La sublevación militar y el estallido de la Guerra Civil. Desarrollo y consecuencias.
El 18 de julio de 1936 un grupo de generales se rebelaron contra la república y esperaban un rápido triunfo del pronunciamiento militar. Sin embargo, la resistencia de las fuerzas de seguridad leales a la república y de los milicianos de las organizaciones políticas y sindicales hizo fracasar la sublevación en gran parte del país, desencadenando una larga guerra civil.
La demanda de ayuda militar y política, tanto del gobierno de la república como de los sublevados, a las potencias europeas abrió la puerta a la internacionalización del conflicto. Finalmente, la intervención de la Alemania nazi y de la Italia fascista a favor de los rebeldes condicionó, de forma decisiva, el resultado final de la guerra civil.
La guerra civil era conocida en Europa como “La guerra de España” y supuso un anticipo de lucha entre fascismo, comunismo y democracia, aunque en clave interna debemos entenderlo como el enfrentamiento entre los viejos grupos dominantes, que recurren a la rebelión armada con el apoyo del ejército y la Iglesia, y las nuevas clases emergentes, que quieren un estado democrático y mayor justicia social.
Las causas de la guerra se dividen en tres bloques. Uno de ellos lo forman las causas profundas o estructurales. El intento de la República de resolver los problemas fundamentales de España genera un profundo enfrentamiento social: el problema agrario y la resistencia de la oligarquía terrateniente; el problema social y laboral y la legislación protectora del trabajo; el problema religioso y el intento de crear un Estado laicista y oposición de la Iglesia católica, problema educativo, el 60% de la población es analfabeta; y el problema de la organización del Estado, los nacionalismos y el centralismo unitario. El segundo bloque lo componen las causas próximas: recesión económica mundial y el empeoramiento de las condiciones de vida desde 1932, la sublevación de Asturias de 1934 y las medidas antisociales del gobierno de la CEDA, el ascenso del fascismo en Europa (Italia y Alemania) y la creación de políticas del Frente Popular como reacción al fascismo. El último bloque son los factores desencadenantes, que fueron: la conspiración en marcha desde 1933, en la que militares, carlistas, falangistas y alfonsinos preparan el levantamiento armado contra la República y el fracaso del golpe de Estado que degenera en guerra civil.
Emilio Mola (director del levantamiento) declararía el estado de guerra y luego se procedería a la detención y eliminación de los principales dirigentes políticos sindicales de izquierda. El estallido se adelantó al 17 de julio en Marruecos y un día después en la península. España se dividió en dos bandos: los leales a la república (cuyos apoyos fueron los obreros industriales y jornaleros y la pequeña burguesía temerosa de una revolución social) y los rebeldes o sublevados (cuyos apoyos fueron parte del ejército, propietarios agrarios, grupos católicos y los tradicionalistas). De modo simultáneo, el gobierno republicano de Giral y el bando sublevado liderado por el general Franco, solicitaron ayuda militar a las potencias europeas. A favor de la República estaban Francia, la URSS, los partidos obreros y los grupos católicos progresistas. Además, se crearon las Brigadas Internacionales (voluntarios por defender la República). La República financió la guerra con las reservas de oro del Banco de España. Por otro lado, a favor de los sublevados estaban Gran Bretaña, Italia, Alemania, los católicos conservadores y el Papado y Portugal. Alemania envió la Legión Cóndor y Mussolini un Cuerpo de Tropas Voluntarias y armamento. En agosto de 1936, Francia y Gran Bretaña impulsan la creación del Comité de no-intervención por el que se prohibió la exportación a España de armas, municiones y todo tipo de material de guerra. Sin embargo, todo fue una farsa que dejó al gobierno de la República en clara desventaja. La sublevación militar provocó una revolución social en gran parte de los territorios controlados por la república, que provocó la desintegración del ejército republicano.
El objetivo de los militares rebeldes era la toma de Madrid. Mola comenzó el avance pero fue detenido, por lo que Franco ayudó con las tropas de Marruecos y gracias a la ayuda alemana e italiana liberaron el Alcázar de Toledo, pero no consiguieron conquistar Madrid, así que Franco modificó su estrategia. Inició un frente contra el norte, lazando bombas sobre la población civil de Durango y Guernica. Los republicanos iniciaron una ofensiva, pero la crisis del gobierno de Largo Caballero y la formación del gobierno de Negrín la retrasó y el norte era prácticamente “nacional”. Franco volvió sobre Madrid y el gobierno de Negrín emprendió una ofensiva en Teruel que fue reprimida por los rebeldes, al igual que la de Aragón. El bando republicano se dividió en dos zonas, aislando a Cataluña; por lo que se llevó a cabo la batalla del Ebro con el objetivo de unir las zonas republicanas, pero fue sofocada por los rebeldes. Franco logró tomar Barcelona y Gerona, por lo que cayó Cataluña y, además, el Reino Unido y Francia reconocieron el gobierno de Franco. A finales de marzo de 1939, los ejércitos franquistas entraron en Madrid y ocuparon el resto del país: fin de la guerra.
Existe un contraste en la forma en que los diferentes bandos llevaron la guerra. En la zona republicana, el gobierno entró en quiebra, lo que originó una revolución social debido al caos organizativo y la falta de unidad de mando y de criterio. Además, desapareció el ejército y se crearon milicias voluntarias. Por un lado, el gobierno de Largo Caballero creó el Ejército Popular y tuvo problemas con comunistas y anarquistas, que siguen su propia política de colectivizaciones y no integran sus milicias en el ejército popular. Por otro lado, el gobierno de Negrín estaba formado solo por partidos sin presidencia de los sindicatos y con fuerte presencia comunista y sus objetivos eran la resistencia a ultranza y la solución negociada del conflicto. Finalmente, las dificultades militares y el cansancio de la guerra se extienden a la zona republicana. La zona sublevada pretendía la creación de un Estado totalitario contrario al liberalismo, la democracia, el separatismo y el comunismo. El 1 de octubre de 1936 se publicó el decreto por el que se nombraba a Franco generalísimo de los ejércitos y jefe del gobierno del Estado español. Además, creó un partido único, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, quedando disueltas las demás organizaciones y partidos políticos. Finalmente, en 1938 adoptó el título de caudillo e inició el camino hacia el establecimiento de una dictadura personal.
Las consecuencias del conflicto se dejaron ver en las pérdidas humanas (aproximadamente medio millón) de guerra y represión. El exilio también influyó muy negativamente porque grandes grupos intelectuales salieron del país en detrimento de la cultura. La economía quedó devastada con la Hacienda pública arruinada y medio país destruido (se destruyeron infraestructuras civiles, públicas, industriales más los campos de cultivo, las vías de comunicación, etc.). En conclusión, las secuelas de la guerra aún levantan polémicas en interés, siendo uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea del siglo XX. Sus consecuencias han marcado la vida y la memoria histórica de la sociedad española, pero también en el ámbito internacional. En el que los países quedaron enfrentados desembocando, tiempo más tarde, en la II Guerra Mundial.