La Guerra de la Independencia: antecedentes y causas
En diciembre de 1788 fallecía Carlos III y le sucedía su hijo Carlos IV (1788-1808). Los acontecimientos que se produjeron durante su reinado conducirían a la Guerra de Independencia contra la invasión de las fuerzas napoleónicas, y a la crisis del Antiguo Régimen en España, poniendo en cuestión a la monarquía absoluta y al régimen señorial e iniciando un proceso hacia un modelo liberal y representativo.
El reinado de Carlos IV fue en sus inicios una continuidad del de su padre, mantuvo incluso a sus ministros (Floridablanca, conde de Aranda) en los que el rey delegó el poder. Esta situación cambió con el ascenso político de Manuel Godoy que, aunque actuaba como primer ministro, acabó recordando a los validos del s.XVII. No obstante, los acontecimientos que condicionaron el reinado de Carlos IV fueron el estallido de la Revolución en Francia, en julio de 1789 y el posterior ascenso al poder de Napoleón Bonaparte.
El movimiento revolucionario que sacudió a Francia obligó a la monarquía española a adoptar una política de prevención para evitar que sus ideas se extendiesen a España a la vez que se veía comprometida a ayudar a los reyes franceses con los que les unía parentesco. La política dubitativa del conde de Aranda hizo que el rey le sustituyese por Godoy, nombrado primer ministro en 1792. Su acción de gobierno estuvo condicionada por su política hacia la Francia revolucionaria que conoció dos fases:
- Hostilidad hacia Francia (1793-1795), que se inició con su fracasado intento de salvar la vida del rey Luis XVI. La situación acabó en una declaración de guerra a Francia y la derrota española que obligó a firmar la Paz de Basilea en 1795.
- Alianza con Francia (1796-1808), con el ascenso al poder de Napoleón y el acercamiento entre Francia y España, que firmaron varios pactos de alianza recuperando los antiguos pactos de familia. En 1796 se firmó el Tratado de San Ildefonso, un pacto frente a Inglaterra y Portugal que acabó con dos grandes fracasos, el intento de conquista de Portugal en 1801 (Guerra de las Naranjas) y la derrota de la flota española en Trafalgar (1805).
Estos fracasos afectaron a la popularidad de Godoy y provocaron la desconfianza de Napoleón que forzó a España a firmar un nuevo tratado el 27 de octubre de 1807, el Tratado de Fontainebleau, que permitía la entrada y acuartelamiento de tropas napoleónicas en España lo que en la práctica era una ocupación encubierta del país.
Crisis de 1808 y Abdicaciones de Bayona
La situación en 1808 era de crisis económica, política y social: aumento incontrolado de precios, comercio exterior colapsado tras la destrucción de la flota en Trafalgar, endeudamiento del Estado como consecuencia de la financiación de las guerras, e indignación contra Carlos IV y Godoy. Éste comprendió las verdaderas intenciones de Napoleón y decidió trasladar a la familia Real fuera de Madrid. Cuando se encontraban en el palacio de Aranjuez se produjo un complot organizado por los partidarios del Príncipe de Asturias (futuro Fernando VII), que aprovechando el descontento popular desencadenaron el Motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808). La consecuencia fue el cese de Godoy y la abdicación del rey en su hijo Fernando VII.
Los problemas entre Fernando VII y su padre Carlos IV fueron aprovechados por Napoleón que fue requerido como mediador en el conflicto. Padre e hijo se reunieron con Napoleón en Bayona donde fueron confinados. Fernando devolvió el trono a su padre Carlos IV, quién, a su vez, cede sus derechos a Napoleón, que se los traspasa a su hermano José Bonaparte (José I). Este evento se conoce como las Abdicaciones de Bayona.
La marcha hacia Bayona de la familia real dejó tras de sí un vacío de poder. Esta situación tendrá una importancia decisiva porque colocó a los españoles, y sobre todo a las élites dirigentes, ante la alternativa de acatar o no la legalidad. José I no lograba un apoyo suficiente de las minorías ilustradas, porque resultaba bastante patente el espíritu de invasión y conquista de su hermano Napoleón.
El Gobierno de José I y los Afrancesados
En la España ocupada, José I trataba en vano de emprender las reformas que el Estatuto de Bayona había proyectado. Era una carta otorgada basada en los principios liberales y que venía a liquidar el Antiguo Régimen (igualdad de los españoles ante la ley, desamortización de los bienes de la Iglesia y de los Grandes de España, abolición de los señoríos jurisdiccionales, disolución de la Inquisición).
El gobierno de José I obtuvo el apoyo de un sector de la sociedad española, los afrancesados, que vieron con el nuevo gobierno la posibilidad de establecer una política liberal en España. El pueblo abrazó la causa de Fernando VII y el vacío de poder fue cubierto por instancias inferiores: juntas locales que se agruparon en juntas provinciales, coordinadas en la Junta Suprema Central (septiembre de 1808), que inició la convocatoria de Cortes. Las Cortes habrían de poner en marcha una política de reformas políticas, sociales y económicas. Por primera vez los españoles ejercían la práctica de la soberanía nacional, rompiendo con el absolutismo: se iniciaba la revolución liberal.
La Guerra de la Independencia: bandos en conflicto y fases de la guerra
El 2 de mayo de 1808 se produjo en Madrid el primer levantamiento contra Napoleón. La insurrección tuvo un carácter popular, aunque algunos sectores del ejército se sublevaron también. Las fuerzas de Murat sofocaron rápidamente el alzamiento, pero el levantamiento pronto se generalizó.
La Guerra de la Independencia está considerada como una guerra de liberación puesto que fue una guerra de resistencia popular ante lo que se consideraba una invasión extranjera. El conflicto no se entiende, por tanto, únicamente como el enfrentamiento entre dos ejércitos, el español y el francés, sino como la sublevación de toda una nación contra las fuerzas que pretendían subyugarla. No obstante, el conflicto tuvo también un trasfondo ideológico, que enfrentó a los partidarios del absolutismo contra los que reclamaban un nuevo régimen representativo y de libertades. Dentro de estos últimos, muchos colaborarían con el nuevo régimen impuesto por Napoleón, los afrancesados, mientras otros considerarían a Napoleón como un nuevo tirano y llevarían su lucha tanto hacía un cambio de régimen como a liberarla del invasor, los liberales. Iniciada la guerra, ingleses (Duque de Wellington) y guerrilleros (Espoz y Mina) tendrán un papel importante en el desarrollo de la misma.
Fases de la Guerra
La guerra tuvo varias fases según se iba inclinando de uno u otro lado el conflicto:
- Mayo-Noviembre 1808. Las fuerzas francesas controlan la situación aprovechando la indecisión de las autoridades españolas. José I se instala en Madrid. Los franceses controlan el norte y el centro peninsular. Sin embargo, cuando los franceses se dirigen hacia el sur son derrotados por las fuerzas españolas dirigidas por el general Castaños en la batalla de Bailén, que impide la conquista de Andalucía. José I abandona Madrid temiendo ser apresado por los españoles.
- Noviembre 1808. Napoleón decide intervenir, personalmente. Al frente de la Grande Armée, derrota a las fuerzas españolas en Somosierra y entra en Madrid.
- 1809-1812. Se inicia una etapa caracterizada por el asedio de las fuerzas napoleónicas a diversas ciudades (Zaragoza, Gerona, Valencia), que resisten. Ante la incapacidad de vencer a los franceses en campo abierto se inicia una guerra de guerrillas.