Los Intentos de Modernización: Regeneracionismo y Revisionismo
El desastre colonial del 98 intensificó las críticas hacia el sistema de la Restauración. Mientras que la opinión pública aceptó la derrota con resignación, los partidos no oficiales y los intelectuales criticaron la inoperancia del gobierno, la corrupción electoral y el atraso del país. Entre los sectores críticos destacaron los regeneracionistas que proponían un amplio programa de reformas que sacara al país del atraso. Pedían acabar con el caciquismo, mejorar la administración, extender la educación para acabar con el analfabetismo, impulsar las obras públicas, etc. El principal representante fue Joaquín Costa que en su obra Oligarquía y caciquismo había criticado la corrupción electoral y el atraso económico y social del país. Costa se mostraba partidario de un gobierno presidido por “un cirujano de hierro” que impulsara las reformas necesarias. (“Despensa y escuela”).
Las críticas regeneracionistas cuajaron en buena parte de la opinión pública e incluso en algunos políticos del sistema, como Silvela, Maura o Canalejas que desde el poder promovieron una serie de reformas para modernizar el país. En general estos intentos renovadores no tuvieron mucho éxito y chocaron con los intereses de los grupos tradicionales.
Los proyectos reformistas más destacados fueron los protagonizados por Antonio Maura y José Canalejas.
En 1907 el rey volvió a nombrar jefe de gobierno a Antonio Maura, líder del Partido Conservador. Su proyecto político defendía la necesidad de renovación desde el gobierno para impedir una revolución popular (”Revolución desde arriba”). Partidario de un Estado fuerte capaz de gobernar de forma eficaz, Maura emprendió un ambicioso programa de reformas con el apoyo de la Lliga de Cambó. Decretó una serie de medidas para impulsar el desarrollo económico: Ley de Protección de la Industria Nacional, plan de reconstrucción naval, apoyo a la agricultura etc. En el terreno social reguló el trabajo de mujeres y niños, el descanso dominical, la huelga y creó el Instituto Nacional de Previsión dedicado a los seguros obreros. En el terreno político la nueva Ley Electoral hacía más difícil el fraude en las elecciones. Pero la reforma más ambiciosa fue la de la Administración local que daba más autonomía a los ayuntamientos y diputaciones e intentaba una tímida descentralización reconociendo las regiones (mancomunidades). Las resistencias de la oligarquía y los sucesos de la Semana Trágica impidieron que la ley se aprobara. Además, el talante autoritario de Maura le acarreó la antipatía de los republicanos y los socialistas. Finalmente, los sucesos de la Semana Trágica provocaron su destitución.
Tras un breve paréntesis con Moret, Alfonso XIII encargó a José Canalejas formar gobierno. Líder del sector más izquierdista del Partido Liberal, Canalejas intentó desde el poder un programa regenerador. En su breve gobierno (1910-1912) se enfrentó a las cuestiones que Maura había dejado pendientes: los problemas sociales, el tema religioso, la crisis marroquí y la presión nacionalista. Primero consiguió recuperar la disciplina dentro de su partido y se ganó el respeto tanto del Rey como de la oposición. Entre las medidas que decretó destacan:
- Recortó la financiación a la Iglesia y aplazó el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España durante dos años (la llamada Ley del candado).
- Para ganarse el apoyo de los regionalistas catalanes elaboró la Ley de Mancomunidades que autorizaba a las diputaciones provinciales a unirse para gestionar algunos servicios. La ley posibilitó más adelante la creación de la Mancomunidad Catalana.
- Negoció con Francia un nuevo acuerdo sobre Marruecos que permitía a España conservar la zona norte y del suroeste.
- Aprobó leyes de protección social: jornada de 9 horas, eliminación del trabajo nocturno para las mujeres, regulación del contrato de aprendizaje, seguros obreros y compensaciones por accidentes.
- Modificó el impuesto sobre el consumo, creando uno sobre las rentas.
- La reforma de las quintas estableció un servicio militar obligatorio en tiempos de guerra y más reducido en tiempos de paz y suprimió la redención en metálico.
