La Historia de los Reyes Católicos: Unificación y Conquista en España

Los Reyes Católicos y la Unión Dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y de Aragón

La llegada al poder de los Reyes Católicos se produjo tras una crisis política. Isabel era hija de Juan II y de su segunda esposa, Isabel de Portugal. A la muerte de Juan II, heredó el trono su hijo, Enrique IV. Presionado por la nobleza y el clero, Enrique IV nombró heredero a su hermanastro Alfonso y, tras la muerte de este en 1468, a su hermanastra Isabel. De esta forma, Isabel se convertiría en reina de Castilla a la muerte de Enrique IV. El matrimonio de Isabel con Fernando, hijo de Juan II de Aragón, hizo que Enrique IV desheredara a su hermanastra y que, por segunda vez, nombrara sucesora a su hija Juana la Beltraneja. En torno a las candidatas se formaron dos bandos. Al morir Enrique IV (1474), Isabel se autoproclamó reina de Castilla ya que tenía el respaldo de algunos de los nobles más influyentes y de muchas ciudades castellanas. Contaba también con la ayuda del rey de Aragón. En el bando opuesto, el rey de Portugal reivindicó la corona para Juana la Beltraneja, con quien, según lo acordado, contraería matrimonio. Castilla contaba con el apoyo de Aragón y de Francia. La guerra de sucesión se convirtió en un conflicto civil e internacional cuando en 1475 las tropas portuguesas invadieron Castilla. La guerra duró 4 años y finalizó con la batalla de Toro. Se impuso el bando isabelino y, mediante el Tratado de Alcaçovas-Toledo firmado en 1479, Alfonso de Portugal reconocía a Isabel como reina de Castilla. Juana fue recluida en un convento. En el mismo año, Fernando heredó el trono de Aragón. Se hacía realidad la unión dinástica de los reinos de Castilla y Aragón. En 1475, Isabel y Fernando habían llegado a un acuerdo – la Concordia de Segovia – en el que fijaron las bases de un sistema de gobierno conjunto. En Castilla, Isabel tendría en exclusiva los derechos sucesorios, pero Fernando sería rey consorte. Ambos tendrían la capacidad de tomar decisiones políticas y las órdenes reales irían firmadas por ambos. En Aragón, solo Fernando podía tener el título de rey, pero mediante un decreto firmado en 1481 se concedía a Isabel la corregencia. Sin embargo, su unión era solamente dinástica, no territorial. Aragón y Castilla siguieron manteniendo sus fronteras, sus leyes e instituciones propias. Dentro de esta unión dinástica, Castilla tuvo un papel hegemónico, superando a Aragón en población, extensión y poder económico. Castilla proporcionó la mayoría de los recursos económicos y militares para llevar a cabo las guerras y conquistas, y desde Castilla se organizó el descubrimiento y colonización de América.

Los Reyes Católicos: La Conquista del Reino Nazarí y la Incorporación del Reino de Navarra

La conquista de Granada. Acabar con la presencia del islam en España fue uno de los objetivos principales de la unificación política, religiosa y territorial de los Reyes Católicos. Este conflicto concluyó en 1492 con la conquista de Granada. Apenas hubo enfrentamientos en campo abierto y la estrategia fundamental fue el asedio a las ciudades hasta conseguir su rendición. La conquista de Granada fue posible gracias a la fuerte movilización militar. Los Reyes llegaron a disponer de unos 50,000 hombres. Solo una pequeña parte eran fuerzas reales; el resto eran tropas aportadas por la nobleza y por la Santa Hermandad. Los gastos de la guerra fueron subvencionados con el impuesto de cruzada, subvenciones especiales del clero, fondos de la Santa Hermandad, contribuciones especiales de musulmanes y judíos, y donativos y préstamos de la Mesta y de las ciudades comerciales de Castilla y Aragón. El avance de los cristianos se vio favorecido por la guerra civil que existía en el reino de Granada. Las condiciones de rendición de los musulmanes fueron generalmente buenas, aunque en casos como el de Málaga, toda su población fue convertida en esclava de los vencedores. Sin embargo, en la mayor parte de las capitulaciones se permitió a los musulmanes conservar su religión, usos y costumbres e incluso autoridades propias. A pesar de todo, con el paso del tiempo, los musulmanes, exceptuando los de Granada, fueron expulsados de sus ciudades y la tolerancia duró muy poco. Tras la derrota de varias rebeliones, se obligó a todos los musulmanes de Castilla a convertirse al cristianismo o a emigrar. Como tenían muy pocas posibilidades de emigrar, se produjo una conversión forzosa. A esta nueva población cristiana se la conoció como moriscos. La medida no afectó al reino de Aragón. Para completar la unidad religiosa, en 1492 los judíos fueron expulsados de Castilla y Aragón. La expulsión fue la culminación de una ola de antisemitismo constante en toda la península durante la Baja Edad Media. Se presionó a los reinos vecinos para que hicieran lo mismo y los judíos fueron expulsados de Portugal y de Navarra.

