Introducción
El Desastre del 98 impulsó a los partidos dinásticos a iniciar reformas, pero estas no lograron modernizar ni democratizar la política. Mientras la sociedad avanzaba económicamente y se modernizaba, la Primera Guerra Mundial exacerbó problemas políticos y sociales. La inestabilidad gubernamental y los conflictos en Marruecos llevaron a una dictadura militar con Primo de Rivera.
7.1 La Primera Parte del Reinado de Alfonso XIII
El reinado de Alfonso XIII, desde 1902 hasta 1923, puede dividirse en dos períodos distintos: la crisis de la Restauración, caracterizada por una lenta descomposición política y social, y la Dictadura de Primo de Rivera, que puso fin al sistema parlamentario y a la monarquía.
Durante este tiempo, España experimentó una crisis política constante marcada por varios factores:
Inestabilidad Gubernamental
El sistema político diseñado por Cánovas del Castillo, basado en la corrupción electoral, proporcionó cierta estabilidad pero también contenía graves carencias. El debilitamiento del caciquismo y el peso creciente de las ciudades contribuyeron a la fragmentación política.
Fragmentación de Partidos
Tras la muerte de Cánovas y Sagasta, el Partido Conservador y el Partido Liberal se fragmentaron aún más, con líderes como Silvela, Maura, Moret, Canalejas y Conde de Romanones.
Intervención del Rey en la Política
Alfonso XIII se involucró en la política, deteriorando la imagen de neutralidad que debe mantener un rey constitucional. Su apoyo al golpe de estado de Primo de Rivera en 1923 marcó el fin del régimen parlamentario.
Oposición al Sistema
La oposición política e intelectual al sistema aumentó, con movimientos nacionalistas, republicanos, y obreros demandando cambios urgentes.
Durante este período, España enfrentó varios problemas significativos:
- Aumento de las luchas sociales debido a la inflación, el desempleo y los salarios insuficientes, junto con una mayor conciencia de clase entre obreros y campesinos.
- Creciente anticlericalismo y conflictos religiosos.
- Problemas en el ejército, destacando la escasez de materiales y el descontento entre los oficiales.
- La crisis catalizada por el periódico Cu-Cut en 1905 y la aprobación de la Ley de Jurisdicciones en 1906, que permitía a tribunales militares juzgar a civiles.
- La cuestión de Marruecos, que consumió recursos y enfrentó al Ejército con la sociedad civil.
- Surgimiento y consolidación de nacionalismos vasco y catalán.
- Aumento de la actividad terrorista, con varios atentados significativos, como el asesinato de Canalejas.
Regeneracionismo
Tras el desastre del 98, surgió el Regeneracionismo en la sociedad española, una corriente política y cultural que criticaba el sistema de la Restauración. Se dividía en aspectos sociales y económicos, representados por figuras como Joaquín Costa, quien abogaba por reformas educativas, económicas y culturales para modernizar el país. Su informe»Oligarquía y caciquism» denunciaba las deficiencias del gobierno y la necesidad urgente de cambio. En su obra»La cuestión social y la tierr», Costa destacaba la importancia de la educación y la mejora económica para la libertad. También hubo un regeneracionismo intelectual, como el de Unamuno, que reflexionaba pesimistamente sobre la decadencia de España.
Además, se observó un Regeneracionismo político, en el cual tanto conservadores como liberales del turno de partidos se unieron para modernizar España desde arriba, revisando y modificando el sistema para adaptarlo a las nuevas demandas sociales y políticas, en un proceso conocido como revisionismo. El primer intento regeneracionista ocurrió en 1899, cuando Silvela anunció reformas radicales, como la creación de nuevos ministerios y legislación social para combatir el caciquismo. Tras la muerte de los fundadores de los partidos dinásticos, figuras como Maura y Canalejas tomaron el protagonismo en este movimiento de regeneración política en España.
El Gobierno de Maura: La “Revolución desde Arriba”
La estrategia de Maura consistía en llevar a cabo una»revolución desde arrib», mediante la implementación de reformas controladas por el gobierno para evitar el descontento popular y prevenir una revolución genuina. Sus medidas buscaban mejorar el funcionamiento de las instituciones democráticas, limitar el poder de los caciques, promover la producción nacional y mantener la paz social. Sin embargo, su intento se vio frustrado por una serie de eventos, entre los cuales se destacan:
- La Ley de Administración Local, que buscaba descentralizar el poder y reducir la influencia de los caciques.