Pero su asesinato, el 12 de noviembre de 1912, interrumpió su labor reformista y también el último intento de renovar el país desde una óptica regeneracionista.
La Quiebra del Sistema: Conflictividad Social y Crisis: 1909, 1917 y 1921
Como hemos señalado anteriormente, el reinado de Alfonso XIII fue, excepto los buenos años de la Primera Guerra Mundial, una etapa de grandes tensiones debido a: la inestabilidad política, la fuerte conflictividad social, las exigencias de los nacionalismos periféricos, la creciente oposición de los partidos no oficiales y de las organizaciones obreras, a lo que se sumó el descontento de los militares y los desastres coloniales. Todos estos problemas desencadenaron una serie de crisis que a medio plazo llevaron a la dictadura del General Primo de Rivera. Las más importantes fueron:
4.1.- La crisis del Cu-cut y la ley de Jurisdicciones
Entre 1903 a 1905 se sucedieron distintos gobiernos conservadores (Villaverde, Silvela y Maura) de efectividad limitada por las sucesivas crisis, que se agravaron, con el gobierno de los liberales (Moret), al estallar en 1905 el conflicto del Cu-Cut y la ley de Jurisdicciones. El Cu-Cut era una revista humorística que publicó un chiste presuntamente ofensivo contra el ejército. El gobierno central apoyó a los militares de la guarnición de Barcelona que asaltaron y destruyeron la redacción de la revista y del diario La Veu de Catalunya. Además el ejecutivo sometió a jurisdicción militar todos los delitos de ofensas contra el ejército y los símbolos de la patria. Las fuerzas políticas catalanas reaccionaron y se presentaron a las elecciones de 1907 con una candidatura común – Solidaridad Catalana – con bastante apoyo.
4.2 – La crisis de 1909: La Semana Trágica de Barcelona
Los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona tuvieron su origen en la situación de tensión y agitación que vivía la ciudad ya en años anteriores. Al éxito del nacionalismo había que sumar el crecimiento de la movilización obrera y de los republicanos. En Cataluña, la ideología anarquista fue la predominante entre los obreros, siendo menor la implantación del socialismo. En 1907 se creó Solidaridad Obrera, alternativa a Solidaridad Catalana, que intentó agrupar a todas las fuerzas de izquierda. Además, el Partido Republicano Radical, dirigido por Alejandro Lerroux, contó también con grandes apoyos entre las clases medias y los trabajadores, especialmente entre los inmigrantes que llegaban a Cataluña. Lerroux, magnífico orador, no exento de ciertas dosis de demagogia, divulgó un mensaje anticlerical, aparentemente revolucionario y españolista. Por otro lado, el antimilitarismo también se había incrementado desde la aprobación de la ley de Jurisdicciones.
A esta situación explosiva se unió la crisis marroquí. Desde los últimos años del siglo XIX la presencia española en el N. de África había aumentado. Además, La Conferencia de Algeciras, celebrada en 1906, concedió a España la administración del Rif. En los años siguientes, diversas compañías españolas comenzaron a instalarse en la región para explotar las riquezas mineras y para proteger sus intereses se enviaron tropas. En 1909 los trabajadores españoles fueron atacados por los rifeños y el gobierno de Maura envió un ejército de apoyo que incluía a soldados reservistas. Las protestas y movilizaciones no fueron atendidas y la tensión fue en aumento sobre todo en Barcelona. Solidaridad Obrera convocó una huelga general para el 26 de julio, a la que se sumaron anarquistas, lerrouxistas y la U.G.T. Las malas noticias que venían de Marruecos (desastre del Barranco del Lobo), empeoraron aún más la situación. La huelga derivó en una revuelta popular que se extendió por las ciudades industriales vecinas: Sabadell, Tarrasa y el gobierno decretó el estado de guerra. La falta de dirección y de coordinación entre las fuerzas políticas convocantes descontrolaron la situación. Durante tres días hubo luchas callejeras entre huelguistas, policía y ejército. El balance final fue de 116 muertos, más de 300 heridos y numerosos edificios destruidos, sobre todo conventos. La represión posterior fue muy dura: detenciones, consejos de guerra y penas de muerte aunque solo se ejecutaron cinco, entre ellas estaba el pedagogo anarquista Ferrer i Guardia. Maura fue sustituido por Moret hasta que en 1910 gobernó Canalejas. En 1914 estalló la 1ª Guerra Mundial y el gobierno presidido por E. Dato se declaró neutral. Fueron años de estabilidad política y expansión económica por la venta de productos a los países beligerantes.