La incorporación de Navarra. Tras la unión dinástica de Castilla y Aragón y la conquista de Granada, era evidente que los Reyes Católicos no deseaban la presencia en la península de un reino en teoría independiente, pero vinculado en la práctica a la corona francesa. Cuando en 1512, el rey de Francia pretendió casar a su hija con el heredero de Navarra, Fernando el Católico decidió actuar militarmente y el ejército español, a las órdenes del Duque de Alba, ocupó Navarra. La parte navarra del sur de los Pirineos quedó incorporada a Castilla en 1515. La parte norte siguió como territorio independiente y se incorporó a Francia en el siglo XVII. En la zona incorporada a Castilla se mantuvieron las instituciones y los fueros navarros, aunque se introdujo la Inquisición y se decretó la expulsión de los judíos.

Los Reyes Católicos: La Proyección Exterior. Política Italiana y Norteafricana

En el reinado de los Reyes Católicos continuaron las políticas expansivas fuera de la península ibérica que ya habían llevado a cabo Castilla y Aragón antes de la unión dinástica.

Política Italiana

Fernando el Católico, como rey de Aragón, lo era también de Sicilia y de Cerdeña. Esto entraba en competencia con Francia, que quería ganar posiciones en el Mediterráneo. Francia, con Carlos VIII primero y con Luis XII después, va a disputarse el territorio de Nápoles con los Reyes Católicos en las llamadas “Guerras de Nápoles”, que finalmente finalizarán con la victoria de Fernando. A partir de ese momento se busca el equilibrio: Francia dominará al norte de Italia controlando Milán y Venecia, en el centro gobiernan los Estados Pontificios y Aragón controlará el sur, formado por Nápoles y las islas.

Política Norteafricana

En cuanto a la política norteafricana, vendrá de la mano de Castilla. En esta expansión tuvo como competidor a Portugal. Sucesivos tratados con Portugal delimitaron las áreas de expansión de ambas potencias (Alcaçovas y Tordesillas). Estos tratados otorgaron a Castilla la posibilidad de extenderse por el norte de África tras la conquista de Granada. Entre 1497 y 1510, los castellanos realizaron expediciones en el norte de África con los siguientes objetivos:

  • Garantizar la seguridad política y comercial en el Mediterráneo frente a los piratas berberiscos y turcos, evitando nuevas invasiones.
  • Continuar el espíritu de cruzada frente al infiel, tras la conquista de Granada.
  • Por razones económicas, ya que se quería crear una zona comercial donde Cádiz fuera la capital.

Estas expediciones ocuparon puertos y bases estratégicas en el norte de África: Melilla, Orán, Argel y Trípoli.

Gobierno y Administración de América

Tras la conquista del “Nuevo Continente”, poco a poco se organizaron la administración, la economía y las relaciones de los nuevos dominios de la corona. Las tierras conquistadas fueron incorporadas a la corona de Castilla.

  1. La Casa de Contratación se encargaba de los asuntos comerciales con las Indias. Se creó en 1503 y tenía su sede en la ciudad de Sevilla. El puerto sevillano era el único que estaba legalmente autorizado a comerciar con América y en él se concentraban todos los barcos que realizaban las transacciones: la “flota de Indias”.
  2. Consejo de Indias: Todos los asuntos americanos van a ser controlados por este consejo desde 1524. Este consejo tenía funciones consultivas, velaba por la buena marcha de la administración indiana, controlaba el funcionamiento de la Casa de Contratación y proponía medidas para el buen gobierno de las colonias.
  3. Virreinatos: El territorio americano se dividió en virreinatos (organización territorial superior). Se fundaron dos virreinatos: el de Nueva España y el de Perú. Al frente de estos virreinatos se situaban representantes directos del rey, elegidos entre miembros de las familias distinguidas de la nobleza castellana. A estos virreyes les correspondía la administración del territorio (nombramientos, tierras, encomiendas, economía…) y el mando militar supremo. También presidía la audiencia de su provincia. Al terminar su mandato, debía redactar una memoria final de su gobierno, que entregaba a su sucesor. En el siglo XVIII se crearían dos virreinatos más: el de Nueva Granada (Colombia) y el de La Plata.
  4. Los virreinatos se dividían a su vez en gobernaciones o capitanías generales que se establecieron en las regiones fronterizas.
  5. Las audiencias indias eran tribunales de justicia. Son presididas por los virreyes en cuanto a la administración, se desarrolla una legislación para organizar los nuevos territorios. Son las Leyes de Indias que tienen como objetivo evitar los abusos de los colonos y mantener bajo su control el imperio de ultramar, prohibiendo la esclavitud, pero obligando a los indígenas a trabajar para los colonizadores. Aunque en teoría los indígenas eran libres, en la práctica estaban siendo sometidos por los colonos. La corrupción y la explotación de los indígenas fueron desde el principio rasgos destacados de la administración en América. Los colonizadores tenían interés en las minas y en poner en cultivo las nuevas tierras, para lo cual necesitaban mano de obra indígena. Las tierras van a ser repartidas entre los colonos a los que se les entregaba una porción de tierra y un grupo de indios.

