La Dictadura de Primo de Rivera y el Ocaso de la Monarquía de Alfonso XIII

La Dictadura de Primo de Rivera y el Final del Reinado de Alfonso XIII

Miguel Primo de Rivera emitió un comunicado el 13 de septiembre de 1923 por el cual se sublevó contra la legalidad constitucional vigente de la Restauración y anunció el estado de guerra y la toma del poder por parte de los militares. Dos días después del golpe de Estado, el rey Alfonso XIII regresó a Madrid de sus vacaciones y, a pesar de la oposición de sus ministros, mandó formar gobierno a Primo de Rivera.

Causas del Golpe de Estado

Las causas de este golpe fueron variadas, destacando entre ellas:

  • La derrota en Annual (1921) y la crítica a las estrategias militares en Marruecos, así como las bajas sufridas. El Expediente Picasso, que iba a debatirse en el Congreso, podía sacar a la luz pública esta situación.
  • Una profunda crisis del sistema político de la Restauración, manifestada en los sucesivos y breves gobiernos de concentración (catorce gobiernos entre 1917 y 1923).
  • El rechazo al aumento del separatismo y a la propaganda de un recién nacido Partido Comunista (1921).
  • El contexto europeo, donde comenzaban a surgir tendencias totalitarias, aunque quizá no influyeran directamente en su decisión.

El Régimen Autoritario: Apoyos y Oposición

Primo de Rivera estableció un sistema autoritario que tuvo los apoyos del rey, de un sector importante del ejército, del empresariado catalán y de la población más conservadora. La oposición más frontal provino de los anarquistas y de los nacientes comunistas. El Partido Socialista (PSOE) y la UGT, inicialmente expectantes, intentaron colaborar para obtener medidas sociales.

La personalidad de Primo de Rivera carecía de carisma popular y de una ideología política clara. Estableció una dictadura que se dividió en dos periodos: primeramente, un Directorio Militar, y a partir de sus éxitos iniciales, la transformó en un Directorio Civil (1925).

El Directorio Militar (1923-1925)

El Directorio Militar, iniciado en 1923, constaba de un gobierno compuesto exclusivamente por militares, del cual Primo de Rivera era presidente y actuaba prácticamente como “ministro único”. Sus objetivos se definían por el lema: “menos política y más administración”.

Al inicio, implantó un estado de guerra que duró dos años con el fin de reprimir los movimientos revolucionarios. Para apoyar su acción de fuerza, creó el Somatén, un cuerpo armado contrarrevolucionario. La persecución se centró en los anarquistas (CNT) y, en menor medida, en el Partido Comunista, que pasaron a la clandestinidad y vieron sus organizaciones desarticuladas. En Cataluña, se disolvió la Mancomunidad y se prohibió el uso público de la lengua catalana, lo que le granjeó la enemistad de la burguesía catalana.

Si bien Primo de Rivera había considerado abandonar el territorio marroquí, el ataque del líder rifeño Abd-el-Krim al protectorado francés propició una alianza militar hispano-francesa contra el rebelde. Esta alianza obtuvo un notorio éxito con el Desembarco de Alhucemas en septiembre de 1925 y la posterior rendición de Abd-el-Krim.

El Directorio Civil (1925-1930)

Impulsado y aclamado por estos resultados, en vez de retirarse, Primo de Rivera decidió institucionalizar su régimen con un Directorio Civil (1925-1930). Se rodeó de un gabinete más técnico y los reajustes consistieron en apoyar y apoyarse en el partido que se había creado en 1924: la Unión Patriótica, que funcionó como partido único. También se creó la Asamblea Nacional Consultiva (1927), como sustituto del Parlamento, aunque con escasa proyección, más allá de la intención de elaborar una nueva Constitución. Hubo un periodo de bonanza económica, acompañado de un importante desarrollo de las obras y servicios públicos, que se aprovechó para realizar una reforma fiscal que introdujo por primera vez el impuesto sobre la renta.

Creciente Oposición y Caída de la Dictadura

La oposición a Primo de Rivera fue creciendo. A partir de 1928, el PSOE consideró que la limitación política solo podía resolverse adoptando un sistema republicano. La ilegalización de la CNT dificultó su acción, lo que llevó a la creación en 1927 de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), radicalizando así el anarcosindicalismo.

Tres nuevos frentes debilitaron la dictadura:

  • El ámbito educativo: La destitución de Miguel de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca, la huelga de universitarios y el cierre de varias universidades indicaban un clima de creciente tensión.
  • La propia milicia: La conspiración militar conocida como la “Sanjuanada” (1926) evidenció el descontento en sectores del ejército.
  • La crisis económica internacional desde 1929.

La consulta de Primo de Rivera a los altos mandos militares solo obtuvo su rechazo, por lo que decidió presentar su dimisión al rey, que fue aceptada en enero de 1930.

El Fin de la Monarquía: La «Dictablanda» y la Segunda República

Alfonso XIII encargó al general Dámaso Berenguer la formación de un nuevo gobierno para restablecer la normalidad constitucional (etapa conocida como la dictablanda). Sin embargo, la oposición republicana se organizaba: en agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, en el que republicanos, socialistas y algunos nacionalistas catalanes y gallegos aunaron esfuerzos para derrocar la monarquía. Lo mismo hicieron intelectuales como Ortega y Gasset, y se produjeron pronunciamientos militares republicanos fallidos (Jaca, Cuatro Vientos).

El almirante Aznar sustituyó a Berenguer al frente del gobierno y, como medida aperturista, convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, con el fin de reemplazar a los ayuntamientos designados durante la dictadura. Estas elecciones se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. Aunque resultaron elegidos más concejales monárquicos en total (principalmente en zonas rurales), las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en las principales capitales de provincia y grandes ciudades. Ante la falta de apoyo, el rey abandonó Madrid y el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española.

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