4.3 – La crisis de 1917
A comienzos de 1917 el descontento era general. El hambre provocada por el alza de precios, la falta de algunos productos básicos y el escándalo por las grandes fortunas construidas por la especulación habían enrarecido el ambiente sobre todo en las zonas campesinas y obreras. Las huelgas eran cada vez más frecuentes y los partidos no oficiales criticaban la inoperancia de los gobiernos y denunciaban la corrupción. Los intelectuales lamentaban en sus artículos y libros la situación de España y criticaban el sistema caciquil de la España oficial, alejada de la España real. Por otro lado, el contexto internacional influyó. En una Europa en guerra se produjeron importantes revueltas entre ellas la caída del zarismo en Rusia.
La situación culminó en tres grandes movimientos revolucionarios que estallaron en junio de 1917 protagonizados por los militares, los parlamentarios y las organizaciones obreras.
1.- La protesta militar
En el ejército había desde años cierto malestar debido a la escasez del presupuesto, a su precariedad técnica y a la falta de expectativas de ascenso. Además, los salarios apenas permitían un nivel de vida digno y la situación empeoró con el alza de precios. Los oficiales formaron Juntas de Defensa para defender sus intereses económicos y profesionales, especialmente la regulación de los ascensos. El gobierno intentó controlar el movimiento de las Juntas y ordenó disolver la junta de Barcelona. El arresto de sus dirigentes provocó un movimiento de solidaridad en todo el Ejército. En el Manifiesto de las Juntas se criticaba la situación de los cuarteles, la política de ascensos y se daba un ultimátum al ejecutivo para que se atendieran sus reivindicaciones. Este incapaz de restablecer la disciplina dimitió y Alfonso XIII encargó gobierno a Dato que finalmente aceptó las exigencias de los militares y reconoció las Juntas.
2.- Asamblea de Parlamentarios
El movimiento de las Juntas animó a los parlamentarios y políticos regionalistas y de izquierda (republicanos, demócratas y socialistas) para exigir la reapertura de las Cortes y reformar la Constitución. Ante la negativa de Dato, los parlamentarios catalanistas promovieron la convocatoria de una Asamblea Nacional de Parlamentarios para reformar la vida política. La tensión fue en aumento, mientras los diputados catalanes buscaban apoyos el gobierno censuró la prensa para impedir la difusión de la noticia. Pero el día 19 julio unos 70 diputados y senadores se reunieron en Barcelona, en medio de un gran respaldo popular. De la Asamblea salió un acuerdo para exigir un cambio de gobierno, la convocatoria de Cortes Constituyentes y un amplio programa de reformas. El ejecutivo, presidido por Dato, se limitó a disolver la reunión y a detener a algunos participantes. Finalmente la habilidad de Dato al incluir a dos miembros de la Lliga en el gobierno apaciguó la situación.
El movimiento de los parlamentarios fracasó por la división entre las fuerzas políticas, porque las Juntas de Defensa no colaboraron y por el temor a un estallido revolucionario.
