La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930): Del Directorio Militar al Descontento Popular

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Los convulsos acontecimientos con los que había comenzado el siglo XX en España, la Semana Trágica, las innumerables huelgas o el Desastre de Annual, provocaron que los gobiernos dependieran cada vez más de un ejército con el que finalmente en 1923 Primo de Rivera dio un golpe de Estado. Comenzaría así una dictadura de siete años que marcó el final del reinado de Alfonso XIII. La sociedad española, cansada de la vieja política caciquil y de una clase política que fracasaba intentando dar respuesta sin éxito a los problemas del país, acogió en general, salvo anarquistas y comunistas que fueron ilegalizados y reprimidos, favorablemente o con indiferencia el nuevo gobierno que arrancó cuando en la noche del 13 de septiembre Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, declaraba el Estado de Guerra con un manifiesto llamado Al país y al ejército españoles. En él, prometía terminar con el debate político sobre Marruecos, las huelgas, los clamores separatistas y el terrorismo con una visión simplista y manipulada del Regeneracionismo. El golpe de Estado obtuvo el respaldo de las guarniciones de Cataluña, Madrid y Zaragoza, fue entendido por la Iglesia, la burguesía y la aristocracia terrateniente y apenas tuvo oposición política explícita ni de los partidos republicanos ni del PSOE. Sin embargo, fue muy contestado por los sectores comunistas y sobre todo, anarquistas y por algunos intelectuales como Unamuno o Gregorio Marañón que sufrieron una fuerte represión. Así las cosas, el 15 de septiembre el rey nombró a Primo de Rivera presidente del Directorio.

El Directorio Militar (1923-1925)

La Dictadura de Primo de Rivera se ha dividido en dos etapas claramente diferenciadas: el Directorio Militar hasta 1925 y el Directorio Civil que terminaría en 1930.

Primo de Rivera planteó el Directorio Militar (1923 – 1925) como una solución temporal en la que ejercería como ministro único, lo que le valió el apodo del cirujano de hierro, en el que, las líneas de actuación se dirigieron hacia la militarización de la vida política con un gobierno compuesto por ocho generales de brigada y un almirante y la marginación de los políticos liberales. En primer lugar, se disolvieron las Cortes y se dejaron en suspenso algunas garantías constitucionales como la libertad de prensa, se impuso el orden público con duras medidas represivas y se sustituyó a los ministros y gobernadores civiles por militares. En los ayuntamientos los concejales fueron relegados por vocales asociados, designados por sorteo entre los altos contribuyentes. Además en Cataluña se prohibió el uso de símbolos del catalanismo, la Mancomunidad y el catalán en el ámbito oficial. La consecuencia de esta represión fue el giro del catalanismo hacia la izquierda encabezado por Macià, que tuvo que exiliarse a Francia durante esta etapa convirtiéndose en un símbolo.

En el plano político, su planteamiento regeneracionista se dirigía a terminar con el caciquismo y crear un nuevo sistema que dejase atrás la vieja estructura de la Restauración. Sin ilegalizar a los partidos políticos ni sindicatos, a excepción del PCE y la CNT que fueron perseguidos, prohibió su actividad y creó en 1924 la Unión Patriótica, como movimiento político oficial de apoyo a la Dictadura que se constituyó como el partido único, en el que sus miembros pertenecían al catolicismo político y social castellano. Ese mismo año se aprobó el Estatuto Municipal que planteaba una administración centralizada y afecta al Directorio que no logró la erradicación del caciquismo, sólo que cambiara de forma.

El Conflicto de Marruecos

Pero el plano en el que esta primera etapa tuvo las medidas más contestadas, fue en el conflicto de Marruecos. El conflicto hispano-marroquí no despertaba en la población española el entusiasmo nacionalista que se esperaba por parte de algunos sectores políticos, sino que, por el contrario era muy impopular. El coste, humano y económico, de la intervención en Marruecos resultaba muy elevado sobre todo en comparación con los beneficios que aportaba. Consciente de la impopularidad de la guerra, Primo de Rivera era partidario de una solución negociada del conflicto asumió personalmente el Alto Comisariado en Marruecos y buscó el acuerdo con Abd el Krim al que le ofreció una amplia autonomía. Las consecuencias de esta medida fueron graves en dos sentidos: por un lado, irritó profundamente a los militares españoles africanistas y por otro, las tropas de Abd el Krim leyeron la propuesta en términos de debilidad y atacaron a los españoles en Xauen creando 2000 bajas.

