9.2. La crisis de 1640
En el siglo XVII, debido a la política imperialista del siglo anterior, España y sobre todo Castilla, sufre una profunda depresión económica y un notable descenso demográfico al que se suma el desprestigio de los monarcas que delegan su poder en manos de validos. El reinado de Felipe IV se desenvolvíó en un escenario internacional de guerra permanente (Guerra de los 30 años) que dejó arruinado al país y le llevo a un estado de revueltas internas. Para afrontar la situación el Conde Duque de Olivares puso en marcha una serie de reformas para aumentar los recursos de la monarquía como la Uníón de Armas, un ejército común financiado por los diferentes reinos; además se intentó implantar como sistema de organización política el modelo castellano en todos los territorios. La propuesta provoco el rechazo general producíéndose importantes enfrentamientos.
El 7 de Junio de 1640 se produjo en Barcelona el denominado Corpus de Sangre, que empezó como un altercado entre segadores y funcionarios reales y que derivó en un motín general; el virrey, el conde de Santa Coloma, fue asesinado, y los funcionarios reales perseguidos: Se envió un ejército de 30 000 hombre. Los catalanes pidieron ayuda a Francia y en Enero de 1641 Cataluña se convirtió en república bajo la protección de Francia. La crisis económica, unida a un nuevo brote de peste y a la opresión francesa provoco el agotamiento de los catalanes que se rindieron en 1652, con la condición que se respetaran sus antiguos fueros.
Paralelamente a la sublevación catalana se produjeron conatos de rebelión en otros lugares; En 1641 se produjo en Andalucía una conspiración dirigida por el Duque de Medina Sidonia, que fue aplastada;
Las Cortes portuguesas, aprovechando la rebelión catalana, proclamaron rey al Duque de Braganza con el nombre de Juan IV. Todos los intentos de España por recuperar el dominio de Portugal fracasaron. (Derrota de Villaviciosa en 1665)La nueva monarquía portuguesa se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra y España tuvo que reconocer, finalmente, su independencia en 1668 en el reinado de Carlos II.
Estos sucesos acentuaron la impopularidad del valido y en 1643 Felipe IV le apartó de la política, pero su caída no fue suficiente para restablecer la paz social.
9.3. La España del Siglo XVII: el ocaso del Imperio español en Europa
En el reinado de Felipe III se interrumpíó la tendencia belicista del siglo anterior. La muerte de Isabel I de Inglaterra posibilitó la paz con este país y la ruina financiera de la corona obligó a firmar con Holanda la tregua de los Doce años (1609-1621). Pero desde 1618 un conflicto entre el emperador Fernando II y los príncipes protestantes alemanes derivó en un estado de Guerra general europeo: “La guerra de los Treinta años” con dos grandes bandos: Los Habsburgo, austriacos y españoles, que pretendían mantener su hegemonía en Europa. Y las potencias rivales, lideradas por Francia. A partir de 1621, año que finalizó la Tregua de los Doce años se renovaron las hostilidades entre España y Holanda. En 1648 acabó la guerra de los Treinta años, con la paz de Westfalia, España reconocíó la independencia de las provincias Unidas (Holanda), continuando en solitario la guerra contra Francia hasta 1659, cuando por la Paz de los Pirineos cedíó a Francia el Rosellón, la Cerdaña, la regíón del Artois y algunas plazas flamencas. España perdíó así su hegemonía en Europa
Durante el reinado de Carlos II se reconocíó la independencia de Portugal, 1668. Por otro lado, España fue víctima de la política agresiva y expansionista de Luis XIV. En la Paz de Aquisgrán (1668) España cedíó a Francia Lille y otras plazas fronterizas. Por la paz de Nimega (1678) España entregó a Francia el Franco Condado y otras plazas flamencas. Mientras Francia emergía como la indiscutible potencia europea, España quedaba relegada a un segundo plano en el escenario internacional. . Al final del reinado de Carlos II, España se ve envuelta nuevamente en las disputas de las grandes potencias que pelean por obtener la sucesión española (Guerra de Sucesión 1702-13).
