La Dictadura de Primo de Rivera: ascenso, consolidación y caída

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

La dictadura de Primo de Rivera se planteaba como un espacio de tiempo regeneracionista para limpiar el sistema político, pero acabó durando 6 años. Empezó con el golpe de estado del 13 de septiembre de 1923 llevado a cabo por Primo de Rivera, al que favoreció la crisis nacional. Las derechas, el ejército e incluso el rey creían que era necesario un golpe de autoridad para calmar la situación con Mussolini como precedente. De hecho, no ocurrió antes por disputas entre partes del ejército por el ascenso militar. Los generales del «cuadrilátero» llevaban ya tiempo conspirando, pero fue el general Primo de Rivera el que en Barcelona lo lideró. El golpe de estado era esperado por muchos sectores.

El golpe no tuvo apenas resistencia: ni socialistas ni republicanos, solo anarquistas hicieron un llamamiento que no tuvo respuesta. Primo se presentó como «el cirujano de hierro que necesitaba España» levantando expectativas entre la mayoría de la población.

El Directorio Militar (1923-1925)

La dictadura solo era un paréntesis para quitar todos los «cánceres» de la política: el caciquismo, el desorden público, la guerra de Marruecos… Cuando todo estuviera bien se suponía que se volvería a la senda constitucional. Primo nombró a ocho generales y un almirante que no tenían formación política para rodearse del ejército y recuperar la unión.

Primo era un general jerezano, alegre, simpático, intuitivo pero ingenuo, sin más idea política que la aprendida en los cafés. Su idea era limpiar la política de corrupción, caciquismo… y que al hacer esto España resurgiría. Disolvió los ayuntamientos y las diputaciones deteniendo a los funcionarios y se creó la figura de delegados gubernativos para vigilar el caciquismo, que no funcionó. Lo que sí se solucionó fue el orden público, debido a la fuerte represión de los generales Anido y Arlegui, y la crisis interna que la CNT tuvo. El Somatén se extendió por toda España.

En cuanto a los nacionalismos, Primo abogaba por la unidad de España y prohibió el catalán, solo se podía exhibir la bandera española y tampoco había derecho a las reuniones ni manifestaciones culturales, lo que llevó a una oposición de parte del catalanismo.

El Conflicto Marroquí

En principio, y en contra del sentimiento militar, Primo tenía la idea de abandonar el Rif, y se replegó siendo tomado esto como debilidad por parte de España por parte de Abd-el-Krim. Frente a las acometidas rifeñas, Primo piensa en asestar un golpe mediante el desembarco en Alhucemas (el corazón del Rif), aunque intentó llegar a la paz ofreciendo autonomía a Abd-el-Krim, que este rechazó. Entonces Abd-el-Krim decidió atacar también a los franceses, que aunaron fuerzas con los españoles. El desembarco de Alhucemas se llevó a cabo con ayuda francesa en septiembre de 1925 y en 1926 Abd-el-Krim fue derrotado y enviado al desierto, terminando así la guerra.

Institucionalización del Régimen (1925-1929)

Una vez resueltos los problemas de orden y Marruecos, Primo quiso perpetuar su régimen y remplazó el Directorio Militar por uno civil nombrando a gente de su confianza como Calvo Sotelo, Anido… Decidido a instaurarse en el poder, relanza un partido político y una Asamblea Nacional Consultiva que no tienen demasiado éxito. La posición internacional de España no es muy buena, retirándose de la Sociedad de Naciones, volviendo dos años después.

La Economía

Se vivió una época de bonanza: se construían carreteras, vías, puertos. Se fomentaba la producción nacional dotando de subsidios a las grandes empresas, se buscó el consenso social y los socialistas accedieron a colaborar con el régimen, colaborando así obreros y patronos. Se aumentaron gastos de educación, sanitarios, viviendas para los obreros…

Conspiraciones

Las conspiraciones de los catalanistas y anarquistas no supusieron un gran problema para Primo, pero la unión de políticos dinásticos con prestigiosos generales dio lugar a insurrecciones como la conocida «Sanjuanada», con el conde Romanones a la cabeza, que no llevó sin embargo a nada, y el levantamiento de Sánchez Guerra en Valencia, que tampoco. Pero a esto se sumaron la falta de apoyo del ejército, que no vio satisfecho el cambio hecho por Primo; luego los socialistas se retiraron de la Asamblea y también los intelectuales retiraron su apoyo a la dictadura, que no encontraba recambio claro al sistema político. La crisis económica se sumó a la crisis de la dictadura.

La Caída del Dictador y el Hundimiento de la Monarquía (1930-1931)

Primo intensificó la represión, aunque estas se alejaban de la violencia y el fascismo, dando un toque paternalista a la dictadura. En 1929 estaba sin apoyos, cansado y enfermo, lo que le llevó a dimitir en 1930, algo muy inusual en un dictador.

Tras el apoyo de Alfonso XIII a la dictadura y ante el auge republicano, este trató de volver a la Constitución de 1876 con Dámaso Berenguer como jefe de gobierno. Se intentó volver como si no pasara nada, pero en esos seis años España cambió mucho: los ciudadanos elegían sus ideas políticas y no se comportaban como súbditos. Se formaron partidos republicanos de derechas como el de Maura y Alcalá Zamora, que participaron en el «Pacto de San Sebastián», que trataba el objetivo de instaurar la república. Por otro lado, los seguidores de Primo radicalizaron su posición hacia el fascismo, representado por la Unión Monárquica, formado por Calvo Sotelo, el hijo de Primo… Los republicanos, junto al ejército, se sublevaron, pero un general adelantó el levantamiento unos días y fue detenido y fusilado. Berenguer fue reemplazado por el almirante Aznar, que convocó elecciones. Los republicanos las ganan y cunde el júbilo entre la población, que se manifiesta pacíficamente mientras el rey se exilia ante la indiferencia de la aristocracia y los militares.

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