3.- La protesta obrera y la huelga general
Pero el principal factor de la crisis del 17 fue la protesta obrera. La tensión social había ido creciendo; basta señalar que en 1916 se produjeron en el país más de 237 huelgas. La intransigencia de los gabinetes de Dato y García Prieto exacerbó aún más la agitación en las calles y en las zonas agrarias. En marzo de 1917 los sindicatos UGT y CNT y los partidos de izquierda acordaron organizar una huelga general indefinida para forzar al gobierno a un cambio de rumbo y exigir mejoras salariales y laborales. El preámbulo lo marcó un conflicto de los ferroviarios valencianos que se convirtió en una huelga ferroviaria en todo el país y que el 10 de agosto acabó convirtiéndose en huelga general. El paro tuvo un seguimiento importante en las zonas mineras e industriales. Madrid, Bilbao, Oviedo y Gijón quedaron paralizadas. La respuesta del gobierno fue durísima, sacó las tropas a la calle y los enfrentamientos se sucedieron. Día a día aumentaban los muertos, heridos y detenidos. El día 20 los sindicatos comenzaron a desconvocar la huelga, y poco a poco se restableció la normalidad. En Asturias la huelga se prolongó hasta mediados de septiembre. El balance fue trágico: 80 muertos según datos oficiales -más de 100, según otras fuentes- y más de 2000 detenidos. Los miembros del Comité de huelga – Largo Caballero, Besteriro, Saborit y Anguiniano- fueron detenidos y condenados a pena de muerte, pero se les conmutó por cadena perpetua ante las protestas generalizadas. Pocos meses después el gobierno decretó una amnistía y los puso en libertad al ser elegidos diputados. Pese al fracaso, la huelga demostró la capacidad de movilización que tenían los sindicatos. Por otro lado, tanto los parlamentarios como las Juntas militares cerraron filas con el gobierno y apoyaron la represión. Dato fue sustituido por un gobierno de coalición en el que participaron los catalanistas de la Lliga (Cambó) y algunos militares (de la Cierva.).
4.4-. La descomposición del sistema (1918-1923). El desastre del Annual
El período que va de 1918-1923 supuso el último acto en el descrédito del sistema de la Restauración. En estos años la crisis se hizo más profunda y culminó en el golpe de Estado de septiembre de 1923, que suspendió el régimen parlamentario.
Desde 1918 se sucedieron diferentes gobiernos. El primero fue de concentración y contó con los principales líderes (Maura, Romanones, Cambó, Dato…). Pero las reformas que se propusieron – descentralización, reforma del Senado y de la Constitución, etc – dividieron a los ministros y provocaron una nueva crisis. A partir 1919 se formaron gobiernos de tendencia conservadora (Maura, Dato) para hacer frente a la creciente tensión social. Efectivamente, el triunfo de la revolución en Rusia animó a los obreros. Además el alza de precios y el aumento del paro multiplicó la afiliación a los sindicatos que se radicalizaron. La C.N.T. se decantó por la “acción directa”, la huelga y el rechazo de la vía política. El P.S.O.E. también se inclinó por posiciones revolucionarias, aunque no pudo evitar que su ala más radical fundara el Partido Comunista de España (P.C.E.), en 1921. De esta manera, las huelgas y los conflictos fueron constantes en estos años (trienio bolchevique 1918-1921) y obstaculizaron el normal funcionamiento de los sucesivos gabinetes. Una de las huelgas más destacadas fue la de la Canadiense, compañía que abastecía de luz a buena parte de Barcelona. La negativa a admitir a los obreros despedidos y la intransigencia de las autoridades (Martínez Anido) provocó la respuesta solidaria y pacífica de los obreros, dirigidos por la C.N.T. que paralizó la ciudad. Para calmar la situación el gobierno decretó la jornada laboral de ocho horas. También en el campo los jornaleros andaluces y extremeños se movilizaron reclamando tierras. La conflictividad social endureció la posición del gobierno (Maura) y de los empresarios que cerraron las fábricas (louck-out), despidiendo a 100.000 trabajadores; además decidieron combatir a los anarquistas financiando a pistoleros para que eliminaran a los principales líderes cenetistas (Salvador Seguí). A su vez los anarquistas más radicales respondieron a estos atentados – asesinato de Dato – con lo que el país entró en una espiral de violencia sin precedentes. Entre 1919 y 1921 hubo más de 300 atentados, con un balance de 150 muertos, la mayoría obreros. Desde 1921, las autoridades aumentaron la represión contra los sindicalistas y aplicaron la Ley de Fugas que permitía disparar a los detenidos en caso de intento de fuga.
