Invasión musulmana de España y etapas de Al-Andalus

Invasión musulmana de España

La invasión musulmana de España es una fase de la expansión árabe por el Mediterráneo. Desde que conquistaran la península arábiga en el siglo VII, los árabes se extendieron con rapidez por el norte de África y Asia Central. La idea de propagar el islam al resto del mundo conocido pasaba por Europa, así pues, desde el estrecho de Gibraltar se lanzan a la conquista de la península ibérica.

Conquista de la península ibérica

La conquista de la península ibérica se llevó a cabo de un modo rápido como consecuencia de la división interna entre los visigodos. Los visigodos establecieron unas estructuras sociales bastante pobres, con un poder muy fragmentado. Tenían superioridad militar frente a los invasores si hubieran unido sus fuerzas, pero no lo hicieron. El gobierno también estaba dividido entre los partidarios del rey Don Rodrigo y los del pretendiente al trono, Witica. Estos últimos se aliaron con los musulmanes para derrotar al rey Rodrigo. Es decir, pidieron ayuda a las tropas musulmanas del norte de África para vencer al rey Rodrigo. Y pensaron que los musulmanes se retirarían después de pagarles por la victoria, pero no fue así. Los musulmanes se quedaron con todo el poder, y, eso sí, los nobles aliados de Witiza fueron respetados y conservaron sus posesiones y rango; mientras que los nobles cercanos a Don Rodrigo fueron desposeídos de todo y tuvieron que emigrar cada vez más al norte hasta refugiarse en las montañas asturianas y cántabras. En estas montañas se creó un foco de resistencia que poco a poco se fue extendiendo ocupando una franja que, a finales del siglo VIII, ya llegaba desde Galicia a los Pirineos.

Al-Andalus. Etapas de la presencia musulmana en la península ibérica

Califato Omeya. Emirato dependiente (711 – 755)
Califato Abbasí. Emirato independiente (755 – 912). Abderramán I (Crisis del siglo X)
Califato de Córdoba (912 – 1031)
Reinos Taifas (1031 – 1100)
Invasiones norteafricanas: Imperio Almorávide (1100 – 1172). Imperio Almohade (1172 – 1212)
Emirato Nazarí de Granada (1232 – 1492)

Emirato dependiente (711 – 755)
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Al-Andalus es un emirato independiente omeya (755 – 912). Abderramán I (Crisis del siglo X)
Como decíamos en el punto anterior, en el año 750, la familia omeya, la dominante en el mundo árabe de la época, fue asesinada en Damasco. Se produjo un cambio de dinastía y los nuevos califas abasíes trasladaron la capital a Bagdad. Sin embargo, Abderramán, único príncipe superviviente de los omeyas, consiguió llegar a la península ibérica en el 756. Abderramán consiguió el poder, se proclamó emir (rey) y reorganizó Al-Andalus como emirato independiente del nuevo califa de Bagdad. Acabó con las luchas por el poder, también aumentó las rentas del estado, creó un ejército fuerte (50.000 mercenarios que le garantizaban el gobierno) y una administración centralizada en Córdoba. Con su muerte, el emirato cordobés continuó teniendo serios problemas de estabilidad política interna, derivados de la diversidad étnica y religiosa de su población.

El califato fue la etapa más brillante de la dominación musulmana. En el año 912 el nuevo emir, Abderramán III, acabó con las luchas internas y dirigió expediciones victoriosas contra los reinos cristianos del norte. Organizó el estado con una fuerte centralización y dio nuevos impulsos a la economía y a la cultura. En el 929 completa su obra al autoproclamarse califa o jefe de los creyentes (unificaba el poder político y religioso; en el mundo cristiano sería como un emperador y papa juntos). Con ello rompió la última relación que unía Al-Andalus con Bagdad. Durante el resto del siglo X, Al-Andalus se convirtió en un poderoso estado que controló el Mediterráneo occidental, el norte de África y dominó y cobró tributos (impuestos) a los pequeños reinos cristianos del norte. Eso sí, este poder se realizó gracias a una durísima política dictatorial por parte del califa: la sociedad de Al-Ándalus era compleja – árabes, musulmanes no árabes, judíos, cristianos, conversos- y siempre enfrentada por motivos religiosos y políticos; incluso la propia sociedad musulmana se enfrentaba entre sí. Abderramán logró la unidad por medio de una política de terror y fuerza.

