La Secesión de Buenos Aires
Al conocerse en Buenos Aires el texto del acuerdo de San Nicolas, se produjo un verdadero revuelo político. La legislatura porteña no había otorgado a Vicente Lopez y Planes facultades para que avalara las decisiones tomadas. Se cuestionaban, entre otros aspectos, los poderes conferidos a Urquiza, el traspaso de las rentas y del ejército porteño al ámbito nacional, y la representación igualitaria en el Congreso Constituyente.
Cuando el acuerdo fue presentado ante la Legislatura, los representantes se agruparon en dos sectores. El que estaba liderado por Bartolomé Mitre y Dalmacio Velez Sarsfield impugnó el tratado, mientras que el sector encabezado por Vicente Fidel Lopez (hijo) lo defendió. El debate fue intenso y se reflejó en los medios de prensa. Diarios como El Nacional y Los Debates hablaban de abuso y de atropello, y proponían modificaciones al acuerdo.
Mitre manifestó que si bien estaba a favor de la organización nacional, creía que el poder otorgado a Urquiza era excesivo, lo cual debilitaba la posición de Buenos Aires frente al resto de las provincias. Antes de que se produjera la votación final, las amenazas recibidas por los ministros provocaron la renuncia del gobernador Lopez y Planes, quien fue restaurado por Urquiza luego de disolver la legislatura. Sin embargo, un mes más tarde, Lopez y Planes volvió a renunciar y Urquiza decidió asumir personalmente el gobierno de Buenos Aires.
Estalla la Revolución Porteña
A principios de Septiembre de 1852, Urquiza se dirigió a Santa Fe para inaugurar el Congreso Constituyente. Los conspiradores porteños aprovecharon esta circunstancia y pusieron en marcha un movimiento revolucionario que estalló el 11 de Septiembre. Los generales José María Piran y Juan Madariaga lideraron la sublevación, que triunfó sin que se produjeran enfrentamientos armados. Inmediatamente se restableció la Legislatura que Urquiza había disuelto y el general Manuel Pinto asumió el gobierno. El movimiento revolucionario porteño contó con el apoyo de los sectores populares de la ciudad y de la campaña, que se unieron para restaurar la autonomía de Buenos Aires
Urquiza Concentra Todos los Poderes
Después de Caseros, Urquiza entró en Buenos Aires e instaló su cuartel general en la quinta de Palermo, que hasta entonces pertenecía a Rosas y que en aquella época se concentraba en las afueras de la ciudad. Desde allí designó como gobernador provisional al doctor Vicente Lopez y Planes, el autor de la letra del Himno Nacional. Este gobierno provisional fue confirmado por la legislatura de Buenos Aires, cuya mayoría sentía cierto recelo por Urquiza. Esa desconfianza aumentó cuando este último tomó algunas medidas que muchos consideraron arbitrarias, como los fusilamientos sin juicio previo de varios miembros de la mazorca rosista y el restablecimiento de la divisa punzó.
El gobierno de Lopez y Planes expropió los bienes de Rosas, devolvió aquellos que habían sido confiscados por el ex gobernador y restableció la libertad de imprenta. Para muchos porteños, la delegación del manejo de las relaciones exteriores en manos Urquiza ponía en evidencia el peligro de que se iniciara una nueva dictadura, pues no olvidaban la larga alianza que Urquiza había mantenido con Rosas.
El Protocolo de Palermo
El 6 de Abril de 1852 Urquiza se reunió en la quinta de Palermo con los gobernadores de las provincias de Buenos Aires y de Corrientes y con el delegado de Santa Fe. Invocando el Pacto Federal de 1831, los reunidos otorgaron a Urquiza la dirección de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina. También invitaron a todos los gobernadores de las provincias a una reunión que se realizaría en la ciudad de San Nicolas de los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires, con el objeto de acordar las medidas que se tomarían con el fin de convocar un congreso general para organizar constitucionalmente el país.