A la gravísima situación social y política se añadió entre 1921 y 1923 la guerra de Marruecos. Desde las primeras décadas del s. XX la presencia española en el N. África fue contestada por las tribus rifeñas organizadas en cabilas y cuyo líder era Abd-el Krim. Estas, aprovechando el terreno abrupto, hostigaban al ejército español, mal equipado y compuesto por soldados de remplazo y algunos indígenas. En 1920 se creó La Legión, un cuerpo de élite en el que destacaron algunos militares africanistas como Millan Astray, Sanjurjo y Franco. En el verano de 1921 una acción mal planificada, dirigida por Fernández Silvestre, provocó el desastre del Annual, que causó 12.000 muertos. En los meses siguientes se generalizaron las protestas contra el ejército y el gobierno. La oposición exigió una investigación de lo sucedido y responsabilidades. El informe Picasso implicaba al gobierno. En este ambiente se preparó el golpe de Estado.
La Dictadura de Primo de Rivera y la Caída de la Monarquía (1923-1931)
Los graves problemas por los que pasaba el país, especialmente tras la crisis de 1917, favorecieron el golpe de Estado del general Primo de Rivera, en 1923. Por otra parte, el establecimiento de la Dictadura hay que relacionarlo con la aparición de movimientos totalitarios en la Europa de entreguerras. Durante este periodo España conoció una fase de cierta prosperidad que coincidió con el auge económico internacional de los años veinte. Sin embargo, la Dictadura fue una fase provisional y no consiguió solucionar los viejos problemas que tenía la nación y en su caída, arrastró también a la monarquía de Alfonso XIII.
Las circunstancias que llevaron a la Dictadura fueron de diverso índole:
- Las consecuencias del desastre del Annual, el descontento de los militares por la humillación y falta de medios y por el expediente Picasso.
- El auge del nacionalismo en Cataluña y P. Vasco provocaba el recelo de los grupos más derechistas que veían amenazada “la unidad de la Patria”.
- La división de los partidos dinásticos y el ascenso de socialistas y republicanos inquietaba a la oligarquía y a los militares conservadores. Un gobierno autoritario era bien visto por estos sectores para poner freno a la inestabilidad social y al auge del movimiento obrero. Las clases medias desengañadas del régimen de la Restauración y de la inestabilidad social también vieron con buenos ojos un cirujano de hierro del que hablaba Costa.
- El consentimiento del propio Rey.
- El contexto internacional: el trauma generado por la Primera Guerra Mundial, la dura crisis económica de posguerra, y, sobre todo, el establecimiento del comunismo en Rusia, alentó a los partidarios de gobiernos autoritarios. El golpe de Primo de Rivera coincidió en el tiempo con el ascenso de Mussolini y con el fracasado intento golpista de Hitler.
Ante esta situación no es de extrañar los constantes rumores y las especulaciones publicadas en la prensa escrita sobre la posibilidad de que se produjera un golpe de Estado. En junio, un grupo de generales, entre ellos varios africanistas, prepararon el pronunciamiento y llegaron al acuerdo de que fuera M. Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, quien lo dirigiera. Admirador de Mussolini y populista, Primo de Rivera se sublevó el 13 de septiembre, declaró el estado de guerra y suspendió la Constitución de 1876. Alfonso XIII le encargó formar gobierno. En un manifiesto dirigido a la nación, Primo de Rivera justificó el golpe militar criticando “la vieja política”, la conflictividad social y la crítica situación económica y prometía una regeneración de país.
