Contexto Histórico
España inicia el siglo XX con la regencia de María Cristina, tras el desastre del 98 y la pérdida de las colonias. Se hacía evidente la necesidad de regenerar el sistema político de la Restauración, ya caduco. En un país mayoritariamente agrícola y analfabeto, con el despegue de la industria, aparecen nuevas clases sociales, como un proletariado urbano que reclamaba mayor justicia social.
El Poder Político
El poder político se turnaba entre conservadores y liberales, no por elecciones democráticas, sino por conveniencia del rey. En 1890, con el sufragio universal, se puso de manifiesto el fraude y la corrupción electoral. Alfonso XIII subió al trono en 1902, y el gobierno siguió con el sistema de turnos sin cambios hasta 1907, cuando estalló una revolución que impulsó grandes reformas, como el saneamiento financiero, el reformismo social del Estado mediante leyes protectoras del trabajo y un regeneramiento educativo. Fuera del sistema canovista quedaron partidos autodinásticos (partido carlista y republicano), nacionalistas (catalanismo) y movimientos obreros (socialistas y anarquistas).
En estos primeros años tomó auge el partido republicano radical y otros sectores republicanos más intelectuales crearon el partido reformista. El catalanismo y el movimiento obrero crecieron en torno a la UGT (socialista) y la CNT (anarquista).
Maura y el Partido Liberal (1907-1909)
Antonio Maura, líder del partido liberal, intentó durante su gobierno (1907-1909) un acercamiento del Estado al pueblo. Reconoció el derecho a la huelga y a las asociaciones de obreros, desarrolló una política económica de signo nacionalista con un amplio programa de construcciones navales y presentó a las Cortes una reforma de la ley electoral. El envío de tropas a Melilla para asegurar la plaza contra los rifeños originó la Semana Trágica de Barcelona, una huelga general organizada por socialistas, anarquistas y republicanos, que fue reprimida por el gobierno. Esto tuvo consecuencias políticas importantes, entre ellas la dimisión de Maura.
Canalejas y las Reformas (1909-1912)
En 1909, José Canalejas, como líder del partido liberal, impulsó reformas como el servicio militar obligatorio y la aprobación de un proyecto de mancomunidades en respuesta a la petición catalanista. En noviembre de 1912 fue asesinado por un anarquista. A partir de ahí, fracasó la revolución desde arriba intentada por los regeneracionistas. Los partidos marginados tampoco eran una alternativa de poder.
La Crisis de la Monarquía (1913-1923)
A partir de 1913, los partidos dinásticos desaparecieron y la dirección política fue encomendada a los llamados idóneos (conservadores que se unieron a Eduardo Dato). Con la desaparición de los partidos turnantes se inicia la crisis de la monarquía de Alfonso XIII. Se sucedieron diversos gobiernos sin ningún programa claro que no consiguieron solucionar los problemas económicos y sociales. Así, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, España estaba sumida en una crisis interna y era considerada un país de segundo orden. No obstante, y pese a su neutralidad, la guerra alteró su vida nacional. Supuso un gran estímulo para la actividad económica; la necesidad de la exportación y un crecimiento de los sistemas de producción desencadenaron un aumento de los precios. Mientras la burguesía se enriquecía, los obreros perdían poder adquisitivo, lo que provocó un aumento en los sindicatos UGT y CNT.
La Crisis de 1917
En 1917, España se sumió en una profunda crisis que se manifestó en:
- Juntas de Defensa: Especie de sindicato de militares que protestaban por su situación, como los bajos sueldos y el abandono del gobierno.
- Asamblea de Parlamentarios: Los dirigentes no sabían afrontar los problemas del momento y el sistema parlamentario se hundía. Romanones gobernaba sin contar con las Cortes, lo que produjo un malestar entre la oposición, que decidió convocar Cortes constituyentes.
- Huelga General Revolucionaria: Durante la guerra, el movimiento social creció considerablemente. Esto, junto con la situación de las clases bajas y la subida de los precios, agravó la protesta social. El objetivo era la abdicación del rey y la implantación de la república. Hubo graves incidentes de violencia que obligaron a la intervención del ejército.
La crisis de 1917 terminó en nada, quedando pendientes todas las reivindicaciones. El régimen quedó tocado, los gobiernos de turno no podían durar, y hasta 1923 hubo gobiernos de concentración. Estos gobiernos tuvieron dos grandes inconvenientes: la heterogeneidad de las tendencias, que impedían cualquier programa coherente, y la desaparición de la dinámica de turno. El problema de Marruecos seguía sin solucionar, la situación social era cada vez más preocupante, persistía el problema regionalista y la inquietud de los militares crecía.