La conquista y romanización de la Península Ibérica: aportaciones romanas en los ámbitos social, económico y cultural
La conquista romana de la Península Ibérica se llevó a cabo en varias etapas debido a la presencia de múltiples grupos de resistencia. Con motivo de las Guerras Púnicas, comienza la conquista en la primera fase (218-206 a.C), derrotando a los cartagineses tras la ruptura del Tratado del Ebro, dominando así el litoral mediterráneo. En la segunda fase (206-133 a.C) ocupan la meseta central derrotando a Arévalos y los lusitanos. En la última fase (133-19 a.C) Octavio Augusto consiguió el resto de la península anexionándose a cántabros y astures. De esta manera se completa la presencia del Imperio Romano en Hispania, siendo ésta una de sus provincias esenciales. La Pax Romana es el periodo no beligerante más largo de este territorio.
La Romanización es la imposición de los modelos económicos, sociales, culturales y administrativos de Roma sobre los pueblos conquistados. Por ello, en la península influyeron con importantes aportaciones como la expansión de la red urbana, incluyendo vías de comunicación e infraestructuras. Las normas que regulaban la vida social y política quedaban recogidas bajo el Derecho Romano, y el latín sustituye a las lenguas prerromanas. Socialmente se ordenaban por clases, incluyendo el esclavismo. Predomina el arte utilitarista y el sincretismo religioso, mezclando el culto al panteón clásico griego y el cristianismo. Su legado quedó tan impregnado en España, que incluso hoy podemos ver la pervivencia del proceso de la romanización.