La Consolidación del Régimen Fascista en Italia
El parlamento pronto le otorgó todos los poderes a Mussolini y las milicias fascistas impusieron su ley en las calles. En 1924, una ley a su medida y en un ambiente de violencia y coacción, los fascistas lograron una amplia mayoría en las cámaras. Desde el poder, reprimieron a la oposición política y social.
En 1924, Giacomo Matteotti, diputado socialista, había denunciado a Mussolini por fraude electoral y violencia. Fue secuestrado y asesinado. Este hecho suscitó un gran escándalo, pero Mussolini lo aprovechó para acabar con la oposición. En 1925 se disolvieron las cámaras legislativas y comenzó una dictadura personal que duró hasta 1945. Los partidos políticos y sindicatos fueron disueltos. En 1929 se votó una lista única integrada por candidatos fascistas que formaron un parlamento vacío de contenido.
El estado italiano se reconcilió con la Santa Sede, garantizando el catolicismo como religión oficial del estado y la enseñanza religiosa obligatoria.
El Estado Corporativo-Totalitario
Los patronos y obreros fueron agrupados obligatoriamente en corporaciones que podían negociar bajo la tutela del estado fascista. Así se suprimía la lucha de clases y se encuadraba a todos los grupos de la sociedad según la actividad que ejercían.
En economía, el fascismo comenzó aplicando un estricto liberalismo y una política de deflación. Después se fomentó el proteccionismo y las grandes concentraciones empresariales. El fascismo obtuvo el apoyo de los industriales y productores agrarios.
En los años treinta, el régimen se volvió más autárquico e intervencionista y aumentó su presencia social con un triple objetivo: proteger a Italia de los efectos de la Gran Depresión, imitar a la Alemania nazi y militarizar al país para intervenir en sucesivas guerras.
La República de Weimar y la Ascensión del Nazismo en Alemania
Alemania fue vencida en la Primera Guerra Mundial. El régimen surgido tras la derrota, en sustitución del desaparecido Imperio Alemán, era democrático y parlamentario y fue conocido como la República de Weimar. Sin embargo, numerosos problemas asolaron al país, lo que permitió el desarrollo del nazismo: el desorden económico de la posguerra, la debilidad del régimen, la división del parlamento y la crisis de 1929.
La Derrota en la Gran Guerra
El nuevo estado alemán firmó el Tratado de Versalles con los vencedores, pero la mayoría de los alemanes consideró que el acuerdo era impuesto y humillante. Acusaron al régimen de traidor por engañar a los soldados que estaban al frente; incluso le responsabilizaron de la derrota, ya que muchos excombatientes pensaban que la guerra la habían perdido los políticos y revolucionarios de la retaguardia, no el ejército imperial alemán. Muchas fuerzas políticas alemanas pretendían revisar el acuerdo sobre las amputaciones territoriales.
Los partidos nacionalistas, antiliberales y militaristas, que rechazaban el nuevo régimen y el Tratado de Versalles, eran muy numerosos en la zona de Baviera. En este ambiente, Adolf Hitler refundó el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán en Múnich en 1921.
El Desorden Económico de la Posguerra
En Alemania, la Primera Guerra Mundial provocó una catástrofe económica sin precedentes y un periodo de hiperinflación. El pago de las reparaciones de guerra y las deudas contraídas agobiaron al país. La crisis se acentuó, el dinero se devaluó y los más afectados fueron los modestos ahorradores, pensionistas, viudas de guerra, funcionarios y asalariados.
Era frecuente que se acusara a algunos grupos sociales de conspirar para enriquecerse a costa de los «buenos alemanes»; los ataques se personificaban a menudo en los judíos, ya que el antisemitismo era muy fuerte en Centroeuropa.
La Debilidad del Régimen
La República de Weimar tuvo que hacer frente a los intentos revolucionarios promovidos por el Partido Comunista, a los intentos de separación de varios estados y a los golpes de estado de grupos de extrema derecha. La República de Weimar se hizo más derechista y reprimió con mayor dureza al movimiento obrero que al golpismo. La tolerancia hacia los golpistas llegó a ser escandalosa y se consintió la violencia callejera de las milicias paramilitares del partido nazi.
La División del Parlamento
El sistema electoral alemán impidió que los partidos obtuvieran mayorías suficientes para gobernar en solitario. Esto obligó a formar gobiernos de coalición inestables. El Partido Socialdemócrata, a pesar de ser la fuerza más votada, nunca logró la mayoría absoluta. Por encima del gobierno, el presidente de la República tenía amplios poderes, incluyendo el de nombrar al canciller y disolver el parlamento.
Sucesivos gobiernos se inclinaron hacia la derecha y marginaron a la izquierda, dividida a su vez entre socialistas y comunistas. El partido nazi acabó participando de los acuerdos y coaliciones de los partidos de derechas. Fue rechazado por radical, pero posteriormente resultó útil debido a su antimarxismo y a que amedrentaba a comunistas y sindicalistas. El propio Hitler abandonó todo aquello que sonase a revolucionario y recibió el apoyo de grupos sociales influyentes y la financiación del gran capital.