9.4. La España del Siglo XVII: evolución económica y social
El Siglo XVII fue una etapa de depresión económica en casi toda Europa. En España el esfuerzo bélico realizado durante el siglo anterior y las guerras que se dieron durante el Siglo XVII llevaron a la hacienda real a una situación de endeudamiento constante, agravado por la disminución del volumen de metales preciosos procedentes de América. Esto llevo a la corona a buscar nuevas fuentes de ingresos como la creación de nuevos impuestos, la venta de cargos públicos o la venta de privilegios nobiliarios.
Además la crisis económica se agravó por el descenso demográfico causado por el aumento de la mortalidad debido la propagación de epidemias, las guerras constantes y las dificultades económicas que provocaron la escasez de matrimonios, el incremento de la emigración y el aumento del número de clérigos. Esta situación se vio acentuada por la expulsión de los moriscos, (1609), sobre todo en Valencia y Aragón.
La recesión económica se manifestó en la caída de la producción agraria, la disminución de la ganadería y de la industria textil castellana.
La crisis afectó a todas las capas sociales. La nobleza, que aumento a consecuencia de de las ventas de títulos, vio disminuir sus rentas y tuvo que endeudarse para mantener su nivel de vida. El número de religiosos crecíó, no por el aumento de vocaciones sino por la necesidad buscarse un medio de vida y el campesinado fue el sector más afectado, sobre todo en Castilla, muchos campesinos se vieron obligados a vender sus tierras y a emigrar. La escasa burguésía abandonaba sus negocios e invertía en tierras, señoríos y rentas fijas, incluso compraba títulos nobiliarios.
Pero hacía 1680 la crisis se puede dar por finalizada, se registró un aumento de la natalidad, mayor en el litoral que en el interior, y una lenta aunque constante recuperación de la de la producción y el comercio en parte consecuencia de medidas como la devaluación de la moneda. Esto condujo a una expansión demográfica y económica en la centuria siguiente.
9.5. La España del Siglo XVII: esplendor cultural. El Siglo de Oro
La expresión cultural del Siglo XVII está representada por la cultura barroca, ya que sus manifestaciones reflejan la visión del mundo propia de una época conflictiva, en un escenario de crisis general que contrastaba con el optimismo renacentista. Como en toda época de crisis existía el riesgo de que el descontento social desembocara en rebeliones y protestas, por lo que los poderosos, monarquía, Iglesia y nobleza, se sirvieron de de la cultura barroca como instrumento de dominación ideológica, sobre todo a través del arte y el teatro, principales medios de comunicación de la época. Esta cultura se va a caracterizar por ser propagandística, ya que exaltará los valores de quienes controlan el poder y conservadora pues tiende a mantener el orden social establecido.Está dirigida a las masas, salvo algunas manifestaciones literarias, ya que pretende captar la voluntad del pueblo, que al tener escasa cultura tiene un contenido aparatoso y emocional buscando impactar y conmover.
Aunque hay que destacar que en España se súperó en la producción literaria y artística, el alto nivel alcanzado en la centuria anterior lo que ha justificado la denominación de Siglo de Oro a la mayor parte de este periodo. En el arte, la religión tuvo una gran difusión a través de la imaginería a nivel popular. Los grandes pintores de la época también produjeron obras de carácter religioso, pero igual que en otras partes de Europa las alternaron con otras de carácter secular. Como hicieron Ribera, Zurbarán, Murillo y Diego De Velázquez, pintor de Felipe IV.
En literatura destacan autores como Miguel de Cervantes, Góngora, Quevedo, Lope de Vega o Calderón de la Barca. En general en la literatura barroca fue frecuente el tema del desengaño, de la caducidad de la vida y de la vanidad de las ilusiones terrenas.
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