Se suelen diferenciar dos grandes etapas en la evolución de la Dictadura:
1ª DIRECTORIO MILITAR (1923-25)
Durante este periodo Primo de Rivera se propuso solucionar los problemas que habían hecho fracasar el sistema de la Restauración: garantizar el orden público, frenar las exigencias del nacionalismo, erradicar el caciquismo y hacer frente a la situación en Marruecos. Para ello, organizó un gobierno centralizado basado en los principios de autoridad, orden y eficacia, siguiendo la línea regeneracionista de principios de siglo. Admirador de Mussolini, la dictadura de Primo de Rivera presentó algunos rasgos comunes con el fascismo de moda en Europa: el régimen de partido único, el Estado corporativo y el amplio apoyo social de los militares y las élites. Las primeras medidas adoptadas se orientaron a organizar una dictadura férrea en la que los militares controlaron todos los cargos importantes. Primo de Rivera fue nombrado ministro único asistido por un Directorio Militar, compuesto exclusivamente por los jefes del Ejército. Declaró el estado de guerra en todo el país, sustituyó a todos los gobernadores civiles por militares, que asumieron todo el poder en las provincias y cambió a los altos cargos de la Administración por militares o por funcionarios de segunda fila adictos al régimen. Además, suspendió las garantías constitucionales referentes a la detención, asociación, reunión y expresión. Otro decreto disolvió el Congreso y la parte electiva del Senado. Por último, estableció una rígida censura de prensa que prohibía cualquier alusión crítica a la Dictadura. A pesar de las duras medidas, el régimen contó con un gran respaldo popular.
Eliminada la actuación de los partidos y suspendidas las Cortes, era necesario crear una organización que apoyara al nuevo régimen y que le proporcionara los cargos que necesitara. La Unión Patriótica se convirtió en el partido gubernamental y en el instrumento para encauzar su política económica y social. Se nutrió de los círculos católicos y de los sectores más conservadores, convirtiéndose en un partido de masas con cerca de 2 mill. de afiliados.
El Estado corporativo se basaba en el tutelaje constante del Estado para garantizar la paz y la justicia social, intentando armonizar capital y trabajo. Se formaron comités paritarios de patronos y obreros, presididos por un representante del gobierno, para discutir los problemas laborales. La organización corporativa aunque fue ampliamente criticada por unos contó con el apoyo de la UGT y contribuyó a la paz social. Favorecido por un periodo de auge económico, las condiciones de los trabajadores mejoraron. Se creó más empleo, se reconocieron derechos laborales, etc.
La reforma de la administración local se concretó con el Estatuto Municipal de Calvo Sotelo. Pretendía acabar con el caciquismo y dotar a los municipios de más autonomía económica. Se realizaron numerosas obras públicas: escuelas, hospitales, mejora del riego y alcantarillado
Otras medidas se encaminaron a reforzar a las fuerzas de orden público y a garantizar el “espíritu cívico”. El Somatén fue un cuerpo armado auxiliar y contrarrevolucionario afín al régimen, inspirado en el modelo de la Italia fascista. El control del movimiento obrero, especialmente de los anarquistas, fue una prioridad para el dictador. Se prohibieron las asociaciones y cualquier tipo de manifestación. También controló el nacionalismo catalán.
Pero, sin duda, el gran éxito del Directorio militar fue terminar con la guerra de Marruecos. Las incursiones de Abd-el-Krim por territorios controlados por los franceses originó una acción conjunta de las tropas de ambos países que desembarcaron en la bahía de Alhucemas (1925) y acabaron con la resistencia de los marroquíes. La victoria en Marruecos colocó a Primo de Rivera en la cima de la popularidad, le reconcilió con los militares africanistas y le renovó el apoyo de la oligarquía, que podía volver a invertir con tranquilidad en Marruecos.
2.- DIRECTORIO CIVIL (1925-1930)
Tras el éxito de Marruecos, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por otro civil. Se apoyó en los sectores católicos y conservadores, prescindiendo de las élites políticas que habían colaborado en la Restauración. Tampoco restableció los partidos, ni la constitución. El principal esfuerzo se dirigió a crear un régimen apoyado en la Unión Patriótica y en una Asamblea Nacional Consultiva cuyos miembros no eran elegidos por sufragio sino designados entre las grandes instituciones del país. La Asamblea debería preparar una nueva constitución que consolidara el Estado corporativo y el régimen de partido único. Pero el proyecto constitucional realizado no satisfizo a nadie y resultó un rotundo fracaso. Más éxito tuvieron las medidas económicas y sociales favorecidas por la buena coyuntura internacional. Se llevó a cabo una política económica de corte proteccionista y con intervención del Estado. Se crearon monopolios como CAMPSA o Telefónica, se renovaron las carreteras, el ferrocarril y se impulsaron las obras hidráulicas y el regadío.
