era estamental, dividida teóricamente en tres órdenes:
- Privilegiados: Nobleza (guerreros) y Clero (oradores). Poseían la tierra y gozaban de exenciones fiscales y justicia propia.
- No privilegiados: Campesinado y habitantes de las ciudades (burguesía). Constituían la mayoría de la población y trabajaban para mantener a los otros estamentos.
El proceso de feudalización (especialmente entre los siglos XI y XIII) fortaleció el poder señorial de nobles y eclesiásticos sobre la tierra y sus habitantes, aunque la situación del campesinado variaba mucho según las regiones y el tipo de señorío (realengo o solariego). La economía era fundamentalmente agraria y de subsistencia.
Además, coexistían minorías religiosas: los mudéjares (musulmanes en territorio cristiano) y los judíos. Vivían en comunidades separadas (aljamas o juderías), gozaban de cierta autonomía y se dedicaban a actividades específicas como la artesanía, el comercio, la medicina o el préstamo.
El Imperio de Carlos V y la Monarquía Hispánica de Felipe II
Carlos V (1516-1556)
Carlos V (1516-1556) buscó consolidar la Universitas Christiana, la unidad política y religiosa cristiana de Europa. En España, su llegada en 1517 generó desconfianza por rodearse de asesores flamencos y por ausentarse frecuentemente para ocuparse del Sacro Imperio Romano Germánico. Esto llevó a rebeliones internas:
- La Revuelta de los Comuneros en Castilla (derrotados en Villalar en 1521).
- Las Germanías en Valencia y Mallorca, que enfrentaron a las oligarquías urbanas (1520-1523).
En política exterior, mantuvo una constante lucha por la hegemonía europea:
- Guerras contra Francia: Por el control de Italia y Borgoña. La alianza del Papa con Francia motivó el Saqueo de Roma (1527) por las tropas imperiales amotinadas.
- Lucha contra el Imperio Otomano: Contuvo su avance terrestre cerca de Viena y se enfrentó a los piratas berberiscos (aliados otomanos) en el Mediterráneo.
- Conflicto con los príncipes protestantes alemanes: Hizo frente a la Reforma Protestante iniciada por Lutero. La Paz de Augsburgo (1555) reconoció la libertad religiosa (cuius regio, eius religio), marcando el fracaso de su ideal de unidad religiosa imperial.
Agotado, abdicó en 1555-1556, dividiendo sus dominios: el Sacro Imperio y las posesiones austriacas para su hermano Fernando, y la Monarquía Hispánica (España, Países Bajos, Italia, América) para su hijo Felipe.
Felipe II (1556-1598)
Felipe II (1556-1598) centró su reinado en la defensa del catolicismo (Contrarreforma) y el mantenimiento de la hegemonía española en Europa. Su política implicó costosas guerras que llevaron a varias bancarrotas de la Hacienda Real (1557, 1575 y 1597).
Conflictos internos destacados:
- La Guerra de las Alpujarras (1568-1571): Sublevación de los moriscos granadinos, duramente reprimida.
- La Rebelión de Aragón (1591): Un enfrentamiento entre el creciente autoritarismo real y la tradición pactista aragonesa (caso Antonio Pérez).
Política exterior:
- Continuó la guerra contra Francia (victoria en San Quintín, 1557).
- Lucha contra el Imperio Otomano (victoria en la Batalla de Lepanto, 1571).
- Sublevación de los Países Bajos (Guerra de los Ochenta Años).
- Enfrentamiento con Inglaterra (derrota de la Armada Invencible, 1588).
Para terminar, en 1580, Felipe II reclamó con éxito la corona de Portugal tras la muerte sin descendencia del rey portugués, incorporando el reino y su vasto imperio colonial a la Monarquía Hispánica (Unión Ibérica).
Economía y Sociedad Española en el Siglo XVI
El siglo XVI coincidió con una fase de expansión económica, favorecida por el crecimiento de la población y por el aumento de la circulación monetaria, consecuencia principal del oro y la plata procedentes de América. Esto derivó en un fuerte proceso de inflación en toda Europa, conocido como la Revolución de los Precios.
La agricultura se vio favorecida por el aumento de la demanda, expandiéndose el cultivo de viñedos y cereales, pero los rendimientos seguían siendo bajos debido a técnicas arcaicas. Por otro lado, la ganadería trashumante (ovina, controlada por la Mesta) fue decisiva, especialmente por la exportación de lana merina a los talleres textiles del norte de Europa.
La economía española se caracterizó por la exportación de materias primas (lana, minerales) y la importación de productos manufacturados, lo que generaba una balanza comercial desfavorable.
A principios del siglo XVI, las actividades artesanales (textil, metalurgia, construcción naval) crecieron debido al aumento poblacional y al comercio con América. Sin embargo, a mediados del siglo, decayeron por el encarecimiento de las materias primas, la alta presión fiscal para sostener las guerras y la competencia de productos extranjeros más baratos.
