la antigua metrópoli, proporcionando ayuda económica y militar a los nuevos estados de Camboya, Laos y Vietnam del Sur, que habían surgido frente al comunista
Vietnam del Norte, el cual contaba con el apoyo de China y de la URSS. Sin embargo, los regímenes políticos apoyados por Estados Unidos, especialmente el survietnamita, se mostraron incapaces de derrotar a las guerrillas comunistas que comenzaron a surgir en toda el área (el Vietcong en Vietnam del Sur, el Pathet Lao en Laos). Esto llevó a EE UU a intervenir en la zona enviando tropas de forma creciente a partir de 1965. La intervención militar estadounidense, que en algunos momentos llegó a superar el medio millón de hombres, no pudo lograr una victoria decisiva sobre los norvietnamitas. Pese a sus esfuerzos, los estadounidenses se vieron obligados a abandonar Vietnam en 1973. Con ello dejaron paso al triunfo comunista, tanto en Vietnam, unificado bajo este régimen, como en Laos y Camboya, en 1975. El conflicto de Vietnam no sólo supuso una derrota militar y política, sino un desprestigio muy importante para Estados Unidos. Los países comunistas lo interpretaron como un signo de debilidad; para el Tercer Mundo la Guerra de Vietnam fue una vulgar guerra imperialista; y los supuestos aliados occidentales la criticaron. En el propio EE UU la intervención en Vietnam suscitó una espectacular oposición que afectó a su tranquilidad interna.
4. La segunda guerra fría (1975-1985)
a) La aparente ofensiva soviética: la invasión de Afganistán. A partir de 1974 una serie de revoluciones y guerras civiles parecieron desafiar al poder estadounidense en el mundo coincidiendo con el repliegue de este país tras la derrota en Vietnam. En África, en las ex colonias portuguesas de Angola y Mozambique y en Etiopía, se instalaron regímenes prosoviéticos. En Yemen del Sur, en la península arábiga, ocurrió lo mismo. En Indochina los comunistas de Vietnam y de Laos eran prosoviéticos, mientras que los jemeres rojos (grupos comunistas) de Camboya eran prochinos. En 1978 Vietnam decidió invadir Camboya y estalló otra guerra civil en este último país. En Centroamérica la revolución sandinista se hizo con el poder en Nicaragua mientras comenzó una guerra civil en El Salvador (1979). En Asia central se impuso un Gobierno prosoviético en Afganistán en 1978. La Unión Soviética no participó en estas revoluciones ni las alentó, pero, en la medida en que podían restar aliados a su adversario, las apoyó o convirtió en aliados a los gobiernos surgidos de ellas.
Precisamente fueron los problemas de uno de estos gobiernos, el de Afganistán, país vecino de la URSS, los que impulsaron a los soviéticos a llevar a cabo una invasión militar directa en este país, desde 1979 a 1988. La URSS, a pesar de su superioridad militar, no pudo pacificar el país ni acabar con los grupos guerrilleros, que finalmente lograron controlar Afganistán tras la retirada de las tropas soviéticas. Esta intervención (complicada después por las resistencias locales) no tenía como objetivo ampliar el poder soviético, sino impedir la expansión del fundamentalismo islámico triunfante en el vecino Irán. Este propósito no pudo cumplirse, ya que los talibanes (integristas islámicos radicales) triunfaron y gobernaron en Afganistán hasta el año 2001. En cualquier caso, la invasión soviética de este país supuso el inicio formal de lo que se conoce como segunda guerra fría.
b) La respuesta estadounidense: la política exterior de Reagan. Esta aparente ofensiva soviética parecía aprovecharse de la debilidad estadounidense posterior a la crisis económica de los años setenta y a la Guerra de Vietnam. Fue uno de los factores que contribuyó al triunfo electoral en EE UU del republicano Ronald Reagan en 1980. Éste, cuyo programa era muy conservador y nacionalista, se comprometió a combatir con toda energía el «imperio del mal», identificado con la URSS y sus aliados, entre los que se incluía de manera un tanto forzada a nuevos enemigos, como los integristas islámicos de Irán y de Libia y los dirigentes nacionalistas del Caribe. Mediante esta política exterior, EE.UU. pretendía reafirmar su liderazgo mundial frente a todo régimen que atentase contra sus intereses, y superar el trauma de Vietnam y los años setenta. En los años ochenta, EE.UU. financió y armó todo tipo de contraguerrillas («contras»), opuestas a las tradicionales guerrillas de izquierdas, frente a regímenes poco amistosos, en Iberoamérica, África y Asia. Se realizaron despliegues de nuevos misiles y experimentos con armas masivas como la bomba de neutrones. EE.UU, para reafirmar el orgullo nacional, llevó a cabo varias operaciones militares relámpago contra pequeños países, como Granada, una pequeña isla del Caribe invadida por EE UU por su supuesto izquierdismo en 1983;
Libia, bombardeada en 1986 por considerarla responsable del terrorismo internacional; y Panamá, invadida en 1989 para impedir un supuesto ataque contra el canal. Pero quizá la baza maestra de Reagan fue lanzar la Guerra de las Galaxias nombre popular de un costosísimo sistema defensivo para protegerse de los misiles soviéticos.
5. El final de la guerra fría (1985-1991)
Fue la consecuencia de la crisis vivida por el bloque comunista liderado por la URSS y su posterior desaparición (1985-1991). la economía planificada no daba más de sí y el reto de la Guerra de las Galaxias de Reagan no podía ser asumido firmó con EE UU en Washington un acuerdo en 1987 para eliminar los misiles de alcance intermedio del arsenal de ambos países, lo que señalaba el final de la carrera de armamentos. La desaparición de la Unión Soviética en 1991 suponía que el bloque comunista había dejado de existir y que la guerra fría había terminado.