1. Introducción
Guerra colonial y crisis del 98
El estallido de la Guerra de la Independencia en España en 1808 supone para el país el inicio del fin de su gran Imperio colonial en América. A partir de ese momento comienza una etapa en la que prácticamente la totalidad de las colonias americanas se independizaron de España, concluyendo parte del proceso en 1824. Las Antillas (Cuba y Puerto Rico) y las Filipinas serían las únicas colonias que seguirán perteneciendo a la metrópoli.
En 1868 comienza la Guerra de los Diez Años entre Cuba y España. El levantamiento, conocido como el «grito de Yara», estaba encabezado por los criollos y apoyado por las clases populares. Los primeros pedían autonomía política y económica, mientras que los segundos demandaban el fin de la esclavitud.
En 1878 se firma la Paz de Zanjón, en la que el gobierno español se compromete a introducir reformas. No obstante, Cuba sigue sin lograr la autonomía y ve como se limita su comercio con una política económica proteccionista. El descontento de la colonia lleva a nuevas revueltas que parecen apaciguarse con la llegada del liberal Sagasta al poder (1885-1890). Se esperaba que este nuevo gobierno estableciera medidas liberales. Sagasta decide abolir definitivamente la esclavitud y dar representación a Cuba en las Cortes, pero no les concede la deseada autonomía.
A partir de este momento, la tensión vuelve a crecer y surgen nuevos conflictos que derivarán en la pérdida de las últimas colonias americanas y el fin del Imperio español en ultramar.
2. La situación en Cuba
Durante la segunda mitad del siglo XIX, Cuba es situaba como una de las principales regiones exportadoras de café, algodón, azúcar y tabaco del mundo. España, como metrópoli, ejercía un monopolio sobre estos productos, que además eran trabajados por mano de obra esclava. Este escenario sería el origen de un sentimiento nacionalista que vería en la emancipación política un paso necesario para lograr la independencia económica.
España desarrollaba en Cuba una economía proteccionista de forma que la entrada de productos de otros países a la isla estaba sometida a aranceles muy elevados. Esta política perjudicaba a Estados Unidos. Ante esta situación, el gobierno norteamericano amenazará con el cierre del mercado a los productos cubanos, a la vez que ofrece su apoyo a los movimientos independentistas de la isla.
3. Guerra en Cuba y Filipinas
Tras la Paz de Zanjón se producen en Cuba diversas insurrecciones que reclaman mayor autonomía y el fin de la política represiva de la metrópoli. Pero no sería hasta 1895 cuando diese comienzo la guerra de la independencia liderada por José Martí.
Desde España, Cánovas del Castillo intenta resolver la situación en un primer momento de forma pacífica mediante el envío de tropas encabezadas por Martínez Campos, pero no tarda en cambiar su fallida postura inicial, y encarga controlar las insurrecciones al con más dureza.
El ejército español debía hacer frente no solo a gran parte de la sociedad cubana, sino a un sistema de guerrillas que dificultaba los ataques, a un clima cálido y húmedo al que no estaba acostumbrado, y a las enfermedades tropicales.
Tras el asesinato de Cánovas en 1897, Sagasta, de nuevo en el poder, decide poner fin al conflicto concediendo a Cuba la autonomía y la amnistía política, pero ya era demasiado tarde para frenar el proceso y Estados Unidos estaba dispuesta a entrar en la guerra, lo que iba a acelerar el resultado final.
Paralelamente estalló una sublevación en Filipinas, colonia con importantes recursos naturales que no estaban siendo bien explotados por España. José Rizal, líder de la insurrección en Filipinas fue fusilado en 1896. Posteriormente, el gobierno liberal intentó pacificar la situación en la colonia.
4. La intervención de Estados Unidos
En pleno proceso imperialista, Estados Unidos se había marcado como objetivo prioritario su expansión por el Caribe y parte del Pacífico.
Cuba era una región de especial interés para el país norteamericano. De hecho, había intentado comprar la isla en distintas ocasiones, encontrándose siempre con la negativa de España. Estados Unidos aprovecharía el conflicto entre España y Cuba para apoyar a la colonia a través del envío de armamento.
En 1898 se produce la explosión del acorazado estadounidense Maine en La Habana, hecho del que se responsabiliza a España y por la que el país norteamericano le exige su retirada de Cuba. España niega su responsabilidad y se inicia de este modo el conflicto hispano-norteamericano, una guerra que deja pronto en evidencia la superioridad de Estados Unidos tanto en Cuba, como en Filipinas, donde las tropas norteamericanas también habían intervenido por medio del envío de armas y la intervención directa de su ejército.
En diciembre de 1898 se firma el Tratado de París. Puerto Rico y Filipinas pasan a pertenecer a Estados Unidos, y Cuba quedará bajo su control.
