La Guerra de la Independencia y la Constitución de 1812

La Guerra de la Independencia y los Comienzos de la Revolución Liberal

El rey Carlos IV accedió al trono español en 1788 e inmediatamente se vio desbordado por la compleja situación creada por la Revolución Francesa. La muerte en la guillotina en 1793 de Luis XVI condujo a Carlos a declarar la guerra a Francia. El enfrentamiento bélico se saldó con una absoluta derrota de las tropas españolas. Desde el ascenso al poder de Napoleón Bonaparte, la política española fue conducida por Godoy.

El Motín de Aranjuez

En 1792, Carlos IV confió el poder a Godoy, que era odiado por la alta nobleza y por la iglesia por su origen plebeyo y por sus intentos reformistas, y también por los elementos ilustrados que se vieron sustituidos en el favor del rey, sobre todo por el príncipe heredero Fernando, que veía en él un posible competidor en el favor de su propio padre. Godoy, en política exterior, siguió un camino de alianzas sucesivas con Francia, firmando una serie de pactos con Napoleón. España se convirtió en aliada de Francia y se enfrentó a Inglaterra. En la batalla marítima de Trafalgar, perdió casi toda su flota al ser destrozada por el almirante británico Nelson. En España, se planeó atacar a Portugal a cambio de un futuro reparto de Portugal entre Francia y España. El 18 de marzo de 1808 estalló un motín en Aranjuez, donde se encontraban los reyes; el motín perseguía la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, alrededor del que se habían unido todos quienes querían acabar con Godoy.

La Monarquía de José Bonaparte

Los amotinados consiguieron sus objetivos. Carlos escribió a Napoleón haciéndole saber los acontecimientos y reclamando su ayuda para recuperar el trono que le había arrebatado su propio hijo Fernando VII. El emperador decidió invadir España y ocupar el trono e anexionar el país al imperio. Carlos IV y Fernando VII fueron llamados por Napoleón a Bayona, donde abdicaron ambos en la persona de Napoleón Bonaparte. Napoleón nombró a su hermano José rey de España. José Bonaparte intentaría una experiencia reformista que pretendía acabar con el antiguo régimen.

La Resistencia Popular

En España se inició un alzamiento popular contra los franceses. El 2 de mayo, el pueblo de Madrid se alzó de forma espontánea contra la presencia francesa. Su ejemplo cundió por todo el país y surgieron juntas de armamento y defensa, forzando la reunión de una junta central que coordinase la acción contra los franceses.

Desde el punto de vista bélico, la guerrilla y los sitios fueron las formas de impedir el dominio francés sobre el territorio español.

Diferentes Fuerzas Políticas

Una pequeña parte de los españoles, a los que se conoce como afrancesados, aceptaron al nuevo monarca José Bonaparte y participaron en su gobierno. Se sentían vinculados con el programa reformista de la nueva monarquía. Su número relativamente escaso y la derrota final del ejército napoleónico obligaron a una gran mayoría a exiliarse al final de la guerra. El grueso de la población española formó el frente patriótico, la mayor parte del clero y la nobleza, que resistía al invasor y dirigía en muchas ocasiones la resistencia, buscando la vuelta al absolutismo bajo la monarquía de Fernando VII. Los ilustrados, representados por Floridablanca o Jovellanos, deseaban que la victoria frente a los franceses permitiese la vuelta de Fernando VII, del que se esperaba impulsase el inicio de un programa de reformas. Gran parte de la población afrontó la guerra como un movimiento de defensa contra un invasor extranjero.

El Curso de la Guerra

Napoleón dispuso sus tropas en Barcelona, Vitoria y Madrid. No esperaba encontrar grandes resistencias. Las previsiones de Napoleón se desbarataron ante la resistencia popular; las ciudades de Gerona y Zaragoza resistieron durante meses el ataque francés, y el ejército fue derrotado en Bailén (julio de 1808) por las tropas españolas. Napoleón, en persona, llegó a España en otoño y coordinó las acciones que condujeron a la toma de Madrid. Llegaron a desplegar 250,000 hombres. A partir de ese momento, fue esencialmente la guerrilla la única fuerza de resistencia frente al invasor. Desde 1812, la campaña con Rusia había obligado a Napoleón a desplazar allí a gran parte de su ejército. Las fuerzas españolas, apoyadas por un ejército británico al mando del general Wellington, comenzaron a hostigar gravemente a los franceses. Incapaz de mantener los dos frentes, Napoleón decidió pactar el fin del conflicto con los españoles y, hacia finales de 1813, sus tropas empezaron a abandonar territorio español.

El Proceso de Formación de las Cortes

Una junta general suprema reconoció a Fernando VII como rey legítimo de España y asumió, hasta su retorno, su autoridad. Ante el avance francés, la junta huyó a Sevilla y de allí, en 1810, a Cádiz, la única ciudad que, ayudada por los ingleses, resistía el asedio francés. En enero de 1810 se disolvió, tras la convocatoria de las cortes; el proceso de elección de diputados a cortes fue difícil.

La Constitución de 1812

Promulgada el día 19 de marzo de 1812, día de San José, por lo que se conoce popularmente como La Pepa.

Plasma el compromiso existente entre los sectores de la burguesía liberal y los absolutistas, al reconocer totalmente los derechos de la religión católica, caballo de batalla del sector absolutista, especialmente el clero. Contiene una declaración de derechos del ciudadano: libertad de imprenta, la igualdad de los españoles ante la ley, el derecho de petición, la libertad civil, el derecho de propiedad y el reconocimiento de todos los derechos legítimos de los individuos que componen la nación española. La nación se define como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios, es decir, se colocan en pie de igualdad los territorios peninsulares y las colonias americanas. La estructura del estado se corresponde con la de una monarquía limitada, basada en la división de poderes. El poder legislativo, las cortes unicamerales, representan la voluntad nacional y poseen amplios poderes: elaboración de leyes, el sufragio universal masculino e indirecto. El monarca es la cabeza del poder ejecutivo, por lo que posee la dirección del gobierno; el poder del rey está controlado por las cortes, que pueden intervenir en el trono. La administración es competencia exclusiva de los tribunales. Otros artículos contemplan la reorganización de la administración provincial y local, la reforma de los impuestos y la hacienda pública, la creación de un ejército nacional y la obligatoriedad del servicio militar, y la implantación de una enseñanza primaria pública y obligatoria. Asimismo, consagra la igualdad jurídica, la inviolabilidad de domicilio y la libertad de imprenta.

La Obra de Cádiz

Se decretó la suspensión de los señoríos, la libertad de trabajo, la anulación de los gremios, la abolición de la Inquisición y se inició la desamortización y la reforma agraria. A pesar de la importancia de su obra, las cortes no tuvieron gran incidencia práctica en la vida del país. La situación de guerra impidió la efectiva aplicación de lo legislado en Cádiz y, al final de la guerra, la vuelta de Fernando VII frustró la experiencia liberal y condujo al retorno del absolutismo.

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