La Conquista y Romanización de Hispania

La Conquista Romana de Hispania

La conquista romana de Hispania fue un proceso histórico de dominio y control militar que se extendió desde el 218 a. C. hasta el 19 a. C., culminando con la total integración del territorio hispánico en el Imperio Romano.

Contexto Histórico

Tras la Primera Guerra Púnica, Cartago buscó resarcirse de su derrota ante Roma obteniendo de la Península Ibérica riquezas y tropas para frenar la expansión romana en el Mediterráneo. En el 230 a. C., los cartagineses desembarcaron en Gadir (Cádiz), expandiéndose hacia el este y fundando la ciudad de Cartagena. Sometieron a numerosos pueblos, obteniendo el pago de impuestos, hombres para su ejército y el control de las minas de plata.

El interés de Roma por la península surgió durante el siglo III a. C. en el contexto de la Segunda Guerra Púnica. Su expansión chocó con los intereses de algunas ciudades aliadas de Roma en la zona de dominio cartaginés, como Sagunto, conquistada por Aníbal en el 219 a. C.

El Inicio de la Conquista

En el 218 a. C., con el desembarco de varias legiones al mando de Publio Cornelio Escipión, las tropas romanas derrotaron a los cartagineses y conquistaron la costa mediterránea peninsular.

La Resistencia Celtibérica

La prohibición de fortificar las ciudades celtiberas provocó la ruptura de los pactos con Roma y el inicio de la guerra contra los celtíberos (153 a. C. – 133 a. C.). Los comienzos no fueron prometedores; en el 136 a. C., el ejército romano fue derrotado en Pallantia. Tras varios fracasos, Roma envió a Publio Cornelio Escipión a Numancia. Después de un año de asedio, la ciudad fue rendida y destruida. Los celtíberos fueron obligados a pagar fuertes impuestos y sus tierras pasaron a ser propiedad del Senado romano.

La Conquista del Norte

El estallido de las guerras civiles romanas en la meseta retrasó el dominio total de Hispania. El emperador Octavio Augusto se desplazó a la meseta y al norte peninsular para acabar con la resistencia de astures, cántabros y galaicos. A partir del 29 a. C., se practicó una política de acoso y exterminio. Finalmente, Roma triunfó y sometió a toda la península.

La Romanización de Hispania

La romanización fue el proceso de integración de los pueblos prerromanos en los modelos económicos, sociales, político-administrativos, culturales y religiosos de Roma. Se llevó a cabo a través de diversos instrumentos como el ejército, las ciudades, la economía, las comunicaciones y las relaciones sociales. Se difundió el latín, cambiaron las vestimentas y costumbres, y se desarrolló un nuevo derecho.

Economía

Desarrollo Económico: Hispania registró un importante desarrollo económico, que se frenó a partir del siglo III d. C. Los romanos lograron la racionalización y coordinación del sistema productivo, incluyendo la economía peninsular en los circuitos comerciales del Imperio. Muchas mercancías se exportaban al amplio mercado romano. La economía era esclavista.

Agricultura: Se basaba en la clásica tríada mediterránea (cereales, vid y olivo). La producción de trigo era importante, pero no tanto como la de vino y, especialmente, aceite de oliva. La producción ganadera también era variada. Los romanos introdujeron innovaciones técnicas como el barbecho y el regadío.

Pesca y Minería: La pesca fue destacable. Las actividades mineras eran importantes debido a la riqueza de la península en yacimientos de plata, plomo, cobre, mercurio, oro y estaño. La mayoría de las grandes explotaciones mineras eran propiedad del Imperio.

Sociedad

El modelo social romano se definía por la existencia de desigualdades jurídicas derivadas de la distinción entre hombre libre y esclavo, y la integración de las élites indígenas.

  • Orden Senatorial: En la cúspide social, dueños de latifundios y muy ricos.
  • Caballeros: Procedentes de las aristocracias locales, controlaban los cargos políticos.
  • Plebe: Pequeños propietarios agrícolas, artesanos y trabajadores libres.
  • Esclavos: Sin derechos ni libertad.

Administración

Para administrar Hispania, los romanos utilizaron su tradicional división provincial. Existían dos tipos de provincias: senatoriales (controladas por el Senado) e imperiales (controladas por el emperador). Inicialmente, Hispania se dividió en dos provincias: Ulterior y Citerior (siglo II a. C.). En la época de Augusto se crearon tres provincias: Bética (capital Corduba), Lusitania (capital Augusta Emerita) y Tarraconense (capital Tarraco). En los siglos III y IV d. C., el mapa provincial se modificó, con provincias más pequeñas y numerosas, integradas en la diócesis de Hispania.

Decadencia y Invasiones Bárbaras

A partir del siglo III d. C., el Imperio Romano comenzó a sufrir una profunda crisis. Entre las causas económicas destaca la escasez de mano de obra esclava y las dificultades en las relaciones comerciales debido a las incursiones bárbaras. Política y militarmente, la inestabilidad del poder imperial y la incapacidad del ejército para contener los asaltos bárbaros agravaron la situación. Los pueblos vecinos aprovecharon la crisis para penetrar en el territorio romano. Los emperadores, incapaces de organizar una defensa adecuada, se vieron obligados a dividir el imperio y pactar con estos pueblos.

Suevos, vándalos y alanos invadieron la península en el siglo V. Los visigodos llegaron a un acuerdo con el emperador romano y establecieron el reino de Tolosa en el sur de Francia, asentándose posteriormente en la península, donde formaron un reino independiente con capital en Toledo.

El Reino Visigodo

A pesar de su poder político, los visigodos eran una minoría social. Con el tiempo, se produjo un proceso de asimilación con la nobleza autóctona. La monarquía visigoda era electiva, lo que generó inestabilidad política debido a los enfrentamientos entre la nobleza. A partir de Leovigildo, se inició un proceso de unificación peninsular. Este rey intentó unificar la religión entre los visigodos (arrianos) y los hispanorromanos (católicos), proceso que culminó con Recaredo. La unificación definitiva entre visigodos e hispanorromanos se produjo con la igualdad legal en el año 654. Una institución importante fue el Aula Regia, una asamblea consultiva formada por la aristocracia visigoda.

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