5. Las repercusiones del desastre del 98
Tras el fin del conflicto en las colonias americanas, España se vio obligada a ceder más territorios, en este caso a una pujante Alemania. España queda relegada a potencia de segundo orden, sin apenas peso en la política internacional, y con un imperio que se había reducido a pequeños enclaves en África.
En el plano económico, el desastre de 1898 fue menos traumático de lo que se esperaba. A pesar de perder una importante vía comercial para las exportaciones, y del encarecimiento de las importaciones llegadas desde las antiguas colonias, el país vivió una etapa de estabilidad económica gracias a la llegada de inversiones procedentes de Cuba, y a la reducción de la deuda pública a través de un incremento de la presión fiscal.
Políticamente, la Restauración logra sobrevivir a la crisis a pesar del crecimiento de unos nacionalismos que reivindicaban una política descentralizadora; y de la aparición de nuevos políticos muy críticos con el sistema, pero sin iniciativa para introducir reformas profundas en el país.
Desde el punto de vista ideológico y moral, la pérdida de las colonias, y por tanto, el fin del Imperio español, provocó a las clases dirigentes un estado de frustración, mientras que para las clases populares ese aspecto parecía carecer de relevancia, preocupándose más de las miles de pérdidas humanas que dejaron los conflictos. La expansión colonial del resto de países europeos en Asia y África no haría más que acentuar ese sentimiento de desencanto. España había pasado a ser una potencia de segundo orden. Desde fuera de sus fronteras, no tardaron en surgir críticas que cuestionaban un sistema político corrupto y a unos políticos incompetentes.
La pérdida de las colonias ahondó en las críticas a la capacidad del ejército, mientras que los militares apuntaban a la incompetencia de los políticos. A medida que avanzan las dos primeras décadas del siglo XX, el ejército va incrementando su importancia y protagonismo, llegando a su punto álgido con el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
Las últimas décadas del siglo XI vieron nacer el regeneracionismo liderado por Joaquín Costa. Es una corriente de pensamiento que nace a través de la Institución Libre de Enseñanza y que demanda cambios en el sistema de la Restauración, en el ámbito educativo, olvidar la gloria pasada, introducir mejoras en la agricultura, obras públicas y elevar el nivel cultural del país. Era necesaria la modernización y el desarrollo del país tras el fracaso del primer intento con la Revolución de 1868 a la que se veía como una oportunidad perdida. El regeneracionismo no formaría ningún partido político, de forma que sus críticas resultaron estériles.
Por otro lado, tras el desastre del 98 nace una generación de literatos e intelectuales que critican el alejamiento entre la política y la sociedad española, analizan el atraso cultural y la búsqueda de identidad nacional. Entre ellos podemos destacar a Pérez Galdós, Emilia Pardo o Clarín.
6. Conclusión
Tras el desastre del 98, la Restauración vive una nueva etapa protagonizada por Alfonso XIII; que sube al trono en 1902, y el crecimiento de los movimientos de oposición al régimen.
Durante estas primeras décadas del siglo XX, el republicanismo, el movimiento obrero y los nacionalismos logran tener más apoyo dentro de la sociedad española. La Restauración debe hacer frente a continuos conflictos sociales y políticos,
y a un proceso de modernización del sistema que
no termina de consolidarse. Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y los problemas en Marruecos ahondan en la crisis del régimen. Primo de Rivera, en 1923, decide dar un golpe de Estado y establece una dictadura con el objetivo de restablecer el orden y la estabilidad en el país, y acabar con los problemas de la Restauración.
¿Qué reyes efectuaron la unión dinástica en España a finales del siglo XV? Explique brevemente la expansión
territorial realizada por dichos monarcas.´Fernando V de Aragón e Isabel II de Castilla, los Reyes Católicos. //La expansión territorial de la monarquía hispánica tuvo tres grandes objetivos: la Península, el Mediterráneo y el Atlántico. En la Península, fueron incorporadas a
Castilla tanto el reino nazarí de Granada /1492) como el reino de Navarra (1512). En el Mediterráneo se conquistan
enclaves en el norte de África como Melilla (1497) y se ocupa definitivamente el reino de Nápoles, que se incorpora a la Corona aragonesa (1503). En el Atlántico se culmina la conquista de Canarias en 1496 con la conquista de
Tenerife y se inicia la expansión en América a partir del primer viaje de Colón en 1492.
¿Con que nombre se conoce en España la más destacada de las desamortizaciones?
Desamortización de Mendizábal (1835-1844) o de Madoz (1855) ¿Qué político español promovió el regreso de los Borbones al trono de
España en 1875? Cánovas del Castillo, del Partido Conservador o Partido Alfonsino. ¿Qué rey subió al trono español tras la “Gloriosa” Revolución?
Amadeo de Saboya (como Amadeo I), hijo del rey de Italia Víctor Manuel