- La Ley de Reforma Electoral (1907), destinada a combatir el fraude, pero que en realidad exacerbó las prácticas caciquiles.
- La Ley de Represión del Terrorismo, dirigida a combatir el terrorismo anarquista, pero que provocó la formación del Bloque de Izquierdas en rechazo a sus medidas restrictivas.
- La creación del Instituto Nacional de Previsión (1908) para fomentar la previsión de retiro y establecer los primeros pasos hacia la Seguridad Social.
- Medidas laborales como la regulación del descanso dominical y la jornada laboral de mujeres y niños.
- Intentos de crear mancomunidades para dar salida a las demandas nacionalistas, pero que fueron resistidos por la oligarquía.
La Semana Trágica de 1909, desencadenada por la decisión de enviar reservistas a Marruecos tras ataques rifeños, marcó el fracaso de este proyecto regeneracionista. La insurrección violenta, especialmente en Barcelona, provocó una represión brutal, con miles de detenciones y ejecuciones, lo que desencadenó protestas internacionales y motivó la dimisión de Maura. Este evento también catalizó la formación de la conjunción republicano-socialista y el surgimiento del sindicato anarquista CNT, evidenciando que las reformas legales no pudieron evitar una revuelta popular.
El Gobierno de Canalejas: Último Intento Regeneracionista
José Canalejas, caracterizado por su sólida formación intelectual y su enfoque laicista, representó el regeneracionismo de corte liberal»desde abaj». Su gestión gubernamental anticipó, de cierta manera, los ideales de la Segunda República, ya que buscaba una modernización social, económica y política, aunque no alcanzó la profundidad del periodo republicano posterior. Sus principales reformas incluyeron:
Reformas Sociales
Reducción de la jornada laboral, establecimiento de la seguridad social obligatoria y promulgación de leyes de accidentes de trabajo. Se implementaron normativas sobre el trabajo de la mujer, prohibiendo el trabajo nocturno, y se estableció una jornada máxima de nueve horas en las minas.
Reformas Religiosas
La Ley del Candado prohibió la implantación de nuevas órdenes religiosas durante dos años, con el objetivo de negociar un acuerdo con el Vaticano. Además, se autorizó el uso de signos exteriores de culto para iglesias protestantes.
Reformas Militares
Se eliminó el sistema de redención del servicio militar mediante la Ley de Reclutamiento, aunque se introdujo el sistema de cuotas, donde pagar cierta cantidad permitía acortar la duración del servicio militar y elegir destino.
Reformas Territoriales
Se promulgó la Ley de Mancomunidades, que permitió la formación de la Mancomunidad de Cataluña en 1914, otorgando un cierto grado de autonomía similar a un gobierno autónomo.
En cuanto a la política exterior, Canalejas continuó la línea de Maura en relación con Marruecos, ordenando la ocupación de Larache y Alcazarquivir en 1911 para contrarrestar el avance francés.
El programa de reformas se vio truncado en 1912 cuando Canalejas fue asesinado por el anarquista Pardiñas. Aunque su labor fue continuada por Romanones, prolongando la Ley del Candado y defendiendo la Ley de Mancomunidades, a partir de este momento, los políticos se enfocaron más en resolver problemas emergentes que en presentar y defender programas regeneradores globales. El bipartidismo entró en crisis y la muerte de Canalejas precipitó la desintegración del Partido Liberal, al igual que la caída de Maura había afectado al conservador, desencadenando luchas internas y rompiendo la confianza y el pacto entre los dos partidos.
7.2 La Crisis del Parlamentarismo; La Neutralidad de la 1ª G.M.
El reinado de Alfonso XIII se divide en dos períodos claramente diferenciados: la crisis del régimen de la Restauración (1902–1923) y la dictadura del general Primo de Rivera (1923–1930). El fracaso del programa regeneracionista de Antonio Maura y la muerte violenta de José Canalejas dejaron a los dos partidos del régimen sumidos en una grave crisis interna. En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, el gobierno conservador de Eduardo Dato proclamó la neutralidad de España, aunque la opinión pública estaba dividida entre simpatizantes de los bandos en conflicto. La guerra fue una oportunidad económica para España, que abasteció a los beligerantes, pero también generó problemas como la inflación y la inestabilidad social.
