La Expansión de las Democracias Occidentales Tras la Segunda Guerra Mundial: Reconstrucción y Estado del Bienestar

Las democracias occidentales en expansión

La recuperación de la democracia

La expansión y reformulación de las democracias europeas, una vez derrotado el fascismo, no se trata sin más de una victoria de las democracias sobre el fascismo, sino que se va a dar una democracia que, a partir de la Segunda Guerra Mundial, se va a reconstruir: se produce una profundización de la herencia democrática y la democracia amplía sus contenidos. Esta reformulación tiene que ver con la conciencia de fragilidad de la democracia en el periodo de entreguerras, cuestionada por la derecha y la izquierda, ambas en posiciones extremas. Los fascismos son derrotados gracias a la unión de las democracias y la extrema izquierda. Las democracias se reformulan para afrontar la competencia que va a suponer el comunismo, que rompe su alianza con las democracias.

El fenómeno más sorprendente es cómo, sobre todo en la Europa central, países con dictaduras autoritarias de derechas se van a convertir en democracias. Los dos grandes protagonistas del ascenso de los fascismos (Alemania e Italia) se van a ver contaminados por la idea democrática, que va a triunfar en ellos, al igual que en Japón.

  • Alemania

    (Occidental sobre todo), la forma más acabada de totalitarismo fascista, gracias a la tutela y ayuda norteamericana, se va a convertir en una democracia avanzada. Esta institucionalización de la democracia va a ser un éxito: al mismo tiempo que se afirma la democracia, Alemania va a experimentar un éxito económico (crecimiento de un 9% anual), que explica el éxito político. Además, el país cuenta con mucha ayuda exterior y la sobreabundancia de mano de obra barata que le proporciona el problema de los refugiados, procedentes de la Prusia oriental, Checoslovaquia o Hungría. Pero el factor más importante tiene que ver con un factor que va a jugar positivamente: el sentimiento identitario, el sentimiento de unidad alemana. Más allá de la democratización, el sentimiento comunitario es muy fuerte. Es una economía capitalista, de libre mercado, pero que va a implantar mecanismos de solidaridad entre el factor capital y el factor trabajo que explican su éxito. El Estado del Bienestar corre paralelo al estilo de economía mixta: capitalista en el que prevalece el principio de la solidaridad frente al de la lucha de clases. En definitiva, la experiencia histórica, unida a la tutela de Estados Unidos, posibilitó la democracia.

  • Italia

    La democracia italiana resucita y se refunda. Antes de la llegada del fascismo al poder, ya había aprobado el sufragio universal (en 1919), y era un régimen representativo más oligárquico que liberal (era un país muy católico). Esa democracia después de la Segunda Guerra Mundial se fija en el modelo francés (la Constitución del 47 es un calco de la francesa: sistema bicameral basado en la representación proporcional, que dibuja un régimen representativo más ajustado al mapa de la sociedad, pero que también genera parlamentos más fragmentados y gobiernos más débiles). Se van a experimentar las fórmulas de coaliciones de gobierno: como ejemplo, señalar que la unión de democristianos y socialdemócratas impidió llegar al gobierno a los comunistas, ejemplo de cómo fue posible transitar del fascismo hacia la democracia propiamente dicha. En 1946 se plantea un referéndum: monarquía o república; termina ganando la república por un escaso margen.

  • Japón

    Un país muy moderno desde la revolución Meiji, pero después pasa a ser un régimen militarista. Gracias a la tutela norteamericana, se ha convertido en una democracia ejemplar. Es un país con una sociedad cuasi feudal (consideraban al emperador como una deidad); sin embargo, también es una sociedad muy moderna a partir de la revolución Meiji. Lo que emprenden los norteamericanos, al frente del general MacArthur, que transforma las estructuras económicas y sociales del antiguo Japón desde las corporaciones industriales y el sistema educativo (incorpora a la mujer en pie de igualdad a los varones) es una auténtica revolución democrática: se seculariza el Estado, se lleva a cabo una reforma agraria y se establece un sistema de partidos calcado del británico (sistema bipartidista entre el partido conservador y el partido liberal). Por otro lado, el emperador se mantiene, pero pierde su consideración de Dios. Es una monarquía parlamentaria.

  • Francia y otras democracias resistentes

    Las demás democracias, aquellas que han resistido, se van a reformular. El caso más problemático es el de Francia, que vive una vida política muy ajetreada en los años 30, pues el desprestigio de la democracia fue absoluto. El régimen colaboracionista de Vichy es un régimen que recibe la sanción del Parlamento, ya que esta experiencia deslegitimó el modelo de la Tercera República. Al terminar la guerra existe una dualidad de poderes: el de la resistencia y el gobierno en el exilio (De Gaulle); ganarán los partidarios de la República parlamentaria. La Cuarta República es una república parlamentaria, contrariando las convicciones del general De Gaulle. Del 1946 al 58 es un periodo tremendamente agitado que termina con el hundimiento del régimen; así, llega De Gaulle en 1958, que reformula la Constitución pasando a ser una República semipresidencialista.

  • Profundización democrática general

    En las demás democracias el desgaste ha sido menor e, incluso en las que habían sido ocupadas, la democracia sale fortalecida, por lo que se plantea profundizar en el concepto de democracia (una democracia no solo política sino también social). Algunos Estados nuevos que aparecen en el mundo en la posguerra aceptarán la democracia como India, Islandia o Israel. La India viene a romper el tópico de que los países pobres no estaban preparados para la democracia.

En la posguerra, la profundización de la democracia se va a fundar en los escritos de un jurista: Hans Kelsen, en el que se van a inspirar los políticos de la época. Kelsen expone que la ley fundamental del Estado debe ser la Constitución (se constitucionaliza la democracia); y para preservar esa influencia se crea un Tribunal Constitucional encargado de velar por las leyes y defender los derechos individuales frente al Estado. Kelsen se inspira en la idea de que hay que acercar el poder a los ciudadanos y en la descentralización de los Estados (se va a constituir así Alemania o Suiza). Las democracias occidentales decidieron aplicar el sistema proporcional, pero corregido.

Reconstrucción y Plan Marshall

Se produce en Europa una reconstrucción económica gracias a la expansión de las democracias entre 1945-1975. Esta reconstrucción económica es llevada a cabo en gran medida gracias al Plan Marshall, inspirado en EEUU, y en cómo se va a convertir este país en el baluarte de las democracias, ya que posibilita el impulso de esa reconstrucción. Con este plan se trata de configurar, reconstruir, el mundo bajo la idea de conservar el libre mercado para erradicar las funestas medidas económicas de los años 30, proteccionistas: se consolida y se defiende las fortalezas de las monedas y se establece un sistema monetario estable. El desafío era grande porque Europa, en su conjunto, y cada país, tienen que afrontar problemas y desafíos enormes como pueden ser las estructuras férreas o portuarias, que habían resultado destruidas. Se trataba de acumular recursos para permitir los intercambios (se habían gastado los activos exteriores para el costo de la guerra).

Desde 1941, los norteamericanos están financiando a los países afectados, ya mucho antes del Plan Marshall. Había pocos alimentos y pocos productos para comprar y vender; los europeos padecerán hambre y sufrirán el racionamiento. EEUU aporta esta ayuda por su propio interés: el hecho de que sus potenciales compradores carezcan de medios les lleva a ofrecer esta ayuda, pues le interesaba que Europa resucitara. Hasta 1947, EEUU había financiado a Europa por una ayuda equivalente al Plan Marshall, pero no había sido efectiva, ya que se había diseñado de una forma ineficaz. El Plan Marshall se aplica en 1948. La clave para entender el éxito del Plan Marshall es el tipo de ayuda: proporcionar productos que necesitaban las sociedades y economías europeas (alimentos, productos que podían servir para el renacer del sector agrario: cereales, fertilizantes, energía, metales, equipos industriales, maquinaria, tecnología…). Si en la Primera Guerra Mundial se tardó 8 años para recuperar los indicadores productivos de la preguerra, en la Segunda Guerra Mundial, gracias al Plan Marshall, se va a tardar 4 años. El éxito fue mayor en el caso de la industria que la agricultura. Es un tipo de ayuda que no beneficia a todos por igual: el primer gran beneficiado es Gran Bretaña y le sigue Francia; en total, entre el 48 y el 52, recibieron 13.000 millones de dólares. A partir de ahí, a los dos o tres años, la economía va a crecer por sus propios medios, porque esa ayuda se presta obligando a los gobiernos a aplicar políticas de saneamiento económico, consistentes en la contracción del gasto social, la estabilidad monetaria y garantizar beneficios al capital. Todas estas medidas se traducen en lo siguiente: los beneficiarios sociales del Plan Marshall (la clase popular y media) tardarán más en notar los efectos, por esos recortes y políticas restrictivas. Las organizaciones sindicales pierden mucho poder porque es un periodo de contracción económica.

El orden económico internacional y la gran expansión

Los acuerdos de Bretton Woods en 1944 tratarán de superar los errores cometidos en el periodo de entreguerras. Ahora, se buscará la estabilidad monetaria y se firmará el libre cambio. El objetivo es la reactivación del mercado mundial pues se opina que, sin liberalización económica, las economías no van a crecer. Todo esto tiene que ser dentro de unas reglas: se debe estabilizar las monedas y se determina como moneda de referencia el dólar, la cual se extiende por todas las economías occidentales. Todo se logra gracias a instituciones internacionales como:

  • El FMI (Fondo Monetario Internacional), cuyo objetivo es estabilizar el sistema monetario internacional y dar asistencia financiera a aquellos países que lo necesiten.
  • El BM (Banco Mundial), cuyos objetivos son meramente financiar la reconstrucción de Europa y Japón; sin embargo, se alcanza poco con este objetivo (a medio plazo tendrá más influencia sobre todo en los países del Tercer Mundo).
  • El GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), dirigido por EEUU, con un acuerdo de desarme arancelario, aunque no garantiza la supresión del intercambio desigual.

Todos estos organismos son objeto de críticas.

Las políticas keynesianas y el “Estado del Bienestar”

A raíz de este diseño del orden económico mundial, cabe entender la gran expansión económica que vive el mundo occidental, que también va a beneficiar al resto del mundo. Esa expansión es hija de esos códigos, del incremento de las tasas de inversión y de unas políticas económicas que buscarán el pleno empleo y propiciarán el mantenimiento de los salarios en niveles altos: las políticas keynesianas. De media, Europa crece al 5,5% durante estos años; mientras que en el periodo anterior a 1939 creció alrededor del 1,5-2%, esto se explica por las reglas de juego que se establecieron. Europa gana terreno incluso a EEUU, que tiene un enorme gasto en armamento, algo similar a lo que le va a ocurrir a la Unión Soviética.

Hay una estrecha correlación entre demografía y economía: son los años del baby boom, son sociedades muy jóvenes. Hay una correlación entre los países que más invierten y más crecen: China, Japón y, Alemania, en menor medida; Gran Bretaña solo reinvertía el 17% del PIB.

La liberalización económica se hace junto a un intervencionismo del Estado: el Estado fue un agente económico más que, a través de la fiscalidad e inversión, aumenta la demanda, lo que va a propiciar la redistribución social y regular la economía. Es un liberalismo distinto al del siglo XIX que va a funcionar durante 30 años, hasta mediados de los 70. Las economías más sufridas durante la guerra acortaron distancia con los norteamericanos.

Constitución del Estado del Bienestar

Nos referimos a un Estado con una fuerte vocación redistribuidora y que hace compatible el mercado con la redistribución. Los orígenes de esto son remotos (finales del siglo XIX, aunque la formulación del modelo se diseña en los años 30). Busca la justicia social bajo el capitalismo y la democracia. Se hace compatible la economía abierta con la democracia pluralista y la redistribución social. Tiene que ver con esa profundización de la democracia: construcción de la soberanía social, sin derechos sociales ambiciosos y políticas tendentes a aminorar la desigualdad. Entonces, no había democracia, lo que obliga a dejar atrás las convicciones del liberalismo clásico: poca intervención estatal. Se trata de poner la economía al servicio de toda la sociedad: resolver el conflicto entre la tendencia al igualitarismo de la democracia y la desigualdad del capitalismo.

El inspirador de este Estado es Keynes, que publicó en los años 30 su idea para refutar la teoría clásica o liberal. Keynes refuta a los clásicos porque parte de la idea de que todos los mercados funcionan mal y considera que los gobiernos de entonces tienen que intervenir para acabar con las crisis cíclicas, llegando donde el interés privado no puede. Sin negar las virtudes del mercado, considera que no hay que fiarse del interés privado, que no tiene por qué coincidir con el interés general. Keynes no se fía de los egoísmos de los políticos o del ciudadano corriente: lo utópico es un sistema donde las decisiones políticas y económicas tienen que estar en manos de los sabios en la materia. Puesto que el mercado funciona mal, el Estado debe corregir los fallos y vacíos del mercado, sobre todo con el fin de sostener la demanda en niveles altos, que es lo que determina la producción. Lo que Keynes busca es una política económica donde el Estado juega un papel en el mantenimiento de altos niveles de consumo, aspirando a conseguir el pleno empleo, porque la inactividad de muchos activos no es un aliado del crecimiento económico, incluso generando déficit. El Estado debe estar presente para generar esa alta demanda y pleno empleo. A raíz de estos pensamientos es cómo el modelo keynesiano va a inspirar muchas políticas: el Estado como actor principal de ese crecimiento económico sin negar que el porcentaje mayor de la actividad económica debe caer en lo privado. No niega las virtudes de la empresa pública (las nacionalizaciones de distintos sectores con valores estratégicos tiene que ser un hecho: banca, siderurgia, transportes, que son sectores fundamentales para el crecimiento económico y una buena economía). También las grandes empresas tienen un gran papel: no es necesariamente contraria a los intereses de la economía, no significa que haya que acabar con las pequeñas empresas. Se debe impulsar las grandes empresas al mismo tiempo que se hace compatible con dotar a las organizaciones sindicales de mucho poder, en la medida en que se está pensando en redistribuir la renta hay que sentar a negociar al capital y al trabajo, pues es la única vía para conseguir una sociedad justa y resolver los conflictos. Es una nueva forma de capitalismo compatible con la democracia y la profundización de los derechos sociales. Hablamos de un sistema de economía mixta. Es el modelo que va a prevalecer en las economías occidentales hasta mediados de los 70, cuando entra en crisis.

Orígenes y Fases del Estado del Bienestar

El camino hacia la construcción del Estado de Bienestar se remonta a finales del siglo XIX y tiene que ver con la crisis del liberalismo, que es consecuencia de los ataques a varias bandas (democracia, revolución y contrarrevolución).

En los años 30 se vivieron nuevas experiencias como el New Deal que van sentando los precedentes del Estado de Bienestar de la posguerra. Los desafíos vienen de ese contexto de cambio histórico y acelerado: el gran cambio económico, científico y tecnológico experimenta muchas cosas: democracia, movimiento obrero, problemas unidos al aumento de las ciudades, que replantean la ideología liberal.

Se debe distinguir:

  • Una primera fase de experimentación (1870-1930): avanza el sufragio universal, la democratización política, y van apareciendo las primeras leyes que podemos adjetivar como sociales (las primeras experiencias sociales no necesariamente tienen que ver con el movimiento obrero; los primeros fueron en la Alemania de Bismarck, iniciando una estrategia que luego imitarán otros países). Bismarck está construyendo la nación frente a los poderes populares representados por las oligarquías nacionales: busca el apoyo de los obreros para construir la nación alemana.
  • Otro momento clave es la Primera Guerra Mundial: el Estado se implica abiertamente, la consecuencia de esto es una mayor expansión del Estado, el único capaz de dirigir ese esfuerzo de guerra total, que luego continúa en la posguerra.
  • La República de Weimar: ensaya una constitución que, por primera vez, va a constitucionalizar los derechos sociales bajo la idea de que la democracia no tiene que ser solo política sino también social.

En los años 30 entramos en una fase de crisis manifiesta donde la acción de los poderes públicos se demuestra más necesaria que nunca: las políticas sociales en todos los países, incluso en el centro del liberalismo mundial (EEUU) la economía se hunde a partir del crack del 29, por lo que los poderes públicos se ven obligados a actuar. En Alemania este periodo termina con Hitler (políticas sociales para los alemanes). El famoso New Deal, de Roosevelt, es plasmación de ese intervencionismo estatal. Esto genera efectos en otros países: los poderes públicos deben intervenir en la crisis controlando a los bancos, estableciendo programas de ayuda, financiando las obras públicas para crear empleo. En Europa, en particular la escandinava, están ocurriendo en un marco democrático para paliar la crisis: las fuerzas políticas tradicionalmente rivales son capaces de sentarse a negociar para establecer grandes pactos sociales.

El Estado social surge en consecuencia de la crisis, sobre todo en EEUU con el New Deal de Roosevelt y en Suecia con las alianzas rojiverdes para facilitar el alejamiento de los extremismos. En Europa, quien va a liderar esta expansión va a ser Gran Bretaña, que ha dado a luz, además, a Keynes, que es quien mejor articula teóricamente lo que es el Estado del Bienestar: se pretendía y se logró conciliar el libre mercado con el crecimiento de mercado y con el desarrollo de políticas redistribuidoras. El crecimiento económico se alimentaba de una demanda social fuerte gracias a las políticas redistribuidoras, el pleno empleo y los salarios altos. El Estado de Bienestar es hijo también de la traumática experiencia de la Segunda Guerra Mundial y de esas ansias de seguridad que tienen los ciudadanos de esos países arrasados por la Segunda Guerra Mundial. Esto se refleja en la desideologización política, en los consensos, en el pragmatismo frente al dogmatismo del periodo de entreguerras. Surge por ese deseo de seguridad de la población.

  • Inglaterra: es la que dibuja el modelo más acabado de Estado de Bienestar. Como esa economía tiene visos casi de ser un estado socialista, tienen una fuerza muy grande esas políticas sociales, pero lo llamativo es que hay consenso en torno a ese Estado. Son los laboristas quienes aportan ese impulso, pero los conservadores, en el poder más de diez años, no rompen esa secuencia, sino que la hacen suya. Es el informe Beveridge, que edifica un Estado de Bienestar muy centralizado, coherente, dirigido a cubrir las necesidades de la población: se elaboran un conjunto de prestaciones que tienen que ver con la sanidad, la educación, etc. y que se centra en la política de pleno empleo, que garantiza una demanda fuerte, recaudar muchos impuestos, etc. Esta política va a funcionar muy bien durante tres décadas. Nunca se ha desmantelado el Estado del Bienestar en Inglaterra, aunque sí se ha visto recortado.

Esta formulación de protección social tiene unos perfiles u otros dentro de los países, pero todos tienen un carácter socialdemócrata. También en el resto del continente se vivirá este Estado social. El Estado de Bienestar es la domesticación del capitalismo, que ya no es el capitalismo salvaje de la mitad del siglo XIX. Se hace una reformulación del capitalismo que es el Estado del Bienestar, el cual, después de la Segunda Guerra Mundial, consiguió cubrir cerca del 80% de la población atlántica, en torno al 40-50% del PIB. En los países escandinavos llegó a superar el 50% del PIB: acceso generalizado a la educación y a la sanidad, vacaciones pagadas, desempleo, pensiones…

Fuerzas impulsoras y expansión

Las fuerzas impulsoras del Estado del Bienestar son las luchas sociales. La ciudadanía social es fruto de la historia del conflicto de clases. Cuando se profundiza en el Estado del Bienestar también ha habido circunstancias no relacionadas con las luchas sociales: en los años 80 del siglo XIX en Alemania no es el conflicto social, pues Bismarck va a dirigirse a las clases populares para apelar a la unidad de la nación. La aprobación de esos sucesivos seguros sociales responde a esto. Más que de los sindicatos, los grandes saltos en las conquistas sociales tienen que ver con la irrupción de los partidos obreros en el parlamento. La ciudadanía social no es solo la lucha en la calle, es la acción del parlamento con los partidos obreros. Los partidos obreros también acceden al gobierno en Gran Bretaña, Bélgica y Francia: son fuerzas que integran los gobiernos gracias a la coalición. En la Europa occidental, el movimiento obrero no siguió las órdenes de la Unión Soviética y el grueso del socialismo europeo se mantuvo fiel a lo establecido antes de la guerra.

La última fase es la fase de expansión. Después de 1945 la construcción del Estado del Bienestar se despolitiza y todos los partidos hacen suyos estos programas. El Estado social es factible porque hay una voluntad de consenso generalizada de formar una sociedad más justa; esto lo acepta todo el mundo, añadido a la voluntad de pactos en las altas esferas políticas y pactos entre el capital y el trabajo después de la posguerra (se abandona la idea de la lucha de clases). El capitalismo fue domesticado, y se pasa a la economía social de mercado, que otros autores definen como neocorporativismo.

Este modelo comenzará a ser cuestionado en los años 70, tiene que ver con la crisis del petróleo, las economías europeas tienen que resistir la competencia del Extremo Oriente, con mayor fuerza cuando se incorpora la China comunista. Las economías occidentales tienen que competir con los tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Malasia, y después más). Sumado a la crisis del petróleo salen voces críticas que dicen que el Estado social se ha sobrepasado.

La sociedad de consumo y la cultura de masas

La constitución de lo que llamamos sociedad de consumo tiene su nacimiento en este periodo: el acceso a una serie de bienes que habían sido privativos a una pequeña parte de la población como el automóvil, la radio, la televisión o los electrodomésticos. Tiene que ver con la redistribución de la renta, la educación gratuita, etc. La sociedad capitalista reinventada va a conseguir, gracias al mito de que el comunismo puede acabar con el capitalismo (que decía que era mayor generador de bienestar), ese Estado del Bienestar.

El cine del momento también refleja ese paso de sociedades agrarias a sociedades más industriales. Es una transformación de la cultura: cambian sus valores, sus parámetros, son sociedades más ricas y más libres que han experimentado un cambio demográfico (baby boom). Esto explica entre otras cosas que los protagonistas del periodo sean los jóvenes: van a ser protagonistas del consumismo. Al mismo tiempo que crece el bienestar, la movilidad y el consumo, las mentalidades van cambiando, llegamos entonces a la cultura de masas (teatro, cine), que es hija de la cultura estadounidense. Se está forjando una sociedad más permisiva.

Un cambio revolucionario en la época es la televisión.

Los desarrollos de la democracia liberal

La democracia asiste a una reformulación después de 1945: se hace más social, ya no es solo un instrumento político. Por otro lado, se da un triunfo de la democracia incluso en esos países que habían renegado de ella: Italia, Japón y Alemania. Cada país tiene su desafío específico.

Estados Unidos: Derechos Civiles y Nuevos Movimientos

En EEUU asisten a un auténtico debate de su democracia a partir de los años 50: a partir de muchas polémicas y de muchas circunstancias políticas y, sobre todo, del debate en torno a la segregación racial (que se planteaba en un momento donde hay muchos conflictos sociales y donde mucha población se está rebelando), se está produciendo una inmigración de la población del sur (mayoría de color) hacia los estados más industrializados en el norte, donde van a tener más oportunidades para agruparse y conseguir conciencia de grupo. Entonces nacen movimientos sociales para luchar por esa nueva conciencia. El movimiento en pro de los derechos civiles proponía acabar con la segregación y hacer reales y efectivos los derechos de los afroamericanos. Para acabar con esto, Johnson, sucesor de Kennedy, aprueba dos leyes que van a tener una trascendencia enorme: el derecho a voto y los derechos efectivos de la gente de color. El líder de este movimiento es Martin Luther King Jr. No todos los afroamericanos sucumbieron a este movimiento pacífico.

En estos años emergen muchos movimientos sociales nuevos que se extenderán al resto del mundo occidental: pacifismo, ecologismo, feminismo, el movimiento gay, que emergen en los años 60 al hilo de esa nueva frontera que vienen postulando los demócratas: un programa dirigido a la igualdad y donde a los afroamericanos se les respetaran sus derechos: salario mínimo, lucha contra la segregación racial, es a esto a lo que se llamará “la nueva frontera”.

Gran Bretaña: Nacionalizaciones y Europa

En Gran Bretaña el debate va a ser otro. Multitud de industrias y sectores estratégicos se van a nacionalizar (el Banco de Inglaterra, el sector del carbón, la industria pesada, los ferrocarriles, la electricidad). El Estado se hace con el control de sectores importantísimos de la economía en un momento en el que los sindicatos tienen una fuerza enorme: es una economía con un sector público fortísimo. En un momento en el que el país se está desprendiendo de su imperio, lo que le hace replantearse su papel en el continente: cuando se plantea el proceso de integración europea, Inglaterra recela. Europa, nada más integrarse (Francia, Alemania, Italia y los países del BENELUX), crece a una velocidad mucho mayor que la economía británica. La Commonwealth no llega a ese nivel, por lo que entonces sí quiere formar parte de esa unión de países; sin embargo, le costará entrar tras su negativa inicial, sobre todo porque Francia se negará en redondo. Su incorporación a la Comunidad Europea culmina en los años 70.

Francia e Italia: El Desafío Comunista y la Hegemonía Conservadora

En Francia y la Europa mediterránea, los desafíos vienen dados por unos partidos comunistas muy fuertes. En el caso de Francia llegaron a tener una cuarta parte de los votos, incluso llegó a formar parte de la inmediata posguerra de los gobiernos de coalición.

En Italia, los comunistas llegaron a tener casi un 35% de los votos. Pero no serán capaces o no se les facilitará el acceso al gobierno. La Democracia Cristiana y los socialistas preferirán formar acuerdos entre ellos. Esto es alentado por dos fuerzas exteriores: EEUU y el Vaticano.

Distinguiendo los tiempos, lo que nos encontramos es una periodización muy marcada en la que los años 50 son de abierto dominio conservador, que suelen gobernar en los periodos de bonanza mientras que la izquierda se ha encargado del poder en periodos de crisis económica o industrial. Los años 50 en Europa son los años de hegemonía conservadora, lo que denota que los partidos conservadores se han adaptado muy bien a la democracia; es la nueva derecha democrática, algunos de sus líderes se enfrentaron al fascismo, y algunos incluso estuvieron ilegalizados. En Alemania, la CDU (Unión Demócrata Cristiana), su antecedente, y la Iglesia católica no se doblegaron a la Alemania nazi. Todos estos partidos tienen en común que se adaptan bien a la competición democrática, son maquinarias electorales potentes, y manejan bien las transformaciones sociales que están viviendo sus países. El cambio económico y social da la irrupción de lo que se llama clase media: los partidos políticos van a pasar a ser “atrápalo todo”; son interclasistas. En un periodo de bonanza propició que sectores que habían apoyado a la izquierda apoyasen a la derecha. Las fuerzas conservadoras hegemonizan todos los años 50. Más allá de las diferencias entre unos partidos conservadores y otros, su eficacia electoral es innegable.

  • En Italia, la Democracia Cristiana es la fuerza que representa los nuevos tiempos y que establece un sistema en competencia con los comunistas que va a dominar cuatro décadas. La ley electoral de 1953 (conocida como «ley tramposa») tuvo mucho que ver: estableció que la fuerza o coalición que obtuviera más del 50% de los votos obtendría una prima de mayoría significativa en el Parlamento (aunque no llegó a aplicarse al no alcanzar nadie ese umbral). La Democracia Cristiana no se siente tentada a pactar con los partidos neofascistas, prefiere gobernar con los socialistas, a los que beneficiará en su competencia con los comunistas. Con el tiempo, Italia se transforma, se hace más urbana e industrial, la Democracia Cristiana hará razón de ser esa alianza con los socialistas.
  • En Alemania, el personaje decisivo es Adenauer, artífice de la nueva Alemania tras ser arrasada por la guerra. Es quien va a levantar la moral de la sociedad alemana, el que va a liderar la impresionante recuperación y el liderazgo económico de Alemania. La CDU (Unión Demócrata Cristiana) va a estar en el poder desde principios de los 50 hasta principios de los 60. Las convulsiones sacudían a su rival natural, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), al que le va a costar adaptarse a las nuevas circunstancias y liberarse del lastre del marxismo. Sus victorias también se reflejan en el campo de la política exterior, es Adenauer quien milagrosamente logra un acuerdo con Francia.
  • Gran Bretaña alarga su dominio conservador hasta entrados los 60. Al principio (hasta el 55) todavía bajo la sombra de Churchill y luego bajo otros líderes. Lo más llamativo de este periodo no es la política interior, sino el gran desafío que les supone a los conservadores la pérdida del imperio y el tener que afrontar algunas crisis, como la crisis de Suez en 1956 cuando Nasser nacionaliza el canal: aunque franceses, británicos e Israel vencieron militarmente a Nasser, la presión soviética y norteamericana les obligó a replegarse de Suez, y el triunfo político va a ser para Nasser. Esto tiene repercusiones en Gran Bretaña, pues evidenciaba su debilidad internacional.
  • En Francia, el personaje es otro político antiguo, héroe de la Segunda Guerra Mundial y que encarnaba la Francia libre: Charles de Gaulle, el hombre que va a ayudar a reconducir el rumbo que tomó Francia durante la inestable Cuarta República. Ese régimen se extendió desde 1946 con la Constitución y se desarrolló entre 1948-1958 en un marco de inestabilidad, al hilo de la crisis colonial y de un sistema representativo parlamentario que confería mucho poder al Parlamento pero no lograba formar gobiernos fuertes y estables. La crisis colonial, especialmente la guerra de Argelia, sitúa a Francia al borde de la guerra civil: cuando los militares responsables de la guerra de Argel están a punto de dar un golpe de Estado, se llama al general De Gaulle, al que se le van a conferir plenos poderes, lo cual le va a facilitar la gestión de la descolonización, considerando el imperio como una rémora. Asistimos a un cambio de régimen que encontrará su plasmación en la Constitución de 1958, la Constitución de la Quinta República; es un cambio drástico en el sistema político francés, pasando de una democracia parlamentaria a una semipresidencialista presidida por el general De Gaulle. El presidente de la República va a tener una legitimidad reforzada (elección directa desde 1962) y amplios poderes. La sustitución de la representación proporcional por un sistema mayoritario a dos vueltas busca dar lugar a gobiernos más estables: en las 3 décadas siguientes hubo solo tres presidentes. De Gaulle convirtió al primer ministro en una figura subordinada. Propicia una mayor atención a la política exterior porque estaba muy preocupado por la decadencia de Francia e intentará reconstruir esa posición internacional potenciando el papel de Francia en la sociedad internacional, que era ya potencia nuclear, lo que le da fuerzas para crear una Europa independiente al margen de las dos superpotencias. Aunque se salió en 1966 de la estructura militar integrada de la OTAN, no rompió la alianza occidental. Se produce un acercamiento histórico a la República Federal Alemana. Utilizó la televisión y los medios de comunicación para conectar con la opinión pública por encima del Parlamento.

La Nueva Izquierda y Mayo del 68

La izquierda durante estas décadas está apartada del poder en muchos países: sufre de luchas internas, debates ideológicos y, además, se produce un abandono del marxismo en algunos partidos socialdemócratas. Los partidos socialistas respondieron más tarde a la hora de adaptarse a las circunstancias de la sociedad de posguerra. Hay un profundo debate dentro del socialismo democrático, muy marcado en Alemania por ese abandono del marxismo (Congreso de Bad Godesberg, 1959), y esa redefinición del partido como un partido de toda la nación y no solo de la clase obrera; son partidos que aspiran a conquistar las clases medias. En este sentido, los laboristas británicos fueron pioneros.

Suecia también fue pionera de esa nueva definición de la izquierda, con éxito electoral durante más de 40 años.

La izquierda retorna al poder en los años 60 y 70 en varios países: en Alemania de la mano de Willy Brandt la socialdemocracia vuelve al poder por medio de la gran coalición (primero con la CDU/CSU y después con los liberales), gracias a él, Alemania recupera lazos con la Europa oriental (Ostpolitik), que ayuda a la distensión en Europa.

En el caso del laborismo británico, en los años 60 se producen reformas sociales importantes como la abolición de la pena de muerte, la despenalización de la homosexualidad y del aborto, y la expansión del acceso a la universidad para los hijos de la clase obrera. En este contexto, estas sociedades, que tienen un crecimiento económico sostenido, tendrán que afrontar el fenómeno del Mayo del 68 (movimiento de protesta impulsado mayoritariamente por jóvenes que reflejaban la irrupción de una nueva izquierda, más libertaria y crítica con el comunismo soviético: la New Left).

El Mayo francés: afectó a los movimientos juveniles de toda Europa occidental y EEUU. En el caso de Francia, paradójicamente, se tradujo electoralmente en el apoyo masivo al general De Gaulle y a su partido en las elecciones de junio (consiguió una mayoría absoluta histórica). Una de sus derivas negativas fue la emergencia de una izquierda terrorista, sobre todo en Alemania (RAF) e Italia (Brigadas Rojas). También el Mayo del 68 tiene una herencia positiva: transformó culturalmente la sociedad occidental. En este periodo también cae la dictadura de los coroneles en Grecia (1967-1974), que se derrumbará por el fracaso de su apoyo a un golpe de Estado en Chipre con el fin de su integración en Grecia (Enosis), lo que provocó la invasión turca de la isla.

Las dictaduras mediterráneas

Debemos hablar aquí de las dictaduras española y portuguesa: se prolongaron tanto por el «milagro económico» que experimentaron desde finales de los años 50 en la medida en la que se vincularon a la economía de la zona (abandonaron sus patrones autárquicos y liberalizaron sus respectivos mercados). También tuvo influencia la Guerra Fría: la España de Franco era un Estado condenado inicialmente por la ONU y por las democracias occidentales por su alineamiento con los países del Eje. La Guerra Fría propicia los Pactos de Madrid de 1953: España, a diferencia de Portugal (miembro fundador de la OTAN), se había quedado aislada por razones ideológicas, pero su valor geoestratégico primó. EEUU firma una alianza militar por la cual se instalaban cuatro bases militares a cambio de una ayuda económica y el reconocimiento internacional del régimen. La clave de la pervivencia estuvo también en la liberalización económica (Plan de Estabilización de 1959 en España), que, paradójicamente, ayudó a que emergiera una oposición renovada al franquismo y un avance de la sociedad en cuanto a valores que facilita la apertura al extranjero y, eventualmente, la transición a la democracia tras la muerte de Franco en 1975 (en Portugal, la Revolución de los Claveles de 1974 acabó con la dictadura).

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