El Acuerdo de San Nicolas
A fines de mayo de 1852 se reunieron en San Nicolas de los Arroyos los gobernadores de diez provincias. Después de arduas discusiones, el día 31 se firmó el llamado Acuerdo de San Nicolas. Este documento, que constaba de diecinueve artículos, instauraba un gobierno nacional provisorio a cargo de Urquiza, declaraba la renovación del pacto federal de 1831 y convocaba a un congreso constituyente (llamado así porque debían sancionar una constitución) al que cada provincia enviaría igual número de representantes. También se abolían los derechos del tránsito interno, se otorgaba a Urquiza el mando de todas las fuerzas militares y se le conferían facultades para reglamentar la navegación interior, la administración de correos y la percepción y distribución de las rentas nacionales. Urquiza, nombrado director provisional de la confederación Argentina, prestó juramento ante los gobernadores presentes.
El País Dividido
Sobre la base de la constitución de 1853, la confederación comenzó a estructurar su gobierno. El congreso general constituyente se autodisolvió y se realizaron las primeras elecciones presidenciales, ganadas por Urquiza, en mayo de 1854 asumió la presidencia. Su mandato era por 6 años. Menos Buenos Aires, todas las provincias aceptaron el nuevo gobierno nacional. Esta mayoritaria adhesión no significó la unificación del estado.
Durante su gobierno Urquiza fomentó la llegada de inmigrantes europeos y la creación de varias colonias (Esperanza y San José). Firmó tratados internacionales de paz, amistad y comercio con varios países limítrofes y reconoció la independencia del Paraguay. Nacionalizó la universidad de Córdoba, el colegio Montserrat y el de Concepción del Uruguay. La obra de gobierno se llevó a cabo en medio de grandes dificultades financieras ocasionadas por la separación de Buenos Aires, que contaba con los ingresos que le proporcionaba su aduana portuaria.
De la Convivencia a la Guerra Económica
Entre fines de 1854 y comienzos de 1855, Buenos Aires y la confederación firmaron pactos de convivencia por los cuales ambas partes se comprometían a mantener relaciones políticas y comerciales sin recurrir a la violencia. Pese a ello, al poco tiempo la situación empeoró. Mientras Buenos Aires se enriquecía, pues los comerciantes introducían las mercaderías en el país a través de su puerto, la confederación no conseguía recaudar impuestos aduaneros. Esta situación motivó la sanción por parte de Urquiza de la Ley de Derechos Diferenciales, que imponía aranceles a los productos que llegaban a su territorio desde Buenos Aires. El objetivo de esta medida era desviar el tráfico comercial hacia el puerto de Rosario. El gobernador bonaerense, Valentín Alsina (autonomista), molesto por la sanción de esa ley, amenazó a Urquiza con recurrir al uso de la fuerza, por lo que en poco tiempo de la guerra económica se pasó a la lucha armada.
De Cepeda a Pavón
En octubre de 1859, las fuerzas de la confederación, al mando de Urquiza, derrotaron en Cepeda al ejército porteño encabezado por Mitre. Luego de esa batalla, se firmó el pacto de San José de Flores, por el cual Buenos Aires se comprometió a incorporarse a la confederación y a acatar la constitución de 1853. Alsina debió renunciar y Mitre asumió como nuevo gobernador. Luego de la jura de la constitución por el pueblo de Buenos Aires (1860) parecía que los conflictos habían terminado. Sin embargo, varios sucesos, entre ellos el asesinato del gobernador de San Juan, volvieron a tensionar las relaciones entre las partes por lo que sus ejércitos se enfrentaron en 1861 en la batalla de Pavón. En esta oportunidad, triunfaron las tropas de Mitre (con la complicidad de Urquiza quien retiró su ejército luego del primer choque). El presidente Santiago Derqui (sucesor de Urquiza en 1860) intentó resistir. Como no consiguió apoyos debió renunciar.
El Predominio de Buenos Aires
Después de la renuncia de Derqui, Mitre negoció con Urquiza para definir el futuro del país. A partir de entonces el movimiento liberal porteño se afianzó con rapidez en el interior del país ya que uno a uno fueron derrocados todos los gobernadores federales, y el general Mitre asumió el mando provisionalmente. Su programa político se resumía en el lema «Nacionalidad, Constitución y Libertad». Esto significa que Mitre pretendía crear una nación unida bajo el imperio de la constitución nacional y que defendería la libertad civil, política y económica.
