La Guerra Civil Española (1936-1939)
En febrero y marzo de 1937, las tropas franquistas fracasaron en su intento de aislar Madrid en las Batallas del Jarama y de Guadalajara. Ante esta resistencia de la capital, el bando nacional inició una ofensiva sobre la cornisa Cantábrica.
El 26 de abril de 1937 se produjo el bombardeo de Guernica. Aviones de la Alemania nazi y la Italia fascista arrasaron esta población vizcaína provocando numerosas víctimas civiles. La toma de Bilbao, Cantabria y Asturias permitió al ejército sublevado centrarse en el frente de Aragón como preparación del asalto definitivo sobre la ciudad de Madrid.
Durante el verano de 1937 se produjeron las Batallas de Brunete (Madrid) y Belchite (Zaragoza).
Entre diciembre de 1937 y febrero de 1938 tuvo lugar la Batalla de Teruel. El ejército republicano se hizo con la ciudad aragonesa, pero el ejército franquista contraatacó recuperándola. Después, prosiguió su ofensiva hasta alcanzar la costa mediterránea.
En abril de 1938, las tropas nacionales conquistaron Vinaroz (Castellón) y dejaron aislada Cataluña.
Durante el verano de 1938, las tropas republicanas y las sublevadas se enfrentaron en la Batalla del Ebro. Tras imponerse en dicha batalla, las tropas franquistas lanzaron la ofensiva definitiva sobre Cataluña.
A principios de 1939, miles de personas huyeron por los Pirineos y fueron confinadas en campos de refugiados del sur de Francia.
El desplome del bando republicano provocó la caída de Madrid y Valencia. El 1 de abril de 1939, el bando franquista declaraba su victoria y el final de la contienda.
Antecedentes de la Guerra Civil
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
En 1923 se impuso en España la dictadura de Miguel Primo de Rivera como respuesta autoritaria a la insatisfacción y a las demandas políticas de sectores sociales como el obrero y el intelectual. Al igual que sucedió en otros países europeos durante la época de entreguerras, el nuevo régimen supuso la instauración de un poder dictatorial con la consiguiente suspensión de libertades políticas y derechos.
La toma del poder se realizó mediante un golpe de Estado. El general Miguel Primo de Rivera prometió restablecer el orden público, acabar con la guerra de Marruecos y combatir la corrupción. Alfonso XIII lo nombró jefe del Gobierno e, inmediatamente, el nuevo dictador suprimió la Constitución, disolvió el Parlamento y prohibió los partidos políticos y los sindicatos. A lo largo de la dictadura se sucedieron dos formas de gobierno:
El directorio militar (1923-1925). El dictador era asesorado por militares y, durante este período, Primo de Rivera consiguió con ayuda francesa imponerse militarmente en el protectorado de Marruecos y acabar con la resistencia de sus habitantes.
El directorio civil (1925-1930). Se intentó institucionalizar el régimen dictatorial supervisando las relaciones entre la clase obrera y la empresarial con la intención de evitar la lucha de clases. Además, el Parlamento fue sustituido por una Asamblea Nacional Consultiva y se impuso un partido único, la Unión Patriótica, inspirado en el partido fascista italiano de Benito Mussolini.
Primo de Rivera y la Unión Patriótica
Primo de Rivera concentraba todo el poder ejecutivo y despachaba los asuntos de Gobierno con el rey Alfonso XIII. En 1924 fundó la Unión Patriótica, que pretendía ser un partido único que integrara a todas las capas de la sociedad y que sirviera como sustento político para la dictadura.
La pacificación del protectorado de Marruecos, la represión del sindicalismo y la política de obras públicas otorgaron a la dictadura en sus inicios el apoyo de las clases acomodadas, del Ejército, del empresariado, del catalanismo conservador e incluso de un sector del PSOE. Sin embargo, a largo plazo, el autoritarismo, los problemas económicos, la represión de la cultura catalana y la decepción entre los sectores que habían apoyado al dictador impidieron la viabilidad del régimen:
Desde 1928 se fue reorganizando la oposición a la dictadura. Confluyeron sectores perseguidos por el régimen, fundamentalmente anarquistas, junto con republicanos, intelectuales y socialistas y catalanistas, que se distanciaron definitivamente del Gobierno. El dictador perdió incluso apoyos en el Ejército y el del rey, por lo que tuvo que dimitir en 1930.
