La Crisis del Sistema de la Restauración en España (1902-1923)

Intentos de reforma política

En 1902 Alfonso XIII fue declarado mayor de edad. La Constitución de 1876 siguió vigente y se mantuvo el turnismo, pero debido a la crisis del 98 hubo un intento de regeneracionismo promovido por quienes clamaban por una reforma de la vida social y política que acabara con el caciquismo y el falseamiento electoral. Se trataba de “hacer una revolución desde arriba para evitar una revolución desde abajo”. En el Partido Conservador destacó Antonio Maura y en el Partido Liberal José Canalejas. A lo largo de esta etapa la división interna fue una constante en la vida diaria de ambos partidos.

Maura quiso acabar con el caciquismo, aunque no lo consiguió, modificando la Ley electoral y la administración local. Canalejas aplicó reformas sociales y laborales, pero su medida más polémica fue la Ley del candado, por la que se limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. El sistema de la Restauración se encontraba por tanto muy deteriorado, a la mencionada corrupción electoral y la persistencia del caciquismo había que añadir el aumento de la conflictividad social por la subida de los precios, el hambre en el campo, los salarios insuficientes, el desempleo en las ciudades y la agitación sindical que promovía continuas huelgas. El problema del terrorismo anarquista y la fuerza creciente de los grupos de oposición hostiles al régimen de Restauración. Así como la desconfianza de buena parte de las élites económicas y empresariales del país en la capacidad de los gobernantes. Por otro lado, veremos la expansión de la intervención de los militares en los asuntos políticos pese a las derrotas del Ejército español en el intento de expansión colonial por Marruecos.

Los partidos Liberal y Conservador cada vez eran menos representativos. La burguesía catalana y vasca empezaron a apoyar a los partidos nacionalistas y una parte de las clases medias y obreras votaban al PSOE, y los sindicatos (UGT y CNT), adquirieron gran fuerza. Otra nueva fuerza política fue el Partido Radical de Lerroux con un programa demagógico, anticlerical y españolista. A partir de 1909 hubo varias crisis que desestabilizaron el sistema.

LA SEMANA TRÁGICA

En 1909 tuvo lugar la denominada Semana Trágica. En julio de 1909 los miembros de algunas cabilas próximas a Melilla atacaron a trabajadores españoles de una compañía minera. El gobierno de Maura ensaya el plan de movilización de reservistas desde Madrid y Barcelona, lo que desata las protestas de madres y mujeres de los alistados. Días después se produce el primer choque contra los marroquíes cerca de Melilla. Las noticias del Desastre del Barranco del Lobo (1200 bajas) coincidieron con la huelga general en Barcelona convocada por Solidaritat Obrera y UGT. El paro fue total y el gobierno declara el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas. Durante tres días se sucedieron asaltos y quema de conventos, enfrentamientos entre huelguistas y ejército, dejan a Barcelona aislada.

El balance fue un centenar de muertos, heridos, edificios destruidos, procesamiento irregular y ejecución del pedagogo y anarquista Ferrer y Guardia que desatan las protestas internacionales. Otras consecuencias de la Semana Trágica fueron la caída de Maura y la alianza electoral de republicanos y socialistas en 1910, que consigue el primer escaño del PSOE en el Congreso para Pablo Iglesias.

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LAS CRISIS DE 1917

En 1914 estalló la I Guerra Mundial, de la que España se mantuvo neutral debido a la profunda división de la sociedad española a favor de uno u otro bando. En un principio, España se benefició de esta situación suministrando mercancías a los países en guerra, sin embargo las exportaciones terminaron provocando una subida generalizada de los precios que acabó perjudicando a las capas populares y generando una importante conflictividad social.

En 1917 estalló una grave crisis en la que coincidieron varios hechos:

  • Por un lado, el descontento de los militares por la forma discriminatoria en la que se producían los ascensos. Decidieron crear unos organismos denominados Juntas Militares de Defensa que pasaron a agrupar a jefes y oficiales. Durante los primeros meses de 1917, el movimiento juntero se extendió con rapidez por las guarniciones militares de los diferentes cuerpos del Ejército por todo el país. Esta protesta militar, además de suponer una ruptura de la disciplina y una grave muestra de insubordinación, se llevó a cabo en circunstancias de enorme tensión política y social.
  • Por otro lado, la protesta política, al ser convocada en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios que reclamaba autonomía para Cataluña y una reforma electoral que acabará con el caciquismo y la corrupción. Esta Asamblea fue disuelta sin violencia y la Lliga catalana terminó pactando con el gobierno por temor a que la situación se descontrolara y favoreciera el triunfo de una revolución proletaria.

LOS SINDICATOS Y EL MOVIMIENTO OBRERO

  • Y por último el movimiento sindical, que convocó una huelga general. La inflación, la persistencia de la miseria en el ámbito rural, la insuficiencia de los salarios y el crecimiento del desempleo en las grandes ciudades provocaron la intensificación de los conflictos sociales y de la agitación obrera. El descontento fue canalizado por la CNT y la UGT. Estas dos organizaciones sindicales suscribieron una alianza en 1916 y, pocos meses después, convocaron una huelga general por tiempo indefinido en agosto de 1917. La huelga en las ciudades fue intensa, paralizando algunas completamente. El gobierno proclamó el estado de guerra. Los incidentes más graves tuvieron lugar en los principales centros urbanos e industriales -Barcelona, Madrid, Zaragoza, Asturias, Vizcaya- y las tropas del Ejército se emplearon con dureza en la represión de los alborotadores.

Entre 1919 y 1923 se produjo una radicalización progresiva del movimiento obrero por la influencia de la Revolución Rusa. La agitación social se había mantenido baja desde principios de siglo hasta 1917. Sin embargo, entre 1918 y 1920, se vivió una etapa de actividad revolucionaria, el llamado “trienio bolchevique”.

Las protestas obreras, las huelgas y los atentados se intensificaron. En Barcelona comenzó en La Canadiense (una empresa que suministraba electricidad) una huelga general que paralizó la ciudad. Los empresarios respondieron con el cierre de empresas y la contratación de pistoleros a sueldo, y el Gobierno con una dura represión policial. La promulgación de la llamada “Ley de Fugas” daba licencia para disparar al detenido que intentaba fugarse. Ante la crisis, los partidos políticos burgueses, incluida la Lliga, colaboraron en gobiernos de concentración, pero la inestabilidad persistió.

EL DESASTRE DE ANNUAL

Esta situación se ve agravada por el desastre militar de Annual (julio de 1921) en el Rif: 12.000 soldados españoles perdieron la vida. La oposición de izquierdas exigió la apertura de una investigación (expediente Picasso). Las responsabilidades implicaban a políticos, militares y al mismo rey. Ante esta crítica situación algunos rectores del ejército deciden intervenir y hacerse con el control del poder. El capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, encabezó el golpe de Estado que acabaría con 47 años de vigencia de la Constitución de 1876.

Conclusión

A pesar de los intentos reformistas de los diversos gobiernos liberal y conservador, la creciente división interna de ambos partidos generó una continua inestabilidad política que no pudo ser aprovechada por los grupos de la oposición, débiles o desunidos. Esto facilitó durante un tiempo la supervivencia del sistema de la Restauración. No obstante, las sucesivas crisis de 1909, 1917 y 1921 provocaron el colapso de dicho sistema y que en 1923 el rey recurriera al apoyo del ejército para mantenerse al frente del Estado.

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