En octubre de 1862, Mitre ganó las elecciones generales y asumió la presidencia. Dedicó sus esfuerzos a poner en funcionamiento las instituciones estatales. Dotó de un edificio al Congreso Nacional, organizó la Corte Suprema de Justicia y los tribunales nacionales, adoptó el código de comercio de Buenos Aires y encomendó a Dalmacio Velez Sarsfield la redacción de un código civil.
Los Caudillos se Rebelan Contra la Dominación Porteña
Durante 1862 en algunas provincias del interior estallaron sublevaciones armadas en contra del plan liberal de Mitre. La primera de esas revueltas fue acaudillada por el general federal riojano Vicente Peñaloza. Para aplacar la rebelión, Mitre negoció un tratado con Peñaloza pero no lo cumplió, un año más tarde «El Chacho» encabezó un nuevo levantamiento. Las causas no fueron solo políticas, sino también económicas, pues las poblaciones del interior del país atravesaban una gran depresión (falta de recursos, devastación por las guerras, desempleo, etc.) En su proclama, Peñaloza anunció sus intenciones de reivindicar los derechos que «los traidores y perjuros» habían usurpado. Mitre decidió llevar a cabo una «guerra de policía» y encomendó la tarea a Sarmiento, por entonces gobernador de San Juan. Las tropas nacionales derrotaron a las fuerzas del Chacho quien fue asesinado a lanzazos por un coronel. Este hecho, aprobado por Sarmiento pero repudiado por el gobierno nacional, demostró el grado de violencia política que dominaba el país por entonces.
Vencidas las montoneras riojanas, otros movimientos menores estallaron en Córdoba, Mendoza, Catamarca, Santa Fe, y Corrientes. Para controlarlos, Mitre recurrió a la represión armada y a las intervenciones federales, es decir al reemplazo de las autoridades provinciales por delegados del gobierno nacional. Los tiempos de los caudillos comenzaban a llegar a su fin.
La Resistencia a la Guerra de la Triple Alianza
Al declararse la guerra y decretarse el reclutamiento forzado de los ciudadanos en edad de portar armas, estallaron actos de violencia en varias provincias. El principal levantamiento armado fue encabezado por el catamarqueño Felipe Varela, en 1867. Las montoneras de Varela constituían un verdadero peligro para el gobierno nacional, que enfrentó al caudillo y lo venció en Pozo de Vargas. Para no correr la misma suerte que Peñaloza, Felipe Varela abandonó el país y se refugió en Chile, donde murió en 1870.
La Guerra de la Triple Alianza
Durante la presidencia de Mitre, el país debió soportar una guerra contra el Estado paraguayo. Los orígenes del enfrentamiento se vinculan con cuestiones de límites no resueltas y con la ubicación mediterránea del Paraguay, que realizó complicadas maniobras diplomáticas con Brasil, Uruguay y la Argentina para tener peso en la política regional. El conflicto se desencadenó en 1864, cuando el general uruguayo Venancio Flores invadió su país para derrocar al gobierno. El presidente del Paraguay, Francisco Solano Lopez, aliado del gobierno uruguayo derrocado, denunció este hecho ante el gobierno argentino, del que Flores habría recibido apoyos. Mientras tanto fuerzas brasileñas invadieron el territorio de Uruguay en apoyo de los rebeldes.
El mariscal Lopez solicitó permiso a Mitre para atravesar con sus tropas la provincia de Corrientes, con el objetivo de combatir a los invasores brasileños. Como Mitre se negó, alegando la neutralidad de la Argentina en el conflicto, El Paraguay declaró la guerra en marzo de 1865 e invadió Corrientes. Al mes siguiente, la Argentina, Brasil y Uruguay firmaron el Tratado de la Triple Alianza, por el que se acordó una alianza ofensiva contra el Paraguay. El general Mitre asumió el mando de las fuerzas terrestres y Brasil aportó su escuadra. Las primeras acciones fueron favorables al ejército aliado, que logró varias victorias. Ya en tierras paraguayas, las operaciones se tornaron lentas y difíciles por la capacidad defensiva de los paraguayos.