Existen dos tipos de reparto de la tierra:

  • Encomienda: El indígena queda bajo la protección del colono. A cambio de esta “protección”, el indígena estaba obligado a trabajar para él y pagarle tributos.
  • Mita: Se solía utilizar en las minas. Consiste en trabajo forzoso de los indígenas por turnos. A cambio de la fuerza de trabajo, el encomendero tenía la obligación de cristianizar a las personas que le habían sido encomendadas. El servicio forzado ejercía una inmensa presión sobre la población, causando mucho daño y cientos de miles de víctimas mortales, sobre todo entre los trabajadores de las minas. Esto obligó a la corona española a llevar esclavos negros africanos.

Impacto de América en España

A partir del siglo XVI, las Indias fueron una gran fuente de intercambios comerciales y las consecuencias económicas fueron impresionantes. El oro y la plata americanos estimularon el comercio mundial, y el centro de gravedad de la economía europea se trasladó desde el Mediterráneo al Atlántico. Las nuevas plantas y productos procedentes de América (patata, tomate, maíz, tabaco, cacao, cacahuete, etc.) se introdujeron en la agricultura, en la alimentación y en los hábitos de consumo españoles. Castilla, por su parte, suministraba a las colonias trigo, aceite, ganado, vestiduras, armas… Los nuevos territorios supusieron una importante fuente de ingresos para Castilla, y especialmente para la corona, que controlaba el tráfico comercial y se reservaba la quinta parte de todos los productos importados. Sin embargo, el elevado endeudamiento de la corona española para financiar la expansión hizo que gran parte de los beneficios se gastaran con rapidez. Banqueros extranjeros habían prestado el dinero a la corona y fueron estos los que recibieron la mayor parte de las riquezas americanas debido a los altos intereses de sus préstamos a la corona. La riqueza que no acabó en manos extranjeras fue invertida improductivamente en joyas o bienes de lujo importados y en las guerras europeas en las que iba a participar España. Los españoles obtuvieron metales preciosos que inundaron el mercado monetario de Europa, aumentando la cantidad de dinero en circulación, lo que conllevó de inmediato una espectacular subida de los precios (“revolución de los precios”). Si tenemos en cuenta que ese oro no se repartió entre todos los sectores sociales y que la subida de precios sí, podemos deducir las dificultades que ocasionó para los sectores más desfavorecidos. En el ámbito administrativo, el puerto de Sevilla adquirió el monopolio del comercio americano y se creó la Casa de Contratación para controlar el tráfico de personas y mercancías, y asegurarse de la recaudación de los impuestos reales. Entre las consecuencias sociales hay que destacar los miles de españoles que emigran a tierras americanas; en su mayoría se trataba de hombres jóvenes, lo que afectó tanto a la población peninsular como a la de América. Destaca el fenómeno del indiano: es el caso del emigrante en América que vuelve rico a su población de origen. La burguesía comercial europea se enriquece con este comercio ultramarino y logra su ascenso social que la prepara para su «revolución» a fines del siglo XVIII e inicios del XIX. Además, en América, una nueva clase social se convierte en protagonista: la burguesía criolla de origen europeo, que será la gran protagonista de la vida americana, en rivalidad con los funcionarios metropolitanos europeos. El impacto cultural no fue menos importante. Los misioneros franciscanos y dominicos llevaron el catolicismo a los indios y España fundó universidades en México (1551) y en Lima (1555). Asimismo, fueron muchos los españoles que no tuvieron el menor reparo en casarse con indias, lo que dio lugar al mestizaje. En cuanto a las consecuencias políticas, el nacimiento de este gran imperio por administrar hizo necesario el establecimiento de una capital estable donde asentar la enorme burocracia. Madrid se convertirá en el siglo XVI en esa capital ya definitiva frente a la tónica anterior de tener una capitalidad itinerante por Castilla. Las tradicionales buenas relaciones con Inglaterra se rompen por estos motivos coloniales principalmente, siendo el principal enemigo entre fines del siglo XVI e inicios del XIX. Además, las enemistades con Francia o Portugal se complican aún más.

