La Monarquía Hispánica bajo los Reyes Católicos: Unificación, Expansión y Consolidación

La Monarquía Hispánica bajo los Reyes Católicos

1. Unión Dinástica

A mediados del siglo XV, la Península Ibérica estaba dividida en cuatro reinos cristianos (Castilla, Corona de Aragón, Portugal y Navarra) y uno musulmán (Granada). Castilla, por su población, extensión territorial y riqueza, ocupaba una posición clave. Existían rivalidades con Aragón, Portugal, Francia e Inglaterra. Durante el reinado de Enrique IV, Castilla atravesó una grave crisis. Un ambicioso sector de la aristocracia se enfrentó al débil poder real, cuestionando la paternidad de la princesa Juana, atribuyéndola a Beltrán de la Cueva. Las presiones nobiliarias llevaron a que la herencia pasara a su hermanastro Alfonso, e incluso destronaron simbólicamente al rey en la farsa de Ávila. La muerte de Alfonso permitió a Isabel, hermanastra de Enrique IV, reclamar sus derechos sucesorios. Tras el Pacto de los Toros de Guisando, Isabel fue declarada heredera. Su matrimonio con Fernando de Aragón, celebrado en secreto en 1469, no contó con la aprobación de Enrique IV. A la muerte de éste en 1474, la situación en Castilla era confusa, con partidarios de Juana y de Isabel. La Concordia de Segovia, firmada tras la proclamación de Isabel en Segovia, estipulaba los principios de la unión personal de las coronas. Esta unión se consolidó con la llegada de Fernando al trono aragonés. Castilla atravesó una guerra civil entre los partidarios de Isabel y los juanistas, apoyados por Portugal. Tras la batalla de Toro y la Paz de Alcaçovas, finalizó esta fase de enfrentamientos. La unión de las coronas fue personal y desigual, con Castilla adquiriendo mayor protagonismo. La Corona de Castilla, más homogénea, se prestaba a un mayor control monárquico, mientras que la Corona de Aragón era más heterogénea y apegada a sus fueros.

2. Expansión Territorial

2.1 Conquista de Granada

Con las disputas internas y el enfrentamiento con Portugal finalizados, los Reyes Católicos aprovecharon la inestabilidad política granadina para culminar la unificación peninsular. En 1480, obtuvieron la bula de Cruzada del Papa. Entre 1484 y 1487, el frente occidental del Reino nazarí cayó. En los dos años siguientes, el flanco oriental se derrumbó. El enfrentamiento civil entre el Zagal y Boabdil se extendió a Granada, que, asediada, capituló en 1492, poniendo fin a más de 700 años de presencia musulmana en la Península Ibérica.

2.2 Anexión de Navarra

Tras la muerte de Juan II de Aragón, Navarra pasó a las familias Foix y Albert. La alianza secreta entre los Albert y Francia amenazaba a Castilla. Fernando envió un ejército castellano y ocupó Navarra sin dificultad, obteniendo el reconocimiento de la Santa Sede. Navarra mantuvo sus costumbres e instituciones, pero en 1515 Fernando la incorporó definitivamente a Castilla.

3. Política Religiosa

La unidad religiosa, basada en el cristianismo, fue esencial para fortalecer el Estado. Desde 1480, funcionaba en Castilla el Tribunal de la Inquisición, para perseguir a los falsos conversos. En la Corona de Aragón, su introducción fue más problemática. El Consejo de la Suprema y General Inquisición se convirtió en la única institución que abarcaba todos los reinos. El Inquisidor General y los miembros del Consejo eran nombrados por el rey. La presión social contra los judíos se agravó, produciéndose conversiones masivas. En 1492, los Reyes Católicos ordenaron la expulsión de los judíos, con negativas repercusiones económicas y sociales. Los Reyes Católicos obtuvieron el Patronato Regio, el derecho a intervenir en el nombramiento de obispos y arzobispos. Tras la conquista de Granada, los mudéjares conservaron sus bienes, identidad y religión. Sin embargo, las presiones y conversiones forzosas del Cardenal Cisneros desencadenaron una sublevación, reprimida militarmente por Fernando. Los mudéjares convertidos fueron llamados moriscos.

4. Política Exterior

La Monarquía Hispánica se convirtió en una gran potencia europea, sentando las bases de la hegemonía española. La diplomacia, el ejército permanente y la política matrimonial fueron instrumentos clave. La atención al Mediterráneo y la amistad con dinastías que rodeaban a Francia, junto con el interés atlántico castellano, impulsaron la conquista de Canarias y el descubrimiento de América.

4.1 Guerras de Italia

La Corona de Aragón tenía presencia en Italia (Sicilia, Cerdeña y Nápoles). En 1494, Carlos VIII de Francia invadió Nápoles. Tras nueve años, la diplomacia de Fernando, con apoyo papal, veneciano y del emperador Maximiliano, junto con Gonzalo Fernández de Córdoba, expulsó a los franceses. Nápoles pasó a la Corona de Aragón. El interés por el norte de África y la idea de Cruzada llevaron a la ocupación de Orán.

4.2 Opción Atlántica

El mayor éxito de la expansión atlántica fue el reconocimiento de la soberanía sobre las Islas Canarias. La guerra civil castellana impulsó expediciones hasta el golfo de Guinea. El Tratado de Alcaçovas supuso la renuncia castellana a la expansión por África occidental, excepto Canarias. Isabel y Fernando confirmaron los señoríos particulares de las islas menores, bajo soberanía real, y ordenaron la conquista de La Palma, Gran Canaria y Tenerife. Los emigrantes a las islas fueron andaluces.

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