El esplendor del califato llega hasta el último gran jefe militar, Almanzor (1002), visir del califa Hixam II, que acumuló todo el poder político en sus manos (el califa sólo figuraba, quién mandaba era Almanzor). Dirigió numerosas expediciones militares, llamadas aceifas, contra los impotentes reinos cristianos del norte. Después de él comenzó la crisis política del reino. Dejó al estado arruinado por su política guerrera y el aumento de los gastos para pagar al ejército (seguía siendo un ejército de mercenarios), la presión fiscal, los disturbios sociales y la indisciplina del ejército ocasionaron el fin del califato en apenas 30 años. Los enfrentamientos en la corte cordobesa fueron aprovechados por los nobles musulmanes de las provincias para convertirlas en reinos independientes, en pequeños reinos: los llamados reinos de taifas (1031).

Los reinos de taifas (1031-1086)

El poder central del califato se dividió en muchos reinos pequeños o taifas (que significa facción). Los más importantes fueron los reinos de Toledo, Badajoz, Zaragoza, Sevilla, Valencia y Granada. Las taifas se formaron a partir de los distintos grupos étnicos que componían la sociedad musulmana. Hubo taifas de origen árabe (la mayoría) como en Sevilla o Zaragoza. Taifas constituidas por bereberes como la de Badajoz, e, incluso, de origen eslavo como en Baleares y Denia. Pero la falta de unión entre ellos (también luchaban entre sí) y la debilidad militar de los nuevos reinos fue aprovechada por los reinos cristianos para dominarlos y, en ocasiones, obligarles a pagar tributos (impuestos que se llamaban parias). Por tanto, se había invertido la situación de dominio.

Los Almorávides y los Almohades (1086-1224)

Sin embargo, pronto los reinos cristianos no se contentaban solo con cobrar impuestos a los reinos de taifas sino que siguieron avanzando hacia el sur. Ocuparon Toledo en 1085, y, conscientes del peligro de ser invadido, el rey musulmán de Sevilla pidió auxilio a un pueblo bereber de Marruecos, fanático y guerrero, los Almorávides. En efecto, los Almorávides detuvieron el avance cristiano y unificaron Al-Andalus bajo su dominio de extremismo islámico. Integraron la península como una provincia de Marruecos. Pero la cohesión política duró poco, pronto reaparecieron los reinos de taifas, con los mismos problemas que los anteriores.

Más tarde, los Almohades, otro pueblo musulmán de extremismo islámico, sustituyeron a sus enemigos, los Almorávides, en el norte de África. En el 1146 los Almohades invaden la península y reconstruyen la unidad de Al-Andalus, dependiente de Marruecos, en 1170. También los Almohades detuvieron la expansión de los reinos cristianos e incluso lograron una importante victoria frente al rey de Castilla (1195).

La reacción cristiana fue la de organizar una gran cruzada para reconquistar definitivamente los territorios del sur peninsular. Los reinos cristianos de Castilla, Navarra, Aragón, junto con mercenarios europeos unieron sus fuerzas y consiguieron vencer al ejército Almohade en la famosa batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la actual provincia de Ciudad Real. Esta victoria va a significar el avance definitivo de los reinos cristianos hacia el sur de manera que hacia 1250 solo el reino de Granada quedaba en poder de los musulmanes.

El reino nazarí de Granada (1224-1492)

Las conquistas de Castilla y Aragón redujeron la España musulmana al reino de Granada. La dinastía nazarí de Granada mantuvo todavía dos siglos y medio la existencia del reino, con una gran importancia económica y cultural. El reino de Granada pudo mantenerse durante tanto tiempo porque pagaba importantes impuestos al reino de Castilla del que era vasallo. Finalmente, los Reyes Católicos, en 1492, conquistaron Granada y pusieron fin a la España musulmana.

Economía, sociedad y cultura de Al-Andalus

Economía

Las características más importantes de la economía islámica son:
– Es esencialmente urbana: tiene como centro el desarrollo de las ciudades y de las profesiones que el crecimiento urbano lleva consigo, es decir, la artesanía y el comercio.
Las ciudades existentes desde la época visigoda recibieron nueva vida. Los centros de importancia, entre los que se puede señalar: Córdoba (con un gran número de habitantes), Sevilla (comarca fértil y bien situada con relación al comercio norteafricano), Algeciras, Málaga, Granada, Murcia, Valencia, Mallorca, Mérida, Badajoz, Toledo, Zaragoza.
Casi todas las ciudades estaban amuralladas y poseían una mezquita cerca de la cual se sitúa el zoco o barrio comercial. Fuera de las murallas quedan los arrabales. El zoco es el mercado permanente o periódico que puede tener lugar en cualquier calle, aunque generalmente se realiza en las plazas y sobre todo en las proximidades de la mezquita mayor de cada ciudad.