En la política social, El Código de Trabajo de 1926 reguló los contratos, los accidentes laborales, etc. Otras medidas se destinaron a apoyar a los emigrantes, a las familias numerosas, a proteger la maternidad y a mejorar la enseñanza.
A partir 1927 las críticas al régimen aumentaron. Los líderes de los partidos dinásticos exigieron a Alfonso XIII el restablecimiento de la Constitución y la convocatoria de elecciones. Ante la negativa del rey algunos se pasaron a las filas republicanas. También el descontento creció dentro del Ejército por la política de ascensos, incluso provocaron algún conflicto, como la sanjuanada. Igualmente creció la oposición entre los universitarios y los intelectuales, algunos como Marañón, Ortega y Gasset o Unamuno lo hicieron de manera combativa. En cuanto a la izquierda obrera pasó del desconcierto inicial a las movilizaciones, especialmente a partir de 1929, cuando se empezaron a notar los efectos de la crisis económica. La CNT, que había sido perseguida por el régimen, se dividió entre un sector posibilista (Pestaña) y otro más radical que acabó fundando la FAI. También el PSOE rechazó la dictadura y se inclinó hacia la República. El movimiento republicano permaneció inactivo hasta 1926, año en el que se fundó Alianza Republicana. El descontento de los sectores nacionalistas fue mayor en Cataluña por las limitaciones al uso del catalán y la liquidación de la Mancomunidad. La burguesía catalana retiró su apoyo a la Dictadura y la izquierda catalanista se agrupó en torno a Francesc Maciá,
En otoño de 1929 se produjo la crisis de Wall Street que acabó de precipitar el desplome de la Dictadura. A las protestas en las universidades se sumó una oleada de huelgas provocadas por el hundimiento de la peseta, la crisis financiera y la inflación. Primo de Rivera, enfermo, presionado por el Ejército y la oligarquía – ya sin el apoyo del Rey -, dimitió el 27 -I- 1930. Alfonso XIII encargó la formación de un nuevo gobierno al general Berenguer, que apoyado por parte de los partidos oficiales, restableció las libertades constitucionales y llevó a cabo una política económica restrictiva limitando los gastos para hacer frente a la crisis. Pero la oposición aumentaba, especialmente hubo un gran auge de los republicanos. Por todo el país surgían agrupaciones republicanas de derecha o izquierda. Algunos políticos del régimen – Alcalá Zamora, Miguel Maura – se declararon “monárquicos sin rey” y otros pasaron a las filas republicanas. Al republicanismo se sumaron también los grupos nacionalistas catalanes y gallegos que veían en la República la posibilidad de conseguir estatutos de autonomía. También el movimiento obrero pasó a defenderla. Intelectuales y estudiantes se alinearon igualmente contra la monarquía. Por último, el republicanismo comenzó a cuajar incluso en algunos sectores del Ejército (aviación y artillería).
En agosto de 1930 se reunieron los representantes de los principales partidos republicanos, socialistas moderados y regionalistas que firmaron el Pacto de San Sebastián, un frente unido contra la monarquía. Se organizó un Comité revolucionario encabezado por Niceto Alcalá Zamora encargado de contactar con los militares republicanos (Queipo de Llano) y con los líderes del movimiento obrero para organizar el levantamiento y formar un gobierno provisional.
Desde entonces los acontecimientos se precipitaron. El día 12 de diciembre, los capitanes Fermín Galán y García Hernández se pronunciaron en Jaca por la República. Al no conseguir apoyos fueron juzgados y ejecutados. Las movilizaciones en favor de la República continuaron. Otro segundo intento de proclamar la República se produjo en Cuatro Vientos, el 15 de diciembre y estuvo protagonizado por Queipo de Llano y Ramón Franco. Ante esta situación, Berenguer que no tenía apoyos y decidió presentar la dimisión el 14 de febrero del 1931.