La España del Siglo XVII: Evolución Económica y Social

El siglo XVII se caracterizó en toda Europa por una fuerte crisis social y económica, pero para España esta crisis fue todavía más profunda ya que se produce la pérdida de la hegemonía política europea. En primer lugar, la población disminuyó de 8 a 7 millones debido a que mucha gente se traslada al Nuevo Continente, a las bajas que se producen por las continuas guerras, a las epidemias y a la expulsión de los moriscos. En el plano económico, empeoró la situación de la agricultura ya que las guerras, las epidemias y la subida de los impuestos hicieron que las tierras de cultivo quedaran despobladas. En ganadería también se produce una pérdida de ganado, por falta de pastos y por la destrucción provocada por las guerras internas (Portugal, Cataluña). Además, en la industria y el comercio se produce una profunda crisis. A la competencia de los productos extranjeros se le suma ahora la pérdida de territorios en Europa, y por tanto de los mercados. La situación de la deuda pública no mejoraba la situación ya que ni el aumento de los impuestos, ni las devaluaciones de la moneda, ni la emisión de deuda pública pudieron salvar al estado de la bancarrota (debido a los gastos de la corte, a la corrupción y a las continuas guerras). Además, los ingresos de las riquezas americanas eran cada vez menores debido al agotamiento de las minas. Las riquezas que llegaban de los nuevos territorios acostumbraron a los españoles a no producir, por lo que era necesario importar del extranjero la mayor parte de los artículos de consumo. Tampoco se creó una organización bancaria y mercantil, por lo que los banqueros y comerciantes extranjeros se quedaban con el dinero. En el orden social se produce un proceso de re-feudalización que supuso el crecimiento de los grupos privilegiados (nobleza y clero) que no producen bienes y se apropian de las rentas de los campesinos. La crisis supuso una mayor presión para los vasallos y un incremento de los impuestos. Como consecuencia de esto surgen rebeliones populares, ya que los pobres no podían soportar la presión fiscal. Una de las formas de rebelión popular más típicas de esta época fue el bandolerismo.

La Guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht

Tras la muerte de Carlos II sin sucesión, los candidatos a ocupar el trono español eran Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, y el archiduque Carlos de Austria, segundo hijo del emperador Leopoldo I de Prusia. Un mes antes de morir, Carlos II deja a Felipe de Anjou como heredero, con el compromiso de renunciar a sus derechos en la corona francesa para evitar una posible unión entre Francia y España. Luis XIV acepta el testamento y Felipe de Borbón será reconocido como rey de España, con el nombre de Felipe V. Sin embargo, Luis XIV adoptó una serie de decisiones que provocaron el descontento dentro y fuera de España: mantuvo los derechos sucesorios de Felipe V al trono francés; asumió el gobierno de los Países Bajos; consiguió importantes privilegios para Francia en el comercio con América. Además, influyó en la política española, poniendo a gente de su confianza que van a influir en las decisiones del joven rey (17 años). En España, Castilla acepta el testamento, pero los reinos de la corona de Aragón no aceptan a un Borbón como rey (tienen fama de centralistas y temen perder los privilegios respetados por los Austrias). A este testamento se van a oponer: Austria, Inglaterra, Países Bajos y Dinamarca. Estos países crearon la Gran Alianza de La Haya. Más tarde se unieron a la alianza Portugal, Prusia y Saboya. Declaran la guerra a Francia y proclaman rey a Carlos de Austria, iniciándose la Guerra de Sucesión Española. La guerra fue favorable a la Alianza de La Haya, pero la muerte del hermano de Carlos de Austria alteró el curso de la guerra en 1711, ya que Carlos de Austria pasó a convertirse en el nuevo emperador austriaco. Esto significaría que si Carlos de Austria subiera al trono español se unirían las coronas de España y Austria, lo que sería muy perjudicial para el equilibrio europeo, por lo que las potencias antiborbónicas, para evitarlo, aceptaron a Felipe V. Tras esto, en Europa comenzaron las negociaciones de paz. En 1713 se firma la Paz de Utrecht: Felipe de Borbón fue reconocido como rey de España tras renunciar a sus derechos en el trono de Francia, y las posesiones territoriales de España en el continente europeo fueron repartidas entre los aliados. Inglaterra consiguió territorios de España y obtuvo beneficios comerciales como el asiento de negros y el navío de permiso. España perdió territorios, prestigio y capacidad de influencia en el mercado internacional.