La Segunda República y el camino hacia la Guerra Civil
Tras la renuncia de Primo de Rivera, la monarquía intentó retornar al régimen político de la Restauración. Alfonso XIII confió el poder al general Dámaso Berenguer y, más tarde, al almirante Juan Bautista Aznar, pero ambos fracasaron. La oposición republicana, socialista y nacionalista unificó sus pretensiones en el Pacto de San Sebastián (1930).
Finalmente, tras un pronunciamiento militar fallido, en abril de 1931 se convocaron elecciones municipales. La victoria de la oposición en las grandes ciudades provocó la abdicación de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República.
La Revolución de 1936
El Gobierno de la República contó con el apoyo de las masas obreras, republicanas y del nacionalismo catalán y vasco. Además, recibió la colaboración de parte de las clases medias y del Ejército, si bien la oficialidad fue el sector militar que menos apoyo prestó al Gobierno legítimo.
En algunos lugares controlados por las milicias obreras, especialmente en Aragón, Cataluña y Valencia, se produjo una revolución. Se colectivizaron fábricas y tierras y se gestionaron mediante comités revolucionarios en los que tuvieron protagonismo sindicatos y fuerzas anarquistas.
A su vez, ante el vacío de poder se desató una explosión de terror revolucionario contra representantes del clero, de la patronal, terratenientes y dirigentes derechistas con el argumento de que apoyaban la insurrección o por considerarlos enemigos del pueblo. Hubo matanzas como las de Paracuellos del Jarama y la Cárcel Modelo (Madrid), aunque en su mayoría fueron ejecuciones sin ningún tipo de control. El total de las personas asesinadas en zona republicana rondó las 50 000. Además, se persiguió a las consideradas como enemigas políticas internándolas en centros de detención conocidos como «checas».
Al Gobierno le costó meses reconducir la situación y volver a la legalidad republicana, ya que el anarquismo, opuesto al principio de autoridad, y los partidos trotskistas (comunistas seguidores de Trotsky), pretendían mantener la situación creada por la revolución y propagarla antes incluso de ganar la guerra. La pretensión de anarquistas y trotskistas chocó con la del republicanismo y el nacionalismo vasco y catalán, y con la de buena parte del socialismo y el comunismo, quienes prefirieron preservar la legalidad de la República.
La rivalidad entre las dos tendencias condujo al enfrentamiento armado en el seno del bando republicano en los sucesos de Barcelona de abril de 1937. Finalmente, anarquistas y trotskistas depusieron las armas, y las organizaciones trotskistas fueron duramente perseguidas por el PCE.
La marcha hacia la Segunda Guerra Mundial
La marcha hacia la guerra
Desde principios de la década de 1930, los Estados autoritarios impulsaron agresiones bélicas hacia otros países:
- En Asia, Japón buscaba ampliar sus territorios a costa de China. En 1937 inició la invasión de China.
- En África, en 1935, Italia ocupó Etiopía. En Europa, invadió Albania.
- Italia y Alemania intervinieron en la Guerra Civil española, facilitando soldados y armamento a los militares sublevados.
- Alemania desarrolló una política de expansión territorial con la idea de crear un gran imperio.
Europa bajo el nazismo
La ocupación nazi tenía como objetivo el sometimiento de los territorios europeos en beneficio de Alemania.
En función de ello, los nazis organizaron los territorios conquistados en regiones incorporadas al Reich, regiones colonizadas y Estados satélites.
La ocupación significó también la extensión del terror y la represión sobre la población sometida. Los alemanes encontraron colaboracionistas entre la población civil.
La Gestapo y las SS implantaron un régimen de violencia y terror sobre la población. La persecución fue dura para los judíos en el llamado Holocausto.