El Rey encargó gobierno al almirante Aznar que convocó elecciones municipales para el 12 de abril. Las elecciones se desarrollaron con normalidad y se veían como un sondeo para las legislativas posteriores y como un plebiscito a la monarquía. Los resultados dieron la mayoría a los monárquicos pero los republicanos habían ganado de forma contundente en casi todas las ciudades importantes. Como reconoció el propio Aznar: “El país se había acostado monárquico y se había levantado republicano”. El 14 de abril el rey dejó el país y se proclamó la 2ª República.
En resumen, aunque la Dictadura tuvo sus aspectos positivos: consiguió solucionar el problema de Marruecos, garantizó el orden, impulsó una legislación social y el desarrollo económico del país, fracasó por sus propias contradicciones, los efectos de la Gran Depresión y por la actuación de una oposición cada vez más radicalizada e inclinada hacia posiciones republicanas. Sus críticos le acusan de ser el germen del franquismo, de dividir a los militares y de desgastar a Alfonso XIII.
La Situación Económica y Social de la España de Principios del s. XX
A pesar de los avances del siglo anterior, la España de 1900 era aún un país de campesinos y de base agraria. No obstante se produjeron avances:
- La agricultura continuó renovándose. Las mejoras técnicas, la utilización de abonos químicos y la expansión del regadío hicieron aumentar la producción que se orientó al mercado. Especialización: cereales en la Meseta, olivar andaluz, y frutales en Levante. Pervivían problemas como el de la propiedad. Minifundio –latifundio y numerosos jornaleros.
- Modernización en la industria sobre todo en la textil, minería, siderúrgica y otras, como la electricidad, la alimentación, naval, cementera y la química, crecieron en estos años. La energía eléctrica experimentó un gran impulso por las obras hidráulicas y se generalizó su uso como fuente de energía en la industria y en el consumo doméstico. Nacionalización de algunas empresas como en el ferrocarril y la minería. Pero continuaban los desequilibrios regionales, la dependencia de capital y tecnología extranjera, la debilidad del mercado interior y la poca competitividad exterior. Evolución: expansión del 1914 -1917 por la neutralidad en la G. Mundial y en los años 20. Crisis a partir de 1929 por los efectos de la Gran Depresión.
- Reducción del déficit público por el control del gasto y por la expansión de los años de la 1ª G. Mundial y de los años 20. Estabilización de la peseta. Expansión bancaria.
Situación social
- Crecimiento demográfico lento pero continuo. Se pasó de 18 mll a más 23 en 1930, debido a la fuerte reducción de la mortalidad. Aún así hubo algunas epidemias como la de gripe de 1918, cólera, viruela o tuberculosis. Fuerte emigración interior a las ciudades y focos industriales de la periferia. Gran expansión urbana. Emigración a América Latina.
- Estructura social característica de una sociedad de clases con fuertes desigualdades sociales. Oligarquía industrial y financiera, grandes terratenientes del interior que apoyaban a los partidos oficiales, clases medias que votaban a los partidos de la oposición, pequeños campesinos y jornaleros. La novedad fue la gran expansión del proletariado urbano que debido a las duras condiciones de vida y laborales adquirió conciencia de clase y pasó a engrosar las filas de las organizaciones y partidos obreros. Se consiguieron algunas mejoras como la reducción de la jornada laboral, la regulación del trabajo infantil y de las mujeres, seguros y protección en el trabajo… Fuerte crecimiento de los sindicatos como la recién creada Confederación General del Trabajo (1910-CNT), de orientación anarquista y la UGT. Estos protagonizaron a lo largo del periodo numerosas huelgas y protestas y formaron parte activa en los sucesos de la Semana Trágica, la crisis del 1917 y durante los años del llamado trienio bolchevique. Durante la Dictadura los anarquistas fueron duramente reprimidos y la UGT mantuvo una política ambigua. El PSOE se consolidó como un partido importante llegando a tener siete diputados en las Cortes de 1923, aunque sufrió la escisión de los sectores más radicales (juventudes socialistas) que acabaron aceptando los consejos de la Internacional Comunista (III AIT) y fundaron El PCE (1921).