– La agricultura era otro de los pilares de la economía de Al-Andalus. Introdujeron nuevos cultivos como la berenjena, la alcachofa, la endibia, el espárrago…, y nuevas frutas como la granada, el melón y los albaricoques. Flores como el alhelí, la rosa, la madreselva y el jazmín; probablemente la caña de azúcar, aunque conocida desde antiguo, también fue popularizada, y mejorado el método de extracción del azúcar. Muchos de los cítricos que conocemos entraron en la península vía Al-Andalus. Además, mejoraron los sistemas de regadío y las acequias romanas, aprovechando mejor la siempre escasa agua.

– El tráfico de esclavos. De diferentes orígenes – Oriente Medio y el Este de Europa, mayoritariamente- se exportaron a Al-Andalus en gran cantidad para después venderlos a los gobiernos musulmanes del norte de África o la península arábiga.

Otra fuente de ingresos importantes fueron las aceifas como hemos comentado anteriormente.

La sociedad de Al-Andalus

La clase dirigente estaba formada por nobleza árabe, procedente generalmente de Siria y Arabia. Como soldados estaban los bereberes. Existían también numerosos judíos, comerciantes y artesanos, respetados hasta la dominación almorávide y almohade.

La sociedad hispanorromana se distinguía por la religión: los muladíes aceptaron la religión musulmana; los mozárabes continuaron siendo cristianos. Veamos algunas de las características de estas comunidades:

Los musulmanes: árabes, bereberes y muladíes (conversos)

Resto: los mozárabes, los judíos y los esclavos

Musulmanes. Desde el primer momento existió una doble disputa dentro de la comunidad musulmana; por un lado los árabes que se disputaban el poder entre los qaysíes de Arabia, los sirios y los yemeníes; y por otro lado los bereberes (norteafricanos y recientemente convertidos al islam) que se insubordinaron continuamente contra los árabes reclamando más protagonismo en la conquista y posterior dominación, cansados de ser solo usados por los árabes como mano de obra militar (de hecho los bereberes llegaron a crear pequeños reinos bereberes dentro de Al-Andalus). La tensión entre la cúpula árabe y los bereberes se reprodujo a lo largo del periodo.

Los mozárabes. Son los cristianos en la zona musulmana de Al-Andalus. Viven como los musulmanes, hablan árabe, visten ropas similares, incluso llegan a no comer cerdo; pero siguen siendo católicos. En un principio están tolerados, aunque tienen que pagar impuestos extraordinarios de los que estaban exentos los musulmanes. En los siglos IX y X se produjeron campañas de conversión al islam. La tolerancia religiosa concluye con la llegada de los Almorávides y Almohades, momento en el que los mozárabes tienen que optar entre la conversión o el éxodo al norte donde se encuentran los reinos cristianos.

Los judíos. Están sometidos a las mismas normas que los cristianos, pero con más privilegios por su colaboración inicial con los musulmanes. Con la llegada de Almorávides y Almohades, sufrieron igualmente el extremismo islámico. Además de ocupar puestos en la administración, fueron mercaderes, artesanos especializados, médicos, filósofos, hombres de letras. Algunos desempeñan misiones de gran importancia como el médico-poeta-diplomático Abu Yusuf.

Los esclavos. Eran traídos de diferentes lugares de África y del Este de Europa y eran vendidos dentro de Al-Andalus para el trabajo agrícola, para los harenes de mujeres, eunucos, servicio doméstico y para proporcionar soldados al ejército. Pero también se vendían para otras naciones árabes.

Tanto estos poderes autónomos como los gobernadores fieles al emir recurrieron a la fortificación. Se constata la existencia de torres defensivas en la costa y de ribats (regiones controladas mediante fortificaciones a cargo de grupos religioso-militares dedicados a la guerra santa -yihad-, predecesores de las órdenes militares cristianas) que resguardaban los accesos a zonas costeras y valles de los ríos. En los distritos fortificados se dio una progresiva feudalización. Aunque se mantenía la dependencia teórica con Córdoba, los que ocupaban cargos locales de poder lo hacían de forma patrimonializada, como un tasgil (

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