La Guerra de Independencia y la Revolución Liberal en España (1808-1814)

La Guerra de Independencia y la Revolución Liberal en España (1808-1814)

La Guerra de Independencia (1808-1814) no solo sirvió para expulsar a los franceses de España, sino que también fue el detonante de la primera revolución liberal en el país. Mientras en la zona ocupada por los franceses, José Bonaparte intentaba consolidar una monarquía absoluta con el apoyo de los afrancesados (un grupo reducido de clérigos, nobles, militares e ilustrados) y el Estatuto de Bayona (1808), en la zona controlada por los españoles se gestaba una revolución política basada en la soberanía nacional.

Las Juntas y la Soberanía Nacional

En la España no ocupada, surgieron las Juntas, organismos locales y provinciales formados por ilustrados, militares, clérigos y representantes del pueblo. Estas Juntas se coordinaron en las Juntas Supremas Provinciales y, posteriormente, en la Junta Suprema Central (1808), con sede en Aranjuez y luego en Cádiz. La Junta Suprema Central, presidida por Floridablanca y con Jovellanos como figura clave, representaba el gobierno de la resistencia y dirigió tanto la guerra como la modernización del país, impulsada por los liberales.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La Junta Suprema Central acordó convocar Cortes en Cádiz en septiembre de 1808. Estas Cortes fueron modernas y revolucionarias:

  • Unicameralidad: Con un número variable de diputados (de 100 a 223).
  • Representación de las burguesías y clases medias urbanas: Compuestas por clérigos, abogados, funcionarios, militares, nobles, comerciantes y propietarios.
  • División ideológica:
    • Izquierda o liberales: Partidarios de cambios radicales y de la soberanía de las Cortes, con Agustín de Argüelles como principal representante.
    • Centro o jovellanistas: Defensores de Cortes estamentales y un compromiso entre el rey y la nación.
    • Derecha o absolutistas: Partidarios de la vuelta al Antiguo Régimen y del rey Fernando VII.

La labor de las Cortes de Cádiz (1808-1813) desmanteló el Antiguo Régimen a través de dos grandes aportaciones: la Constitución de 1812 y una serie de medidas socioeconómicas.

La Constitución de 1812

La Constitución de 1812, aprobada el 19 de marzo, estableció una monarquía parlamentaria basada en los siguientes principios:

  • Soberanía nacional: El poder reside en la nación, incluyendo a los españoles de las colonias.
  • División de poderes: El rey mantenía el poder ejecutivo, pero responsable ante la Constitución y el Parlamento. El poder legislativo recaía en las Cortes y el judicial en jueces y tribunales independientes.
  • Sufragio censitario masculino e indirecto: Solo los más ricos podían votar.
  • Derechos individuales: Libertad, propiedad, igualdad jurídica y fiscal, inviolabilidad del domicilio, libertad de imprenta, etc.
  • Democratización municipal: Las autoridades municipales serían elegidas por sufragio censitario.
  • Creación de la Milicia Nacional: Cuerpo armado civil para defender la Constitución.
  • Intolerancia religiosa: El catolicismo se mantuvo como única religión oficial del Estado.

La Constitución de 1812 solo estuvo en vigor en tres periodos: 1812-1814, 1820-1823 y 1836-1837.

Medidas Socioeconómicas

Las medidas socioeconómicas, aunque con escasa aplicación por el regreso de Fernando VII, fueron importantes para el programa liberal del siglo XIX. Destacan:

  • Supresión del régimen señorial (1811): Se abolieron las obligaciones personales del campesinado, pero no se modificó la propiedad de la tierra.
  • Abolición del mayorazgo.
  • Inicio de la desamortización (1813): Venta de bienes de afrancesados, órdenes militares, monasterios y tierras municipales.
  • Supresión de la Inquisición, los gremios y las aduanas interiores.

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