Cambio Dinástico: Los Primeros Borbones

La dinastía austriaca terminó con la muerte de Carlos II. Debido a esto se produce la Guerra de Sucesión que da como resultado un cambio dinástico, ya que al trono español sube Felipe de Anjou, dando lugar a la dinastía de los Borbones. Los primeros Borbones fueron Felipe V y Fernando VI. Felipe V (1700 – 1746) introdujo en España a la dinastía francesa de los Borbones, instaurando los usos, modas y costumbres de la corte y de la administración francesa (centralismo borbónico). En política interior, lo más importante de su reinado fueron los Decretos de Nueva Planta, leyes para suprimir los fueros y privilegios en los antiguos territorios de la corona de Aragón. En política exterior, tuvo como objetivo recuperarse de los resultados negativos que produjo para España la Paz de Utrecht (por ejemplo, se firmaron acuerdos de colaboración con Francia en las llamadas “Pactos de Familia”). Además, luchó contra la corrupción y estableció nuevos impuestos para hacer más equitativa la carga fiscal. Fomentó la intervención del estado en la economía y estableció medidas para mejorar el comercio. En 1724 abdicó en su hijo Luis, por motivos aún no aclarados. Luis I reinó solo durante 7 meses. A su muerte, Felipe V reasumió sus funciones de gobierno. Fernando VI (1746 – 1759). A Felipe V le sucedió en el trono su segundo hijo Fernando VI. Este rey, llamado el Prudente o el Justo, sufrió problemas mentales, los cuales se agravaron tras la muerte de su mujer, Bárbara de Braganza. No tenía hijos, ni ambiciones de expansión política, por lo que buscó una política exterior de estricta neutralidad. Durante todo el reinado, la obsesión fue mantener esta neutralidad a toda costa, la cual permitió concentrarse sobre la reconstrucción económica y financiera del país. De esta forma, mejoraron los ingresos de la Hacienda Real y, al mismo tiempo, se aligeró la presión fiscal, facilitando la recuperación económica, así como la reconstrucción de la marina. Su reinado se caracterizó también por un florecimiento cultural. Al morir sin descendencia, su hermano Carlos III, que entonces era rey de Nápoles, le sustituye en el trono.

La España del Siglo XVIII: Evolución de la Política Exterior en Europa

El reinado de los Borbones se inició con una importante pérdida de poder e influencia de la corona española en el contexto internacional debido al Tratado de Utrecht. Esta situación permitió liberar a la monarquía de la pesada carga militar y financiera que había supuesto el mantenimiento de las posesiones europeas en los siglos XVI y XVII. De este modo, los Borbones se centraron en mejorar la situación en el interior del país. El siglo XVIII fue de relativa paz, aunque España se vio implicada en algunos acontecimientos bélicos. Los principales enfrentamientos tienen que ver con los intereses españoles por recuperar las posiciones italianas perdidas en el Tratado de Utrecht. Esto provocó el enfrentamiento con algunas potencias europeas, en especial con Austria. En busca de aliados, Felipe V y posteriormente Carlos III, firmaron una serie de pactos con Francia, los llamados “Pactos de Familia”. Con Fernando VI, España entra en una etapa de neutralidad en la política exterior. En este periodo, los esfuerzos se destinaron a la mejora del ejército y la flota. En la segunda mitad del siglo, durante el reinado de Carlos III, España intervino en la Guerra de los Siete Años al lado de Francia contra Inglaterra (se firma el III Pacto de Familia). La guerra terminó con la Paz de París, en la que España tuvo que ceder Florida y territorios de México a Gran Bretaña. El desquite español vendrá al apoyar a los rebeldes americanos en su lucha por la independencia de Inglaterra. Tanto España como Francia apoyarán económica y militarmente la independencia de los Estados Unidos, y la influencia española será decisiva sobre esa nueva nación. Por el Tratado de Versalles de 1776, España recupera Florida, Menorca y Sacramento, pero no consigue Gibraltar a pesar de sus esfuerzos. Con Carlos IV (1788–1808), la política exterior viene marcada por los acontecimientos revolucionarios en Francia. España se ve involucrada en varias guerras, unas al lado de Inglaterra contra Francia (Guerras de la Convención 1793 – 1795) y otras junto a Francia frente a Inglaterra (Trafalgar 1805).

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