Desarrolle el siguiente tema: » De la autarquía a la apertura económica: 1939- 1959.»
La situación económica de España al terminar la Guerra Civil (1936-39) era desastrosa. Las consecuencias de la Guerra fueron muy negativas desde el punto de vista demográfico por las pérdidas humanas ( más de 500.000 muertos y unos 300.000 exiliados), lo que supuso una disminución notable de la población activa, especialmente la de trabajadores especializados.. También se habían visto destruidas por los bombardeos muchos edificios y la red de transporte, pero los daños materiales no habían sido muy graves en las instalaciones industriales y agrarias.
Las destrucciones materiales se vieron agravadas por la equivocada política económica de las autoridades franquistas. Siguiendo modelos de los regíMenes totalitarios (fascismo y nazismo), afines ideológicamente, y debido al aislamientointernacional de España en la posguerra, el Estado franquista inició la autarquía económica. Se trataba de una política que pretendía que el país fuera autosuficiente económicamente, sin necesidad de depender del exterior a fin de mantener una hipotética independencia nacional respecto a países extranjeros.
Esta política autárquica se caracterizaba por una fuerte intervención del Estado en la vida económica, que controlaba la producción, el consumo, los precios, los salarios, el comercio y la inversión mediante leyes. Por ello se reglamentó el comercio con el exterior, se redujeron las importaciones al mínimo imprescindible; se limitaron las inversiones extranjeras al 25% del capital de las empresas y se favorecíó con subvenciones y ventajas fiscales a las industrias españolas a fin de que aprovisionaran el mercado con productos exclusivamente nacionales.
En agricultura el gobierno organizó la producción y distribución de cereales, creando el Servicio Nacional del Trigo, que establecía cupos de producción y fijaba los precios arbitrariamente. Pero la producción era insuficiente ( los rendimientos agrícolas eran inferiores a los de los años treinta). El gobierno culpó de la situación a las destrucciones de la guerra y a la «pertinaz sequía», pero más bien se debía a la incapacidad del propio régimen de producir maquinaria y abonos y a su pésima gestión burocrática. Por otra parte, la situación de los campesinos seguía siendo mala, ya que el franquismo paralizó las medidas de reforma agraria iniciadas durante la Segunda República.
Para asegurar el aprovisionamiento de los productos de primera necesidad a toda la población y evitar el hambre, el gobierno impuso el racionamiento de los mismos, a través de cartillas individuales. Los productores estaban obligados a vender a precio fijo la totalidad de la producción al Estado, que a su vez vendía a los consumidores a un precio tasado. Pero el racionamiento y los precios fijos dieron lugar a la aparición del mercado negro o estraperlo, al margen de la ley, que acaparaba los productos ya que sus precios eran muy superiores a los oficiales ( el doble o el triple). El Estado franquista nacionalizó los ferrocarriles españoles en 1941 con RENFE. El mismo año creó el Instituto Nacional de Industria (INI) para impulsar la rápida industrialización del país, debido a la insuficiencia del capital privado. El INI era un holding estatal impulsado por el ingeniero José Antonio Suances, amigo personal de Franco, siguiendo el modelo del IRI de Mussolini. Se crearon numerosas empresas públicas en sectores estratégicos como el energético ( ENDESA, REPESA), siderurgia (ENSIDESA), construcción naval (BAZÁN, Astilleros de Cádiz), transporte (PEGASO, SEAT, CASA, ENASA), refinerías (Puertollano), comunicaciones (Iberia, AVIACO) y otras muchas industrias químicas, farmaceúticas, de metal, etc. Estas empresas recibían una constante ayuda estatal, lo que generó enorme gasto público.
Sin embargo, la economía estaba estancada. La producción industrial era inferior a los niveles de 1935. Los productos eran además poco competitivos y de mala calidad, debido a escasez de capitales y tecnología. El INI cubría las deficiencias del sector industrial, haciéndose cargo de negocios poco rentables. Se desaprovechó con esta política autárquica e intervencionista la favorable coyuntura económica que vivía Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Debido a que los impuestos directos eran inexistentes y a la falta de divisas, el Estado financiaba este enorme gasto público con la emisión de Deuda Pública, adquirida por los bancos de forma obligatoria, lo que originó una inflación o subida de precios.
Pero mientras los precios no dejaban de subir, los salarios permanecieron muy bajos, debido a la represión del movimiento obrero por el régimen, lo que originó una renta per cápita muy débil, inferior a la de los años treinta, y mal distribuida.
La política autárquica del régimen fue un rotundo fracaso: no satisfacía las necesidades básicas de la población, derrochaba recursos y sólo beneficiaba a una minoría ( latifundistas, alta burguésía industrial y financiera) que amasaba enormes fortunas a costa de la miseria y el hambre de la mayoría durante estos años de posguerra.
En 1947 la situación internacional cambió al salir España de su aislamiento gracias a l acercamiento con Estados Unidos.
En 1953 se firman acuerdos con este país, que va a conceder ayuda económica, créditos y armamento.
Esta circunstancia, junto al agotamiento de la autarquía y al descontento social (huelgas en Cataluña, Madrid, Asturias y País Vasco,) impulsan en los años cincuenta una cierta liberalización económica, con el fin del racionamiento, control de la inflación y tímidas reformas en la agricultura (Concentración Parcelaria, de 1952).
Pero la economía seguía estancada y las protestas sociales arreciaban contra la subida del coste de la vida. Por eso Franco aceptó un cambio en la política económica impulsado por los tecnócratas, ligados al Opus Dei, como Ullastres y Navarro Rubio que condujo al Plan de Estabilización de 1959 que liberalizó la economía para atraer capital extranjero, devaluando la peseta. Se da paso así al desarrollo económico de los años sesenta.