En 1917, un año convulso en la historia de España marcado por el estallido de la Revolución Rusa, el sistema político de la Restauración enfrentó una triple crisis: militar, parlamentaria y obrera.
Crisis Militar
La crisis militar se manifestó a través de las Juntas de Defensa, que exigían el fin de los ascensos por méritos de guerra y la equiparación salarial con los militares destinados en Marruecos. Este movimiento, criticando a los partidos turnistas, desembocó en el Manifiesto de las Juntas, que provocó la dimisión del gobierno y la intervención de Alfonso XIII, quien nombró a Dato como jefe de gobierno, reconociendo a las Juntas como interlocutoras.
Crisis Parlamentaria
Por otro lado, la crisis parlamentaria surgió debido a la falta de convocatoria de Cortes y la suspensión de algunos derechos constitucionales. El político catalanista Francesc Cambó convocó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona, con el objetivo de reclamar unas Cortes constituyentes. Sin embargo, la oposición del gobierno y las diferencias internas llevaron a la disolución de esta iniciativa.
Crisis Obrera
La crisis obrera se materializó con la convocatoria de una huelga general indefinida por parte de UGT y CNT en marzo de 1917. Aunque la huelga triunfó en varias ciudades, la falta de apoyo político y militar provocó su fracaso. La represión fue brutal, con numerosas víctimas y detenidos.
Las consecuencias de esta crisis incluyeron la movilización de los sindicatos, el abandono de ideas reformistas por parte del ejército, la confrontación entre los líderes políticos y la formación de gobiernos de concentración. El triunfo de la Revolución Bolchevique en 1917 animó a las organizaciones obreras, que bajo la dirección de UGT y CNT, protagonizaron huelgas y acciones violentas. La situación de guerra subsiguiente llevó al fin de esta agitación en 1920.
El experimento político impulsado por Alfonso XIII a finales de 1917 consistió en la formación de dos Gobiernos de concentración, uno liderado por García Prieto en noviembre de 1917 y otro por Maura en marzo. Estos gobiernos, aunque encabezados por miembros de los partidos del sistema, incluían ministros de otras tendencias políticas, con excepción de los republicanos y socialistas. Sin embargo, esta estrategia no fue exitosa y se volvió al sistema de turno dinástico.
En Cataluña, a pesar del fracaso de la huelga general de 1917, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) continuó creciendo, con la corriente anarcosindicalista imponiéndose como la mayoritaria, siendo más radical que la corriente sindicalista moderada. La respuesta de la patronal catalana ante esto fue el lockout y el pistolerismo, intensificando un clima de violencia preocupante.
En Marruecos, el Protectorado español compartido con Francia presentaba dificultades. El interés limitado en la región llevaba a intermitentes intervenciones militares. En julio de 1921, el general Fernández Silvestre cometió un error militar en su campaña para alcanzar Alhucemas, lo que llevó a la derrota de Annual y a grandes pérdidas. Este desastre precipitó la caída del gobierno, con socialistas y republicanos culpando al rey Alfonso XIII, lo que condujo a la formación de la comisión del Informe Picasso. Antes de que la situación se resolviera, Primo de Rivera dio un golpe de Estado.
7.3 La Dictadura de Primo de Rivera y la Caída de la Monarquía
El reinado de Alfonso XIII se divide en dos períodos: la crisis del régimen de la Restauración (1902–1923) y la dictadura del general Primo de Rivera (1923–1930). El 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, lidera un golpe de Estado con su manifiesto»Al país y al Ejércit». Alfonso XIII, consciente de la crisis política, no interviene. Primo de Rivera es aceptado por gran parte de la opinión pública y es nombrado presidente de un Directorio Militar por el rey tras dejar Barcelona y llegar a Madrid.
Las Causas del Golpe Militar y la Reorganización del Estado
La llegada al poder de Miguel Primo de Rivera se explica por diversas causas, tanto externas como internas:
Causas Externas
Tras la Primera Guerra Mundial, Europa experimentó el ascenso de los totalitarismos. En Italia, el rey Víctor Manuel III nombró a Mussolini jefe de gobierno tras la Marcha sobre Roma en 1922, influenciando los eventos en España. Además, el intento de golpe de Hitler en Múnich en 1923 aumentó la percepción de la amenaza totalitaria.
Causas Internas
España enfrentaba una creciente inestabilidad desde 1917, con 13 gobiernos diferentes en ese período. La conflictividad social aumentaba con huelgas como la de La Canadiense en 1919. El pistolerismo anarquista y el de los sindicatos»libre» financiados por la patronal contribuyen a la violencia. El gobierno aplicaba la Ley de Fugas y Barcelona era conocida como»la rosa de fueg». El auge de los nacionalismos, el ascenso de socialistas y republicanos, y el desastre de Annual en 1921 también alimentaban la inestabilidad.
Como consecuencia, en septiembre de 1923, Primo de Rivera dio un golpe de Estado. Su Manifiesto “Al país y al Ejército” expresaba ideales regeneracionistas y corporativistas al estilo italiano. El rey, en lugar de oponerse, le encargó formar gobierno. El golpe tuvo éxito gracias al apoyo del rey, un sector del ejército, el empresariado catalán y la pasividad de socialistas y anarquistas.
La dictadura de Primo de Rivera se divide en dos fases:
a. Directorio militar (1923-1925)
- Gobierno compuesto exclusivamente por militares hasta la entrada de Calvo Sotelo.
- Se proclamó el Estado de guerra, militarizando el orden público con ayuda del Somatén.
- Disolución de las Cortes, Ayuntamientos y supresión de la Constitución y la Mancomunidad Catalana.
- Creación de la Unión Patriótica como partido único, promoviendo el nacionalismo españolista.
- Popularidad alcanzada tras el desembarco hispano-francés de Alhucemas en 1925, pacificando Marruecos.
b. Directorio civil (1925-1930)
- Inclusión de civiles en el gobierno manteniendo suspendidas la Constitución y las libertades.
- Intentos de institucionalizar el régimen con un modelo corporativo de elección indirecta.
- Convocatoria de una Asamblea Consultiva para elaborar una nueva constitución, que nunca entró en vigor.
- Aumento de la oposición, incluyendo golpes de estado y la diversificación de la oposición que incluía anarquistas, estudiantes, intelectuales como Miguel de Unamuno, republicanos y socialistas, a pesar de que algunos habían colaborado con el régimen.
La Política Económica y Social Durante la Dictadura
Durante la favorable coyuntura económica de los»felices años veint», España experimentó un notable desarrollo económico. Se implementaron políticas proteccionistas y se establecieron numerosos aranceles para fomentar el comercio interno, inspirados en el corporativismo italiano. Bajo el directorio civil, se promovieron obras hidráulicas, se crearon Confederaciones Hidrográficas, se impulsaron monopolios como CAMPSA y Telefónica, se inició la construcción de la red de paradores, se aumentaron los kilómetros de carreteras y se mejoraron las instalaciones portuarias.
Este auge de la obra pública generó un aumento del déficit estatal, agravado por la crisis de 1929 y las costosas celebraciones de la Exposición Iberoamericana de Sevilla y la Exposición Universal de Barcelona. Hubo una concentración bancaria que benefició a grandes bancos como Central, Hispano Americano, Español de Crédito, Bilbao, Vizcaya y Urquijo, a expensas de la pequeña banca catalana.
En cuanto a la política social, durante el directorio militar se reprimió la agitación social, prohibiendo el derecho de huelga y reprimiendo a anarquistas y comunistas. Bajo el directorio civil, se institucionalizó el Estado corporativo siguiendo el modelo italiano, con la creación del Consejo Nacional de Trabajo y el Código de Trabajo, que regulaba diversos aspectos laborales y sociales. Se establecieron comités paritarios como»sindicatos verticale» que integraban a obreros y patronos, aunque los socialistas también participaron en estos organismos.
La Caída del Dictador. Los Gobiernos de Berenguer y Aznar
A partir de 1927, el fracaso de la dictadura en renovarse, junto con la irritación de los grupos de oposición por el inmovilismo y el desgaste de la monarquía, reavivaron las movilizaciones opositoras. La oposición al régimen abarcó diversos sectores:
- Los partidos de turno se negaron a colaborar con Primo de Rivera y demandaron al Rey el restablecimiento de la Constitución.