A pesar de la consolidación de la Monarquía Autoritaria, la nobleza continuó siendo el grupo social más importante, manteniendo su poder económico (grandes señoríos) y privilegios jurídicos y fiscales. Se dividía jerárquicamente entre:
- Los Grandes de España y poseedores de títulos (duques, marqueses, condes).
- La nobleza de linaje (hidalgos y caballeros).
El clero también gozaba de importantes privilegios. La sociedad estaba fuertemente jerarquizada y marcada por la obsesión por el estatus nobiliario y la limpieza de sangre (no tener antepasados judíos o musulmanes conversos), que condicionaba el acceso a cargos y honores.
Culturalmente, el siglo XVI estuvo marcado por el espíritu humanista del Renacimiento y, posteriormente, por el movimiento contrarreformista impulsado desde el Concilio de Trento. La arquitectura reflejó los tres estilos del Renacimiento español: plateresco, purista (o clasicista) y herreriano (Monasterio de El Escorial). La pintura vivió una etapa brillante con figuras como El Greco.
Por último, aunque el siglo XVII estuvo marcado por una grave crisis demográfica y económica, fue conocido como el «Siglo de Oro» de la cultura española, destacando el esplendor del arte Barroco (con genios como Velázquez) y la literatura (con autores cumbre como Cervantes y Quevedo).
La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht. Los Pactos de Familia.
Al morir Carlos II en 1700 sin descendencia, dejó en su testamento todas sus posesiones a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. Ante el temor a una posible unión dinástica de Francia y España bajo los Borbones, una serie de potencias europeas (Inglaterra, Holanda, Austria, Portugal, Saboya) firmaron la Alianza de La Haya, que apoyaba como candidato al trono español al Archiduque Carlos de Habsburgo (hijo del emperador austriaco).
La Guerra de Sucesión (1701-1714) tuvo un doble carácter:
- Guerra civil en España: La Corona de Castilla, las Vascongadas y Navarra apoyaron mayoritariamente a Felipe V (de Anjou). Los territorios de la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca) apoyaron al Archiduque Carlos de Austria, temerosos del centralismo borbónico.
- Guerra europea: Enfrentó a las potencias de la Alianza de La Haya contra Francia y España (borbónica).
En 1707 tuvo lugar la batalla decisiva de Almansa, tras la cual las tropas de Felipe de Anjou conquistaron Valencia y Aragón. Un hecho clave para el desenlace fue la elección del Archiduque Carlos como Emperador de Austria en 1711, lo que llevó a Inglaterra y Holanda a retirarle su apoyo para evitar la recreación del imperio de Carlos V. La guerra finalizó con los Tratados de Utrecht y Rastatt (1713-1714).
Consecuencias:
- Felipe V fue reconocido rey de España, estableciéndose la dinastía borbónica. España renunció formalmente a la unión dinástica con la Corona de Francia.
- España perdió todas sus posesiones europeas: Austria recibió los Países Bajos españoles, Milán, Nápoles y Cerdeña. Saboya recibió Sicilia (que luego intercambió por Cerdeña con Austria). Gran Bretaña obtuvo Gibraltar y Menorca, además de concesiones comerciales en América (navío de permiso y asiento de negros), rompiendo el monopolio español.
- Se estableció un nuevo equilibrio de poder en Europa, con Gran Bretaña como principal potencia marítima y comercial.
Los Pactos de Familia fueron tres acuerdos de alianza militar suscritos en el siglo XVIII entre los Borbones de Francia y España, fundamentalmente dirigidos contra Gran Bretaña:
- Primer Pacto de Familia (1733): Firmado por Felipe V. España apoyó a Francia en la Guerra de Sucesión Polaca contra Austria y Rusia. A cambio, el infante Carlos (futuro Carlos III de España) fue reconocido rey de Nápoles y Sicilia.
- Segundo Pacto de Familia (1743): Firmado por Felipe V. España apoyó a Francia en la Guerra de Sucesión Austriaca contra Austria y Gran Bretaña. Se obtuvieron los ducados de Parma, Piacenza y Guastalla para el infante Felipe.
- Tercer Pacto de Familia (1761): Firmado por Carlos III. España entró junto a Francia en la fase final de la Guerra de los Siete Años contra Gran Bretaña, con resultado desfavorable (pérdida de Florida). Posteriormente, en virtud de este pacto, España apoyó a Francia y a los colonos rebeldes en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1779-1783) contra Gran Bretaña, recuperando Florida y Menorca.
El Siglo XVIII: Las Reformas Borbónicas en España y América
Las Reformas Borbónicas fueron una serie de medidas políticas, administrativas, religiosas, culturales y económicas implementadas por la dinastía Borbón en España y sus colonias americanas durante el siglo XVIII. El desarrollo de estas reformas estuvo influenciado por las ideas de la Ilustración y el absolutismo, con el objetivo de:
- Reforzar el poder real (centralismo).
- Centralizar y modernizar la administración.
- Incrementar la recaudación fiscal.
- Asegurar y optimizar la dominación sobre las colonias americanas.
