Introducción: El Fin de la Restauración
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) representó el fin del sistema de la Restauración y la instauración de un régimen autoritario que, aunque inicialmente se presentó como una solución temporal, terminó prolongándose durante siete años. Apoyado por el rey Alfonso XIII y con una fuerte influencia militar, este gobierno buscó restaurar el orden y modernizar el país, pero acabó debilitando aún más la monarquía y acelerando su colapso. Su desarrollo se puede dividir en dos etapas: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930), cada una con sus propias características y políticas.
Contexto: La Crisis del Sistema de la Restauración
El golpe de Estado del 13 de septiembre de 1923 se produjo en un contexto de profunda crisis política, social y económica. El sistema de la Restauración, basado en la alternancia en el poder entre liberales y conservadores mediante un fraude electoral sistemático, estaba completamente agotado. La inestabilidad gubernamental se había convertido en una constante y la conflictividad social aumentaba debido a las malas condiciones laborales y la creciente actividad sindical, liderada por la CNT y la UGT. Además, la crisis de 1917, con la protesta de las Juntas de Defensa, la Asamblea de Parlamentarios y la huelga general, ya había demostrado la incapacidad del sistema para sostenerse, lo que facilitó el ambiente de descontento que llevó al golpe de Estado.
El Golpe de Estado de 1923 y el Apoyo Real
En el ámbito militar, el desastre de Annual en 1921 había sido un golpe devastador para el Ejército, con miles de bajas y un desprestigio que afectaba tanto a los mandos como a la Corona. Para investigar lo sucedido, se elaboró el Expediente Picasso, cuyo contenido amenazaba con implicar a altos mandos e incluso al propio rey Alfonso XIII. Ante esta situación, Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, se sublevó con el apoyo de la mayoría del Ejército y el respaldo de los sectores conservadores de la sociedad. Justificó su golpe de Estado como una respuesta a la corrupción política, la amenaza revolucionaria y el separatismo. Alfonso XIII aceptó la situación sin resistencia, encargándole la formación de un gobierno exclusivamente militar.
El Directorio Militar (1923-1925)
Primeras Medidas y Represión
Desde el inicio, Primo de Rivera impuso una serie de medidas drásticas:
- Suspendió la Constitución de 1876.
- Disolvió el Parlamento.
- Prohibió la actividad de los partidos políticos y los sindicatos.
La censura se convirtió en una herramienta clave del régimen, controlando la prensa y limitando cualquier forma de disidencia. Se impulsó una fuerte militarización del orden público, con la Guardia Civil y el Ejército como garantes del régimen, lo que derivó en una represión severa de los movimientos obreros y cualquier oposición. Su discurso regeneracionista incluía la promesa de acabar con el caciquismo, pero su intento de reforma política no hizo más que sustituir a unos oligarcas por otros afines a su gobierno.
La Cuestión Marroquí: El Desembarco de Alhucemas
Uno de los grandes éxitos del régimen fue la solución del conflicto en Marruecos. A través de una colaboración con Francia, el desembarco de Alhucemas en 1925 permitió derrotar a los rifeños y consolidar el control español sobre el territorio. Abd el-Krim, al verse superado, se rindió y entregó su ejército a los franceses en 1926, lo que supuso el fin definitivo de la resistencia rifeña y consolidó el dominio español en la región. Esta victoria aumentó la popularidad de Primo de Rivera y le permitió dar un paso más en su intención de consolidar el régimen.
El Directorio Civil (1925-1930)
Intentos de Institucionalización
Tras el éxito en Marruecos, Primo de Rivera dio inicio a la etapa del Directorio Civil. Sin embargo, en lugar de restaurar el sistema constitucional, trató de institucionalizar su dictadura. Creó la Asamblea Nacional Consultiva, un órgano sin capacidad legislativa real, cuyos miembros eran elegidos por el propio régimen. Inspirado en el modelo fascista italiano de Mussolini, Primo de Rivera promovió la Unión Patriótica, un partido único que pretendía aglutinar a toda la sociedad bajo un mismo ideal. No obstante, la Asamblea carecía de poder legislativo real, limitándose a emitir recomendaciones, y la Unión Patriótica, al ser un partido artificial creado desde el gobierno, nunca llegó a movilizar una base social fuerte.
