La Crisis del Estado Liberal en España: De la Restauración a la Guerra Civil

La Crisis del Estado Liberal, la Segunda República y la Guerra Civil

Panorama General del Reinado de Alfonso XIII

Intentos de Modernización, el Regeneracionismo, Crisis y Quiebra del Sistema de la Restauración, y la Guerra de Marruecos

Tras el desastre del 98, se extendió el pensamiento regeneracionista de Joaquín Costa entre intelectuales y políticos. Estos se plantearon la necesidad de modernizar la nación española revitalizándola. Para ello, había que afrontar los siguientes problemas:

  • Dar autenticidad al sistema político atrayendo hacia él a las “masas neutras”.
  • Mejorar las condiciones de las masas populares, cada vez más atraídas por las ideologías radicales.
  • Encauzar a los partidos obreros dentro del sistema para que este fuera más representativo.
  • Afrontar el problema nacionalista con una cierta descentralización.
  • Devolver a España un papel de potencia en el concierto internacional.

En este clima revisionista, inició su reinado Alfonso XIII (1902) con 16 años de edad y un manifiesto deseo de implicarse en la política para mejorar España. Su reinado estuvo caracterizado por su protagonismo (que le permitía la Constitución de 1876), ya que podía elegir el gobierno o retirarle su confianza, y por su espíritu castrense, que le hizo intervenir en ocasiones a favor del ejército, que volvió a destacar en la política del país. Ambos aspectos harían que los fracasos del sistema provocaran también el descrédito de la monarquía.

Con su reinado se inicia una nueva etapa de la Restauración, pues murieron los principales dirigentes de los dos grandes partidos (Cánovas y Sagasta) y se produjo un relevo generacional con nuevas figuras que marcaron distintas tendencias, sin que ninguno volviera a conseguir el liderazgo y la unidad de los viejos dirigentes. Esto fue otro factor que debilitó al sistema.

El Intento de Maura

Uno de los principales intentos de revisar el régimen fue el del conservador Antonio Maura, convencido de la necesidad de hacer una “revolución desde arriba” saneando el sistema, eliminando el fraude y el caciquismo, y para hacer una política sin trampas. Para ello, realizó una ley electoral que fue, no obstante, insuficiente ante el problema. También abordó una política laboral y social, creándose el Instituto Nacional de Previsión, que había de proporcionar pensiones a los trabajadores jubilados, aunque tardó tiempo en ser eficaz. Se estableció el descanso dominical.

Maura era un decidido partidario de intervenir en Marruecos, donde un acuerdo franco-británico (1904) y la Conferencia de Algeciras (1906) le habían conferido a España un protectorado en la zona del Rif, de escaso interés económico y habitado por diversas kabilas, poco acostumbradas a obedecer a un poder político superior. En 1909, atacaron a unos obreros españoles que construían el ferrocarril, y Maura decidió enviar tropas reservistas. Esto dio lugar a los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona (junio de 1909), en que la rebelión iniciada en el puerto se extendió por toda la ciudad con barricadas y quema de conventos. Se produjo una dura represión y fue condenado el anarquista y pedagogo Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna, lo que provocó una protesta internacional que decidió la dimisión de Maura.

El Gobierno de Canalejas

Le sucedió el liberal José Canalejas, que promulgó la Ley de Reclutamiento, que establecía el servicio militar obligatorio para acabar con la práctica del soldado de cuota, aunque aún se pudieron reducir meses de servicio pagando una cantidad de dinero. También promulgó la Ley de Asociaciones Religiosas, llamada del Candado, que prohibía la instalación en España de nuevas órdenes religiosas, reavivando el debate sobre el papel de la Iglesia en la nueva sociedad, en un momento de auge del anticlericalismo en los sectores más izquierdistas. También profundizó en las mejoras laborales: jornada laboral, regulación del derecho a huelga, trabajo femenino.

Canalejas fue asesinado por un anarquista en la Puerta del Sol. Así terminaron los dos intentos más importantes de salvar el régimen de la Restauración.

El Auge del Movimiento Obrero

De hecho, el movimiento obrero había crecido en fuerza e importancia desde principios del siglo XX, sobre todo el anarquismo, que fundó la CNT en 1910, con muchos afiliados partidarios de las huelgas y los atentados como medio de lucha, destacando el proletariado catalán y el campesinado andaluz. También crecieron los socialistas, que tenían cierta implantación en Madrid, Asturias y País Vasco, y en coalición con los republicanos consiguieron un primer diputado en 1910 (Pablo Iglesias). El problema social se agravó por el impacto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), ante la que España optó por la neutralidad, pero que supuso un importante desarrollo económico al exportarse muchos productos a los países beligerantes. Los empresarios pudieron ampliar sus negocios y hacer grandes beneficios, contrataron más mano de obra, pero, al subir los precios por la demanda exterior, los trabajadores perdieron capacidad adquisitiva y aumentó la distancia y el odio entre las clases sociales.

La Crisis de 1917

La situación de crisis estalló en el verano de 1917, en que coincidieron tres rebeliones:

  • Los militares del cuerpo de Artillería formaron Juntas de Defensa que reclamaron la revisión de los méritos y ascensos de los oficiales africanistas en la guerra. El gobierno cedió a su presión, en parte instigado por el rey, que apoyó al ejército.
  • Francesc Cambó, presidente de la conservadora y burguesa Lliga Regionalista, convocó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona para debatir la organización territorial de España y una posible estructura federalista, desafiando al gobierno central. Pero fracasó por el desinterés de los partidos de izquierda, que aspiraban a reformas más profundas de todo el sistema.
  • La huelga general organizada por CNT y UGT, que estalló en Valencia por el despido de unos obreros del ferrocarril y se extendió por toda España. La lucha y la represión del ejército fueron muy violentas, por lo que la debilidad del gobierno se hizo patente.

Tras la crisis de 1917, el sistema ya estaba agotado. Se sucedieron gobiernos de coalición, pero sin autoridad ni fuerza frente a la agitación social, que aumentó en el llamado Trienio Bolchevique (1918-1920), pues, a raíz del triunfo de la Revolución rusa, las huelgas se triplicaron y las represalias de los patronos con cierres y despidos. En Barcelona, pistoleros a sueldo de empresarios o sindicatos, para saldar cuentas entre ellos, sembraron miedo e inseguridad en la ciudad.

El Desastre de Annual y el Golpe de Primo de Rivera

En este contexto, se produjo el desastre de Annual, cuando en 1921 el general Silvestre, de la comandancia de Melilla, decidió profundizar en los territorios del protectorado en una arriesgada campaña que fue desbaratada por las tribus rifeñas, organizadas en torno a Abd el-Krim. Las posiciones españolas se vinieron abajo y murieron unos 13.000 hombres en una huida desesperada. La derrota conmocionó a la opinión pública y se pidieron responsabilidades, llevándose a cabo una investigación de lo ocurrido en el Expediente Picasso. En él, salieron a flote muchos fallos de políticos y militares, y quedó también en entredicho la figura del rey, que había apoyado la empresa. Pero el expediente no llegó a las Cortes, pues se produjo el golpe militar del general Primo de Rivera.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *