La Guerra Civil Española (1936-1939)

1. El Desarrollo de la Contienda

1.1 Significación Histórica

Pasados más de 70 años, nadie duda en considerar la Guerra Civil como uno de los acontecimientos más importantes y decisivos de la historia española del siglo XX. Representó una confrontación dramática y sangrienta de ideologías e intereses sociales, de profundas consecuencias políticas, económicas y sociales, cuyas heridas tardaron muchos años en cicatrizar.

Ha sido campo abonado para el comentario periodístico, la producción literaria y el cine. En definitiva, si las causas fueron fundamentalmente internas y muy complejas, no se puede desligar del contexto de una Europa sumida en la crisis económica de los años treinta y en la crisis política de las democracias occidentales en el periodo de entreguerras. Además, en el conflicto intervinieron, a favor y en contra de cada uno de los contendientes, las distintas potencias, según afinidades ideológicas, por lo que muchos la han considerado como un precedente de la Segunda Guerra Mundial.

2. La Sublevación Militar

Claramente opuestos a la situación política y social del Frente Popular republicano, los militares conjurados contaban con el respaldo de la derecha política. El general Emilio Mola, director del golpe de Estado, desechó la acción inmediata sobre Madrid y montó un dispositivo militar de sublevación simultánea en diferentes guarniciones adictas en el territorio nacional. Pretendía un golpe rápido que despejara la situación en pocos días, pero no lo consiguió, por lo que el golpe acabó convirtiéndose en una larga guerra civil.

La sublevación comenzó el 17 de julio de 1936 en la zona española de Marruecos, a donde llegó el general Francisco Franco, procedente de Canarias. El 18 de julio, la sublevación se extendió por toda España. Las regiones ideológicamente mayoritariamente conservadoras y de economía predominantemente agrícola (Navarra, Castilla y León, y Galicia) apoyaron la sublevación, mientras que en las grandes ciudades (Madrid y Barcelona) y regiones industriales, el golpe fracasó y se mantuvieron fieles a la República. En Madrid, el general Fanjul no pudo hacerse fuerte en el Cuartel de la Montaña, y en Barcelona, el general Manuel Goded no contó con el apoyo de la Guardia Civil. El País Vasco se mantuvo republicano ante la promesa de aprobar un Estatuto de Autonomía. Zaragoza fue tomada por el general Miguel Cabanellas. Andalucía quedó dividida en dos: en Sevilla se hizo con el poder Queipo de Llano y arrastró a Granada, Córdoba y Huelva. Quedaron en zona republicana Málaga, Jaén y las Alpujarras (Guadix y Baza).

2. Fases de la Guerra

2.1 La Guerra de Columnas

En el transcurso de los tres años de la contienda, se pueden distinguir varias fases. Al principio, los generales sublevados intentaron la toma de Madrid. El ejército operó mediante pequeñas columnas que avanzaron a pie o transportadas en camiones por las carreteras, en un avance rapidísimo. Sin embargo, el ejército rebelde tuvo que vencer varias dificultades: una primera, la escasez de recursos del general Mola en el norte, que hizo recaer en el ejército del sur el protagonismo del avance; y otra, el inconveniente de que el grueso de este ejército se encontrara en el norte de África y hubiese necesidad de transportarlo a Andalucía.

Por Extremadura, las fuerzas sublevadas marcharon velozmente sobre Madrid. Tomaron Badajoz, pero el desvío desde Talavera de la Reina a Toledo para liberar el Alcázar, permitió a los generales republicanos reorganizarse y detener las columnas del general Varela a las puertas de Madrid.

2.2 La Guerra Total y el Cambio de Estrategia

Desde noviembre de 1936, la guerra fue ganando en envergadura y se cambió de estrategia: se pasó a las grandes ofensivas y contraofensivas. La guerra, pues, se modernizó gracias a la ayuda exterior. La aviación pasó a ser arma fundamental, la caballería fue sustituida por el carro de combate y se llegó al concepto de guerra total al ser bombardeadas las ciudades de retaguardia, con el consiguiente sufrimiento de la población civil.

Comenzaron las grandes operaciones militares. En la ofensiva de Franco sobre Madrid, de finales del 36 a marzo del 37, se dieron las grandes batallas del Jarama y de Guadalajara, en la que las divisiones italianas enviadas por Mussolini fueron derrotadas por las Brigadas Internacionales, cuando intentaban avanzar sobre Madrid en una operación blindada. Después de este contratiempo, Franco abandonó la idea de tomar Madrid y determinó ahogarlo concentrando los efectivos militares en el norte, para hacerse con sus recursos energéticos e industriales. Roto el llamado Cinturón de Hierro, se tomó Bilbao y Santander. El general republicano Miaja, ayudado por los rusos, inició la contraofensiva de Brunete, pero fracasó. En Andalucía, Málaga es tomada por columnas italianas con gran facilidad y los frentes estuvieron, por lo general, estabilizados.

Tras la toma del norte, en octubre de 1937, Franco proyectó la marcha hacia el Mediterráneo, con el fin de dividir la zona republicana en dos y dejar aislada Cataluña. Para contrarrestar esta ofensiva e impedir el avance de Franco en Cataluña por la costa, el ejército republicano realizó un supremo esfuerzo en el verano de 1938 e inició la llamada Batalla del Ebro. En una gran ofensiva, atravesó el río y estableció una cabeza de puente en Mequinenza para embolsar al ejército enemigo. Pero en una costosa contraofensiva, este último consiguió reaccionar y vencer a los republicanos en una dura batalla de desgaste. En enero de 1939, Barcelona es tomada por el ejército franquista.

2.3 La Guerra Toca su Fin

Tras la pérdida de Cataluña, la España republicana quedó reducida a Madrid capital, una parte de Castilla-La Mancha, la zona costera levantina hasta Almería y a la parte norte de la provincia de Granada. El presidente del gobierno, Juan Negrín, quiso resistir hasta enlazar con una posible guerra mundial, pero se formó una Junta de Defensa, presidida por el coronel Casado, con el fin de gestionar una rendición honrosa, aunque Franco impuso la rendición incondicional. Sus tropas entraron en Madrid el 28 de marzo e, inmediatamente, fueron cayendo el resto de los territorios todavía republicanos. El día 1 de abril de 1939, Franco anunciaba el final de la guerra. Dejaba tras de sí un reguero de destrucción y de sangre: el drama de innumerables muertos, el reguero de los paseos o sacas, las ejecuciones, el hambre y la inmigración forzosa de la España peregrina.

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