Política Económica Intervencionista
En el ámbito económico, la dictadura adoptó un fuerte intervencionismo estatal. Se crearon monopolios como CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S.A.), se impulsaron obras públicas y se protegió la industria nacional con medidas arancelarias. La inversión en infraestructuras fue notable, con la mejora de carreteras, ferrocarriles y la creación de las Confederaciones Hidrográficas. El régimen también intentó reducir la conflictividad laboral a través de los Comités Paritarios, órganos de mediación entre patronos y obreros que buscaban evitar huelgas, aunque su funcionamiento terminó favoreciendo a los empresarios. En un primer momento, estas políticas impulsaron el crecimiento económico, especialmente durante los años veinte, pero el gasto público excesivo y el endeudamiento del Estado generaron problemas financieros. Cuando la crisis de 1929 estalló, España no tenía recursos para afrontarla, lo que contribuyó al desgaste del régimen.
Política Social y Cultural: El Conflicto Catalán
El conflicto con el nacionalismo catalán fue otra de las grandes fuentes de tensión. Primo de Rivera suprimió la Mancomunidad de Cataluña y prohibió el uso del catalán en la vía pública, además de restringir cualquier manifestación cultural que pudiera interpretarse como separatista. Incluso se llegó a prohibir el baile de la sardana y se cerró el campo del FC Barcelona como parte de las medidas represivas contra el catalanismo. Esta represión generó un rechazo creciente en Cataluña, donde sectores que inicialmente habían apoyado la dictadura, como la burguesía conservadora, comenzaron a distanciarse del régimen.
La Creciente Oposición y el Desgaste del Régimen
A medida que la dictadura avanzaba, la oposición fue en aumento:
- La comunidad intelectual se posicionó en contra del régimen, con manifiestos firmados por figuras destacadas.
- Las protestas de estudiantes universitarios se convirtieron en un foco de resistencia activa, destacando la Federación Universitaria Escolar (FUE), que organizó huelgas y manifestaciones.
- Los sindicatos obreros, aunque debilitados, continuaban organizando huelgas y manifestaciones. El PSOE y la UGT, que inicialmente habían mostrado cierta colaboración, se distanciaron definitivamente y se unieron a la oposición republicana.
- Incluso dentro del Ejército comenzaron a surgir sectores críticos con el gobierno, especialmente entre los mandos más jóvenes que veían en Primo de Rivera un obstáculo para su promoción y desarrollo profesional.
La Caída de la Dictadura y el Fin de la Monarquía
El desgaste del régimen se hizo evidente con la crisis de 1929. La recesión económica mundial golpeó con fuerza a España y el gobierno no tenía herramientas para responder. La falta de apoyos políticos y sociales, sumada al creciente descontento militar, dejó a Primo de Rivera completamente aislado. Ante la pérdida de apoyos, intentó prolongar su régimen proponiendo un referéndum para consolidar su liderazgo, pero esta iniciativa no obtuvo respaldo ni siquiera dentro del Ejército. Enfermo y sin respaldo, presentó su dimisión en enero de 1930.
Alfonso XIII intentó entonces volver al sistema constitucional con el gobierno del general Berenguer, en un periodo conocido como la Dictablanda. Sin embargo, la monarquía estaba demasiado debilitada. Republicanos, socialistas y nacionalistas se reunieron en el Pacto de San Sebastián en agosto de 1930, acordando la instauración de una República. El fracaso de la sublevación republicana de Jaca en diciembre de 1930 llevó a la ejecución de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, lo que aumentó el rechazo a la monarquía y radicalizó la oposición.
Las elecciones municipales de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. Aunque en el ámbito rural los monárquicos obtuvieron mayoría, en las ciudades la victoria republicana fue aplastante. La falta de apoyo en los principales núcleos urbanos y el temor a una revuelta masiva llevaron a Alfonso XIII a exiliarse el 14 de abril de 1931, poniendo fin a la monarquía borbónica y dando paso a la Segunda República.
Conclusión: El Legado de la Dictadura
La dictadura de Primo de Rivera, que nació con la promesa de restaurar el orden y modernizar el país, terminó acelerando la caída del régimen monárquico que pretendía salvar. Aunque logró ciertos avances en infraestructuras y en la resolución del conflicto marroquí, su modelo autoritario, la represión de la oposición, la falta de un verdadero proyecto institucional y la crisis económica hicieron que su régimen se desmoronara. Al final, su fracaso dejó a Alfonso XIII sin alternativas, permitiendo que la República emergiera como la única opción viable para una España en transformación.