Las principales causas que impulsaron estas reformas fueron la necesidad de superar la decadencia del siglo XVII, la influencia de las ideas ilustradas, la voluntad de equiparar España a otras potencias europeas y la necesidad de combatir el creciente contrabando y la influencia extranjera en América.
Estas reformas se pueden dividir en varios ámbitos:
- Político-administrativas:
- En España: Supresión de fueros y Cortes de la Corona de Aragón (Decretos de Nueva Planta), creación de las Secretarías de Despacho (ministerios), división del territorio en provincias e intendencias.
- En América: Creación de nuevos virreinatos (Nueva Granada, Río de la Plata) y capitanías generales (Venezuela, Chile). Los virreinatos se subdividieron en intendencias, gobernadas por funcionarios (intendentes) directamente nombrados por el rey con amplios poderes.
- Religiosas: Se afirmó el regalismo, doctrina que defendía la superioridad del rey sobre el Papa en cuestiones eclesiásticas dentro de España (nombramiento de obispos, control de la Inquisición). La medida más drástica fue la expulsión de los jesuitas en 1767, acusados de instigar motines y de excesivo poder e influencia.
- Culturales: Se promovió la educación útil, la creación de escuelas de artes y oficios, Reales Academias (Lengua, Historia, Bellas Artes) y Sociedades Económicas de Amigos del País. Se realizaron importantes expediciones científicas a América y el Pacífico.
- Económicas:
- Se intentó reformar la Hacienda (creación del Banco de San Carlos, emisión de vales reales).
- Se fomentaron las manufacturas (Reales Fábricas).
- Se flexibilizó el monopolio comercial con América (Reglamento de Libre Comercio de 1778), aunque se mantuvo la prohibición de comerciar directamente con naciones extranjeras. Se abolió el sistema de flotas y galeones.
Algunas consecuencias de estas reformas fueron el incremento de los flujos comerciales entre España y América, un mayor control burocrático sobre las colonias, el aumento de la presión fiscal, la decadencia de las reducciones jesuíticas y un creciente descontento entre los criollos y los indígenas, que desembocaría en revueltas y, finalmente, en los procesos de independencia del siglo XIX.
Sociedad, Economía y Cultura del Siglo XVIII en España
El siglo XVIII en España estuvo marcado por un intento de cambio y transformación tras la profunda crisis del siglo XVII. La sociedad seguía siendo fundamentalmente estamental, dominada por los grupos privilegiados: la nobleza y el clero, que poseían la mayor parte de la tierra, no pagaban impuestos directos y ocupaban los altos cargos. El Tercer Estado incluía al campesinado (la gran mayoría de la población, a menudo sometido al régimen señorial), artesanos y una incipiente y débil burguesía (comerciantes, profesiones liberales), sin acceso al poder político.
La economía seguía siendo predominantemente agrícola. Las ideas ilustradas promovieron proyectos de reforma agraria (como el Informe de Jovellanos), pero la nobleza y el clero se opusieron a cambios profundos en la propiedad y los cultivos. En su lugar, se fomentó el cultivo de nuevas tierras (roturaciones) y las colonizaciones de áreas despobladas, como las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en Andalucía impulsadas por Olavide.
Los Borbones impulsaron la industria con la creación de manufacturas reales (productos de lujo o militares), como la Real Fábrica de Tapices y la de Porcelana del Buen Retiro en Madrid. También favorecieron la creación de nuevos talleres privados al reducir los privilegios gremiales. Además, se mejoraron las infraestructuras de transporte (red de caminos reales radiales, proyectos como el Canal de Castilla) y se estableció la progresiva libertad de comercio con América (culminando en 1778).
La Ilustración, corriente de pensamiento basada en la razón, la ciencia y la búsqueda de la felicidad, tuvo una difusión lenta y difícil en España debido al enorme poder de la Iglesia, la falta de una burguesía fuerte y emprendedora, y el atraso de las universidades. Fue un movimiento minoritario y elitista, promovido por algunos nobles, burgueses y clérigos reformistas (Feijoo, Campomanes, Jovellanos, Floridablanca, Aranda).
Carlos III (1759-1788) fue el máximo exponente del Despotismo Ilustrado en España («Todo para el pueblo, pero sin el pueblo»). Intentó aplicar un programa reformista: estableció la libertad de comercio de cereales (lo que provocó subidas de precios y escasez) y planteó una tímida desamortización de bienes de la Iglesia. Sin embargo, sus reformas encontraron fuerte oposición de la nobleza y la Iglesia, lo que, junto al malestar popular por la carestía, llevó al Motín de Esquilache (1766). Tras el motín, se adoptaron reformas más moderadas, como la creación de la Lotería Nacional y el Banco de San Carlos (antecedente del Banco de España). En relación con la Iglesia, se aplicó una decidida política regalista, que limitó el poder de la Inquisición y culminó con la expulsión de los jesuitas (1767).
Carlos IV (1788-1808), sucesor de Carlos III, frenó muchas de las reformas ilustradas por temor al contagio de la Revolución Francesa (1789) y confió el poder a Manuel Godoy, lo que marcó el inicio de una nueva crisis para la monarquía.