La Dictadura de Primo de Rivera: Causas, Desarrollo y Fin de un Régimen Autoritario

La quiebra de la monarquía parlamentaria: 1917-1923

Entre 1917 y 1923, España vivió una etapa de gran inestabilidad política y social, marcada por la crisis económica post-guerra, la agitación obrera y la influencia de la Revolución Rusa. La Primera Guerra Mundial y la posterior recuperación de los contendientes dejaron una profunda crisis económica en el país. A esto se sumaron los conflictos sociales, como el llamado «trienio bolchevique», un periodo de gran agitación obrera y campesina que superó a la de épocas anteriores. La victoria de la Revolución Rusa también tuvo un impacto significativo, impulsando al movimiento obrero a pasar de una fase de negociación a otra de agitación. Se produjeron numerosas huelgas, muchas de ellas violentas, especialmente en el sector agrario. Surgieron sindicatos libres, como la CNT y la UGT, que lograron movilizar a más de 800.000 obreros en esos años.

Desde 1920, el terrorismo se intensificó debido a la «ley de fugas», que permitía disparar a cualquier detenido que intentara huir. La violencia se extendió, con gangsters a sueldo operando tanto para el terrorismo patronal como para el anarquista. En este contexto, el jefe del gobierno fue asesinado. En 1920, Barcelona registró 400 muertes violentas. La guerra de Marruecos también había provocado miles de víctimas. La debilidad de los partidos políticos contribuyó a la inestabilidad, con 13 crisis de gobierno entre 1917 y 1923. En este contexto, el ascenso de los fascismos en Europa, con Mussolini en Italia y Hitler en Alemania, se convirtió en un factor a tener en cuenta.

El golpe de estado: 1923

En 1923, el general Miguel Primo de Rivera, con el apoyo del rey Alfonso XIII, dio un golpe de estado y estableció una dictadura. El rey, aunque aceptó una solución que se apartaba radicalmente de la legalidad constitucional, recibió el golpe con recelo, pero sin resistencia. Los partidos políticos, debilitados y desgastados, tampoco se opusieron. Los fines de la dictadura eran:

  • Restaurar el orden público.
  • Poner fin a la guerra de Marruecos.
  • Acabar con los defectos del sistema político corrupto.
  • Imponer un nacionalismo centralista.

Las reacciones al golpe de estado fueron diversas:

  • El pueblo no se opuso apenas, y el rey se mostraba complaciente.
  • Los partidos políticos estaban demasiado desgastados para reaccionar.
  • Los socialistas y los nacionalistas catalanes se mostraron favorables.
  • Los únicos que se opusieron fueron los anarquistas, que fueron duramente reprimidos durante toda la dictadura.

Desarrollo político y cambios económicos

Directorio militar (1923-1925)

El gobierno de Primo de Rivera, inicialmente formado por militares, se caracterizó por:

  • Para eliminar el terrorismo y afianzar el orden público: Se suspendió la Constitución, se disolvieron las Cortes, se sustituyeron los gobernadores políticos por militares, se prohibió la actividad de los partidos políticos, se condenó el separatismo y se reprimió el anarquismo y el comunismo.
  • Para regenerar la vida local mediante el combate contra el caciquismo: Se disolvieron diputaciones y ayuntamientos, lo que, en la práctica, solo logró cambiar unos caciques por otros.
  • Para fomentar el nacionalismo de estado: Se aplicó una política restrictiva en el uso de las lenguas propias, reservándolas para el ámbito privado.
  • Para el problema marroquí: El desembarco de Alhucemas, que terminó con una victoria española, fue el mayor éxito de Primo de Rivera y supuso el fin del problema marroquí.

Directorio civil (1925-1930)

En 1925, Primo de Rivera convocó una Asamblea Nacional Consultiva para aprobar un nuevo texto legal que legitimara el régimen y recabara apoyos sociales. Sin embargo, solo fue respaldado por la derecha conservadora más autoritaria y los representantes de los intereses económicos del país. Primo de Rivera escogió como ministros a gestores civiles para llevar los asuntos del estado y militarizó la administración.

Política económica

La dictadura de Primo de Rivera emprendió una importante obra de construcción de carreteras, desarrollo industrial y electrificación del país. Todos los sectores económicos se vieron afectados por intervenciones y regulaciones. Se intentó fomentar la producción nacional y apoyar la producción interior, defendiendo el consumo de productos de origen doméstico y el rechazo de los importados. Se llevó a cabo una ambiciosa política hidráulica y se prestó atención a las comunicaciones, creando 7.000 km de carreteras. Se crearon monopolios como Campsa y Telefónica. Aunque es cierto que la dictadura se benefició del auge económico mundial de los años 20, muchas de las medidas que tomó procedían del periodo anterior pero no se habían llevado a cabo. Primo de Rivera adoptó una ideología corporativista, que tenía como célula primaria los comités paritarios de cada oficio, cuya misión era regular las condiciones de trabajo y evitar así la conflictividad social. La clase obrera se vio beneficiada por la estabilidad de empleo, pero el salario se mantuvo estable y descendieron las huelgas.

El final de la dictadura y de la monarquía

La dictadura no prohibió las formaciones políticas, pero sí recurrió a la censura y a los procesos judiciales, así como al aislamiento de la oposición. A partir de 1928, las relaciones entre Primo de Rivera y el rey se deterioraron. Los viejos partidos políticos deseaban retomar el régimen constitucional, y se produjeron enfrentamientos entre militares peninsulares y africanos. La revitalización del republicanismo, junto a la dimisión de Primo de Rivera, que se exilió a París, donde murió a los pocos meses, marcó el fin de la dictadura. Con el Pacto de San Sebastián, se puso fin a la monarquía, rechazando la pretensión del nuevo presidente del gobierno, general Berenguer, de restablecer la Constitución de 1876. Se produjeron huelgas en la CNT de Barcelona y la UGT de Madrid, así como una huelga estudiantil en enero de 1931. El comercio retrocedió, el paro aumentó y las candidaturas republicanas triunfaron en las elecciones municipales de abril de 1931, lo que obligó al rey Alfonso XIII a abandonar España.

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