Ante esta situación, españoles y franceses lanzaron una ofensiva en Alhucemas en 1926 que fue un gran éxito para el Protectorado, que sometió definitivamente la zona. Terminaba una guerra que había supuesto 25000 bajas y más de 5000 millones de pesetas, por lo que este ámbito se convirtió en el mayor éxito de la Dictadura. Sin embargo, una de las reformas que más oposición plantearon fue precisamente, en el ámbito militar. Partidario de los ascensos por méritos de guerra, dejó en suspenso los relacionados con la antigüedad, lo que supuso la oposición de los oficiales de artillería, cuerpo que dejó en suspenso y que derivó en que parte del ejército se distanciara de la Dictadura

El Directorio Civil (1925-1930)

En diciembre de 1925, Primo de Rivera creó el Directorio Civil (1925 – 1930) con el que demostraba su interés en permanecer en el poder con un régimen estable y duradero. Formó un gobierno con civiles de extrema derecha, alejados de los políticos de las anteriores etapas, entre los que destacaron Calvo Sotelo o Aunós. El objetivo era realizar proyectos económicos y sociales apoyados en una Asamblea Nacional Consultiva que nació en 1927 y dejaba atrás definitivamente el parlamentarismo liberal porque no estaba representada por partidos políticos sino por representantes de la Administración, profesionales y de la Unión Patriótica.

Política Económica

La política económica de la Dictadura se benefició de la coyuntura expansiva de los años veinte que permitió que se incrementaran gastos estatales, y se apoyó en dos pilares:

  • El intervencionismo
  • El nacionalismo económico.

El objetivo principal fue el impulso a la industria mediante elevados aranceles, la concesión de ayudas a las grandes empresas y la creación de grandes monopolios estatales como CAMPSA a la que se le concedió en exclusiva el ámbito del petróleo y la Compañía Telefónica Nacional. También se produjo el fomento a las Obras Públicas, como embalses, puertos o canales y la creación de las Confederaciones Hidrográficas para el mejor aprovechamiento de los ríos. Esta fue la etapa de la extensión de la electricidad al mundo rural, la electrificación de parte de la red de ferrocarriles y la construcción de 10000 Km de carreteras. Sin embargo, esta política no estuvo acompañada de una reforma fiscal que aumentara los ingresos del Estado, lo que supuso el aumento del déficit del Estado.

Política Social

En cuanto a la política social, se crearon escuelas, viviendas a bajo precio o servicios sanitarios, y las relaciones laborales se extendió el sistema corporativo en el que las organizaciones obreras moderadas y reformistas se integraban en el sistema a través de la Organización Corporativa Nacional. Los comités paritarios buscaban la negociación de la solución a los conflictos y estaban formados por diez vocales, con el mismo número de representantes de patronos y obreros, además de los miembros del Ministerio de Trabajo. Para que este sistema funcionara, el Gobierno logró la participación de los socialistas y de los Sindicatos Libres, próximos a la extrema derecha.

La Caída de la Dictadura

A partir de 1926, la Dictadura empezó a perder apoyos, aumentaron las críticas de las que no se libró Alfonso XIII y llegaron a producirse incluso conspiraciones civiles y pronunciamientos militares. Además del ejército, intelectuales como Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos o Unamuno y también periodistas se enfrentaron a Primo de Rivera a pesar de la censura. Muchos estudiantes los respaldaron y fundaron la FUE (Federación Universitaria Española) favorable a la república y que comenzó a realizar manifestaciones. A partir de ese año, comenzaron a cristalizar partidos como Alianza Republicana, liderada por Azaña, el Partido Republicano Catalán, Esquerra Republicana de Catalunya, Derecha Liberal Republicana de Alcalá Zamora y se reactivaron otros como el Partido Radical de Lerroux.

Ya en 1928, la decadencia del Directorio era un hecho. Primo de Rivera estaba enfermo, las conspiraciones contra el Gobierno, la conflictividad social y la movilización republicana aumentaron. Ante esta situación, en la que incluso el monarca había retirado su apoyo a pesar de que su imagen había quedado ligada a la Dictadura, Primo de Rivera presentó su dimisión en enero de 1930 y se exilió a París donde falleció poco después, dejando a Alfonso XIII ante un grave problema de gobierno

La»Dictabland» de Berenguer y el Pacto de San Sebastián

Tras su dimisión, Alfonso XIII nombró presidente del Consejo de Ministros a Dámaso Berenguer, que enfocó esta etapa con un planteamiento deficiente en cuanto a la estrategia para retornar a la legalidad de 1876, por lo que esta etapa es conocida como la dictablanda. De forma paralela, crecían los planteamientos republicanos apoyados por un enorme respaldo social y en agosto de 1930 se firmaba entre republicanos, socialistas y nacionalistas el Pacto de San Sebastián con el objetivo puesto en el cambio en la forma de gobierno que cristalizaría en la creación de la II República (1931 – 1936).

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