La Crisis del Parlamentarismo. La Neutralidad en la Primera Guerra Mundial (1914-1923)
b) La crisis de 1917
En 1917 se hizo patente la crisis del liberalismo español, confluyendo tres conflictos: el militar, el político (parlamentario) y el social.
La crisis militar: las Juntas Militares de Defensa
Cánovas había pretendido con el régimen de la Restauración terminar con la presencia de los militares en la vida política a través del pronunciamiento. Sin embargo, tras la guerra de Cuba, jóvenes oficiales reclamaban para el ejército el papel de única fuerza sana dentro de un sistema corrupto. El ejército se convirtió en un cuerpo burocrático, en el que sólo los grados más elevados disfrutaban de un buen nivel de vida. Todos los intentos de reforma encaminados a reducir el gran número de oficiales en plantilla fracasaron.
La guerra de Marruecos propició la aparición de dos sectores distintos: los africanistas, que ascendían con rapidez por méritos en acción, y los que subsistían en pequeñas guarniciones de la provincia, con reducidos salarios. En 1905 quedó clara la interferencia del ejército en la política cuando un grupo de militares asaltó los periódicos barceloneses ¡Cu-Cut! y La Veu de Catalunya, por las críticas reflejadas en una caricatura; esta crisis derribó al gobierno de Montero Ríos y provocó la aprobación de la Ley de Jurisdicciones, que permitía que los ataques contra el ejército no fueran juzgados por los tribunales civiles.
Los oficiales de infantería y caballería organizaron en 1916 unas Juntas Militares de Defensa; reclamaban cambios en el sistema de ascensos, siendo partidarios de la escala cerrada o rigurosa antigüedad, como se venía haciendo en artillería o ingenieros; criticaban los favoritismos y exigían la mejora en sus condiciones económicas. También pedían la convocatoria de unas Cortes Constituyentes.
La crisis llegó a su punto culminante en el verano de 1917. La aprobación de la Ley de Reforma Militar supuso el reconocimiento de los ascensos por estricta antigüedad hasta el cargo de coronel.
La crisis política: la Asamblea de Parlamentarios
El proyecto autonomista reformista de la burguesía catalana, defendido por la Lliga, chocaba abiertamente con las directrices del Gobierno de Eduardo Dato, que suspendió las Cortes, así como las garantías constitucionales. En este contexto, el líder catalán de la Lliga Regionalista, Cambó, organizó en Barcelona para los primeros días de julio una Asamblea de Parlamentarios no dinásticos (catalanistas, republicanos, socialistas), con el fin de plantear unas nuevas bases sobre las que desarrollar la vida política española, dado que los partidos del sistema eran incapaces de dar respuesta a los problemas del momento. Entre otras, contemplaba la formación de un gobierno provisional y la convocatoria de Cortes Constituyentes. Sin embargo, tuvo una participación reducida (menos de una décima parte de los parlamentarios), una de las más notables ausencias fue la de Antonio Maura. Celebrándose el 19 de julio, fue disuelta por la Guardia Civil.
La crisis social: la huelga general
Tras la Primera Guerra Mundial, los precios de los productos básicos comenzaron a dispararse en 1916, por lo que los sindicatos CNT y UGT acordaron una huelga general para diciembre de ese año. Sin embargo, la mala situación se prolongó a lo largo de 1917. En marzo se reunieron en Madrid los representantes de ambos sindicatos, publicando un manifiesto (“Las Huelgas”) en el que se incitaba a realizar otra huelga general. Comenzaron a producirse levantamientos laborales en Bilbao, Cartagena, Huelva, Valencia (sector ferroviario).
La UGT, con el apoyo del PSOE, convocó la huelga general para el 13 de agosto de 1917, teniendo éxito en las principales capitales y centros fabriles (Cataluña, Madrid, Asturias y País Vasco). La protesta adquirió un carácter político y revolucionario, reclamándose el fin de la monarquía y el paso a un sistema republicano, así como la convocatoria de Cortes Constituyentes. Para combatir a los huelguistas, el gobierno recurrió al ejército, declarando la Ley Marcial, con una dura represión, como ocurrió en las zonas mineras de Río Tinto o Asturias. El 20 de agosto la huelga había terminado en toda España, con excepción de Asturias y la cuenca minera de León, que duró hasta septiembre. Los miembros del comité de huelga, entre ellos Julián Besteiro y Largo Caballero, fueron condenados a cadena perpetua, aunque recuperaron la libertad al ser elegidos diputados en 1918 y aprobar las Cortes su amnistía.
c) La descomposición del sistema (1917-1923)
A partir del verano de 1917 y hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, el régimen de la Restauración entró en una progresiva descomposición: fragmentación de los partidos dinásticos, formación de gobiernos de concentración, suspensión de garantías constitucionales y gran conflictividad social. Los enfrentamientos entre sindicalistas de la CNT y los “sindicatos libres” amparados por la patronal y el ejército, los cierres patronales y la aparición de fenómenos de pistolerismo, convirtieron el mantenimiento del orden público en un asunto prioritario de los gobiernos. Las oleadas de huelgas se sucedieron entre 1917 y 1918 y desencadenaron la implantación del estado de guerra y medidas represivas como la llamada “ley de fugas”.
En Andalucía, la situación de miseria del campesinado dio paso al trienio bolchevique (el término designó las “agitaciones campesinas” de la provincia de Córdoba en los años 1918 a 1921, pero puede aplicarse a toda la conflictividad campesina que se registró en España durante esos años).
Uno de los movimientos huelguísticos más importantes fue la huelga de la fábrica de electricidad de La Canadiense (1919). Con motivo de una serie de despidos en esta empresa, encargada del abastecimiento de luz y energía a gran parte de Barcelona, se inició una huelga que, a lo largo de sus cuarenta y cinco días de duración, llegó a paralizar el 70 % de la industria local. Terminó con una victoria de los sindicalistas, lo que provocó la reacción de la patronal y la intervención del ejército, que mantuvo el estado de excepción en Cataluña hasta 1922.
d) El problema de Marruecos: Annual (1921)
Ante el continuo hostigamiento de las cabilas rifeñas de Abd el Krim al ejército español en torno a Melilla, el general Silvestre llevó a cabo una ofensiva que terminó en un verdadero desastre tras la derrota del ejército en Annual (julio de 1921), produciéndose 13.000 bajas, incluido el propio Silvestre. Este hecho causó gran conmoción en España. La petición de responsabilidades, que podía afectar al propio monarca, y las acusaciones de negligencia a los mandos militares motivaron el denominado “Expediente Picasso”, que quedó sin efecto con la llegada de Primo de Rivera.