A comienzos de 1868, Mitre tuvo que regresar a Buenos Aires debido al fallecimiento del vicepresidente Marcos Paz, y fue reemplazado por el marqués de Caxias. El comandante brasileño continuó el avance hacia Asunción, que tomó en enero de 1869. A pesar de la caída de la capital, el mariscal Lopez continuó resistiendo en la selva hasta que el 1° de marzo de 1870, fuerzas brasileñas le dieron alcance y lo asesinaron en Cerro Corá. El 20 de Junio se firmó el protocolo que puso fin a la guerra. El Paraguay perdió vastos territorios y gran parte de su población masculina.
Un Presidente Sin Partido: Sarmiento
En 1868, luego de un complicado proceso eleccionario, asumió la presidencia Domingo Faustino Sarmiento. Curiosamente no encabezaba ningún partido político. Si bien la constitución Nacional disponía que se realizaran censos cada diez años, desde su sanción, en 1853 no se había hecho ninguno dado que en medio de las diversas dificultades externas e internas no hubo tiempo ni recursos para organizarlo. Recién en 1869, Sarmiento hizo votar al congreso una ley para llevar a cabo el primer censo nacional de población. Varios años después se conocieron los resultados. La República Argentina tenía en total 1.830.214 habitantes, y la ciudad de Buenos Aires 178.007. El 65% de la población habitaba en el campo y el 35%, en los centros urbanos. Había en el país 211.000 extranjeros. Los datos del censo mostraban, entonces una Argentina en transformación, pero que todavía era esencialmente rural.
En el plano externo, Sarmiento debió afrontar el final de la guerra del Paraguay y los posteriores tratados de paz. En política interior se produjeron nuevos estallidos de violencia. Así, por ejemplo, en abril de 1870, una partida armada enviada por el caudillo entrerriano Ricardo Lopez Jordan asesinó en el Palacio de San José a Urquiza, al que se acusaba de haber traicionado la causa federal. Sarmiento ordenó la intervención federal de la provincia, y las tropas nacionales derrotaron a las de Lopez Jordan, quien volvió a rebelarse en varias oportunidades hasta que fue definitivamente vencido.
«Educar al Soberano»
La principal preocupación de Sarmiento fue la de «Educar al Soberano», es decir, al pueblo. Junto a su ministro de Educación, el tucumano Nicolás Avellaneda, llevó adelante una política destinada a expandir la enseñanza popular. Con ese objetivo en mente, fundó casi un millar de escuelas primarias y logró triplicar la cantidad de alumnos matriculados en el país. Para asegurar la calidad educativa, se preocupó por formar docentes capacitados. Con tal propósito, en 1870 creó la Escuela Normal en la ciudad de Paraná. También contrató maestras que llegaron de los Estados Unidos, fundó bibliotecas, la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, el observatorio astronómico, la Academia de Ciencias, el Colegio de Sordomudos, el Colegio Militar y la Escuela Naval. Estas dos últimas iniciativas formaron parte del proyecto de Sarmiento para jerarquizar el ejército Nacional y volverlo más profesional.
La Presidencia de Avellaneda
Las elecciones de 1874 fueron ganadas por uno de los ministros de Sarmiento: Avellaneda. Pero el partido nacionalista, que pretendía la reelección de Mitre, impugnó la elección (alegó que hubo fraude) e inició una revolución armada que fue derrotada por el gobierno. Durante su administración, Avellaneda debió hacer frente a serios problemas económicos debido a la crisis mundial que había estallado en 1873. Tal vez su principal medida de gobierno haya sido la sanción de la Ley General de Inmigración y Colonización, conocida como Ley de Avellaneda. Sancionada en 1876, ordenaba en un solo texto legal todo lo relacionado con el tema de las migraciones. Entre otras cuestiones, señalaba que era necesario fomentar la radicación de extranjeros para poblar el país y prometía entregar tierras a los inmigrantes para que crearan en ellas colonias agrícolas.