El reinado de Alfonso XIII (1902-1930) fue un periodo convulso para España. Se produjo la crisis del sistema de Cánovas, su turnismo y de los propios partidos turnistas (conservador y liberal). Se reforzaba la oposición republicana, nacionalista y los movimientos obreros. Como respuesta a la crisis, el sistema respondió con una tímida línea reformista y con un cierre del sistema político después. Alfonso XIII intentó sustituir el inoperante juego político por un sistema autoritario sustentado por militares.
Regeneracionismo político
Entre 1898 y 1912 aparece en el poder el Regeneracionismo. Es un intento de reformar el sistema de la Restauración y adaptarlo a las nuevas demandas sociales de los movimientos obreros. Sin embargo, fue incapaz de abrir el sistema político y hacerlo más participativo. Los protagonistas del regeneracionismo fueron Maura y Canalejas.
La primera manifestación fue la “revolución desde arriba” del gobierno conservador de Maura, entre 1902 y 1909. Provocó una tímida reforma de la legislación laboral que mejoraba la condición de los obreros. Más importante fue la creación del Instituto Nacional de Previsión (1908), germen de la seguridad social.
La única reforma política fue la Ley de Reforma Electoral de 1907, que lo único que hizo fue “maquillar” el fraude electoral.
El partido liberal de Canalejas estableció un regeneracionismo político de mayor alcance entre 1910 y 1912: nuevas leyes laborales, eliminación del impuesto de consumos, Ley de Reclutamiento (1912) que eliminaba la figura del soldado de cuota… Estas reformas se vieron truncadas por el asesinato de Canalejas en 1912.
La crisis de 1909 y 1917
La Semana Trágica de Barcelona (1909) fue la primera crisis grave del sistema de la Restauración tras la guerra de Cuba (1898). Fue una explosión de descontento popular motivada por el paro en el sector textil y el embarque de soldados a Marruecos desde Barcelona. Había anarquistas, republicanos y catalanistas. Una de las consecuencias fue la violencia contra la iglesia y la quema de conventos, mostrando cómo las clases bajas identificaban la Iglesia con el orden constituido y los intereses de las clases dominantes. La respuesta del gobierno de Maura fue el uso de la fuerza y la represión exagerada, que le costó la pérdida del poder, y comenzó la ruina del sistema político.
La Semana Trágica y el asesinato de Canalejas (1912) abrió un nuevo periodo (1912-1923) en el que se manifestó la crisis de los partidos turnistas y del propio turnismo de Canovas. La crisis de las partidos se debió a que no eran partidos de masas y dependían de líderes como Cánovas o Sagasta. Cuando éstos desaparecieron, la falta de liderazgo produjo luchas internas por el poder. A partir de 1909, el partido conservador se vio obligado a dejar el poder por la presión internacional y de la oposición.
La oposición política se reforzaba, adquiriendo mucha fuerza los partidos republicanos como el radical de Lerroux; se siguen desarrollando el PSOE y los anarquistas. Los anarquistas crearon su sindicato, la CNT (1910). Destaca el desarrollo de los partidos nacionalistas, en especial los catalanistas, como la Lliga Regionalista de Cambó. Además, apareció un nacionalismo catalán de izquierdas y republicano: la Ezquerra Republicana de Maçiá. El PNV se moderó respecto a las posturas radicales y antiespañolas de Sabino Arana.
España no participó en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), aunque tuvo efectos económicos y sociales muy importantes para España, ya que pasó a ser suministrador de materias primas y alimentos a los contendientes. Esto tuvo un efecto expansivo sobre la economía, aunque el aumento de la demanda exterior provocó un ascenso de los precios. Mientras, los beneficios no se repartieron adecuadamente, ni se produjo un ascenso paralelo de los salarios. Como consecuencia, las clases bajas perdieron poder adquisitivo y aumentó el descontento y la conflictividad social.
Estos problemas económicos y sociales se sumaron al político y al descontento en el ejército, provocando la crisis de 1917.
La primera consecuencia fue la creación de las Juntas Militares de Defensa (1916) que se sublevaron en 1917, debido al descontento contra la política liberal de Romanones: pérdida de poder adquisitivo de los militares, favoritismo en los destinos a Marruecos, exigencia de exámenes de “aptitud” considerados como una deshonra,… El manifiesto de las Juntas de Defensa supone la reaparición del protagonismo del ejército en la política, pues los militares aparecen como garantes de los principios sagrados de la patria. Alfonso XIII lo apoyó, convencido de que el ejército era la mejor defensa contra la oposición política al sistema de la restauración t el mejor sustituto frente a la crisis política.
La Asamblea de Parlamentarios fue el segundo capítulo de la crisis de 1917. era una especie de “parlamento alternativo” a las Cortes, reunido en Barcelona, por iniciativa de Cambó y la Lliga Regionalista, que pretendía unir a la oposición política del sistema de la Restauración. Pudo ser una revolución política incruenta, pues pretendía comportarse como una asamblea constituyente que modificara el sistema de Cánovas. Pero fracasó por las diferencias entre sus componentes, la oposición del rey y el ejército, el miedo a los burgueses a la Huelga General y el ofrecimiento a los catalanistas a participar en gobiernos de concentración.
El tercer capítulo y de la crisis fue la Huelga General promovida por los socialistas y los anarquistas contra la pérdida de poder adquisitivo de los obreros. También reivindicaron un cambio en el sistema político. Tuvo éxito en zonas urbanas (Barcelona, Madrid, Vizcaya, Asturias, Zaragoza), pero apenas en zonas como Andalucía. La respuesta del gobierno fue negarse a negociar y el uso de la fuerza, utilizando al ejército como fuerza de orden público. La huelga contribuyó al fracaso de las Juntas de Parlamentarios, y a acercar las Juntas de Defensa al rey. Tras la crisis de 1917 se hizo patente la inoperancia del sistema político y su incapacidad de abrirse a un modelo más democrático.
La guerra colonial en Marruecos. El desastre de Annual
La guerra de Marruecos fue un cáncer en la vida política entre 1906 y 1927. su origen está en la Conferencia de Algeciras (1906), en las disputas por el Protectorado de Marruecos y la concesión de la zona del Rif para España.
El Rif era una zona pobre poblada por tribus belicosas que amenazaban Ceuta y Melilla. El gobierno de Maura y el ejército español plantearon la conquista del El Rif como una cuestión de honor, para olvidar el desastre del 98. Además existían ciertos intereses económicos (minas de hierro).
Sin embargo, se convirtió en un terrible problema y una larga pesadilla por la resistencia de los rifeños, dirigidos por Abd-el-Krim.
La guerra de Marruecos dividió a la sociedad española. Por un lado, los políticos se dividieron entre los que la apoyaban y los que defendían el abandono. Los militares se dividieron entre los africanistas (favorecidos por ascenso por méritos de guerra) y los juntistas (marginados en la Península sin ascensos por favoritismos). Por último, la guerra de Marruecos agravaba el problema de los soldados de cuota, que libraba del servicio militar a los hijos de las clases adineradas (detonante de la Semana Trágica).
En 1921 el general Fernández Silvestre fue derrotado en Annual. Se perdieron más de 13.000 hombres y Melilla estuvo a punto de caer en manos de Abd-el-Krim. La oposición acusó al gobierno y al propio rey de ineptitud. El desastre de Annual fue una de las causas más importantes del golpe de Estado de Primo de Rivera (1923).