Desarrollo del Conflicto
En una primera etapa del conflicto, los sublevados intentaron tomar Madrid en varias acciones. Las tropas dirigidas por Mola avanzaron desde Navarra hacia Madrid, pero fueron detenidas por los milicianos. Franco aerotransportó, con ayuda alemana, al ejército de África Hasta Sevilla y, desde allí, tomó Badajoz pero, en lugar de avanzar rápidamente hacia Madrid, se desvió hacia Toledo, lo que permitió proteger la capital. Los sublevados intentaron tomar Madrid en febrero y marzo de 1937 pero fracasaron. Sin embargo, el cerco sobre Madrid siguió durante toda la guerra. En la etapa de abril a octubre de 1937, destacó la Campaña del Norte, emprendida por Franco. Los sublevados conquistaron los territorios del norte aprovechando el aislamiento del resto de las regiones republicanas; la ayuda de las tropas italianas y el apoyo de la aviación alemana. Para aliviar la presión sobre Madrid y obligar a los sublevados a retirar tropas del frente norte, los republicanos lanzaron una ofensiva sobre Brunete pero fracasó. Tras la caída de Asturias, la República perdió los territorios del norte, y por consiguiente sus posibilidades de éxito. La etapa final del conflicto se desarrolló en el este de la Península. Los republicanos tomaron Teruel pero Franco la recuperó dos meses después. Comenzó entonces la campaña del Mediterráneo. Conseguido dividir Cataluña por Franco, los republicanos emprendieron la batalla del Ebro para frenar su avance a Valencia. Fue la batalla más dura de la guerra y, el ejército republicano fue empujado a sus posiciones de inicio, perdiendo gran cantidad de hombres y material, además de sus escasas opciones de victoria. En enero de 1939, Franco lanzó la ofensiva sobre Cataluña. Ante la imposibilidad de resistir, el general Casado dio un golpe de Estado e intentó negociar con Franco una rendición con condiciones que Franco rechazó y, aunque la República controlaba aún un territorio considerable, su descomposición interna provocó que el 1 de abril finalizara la guerra.
Gobiernos en la España Republicana
Durante el conflicto, se sucedieron tres gobiernos en la España republicana. Tras el desconcierto inicial, Azaña encargó a José Giral formar gobierno. Una de sus primeras medidas fue armar a los obreros, para enfrentarse a los sublevados. Se crearon Juntas y Comités revolucionarios. Los anarquistas aprovecharon el desorden para tratar de imponer la revolución social. El avance de los rebeldes se vio favorecido por la falta de un mando militar único y los desórdenes sociales, por lo que Azaña encargó un nuevo gobierno a Largo Caballero que formó un gobierno de unidad nacional con el resto de partidos. Creó el Ejército Popular; restauró la legalidad disolviendo los comités revolucionarios. Trasladó el gobierno a Valencia. Los fracasos militares y los sucesos de mayo en Barcelona, provocaron la sustitución de Largo Caballero por Juan Negrín. Con el apoyo del PCE, buscó la ayuda exterior de la URSS. Pese a las derrotas sufridas, defendió una política de resistencia a ultranza. Trató de negociar una rendición, el programa de los trece puntos, pero Franco la rechazó. Azaña dimitió tras la caída de Barcelona y, en marzo de 1939, el golpe del general Casado aceleró el fin de la República.
Consolidación del Régimen de Franco
Los sublevados no tenían un modelo político común. Ante la división de las fuerzas políticas de la derecha, el ejército era la única institución capaz de establecer el embrión de un nuevo Estado. El general Mola fue el organizador pero Franco tenía más prestigio entre los militares. Para administrar los territorios bajo control y coordinar sus acciones, se creó la Junta de Defensa Nacional que, en octubre de 1936, nombró a Franco Jefe de Gobierno, del Estado y del Ejército, concentrando así todo el poder político y militar en una sola persona. Para evitar disputas entre los partidos políticos afines al alzamiento, en abril de 1937, Franco promulgó el Decreto de Unificación, por el que falangistas y carlistas se integraban en un partido único llamado Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. Por su parte, la jerarquía eclesiástica publicó una pastoral dirigida a los obispos del mundo, reafirmando el apoyo de la Iglesia al alzamiento militar, justificándolo para erradicar la revolución comunista. Se reforzó así la identificación del bloque sublevado con la Iglesia, dando fundamento ideológico al régimen. Con la guerra a su favor, Franco culminó la configuración política del nuevo régimen con la Ley de Administración Central del Estado, que confirmó la concentración del poder político y militar en sí mismo. Sustituyó la Junta por diversos ministerios, ocupados en su mayoría por militares de su confianza. El Estado quedó configurado de forma centralizada y autoritaria. Se realizó una profunda contrarrevolución social, derogando la legislación republicana en materia social y económica; se abolieron los estatutos de autonomía y los partidos políticos.
Consecuencias de la Guerra Civil
La guerra supuso una fractura demográfica importante. Las víctimas superaron el medio millón de personas. Hay que añadir los exiliados, entre estos, la Generación del 27 casi al completo. Se produjo un retroceso de la población urbana por el desmantelamiento de la economía industrial y de servicios, y a la necesidad de buscar subsistencia cerca de la tierra. En cuanto a las repercusiones económicas, la destrucción de recursos e infraestructuras es de muy difícil cálculo. La cabaña ganadera se redujo en la guerra en un 60%; la producción agrícola bajó en un 25%; la Hacienda Pública quedó arruinada y sin reservas financieras. La inflación multiplicó por diez el índice de precios en la década siguiente, produciéndose un estancamiento económico del que no se salió hasta los años cincuenta, recuperándose entonces el índice de producción industrial de 1929. Todo ello implicó un retroceso del nivel de vida de la población que se vio obligada a recurrir al racionamiento de productos básicos. Además España no pudo beneficiarse de las ayudas del Plan Marshall por el tipo de régimen dictatorial que también provocó el aislamiento internacional hasta 1953. La dictadura significó la pérdida de libertades políticas y represión de la disidencia.