- El movimiento republicano, anteriormente adormecido, comenzó a crecer lentamente, dando lugar a la fundación de la Alianza Republicana.
- Surgieron descontentos dentro del ejército debido a rivalidades personales, arbitrariedades de Primo en los ascensos y oposición de los sectores más liberales del ejército. Primo de Rivera disolvió el arma de Artillería.
- Los intelectuales como Blasco Ibáñez, Unamuno y Ortega y Gasset criticaron la suspensión de las libertades y se opusieron al dictador. Unamuno fue desterrado a Fuerteventura y catedráticos como Ortega y Gasset renunciaron a sus cátedras.
- La clase obrera, tras un periodo de desconcierto y conformismo, volvió a movilizarse a partir de 1927, especialmente tras la crisis de 1929. El PSOE se dividió entre colaboracionistas (Besteiro) y opositores (Prieto), mientras que los anarquistas y comunistas fueron ilegalizados. En 1927 se fundó la FAI (Federación Anarquista Ibérica), más radical que la CNT.
- La burguesía catalana retiró su apoyo debido a la defensa del nacionalismo.
El enfrentamiento entre Alfonso XIII y Miguel Primo de Rivera se intensificó en los últimos años de la dictadura. Primo de Rivera declaró:»A mí no me borbonea nadi». La ruptura se hizo más evidente cuando, en contra de la opinión del rey, Primo de Rivera disolvió el Arma de Infantería. Además, en otoño de 1929, se desató el desplome financiero, las manifestaciones estudiantiles y las huelgas, lo que llevó al dictador a presentar su dimisión el 28 de enero de 1930.
Después de la dimisión de Primo de Rivera, el rey nombró a Dámaso Berenguer como jefe de gobierno con la intención de restaurar la normalidad constitucional. Berenguer abolió la censura, decretó una amplia amnistía, devolvió las cátedras a los profesores, resolvió la cuestión artillera y restableció los ayuntamientos. Sin embargo, careció de suficiente apoyo y su gobierno cometió errores en política económica, lo que resultó en una mayor recesión, aumento del desempleo e irritación tanto entre industriales como obreros. Este gobierno, conocido como la dictablanda, fue una respuesta más moderada a la dictadura de Primo de Rivera.
La oposición, cada vez más amplia, llevó a la formación del Pacto de San Sebastián entre socialistas y republicanos, con el objetivo de proclamar la República. Esto derivó en un intento revolucionario en Jaca en 1930, seguido de una insurrección militar y una huelga general en diciembre del mismo año. Sin embargo, estos intentos fracasaron, con la ejecución de los líderes revolucionarios y el encarcelamiento del Comité Ejecutivo del Pacto.
El famoso artículo»El error Berengue» de Ortega y Gasset criticaba la relación entre Alfonso XIII y la dictadura, y terminaba con la proclama: ¡Delenda est monarchia! En febrero de 1931, el rey designó al almirante Aznar como jefe de gobierno, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril. Sorprendentemente, los candidatos de la coalición republicano-socialista ganaron en las ciudades. Ante esta situación, el 14 de abril, Alfonso XIII abandonó España y se proclamó pacíficamente la Segunda República.
El Auge Económico y el Nacionalismo Económico
Durante el primer tercio del siglo XX, la economía española experimentó un crecimiento significativo en todos los sectores, favorecido por la neutralidad en la Primera Guerra Mundial. Hubo una política arancelaria proteccionista y luego nacionalista. La demografía mostró un aumento constante de la población y una transición hacia una demografía moderna. Se intensificó la urbanización y se produjo un cambio hacia la industria y los servicios. Aunque persistieron problemas en la agricultura y la minería, la industria creció, apoyada por un capitalismo nacionalista. Se fortaleció la unión entre la industria y la banca, y se promovieron nuevas industrias. La política arancelaria se volvió más proteccionista, favoreciendo la industria nacional. Este enfoque, llamado»nacionalismo económic», continuó durante la dictadura de Primo de Rivera y el franquismo, con inversiones estatales en sectores estratégicos y obras públicas.